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lunes, 26 de enero de 2015

Aquellas pequeñas cosas




Recuerdo a mi madre cosiendo un dobladillo de un pantalón, o haciendo un jersey de los muchos que hizo mientras sus dolores se lo permitieron y yo a su lado, recitándole la lección aprendida en la escuela. Las letras y los números, las horas y los meses. Aprendía a leer y a sumar junto a ella hasta que la propia vida me enseñó a restar, a prescindir de mis pocos años y de su querida presencia.

Recuerdo a mi padre y su mano cogiendo la mía en paseo dominical por el parque del Oeste, después yo en mis juegos con mis hermanos y él en un banco pelando unas naranjas para regalarnos sus dulces gajos mientras, vigilaba nuestras correrías entre los árboles y las hojas caídas. Después el Alzheimer le hizo olvidar todo aunque yo se lo recordara con mis abrazos. 


Recuerdo como si fuera ayer, aquella parada de autobús en una plaza conocida. Una tarde de Sábado que prometía una jornada gloriosa en un tiempo, donde la adolescencia todavía campaba a sus anchas por toda mi piel.

Un bus que no era el que yo estaba esperando se detuvo y a través de una de sus ventanillas que quedó a mi altura, vislumbre a una muchacha más o menos de mi edad que giró la cabeza justo cuando la miraba, dibujándose en su cara, una bonita sonrisa que quedó grabada para siempre en mi memoria hasta hoy. Por eso desde entonces y para mi: la curva más deliciosa de una mujer es la de sus labios. 

Recuerdo mi primer beso de amor con la chica que me quitaba el sueño, y me hacía soñar solo con ella, mi primer amor, ese que me quitaba el hambre, por la que bebía los vientos, la que me llenaba de ansiedad en los encuentros y me tenía en vilo toda la semana.

Un beso dado desde la inocencia de esa edad temprana donde todo parecía estar prohibido. Beso lleno de entrega generosa, con promesas hechas desde lo más hondo del corazón; hasta la irremediable llegada del desengaño, la tristeza y el llanto que lo rompió todo en mil pedazos que no volvieron a juntarse nunca más. 

Recuerdo una tarde fumando mi nerviosismo, cuando yo fumaba y se podía. Mi primer grupo de amigos, con proyectos comunes y metas afines entre las que se incluía cambiar el mundo y hacer justa la sociedad; ingenua juventud llena de irreflexivas hazañas utópicas y nobles.

Y allí estaba, cerca e inasequible. Ella, rompió el hielo de mi tímido desasosiego y se acercó, y desde entonces nada ha podido separarnos ni consolarnos en la ausencia del otro, su ternura lo inundó todo, creando lo que es mi hogar entre sus brazos.

Recuerdo aquél primer llanto inconsolable de mi hijo cuando llegó al mundo y se enfrentó por primera vez a la fría realidad de la existencia. Venía del calor y la seguridad del útero que lo acogía y que tocaba a su fin. No quería abrir sus ojitos apretados de miedo hasta que escuchó mi voz diciéndole que allí estaba yo para sostenerle y protegerlo. Sentí que me reconocía, abrió sus ojos y acalló el llanto, reposando después en el regazo de la madre con la seguridad adquirida de que había alguien que le recibía con amor e intentaría acompañarlo hasta que su necesidad no fuera tan perentoria.


Hace tiempo llegué a la conclusión de que la felicidad no existe, al menos en este mundo que conocemos; pero que la vida está cuajada de momentos felices que te hacen sentir pletórico de emociones y de sensaciones antagónicas como la risa y el llanto. Momentos que te van creando como persona, recreando como ser humano y trasformando el entorno que habitas. Ráfagas esenciales, repletas de energía positiva que dan sentido a tu paso por la tierra y que conformarán esos recuerdos, en los que de vez en cuando merece la pena perderse.


Por esa razón tengo la sana costumbre de coleccionar momentos. 


Un bloguero al que conozco personalmente me comentó que el motivo de su blog no era otro que el de volcar en él lecturas y vivencias, que de otro modo iría olvidando por el camino como vamos perdiendo memoria según sumamos en años.

