sábado, 12 de agosto de 2017

¡Esto es la guerra!







Hemos tomado una posición avanzada donde tenemos una panorámica bastante completa de la zona. Nos parece mentira el poder haber llegado hasta esta costa después de una jornada interminable y agotadora llena de penurias. El calor se ha convertido en nuestro peor enemigo durante la marcha, y ahora que estamos observando desde arriba vemos que lo más penoso está por comenzar.

Después de arengar a los que me acompañan, impartiendo órdenes que coordinen nuestra maniobra y durante unos interminables minutos de tensión contenida, nos lanzamos a lo que presiento, será una misión imposible de la que algunos de nosotros guardaremos memoria traumática durante un año al menos, si es que sobrevivimos a semejante experiencia.

Al principio avanzamos con decisión, pero calmados y expectantes. Sobre todo cono ganas de acabar con la misión a la mayor brevedad posible, aunque el sufrimiento llegue a ser insoportable nos agarramos a la esperanza de la victoria
El aire nos acribilla el cuerpo con miles de granos de arena. Me identifico con Lawrence de Arabia sorteando las dunas en su lucha contra los turcos.

Durante los primeros cien metros todo parece despejado, pero es una vana ilusión, pues los primeros obstáculos se interponen en nuestro camino. Tropezamos con cuerpos quemados, abandonados e inermes, casi desnudos que yacen tirados en el suelo consumidos por un sol de justicia. Los integrantes de mi compañía, asustados por ese futuro incierto que les acecha también a ellos, intentan no pisarlos.

Resulta más que imposible avanzar sin sufrir algún percance, mientras nos ensordecen los gritos del enemigo que parece querer confundirnos con su algarabía caótica en un intento de que abortemos nuestra empresa suicida, algo así como lo que aconteció en la batalla del Bruch y en Carrhae.


Un tiro casi a bocajarro da en el blanco en uno de mis brazos, me quejo tocándome la parte afectada donde recibo el impacto de un objeto volador no identificado, tal como en la serie de Expediente X. 

Al no sufrir lesión grave sigo con pasos precipitados junto a los demás, esquivando el choque directo con el adversario, obcecado como está en cerrarnos el paso hacia nuestro objetivo. Interponiendo barreras disuasorias estratégicamente camufladas dispuestas en el suelo como trampas. Redes, telas, estacas, objetos electrónicos ¿Me pareció ver algún Libro?

Lo que ocurrió en la playa de Omaha fue poco en comparación con esto.

El agotamiento hace mella en nuestros organismos, deshidratados. No hay lugar donde pararnos a descansar. Echamos mano a nuestro pesado equipo de campaña sobre la marcha, buscando con que reponer las fuerzas gastadas, hasta que alguien consigue encontrar un poco de agua caliente que es consumida entre todos en unos instantes y que se evapora al entrar en contacto con nuestros resecos y agrietados labios, pero consiguiendo mitigar momentáneamente la sed e insuflándonos nuevos bríos marciales.

Al fondo y un poco a la derecha vemos la zona a conquistar. Parece despejada y nos lanzamos en una carrera desesperada hacia el lugar indicado por mi dedo; que de esta forma se transforma por un instante en orden perentoria de lo que puede significar nuestra última oportunidad de conseguir el lugar que convertir en base de operaciones, un cacho de terreno firme donde poder refugiarnos, descansar, y atacar la segunda fase de la operación denominada por el alto mando logístico femenino: “Verano de sol y playa.”

Clavo la sombrilla como bandera en Iwo Jima y poniéndome la palma de la mano como visera, visualizo en la lejanía, un pedazo de mar que se convierte en el siguiente reto que afrontar.

La “Generala” con los brazos en jarras y la segunda al mando, su hija convertida en mi mujer, pero que se pone la máscara que guarda para estas ocasiones que la hace parecer una psicokiller en potencia; marcarán el territorio con toallas entendidas, mochilas y neveras de camping. 
Se quedarán como defensoras de la cabeza de playa que hemos conseguido con tanto esfuerzo. Cual defensoras del fuerte del Álamo en Texas, en una actitud de: "No pasarán" salvo por encima de nuestros cadáveres.

El resto de los miembros de la aguerrida tropa asaltamos la orilla, armados con gafas de buceo, flotadores, manguitos y pistolas de agua a la conquista por derecho, de esa inmensidad mediterránea de la que nos corresponde un trocito. Con el ímpetu arrollador de las tropas del desembarco de Normandía, pero al revés; más parecido si cabe a Carros de fuego por lo del calzón corto y la carrera desesperada por el triunfo.

En el instante que comienzo a avanzar, un nuevo tiro me da de lleno en el pecho; pero hago gala de mi terca determinación devolviendo la pelota con un tremendo patadón que la manda casi hasta el paseo marítimo haciendo oídos sordos a los improperios que recibo en un idioma incomprensible por parte del agresor. 
Peor fue el golpe recibido con el frisbee, ese si me dejará un moratón.

Este es nuestro territorio y lo defenderé con ahínco del guiri invasor.
Como mandan los cánones y dijo el gran Groucho Marx:

¡Esto es la guerra!