Yo no quiero que me pase, aunque preveo que será irremediable que ocurra eso de: rememorar lo antiguo y olvidar lo inmediato, de eso trata el ser perecedero y mortal. 

Las páginas de nuestros libros van pasando. Unos son más gruesos que otros, pero en todos escribimos cual autobiografía, con mejor o peor letra, en prosa o en verso nuestra vida.

Intentar no dejar hojas en blanco debe ser nuestro cometido para que al leerlas conformen nuestra obra, la que todo el que nace esta obligado a escribir. La tejida a base de esas pequeñas cosas, que no son cosas; sino momentos, detalles, sacrificios, luchas, alegrías, satisfacciones, logros, triunfos y derrotas, tropezones, saltos y hasta vuelos gloriosos.

Aquellas pequeñas cosas a las que creo, se refería Joan Manuel Serrat en su canción.















jueves, 25 de diciembre de 2014

Nosotros somos Navidad




La Navidad es real mientras haya quien espere. Los que lo tienen todo carecen de ilusión. 
La esperanza es de la gente sencilla dispuesta a superar la contrariedad, la adversidad diaria, sin importarle el esfuerzo o el sacrificio; y todo para hacer su entorno más amable y la sociedad más justa ... Como los pastores.

La Navidad existirá siempre y cuando brillemos con luz propia y reflejemos la de los demás en cielos anochecidos de miseria humana y violencia consentida. Cuando guiemos a los que caminan en la oscuridad, enseñando el valor del camino que recorren... Como la estrella

La Navidad tiene sentido cuando hay personas capaces de anunciar una buena noticia, dando el ánimo necesario al abatido,  y a los entristecidos consuelo. Acompañando la soledad de los olvidados, demostrando con sus actos, serenidad a los que se agitan en la duda... Como los ángeles.

Navidad será, mientras con humildad, sepamos escuchar al amigo, aliviando su carga. Escuchar al prójimo sin juzgar, secando las lágrimas del que sufre sin pedir recompensa. Estar al lado del que necesita calor y comprensión... Como la mula y el buey.

Habrá Navidad mientras madres buenas respeten la vida como regalo gratuito, como tesoro valioso; dispuestas a dar lo mejor de ellas mismas por los hijos sin compensación alguna.
Ellas portan el amor altruista en esta tierra de egoísmo, ellas son la acogida y el refugio en nuestro abandono... Como María.

Habrá Navidad siempre y cuando haya padres que eduquen con valores a sus hijos, les hablen de tolerancia y respeto, solidaridad, generosidad y entrega. Cuando les dediquen su tiempo compartiendo juegos y conversaciones y les ayuden a construirse como personas íntegras, sin considerarse por ello infalibles y viéndose así mismo como niños... Como S. José.

Será Navidad siempre y cuando queden hombres y mujeres sabios que sepan encontrarse a ellos mismos, respetar a los demás en sus creencias, culturas y razas; encontrando la grandeza en lo pequeño, la gratuidad en el dar, la riqueza del compartir y vida en la renuncia.
Personas que sepan recorrer el largo camino de la existencia con dignidad, trasmitiendo el conocimiento adquirido como buenos maestros.
Descubrir al final que todo se basa en el AMOR... Como los Reyes Magos.

Y mientras ese AMOR sea sincero y nazca de continuo en cada uno de nosotros de manera espontánea, en forma de sonrisas acogedoras, en el brillo de una mirada limpia, en la ternura de una caricia necesaria o en la aceptación de una mano tendida; en el sacrificio del trabajo cotidiano, en nuestra pacifica presencia, en la palabra sincera de aliento...

Haremos entonces de cada minuto de nuestra existencia una Navidad.

Lo demás será simple tradición, sentimientos mojigatos e intereses comerciales dirigidos al consumo.
No veas estos días como parte de una religión. Dale un sentido real dentro de ti y encontrarás de nuevo en estas fiestas un sentido más profundo que te servirá para el resto de tus días.

Por lo tanto mi deseo más sincero de que tengas una: 
                                 ¡Muy Feliz Navidad!




martes, 16 de diciembre de 2014

Metamorfosis





¡Vamos! no nos engañemos. Todos sabemos de nuestros secretos recónditos, de nuestros desvanes desordenados llenos de cachivaches, de ideas y proyectos desechados, de inconfesables deseos. Penitencias y rémoras que arrastramos con el paso de los años. Hace tiempo perdimos la inocencia infantil y la ingenuidad imberbe y nos enfrentamos a diario con la falsedad de las apariencias y las milongas que nos venden como unicornios. No somos crédulos como antaño y la mentira conquistó nuestra fortaleza hace tiempo.


Reconozcamos nuestra soberbia desmedida que nos hace pretender más de lo merecido, y de nuestro "ego" desbocado que no nos permite mirar más allá de nosotros mismos y con altivez y prepotencia al resto.


Ya hemos oído hablar sobradamente del  Doctor Helkin y el míster Hyde. El primero, el autentico "yo", lo que somos,  y el otro el que anda agazapado detrás de nuestra presencia, la que mostramos de cara a la galería. La imagen pública que nos conviene mostrar según en que momento. Malabarismo en la que son maestros nuestros entrañables políticos.


Pero no hablamos de ellos, hoy nos chequeamos nosotros, que somos los más cercanos a nosotros mismos. Nuestros mejores amigos o peores enemigos. Solo depende de lo bien que nos conozcamos.


De nosotros y nuestras dobles personalidades que muchas veces entran en barrena, se desdoblan y se rebelan, solapándose y dejándonos en evidencia ante nuestros semejantes, que en mencionada circunstancia no pueden más que declarar sobre lo inesperado de nuestra actitud o manera de ser; comentar extrañados de la faceta desconocida y puntual en nuestras maravillosas y equilibradas personalidades.

Y no es que queramos engañar al mundo, que a veces también, se trata más bien del desconocimiento que tenemos sobre nuestra persona interior. ¿Quién no ha perdido el control sobre sus actos en algún momento? Para ejemplo el tan conocido evento, en el que montamos en nuestros automóviles.  Automáticamente y por lo general, el que lleva el volante se convierte en un ser desconocido, agresivo, propenso a convertir a otros conductores en enemigos o  competidores, un ser irritable que utiliza el claxon y el improperio como armas. ¡Ahí tenemos al míster Hyde de nuestras entretelas.


Cuando por ejemplo nos cargamos de verdades absolutas y nos contradicen con argumentos irrebatibles, no recogemos velas y reconocemos la victoria del prójimo con deportividad, más bien nos violentamos y enfurruñamos y a ser posible gritamos para salvar la poca razón que esgrimimos. Intentamos acorralar y amilanar al que desde ese momento pasa a ser nuestro enemigo a batir.


Sírvanos como ejemplo los debates televisivos o programas del corazón. Donde lo que en teoría no debería ser más que una respetuosa tertulia donde compartir opinión, se convierte en un campo de batalla cuyas armas son el desprecio, el grito y el insulto al que no está de acuerdo y desdice.


¿No nos damos cuenta que es difícil guardar las apariencias de forma continuada? Es como aguantar la respiración debajo del agua, nos ahogaremos irremediablemente y con seguridad si lo hacemos durante mucho rato.

Por eso hagamos buenos propósitos para el año que ya se nos escurre de entre los dedos y comencemos un curso intensivo de auto-conocimiento personal, con clases particulares de control, humildad, reflexión e introspección.


Todo, para que el personajillo que pretende poseernos como en la película del exorcista, mostrando la cara indeseable, grotesca y odiosa que manifiesta cada vez que nos domina; quede relegado a ese lado oscuro que le pertenece, y que lo haga por los siglos de los siglos, para que no nos amargue la existencia a nosotros y a los que con nosotros quieran compartirla.


Que nos convirtamos en mariposa colorida, venciendo en trabajada metamorfosis, al gusano que nos come por dentro cuando aflojamos la vigilancia. 