Derechos de autor: Francisco Moroz


14 comentarios:

  1. Buenísimo Francisco. Estaba esperando a ver por dónde salías, pero nunca me hubiera imaginado esto. Ahora se te hará más fácil entender por qué viviendo en Santander, hace muchos años que el bañador no es uno de mis gastos de temporada.
    Un beso.

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    1. Tampoco yo soy mucho de playas atestados. Es curioso comprobar como muchas personas huyen de las aglomeraciones urbanitas para disfrutar de la naturaleza y se masifican de nuevo en los lugares donde presumiblemente van buscando sosiego y algo de soledad ¡Humanos!
      Ya se termina el verano y volvemos a la rutina, pero también a los blogs.
      Besos

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  2. Es que las playas es lo que tiene en verano y mas en Agosto, yo por eso voy y si es que voy, que no me gusta mucho la playa, entre el agobio de gente, la arena y demás soy mas de piscina lo confieso. En fin hay que ir a la playa o primera hora de la mañana y volverse cuando todo el mundo empieza a llegar o de las seis en adelante, es una magnifica hora.
    Me ha gustado mucho tú relato. Un abrazo. TERE.

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    1. Los que las tenéis cerca podéis disfrutarlas en las épocas del año en que son lugares de sosiego y relax. Cierto que por esos meses a los que me refiero los baños en sus aguas no son muy gratos por el frío y las inclemencias climáticas; pero es justo cuando apetecen esos largos paseos con los pies descalzos, mojándose los pies con arena empapada de aguas fresquitas, mientras escuchas el sonido del mar.
      Besos.

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  3. Anónimo1:18 p. m.

    Brillante manera de describir la playa en el verano. Me encantó tu relato con esas citas.abrazo

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    1. Gracias compañera, es justo lo que he sentido las pocas veces que me he acercado en verano por playas saturadas de gentío y de lejos ¡Por Dios! no aguanto tanta humanidad junta, lo siento.
      Abrazos.

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  4. Hoy te cacé al vuelo, pensé esta guerra está situada en el Mediterráneo y enseguida me vino la imagen de Benidorm que hoy mismo lo he visto es tv. Buscar en las playas del Mediterráneo un trocito de arena para acomodarse es como salir vivo de la guerra. Por eso me gusta más las playas del Cantábrico que son más espaciosas y hay menos guerra para ocupar la primera fila. Eso sí a veces no hay sol, pero se está si no llueve muy agustito. Un abrazo

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    1. Me alegra que me hayas pillado, eso es señal que me lees con la atención puesta en la posible sorpresa.ñ
      Tú has sabido visionar lo que describo en el relato.
      Hace poco vi unas imágenes en la televisión que me dejaron impresionado. Se trataba de miles de personas con ojos rasgados flotando en un mar cuyas aguas no se podían ver. El gentío flotaba y se movía al ritmo de las olas en un mar de carne y plástico, pues todas esas personas llevaban puestos flotadores, manguitos, chalecos salvavidas etc. La mayoría con caras de resignación, como preguntándose que narices hacían allí y no en un lugar más tranquilo. Somos animales de costumbres, y algunas muy tontas.
      Un abrazo.

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  5. En el amor, la guerra y las playas, todo vale, ;D. Abrazos

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    1. Los codazos, las patadas y los balonazos. Tragar arena y ser fustigado por ella, quemarse los pies y tragar agua salada. ¡Quita, quita! prefiero playas en otoño y primavera. Para mi no es válido tanto despropósito, soy muy extraño je,je.
      Abrazos Marisa.

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  6. El otro día en una playa del norte vi a las peores "invasoras", señoras de unos 70 años armadas con hamacas y sombrilla, que se ponen en el punto exacto de todos los días, no necesitan ni GPS para encontrar las coordenadas exactas. Les da igual estar codo con codo. Ellas invaden y... Qué se muevan los otros. Abrazos calurosos.

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    1. De esas hay muchas, creo que se llaman Maruja en su mayoría. Son de esas que reservan su parcela adquirida por real decreto, defendiendo a capa y espada ese espacio que les pertenece en exclusiva. Y a lo mejor incluso dejan señales imborrables de su presencia dejando la basura que originan ¡Eso sí! para que las recojan los servicios de limpieza, que para eso pagan impuestos.
      Abrazos casi finalizando el verano Zarzamora.

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  7. Jajaja Francisco es que esto de la playa es una auténtica odisea y ya si quieres conseguir al ladito del mar o madrugas o nada de nada. Hay auténticos profesionales de las playas.
    Espero que hayas disfrutado mucho de las vacaciones.
    Un beso

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    1. Una odisea como la de Homero y una locura como la del sombrerero de Alicia.
      Yo evito asistir a tales eventos veraniegos en los que la playa se convierte en un avispero y donde el descanso se convierte en antagónico de todo lo que se te ofrece a los sentidos.
      Me recuerdan a la ciudad: Madrugones, atascos y aglomeración. Solo que el asfalto se cambia por arena y agua salada. El sudor, el calor y el estrés es el mismo.
      Bienvenida de nuevo. nos ponemos de nuevo en marcha.
      Besos

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