Metamorfosis

Busco todavía la encendida antorcha de la gloria
que el transcurrir de los años me ha negado.
Corro tras el triunfal carro de la fama
que mi engreído orgullo me hace creer tener bien merecida.

Ni la suerte se apiada en un descuido de este loco
que malgasta la vida entera en un segundo;
 ni encontrar puedo en el descanso de la noche,
los oníricos placeres de los sueños.

¿Qué me pasa que me derrumbo a cada paso?
¿Qué insoportable peso el que me agobia?
¿Porqué pecado cometido merezco tal castigo desmedido?
¿Quién conspira  para torcer mi proyecto?

No me consuelan ya los fútiles regalos materiales,
ya no hay deseo que anestesie mi codicia desbordada.
No soporto mi reflejo amargado del espejo,
la mirada rencorosa que me mira y no mantengo.

Y en el cambio...

A jirones se deshace mi arrogancia,
a puñados se amontona la ignorancia y el “no ser”.
Soy tan poco, que aún disfrazado no engaño ni a los ciegos;
sin armadura, soy escuálido adefesio.

Yo.
Que antes retaba a los dioses en encendidos alegatos de desprecio.
Confabulando para complicar la existencia de los hombres;
pensaba: que el sencillo era un ser débil y el violento el fuerte.
Cargado de razón el que gritaba.
 y el que callaba un necio.

Ahora descubro
 en cada caída y al tener que levantarme el esfuerzo,
en cada sacrificio altruista una sonrisa.
 En lo poco que alcanzo, recompensa.
Gusto el sabor del fracaso que merezco,
y ante todo aprendo humildemente del silencio en lo acabado.

Consciente
que la grandeza radica en ser pequeño,
siendo el último sentirte prioritario.
Perderlo todo, y encontrar tu esencia
y ser eterno muriendo a lo que he sido.

mirar al cielo cuando en tierra estoy postrado.
Ser menos juez y menos sabio con los otros.
 Más coherente con mis actos y pensamientos,
más honesto con mis credos y razones.


Admirándome del cambio que realizo a cada instante,
a cada paso que abandono mi egoísmo.
Mi engolada soberbia, mi absurdo pesimismo.
He aprendido a ser feliz , soltando lastre
y a vivir sonriendo, con lo justo.

Gusano que cambió su arrastrada penuria y desconsuelo
por mariposa feliz, con alas y futuro .

                                                                    (Poemario ciego)


sábado, 29 de noviembre de 2014

Ser o no ser



Que seremos cuando no podamos ser:
los dioses todo poderosos, magnánimos, justos y protectores. Omnipresentes en todo momento de necesidad.
Los héroes valientes y aguerridos, victoriosos en cada batalla emprendida contra vuestro sufrimiento.

Que seremos cuando no alcancemos a ser:
los maestros eficientes, educadores, sabios de toda materia divina y humana, los que ponen fin a vuestras dudas y preguntas interminables repletas de porqués.
Los eruditos que os descubren los misterios de la vida inabarcable.

Que seremos cuando no sepamos ser :
Reyes magos que hacen aparecer regalos cumpliendo vuestros anhelados deseos, payasos de caras pintadas que os hacen reír, aventureros de película, capitanes intrépidos de fragatas piratas que  siempre encuentran el tesoro, los amigos insustituibles.
Médicos y enfermeros que curan heridas y mitigan vuestro dolor. Cuenta cuentos de mil y una noche de insomnio. Guardianes de vuestros miedos e incertidumbres.
Los que están siempre, llegan a tiempo y lo pueden todo.

Que seremos pues.
Cuando crezcáis  y sepáis de nuestras debilidades, injusticias y violencias. De nuestras limitaciones y ausencias injustificadas, de nuestros silencios cabizbajos y hoscos. De nuestros enfados,discusiones, gritos y regaños. 

Cuando abráis los ojos a la vida y esta os enseñe de la cobardía, de la derrota y las huidas cotidianas a la desesperación.
Os hable de la muerte y de la perdida inevitable de lo humano.
Os cuente de la cantidad de ídolos con pies de barro a los que adoramos y del tirano dinero que nos gobierna y esclaviza . Cuando perdáis la inocencia, os golpee el destino y os haga sangrar la injusticia. 

Cuando maduréis como jóvenes y entendáis de nuestra cortedad e ignorancia en muchas materias, de lo mucho que nos falta por aprender y lo poco que podemos enseñaros ya. Y sepáis de las   asignaturas que tenemos pendientes en nuestro curso vital. 

¿ Cuántos suspensos nos pondréis entonces ?

Descubriréis nuestros trucos baratos y estratagemas sin imaginación.
Los engaños para salirnos con la nuestra y por la tangente para escapar de la obligación que nos subyuga.
Cuando os deis cuenta de lo aburridos y rutinarios que podemos llegar a ser,  de nuestras evasiones por puertas falsas. 

¡ Que poca admiración os causaremos !

 Sabréis de las excusas para no enfrentarnos a la realidad... y aprenderéis que nuestra historia es una más de las que se oyen y no ciertamente la más original ni la más interesante; y que ahora amigos tenéis muchos de vuestra edad, bastante más divertidos que nosotros, que permanentemente arrastramos preocupaciones adornadas con ojeras y cansancio rancio.

Entonces quedaremos ante vuestros ojos como lo que somos.
Sin parapetos donde ocultarnos, ni ropajes historiados con los que vestirnos.  Desnudos, con nuestras verdades y mentiras, con todas las miserias o virtudes al descubierto.
Seremos lo autentico y lo falso. Lo cierto y cotidiano. Lo que es y  
lo que hay.
Veracidad cruda y dura

A partir de ese momento únicamente prevalecerá lo que hicimos con responsabilidad, dijimos en conciencia y os enseñamos con dedicación y entrega.

Quedarán: los juegos compartidos, los cuentos de duermevela, el sacrificio altruista y las lágrimas vertidas.
Desvelos infinitos, a veces desgarrados.
Ante todo quedarán ese montón de besos, abrazos y sonrisas sin medida; la sinceridad de los sentimientos y también la gratuidad del amor infinito recibido por vosotros.
 
Por tanto al final, solo tal vez, nos reste hacernos pequeños como niños, como los que fuisteis, y dejarnos hacer. 
Complacernos en lo que venga  y no esperar agradecimiento ni compensación, pues bastante satisfacción tuvimos mientras os vimos crecer, y ser, lo que queríais que fuésemos. Nos hicisteis grandes, enormes ante vuestros ojos infantiles.
Ahora nuestro sueño se basa en seguir estando para cuando nos necesitéis.

Pues ser padres es lo que tiene. Se aprende con los años y  lo aprendido no se olvida jamás. 
Una vocación a jornada completa con dedicación plena; sin limitación de tiempo, sin periodo de caducidad, que va añadiendo valor y sentido a lo vivido, duplicando lo compartido y restando al dolor su protagonismo infame.

Es ser todo gracias a los hijos.
Y no ser nada, cuando te faltan.

" Solamente dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: Uno las raíces el otro, las alas."
                                                                           (Hodding Carter)


 


  

domingo, 16 de noviembre de 2014

Inconformistas impenitentes




Hay días en los que la jornada se te resiste. levantarse de la cama y despegarse de las sábanas ya cuesta, pero hacerlo cuando el frío aprieta y la lluvia cae allá afuera es tremendamente difícil. 


¿Qué sacrificio puede haber mayor que ese? Bueno sí, el de abandonar el cálido hogar para abonarte a la habitual caravana de automóviles, en la que aparentemente nos dirigimos todos al mismo sitio. Los soñolientos conductores parecen tener el pie puesto en el freno para no llegar nunca a los respectivos puestos de trabajo y eso, origina atascos que quitan las ganas de seguir adelante si no fuera porque la marcha atrás es imposible.


Cuando llegas, acción que nunca conseguirás realizar con puntualidad, te agobias pensando en lo que queda por delante de periplo laboral, cuando todavía no has empezado con ello, y diriges tus pasos arrastrados a la máquina del café soluble, que siempre sabe a poco y al que siempre le falta algo: si no es el café es el azúcar y si no el agua. Perra vida la del currante inconformista, al que siempre le falta algo para sentirse a gusto.


Tiendes los brazos hacia los laterales, o a lo alto y en paralelo, como si te dispusieras a hacer algún ejercicio aeróbico, y te estiras hasta casi desencajar los brazos de los hombros, y te desentumeces y bostezas largamente y te pones a la labor; esa labor repetitiva que te espera donde la dejaste, ningún voluntario se ofrece nunca a realizarla por ti y menos, los encorbatados señoritos que aparecen sobre las 11 AM, con cara de tener muchos asuntos pendientes y estar super, hiper, mega ocupados.

Por lo tanto te toca a ti, impepinable, ineludible, inaplazable, irremediablemente, no solo realizar lo tuyo sino lo de ellos.

Para eso te pagan el salario de borrachera que te pagan. 

De borrachera por la risa que entra cuando ves la nómina, y la flojera posterior cuando recapacitas que con él, difícilmente   llegarás a final de mes sin hacer juegos malabares. Después te entran ganas de llorar y te pones triste. Ciertamente trastabilleas y te tambaleas cual beodo alcoholizado. ¿Borracho yo? ¡Tururú!
Desesperado más bien.

Para más Inri ahí viene el soplaflautas de turno, el que toca las narices con las prisas, las entregas urgentes y los plazos previstos.

¡Dios mío! ¿Qué he hecho para merecer esto? 

Esta pregunta te la sueles hacer pero muy bajito, como si la pensaras para adentro, porque si alguien la oye te pueden endosar eso de: ¡Haber estudiado más! O la otra muy recurrida: ¡Es lo que hay! Como si en la actualidad dependiera de los estudios y la cultura personal, eso cada vez más extraño de tener un trabajo bien remunerado, divertido y facilito de hacer. Y por el otro lado lo de: ¡Es lo que hay! es una falacia inventada por empresarios aprovechados para exprimirte al máximo, valorarte poco; e infravalorar tu trabajo para no tener que soltar euros en exceso. 

Esos mismos que van diciendo: "Los negocios están para ganar dinero". Lo que no concretan es quién gana ese dinero habitualmente y a costa de quienes lo consiguen.

¡En fin! a los pobres trabajadores, según marchan las cosas nos tocará aportar en el futuro algo de nuestro escaso pecunio a las empresas; para que estas nos permitan personarnos a trabajar y con ello satisfacer nuestras necesidades laborales y sentirnos satisfechos, por colaborar en el desarrollo de la nación y de su pujante economía.


Valientes sinvergüenzas están hechos los que abusan de las coyunturas y los que permiten tales abusos por parte de los que siempre tienen la sartén por el mango; aunque la tortilla siempre esté dando la vuelta. 

Esa casta heredada de elegidos a dedo, o lo que es peor, elegidos por los contribuyentes, que siempre caemos en la misma trampa con los mismos cebos de promesas incumplidas, y el grosero engaño posterior, al depositar nuestro papelito en esas urnas que parecen reírse de nosotros cuando nos damos la vuelta.

No nos queda otra que seguir bregando, cumplir las leyes a rajatabla y continuar oyendo: ¡No te puedes quejar, al menos tienes trabajo! Pero señores, si gasto más en carburante y transporte público que lo que me aporta ese alucinante empleo, regalo de los dioses y la oligarquía empresarial bien-amada. 
Y entretanto para animarnos en nuestra rutinaria actividad de desempleados o empleados a medio pelo, nos bombardean con noticias positivas y gratificantes, que nos enardecen, nos suben la moral y nos llenan de orgullo nacional, al comprobar con satisfacción la honestidad de nuestros altos cargos políticos, padres de la nación e hijos de la gran madre P...atria.

Cuanta desgracia en las familias sin ingresos y cuanto desgraciado zascandileando entre los escaños. Cuanta miseria en el pueblo y cuanto miserable predicando reformas y recortes, que ciertamente siempre afectarán con suma efectividad, a esos que siempre tienen la bota encima de la cabeza, esos que tiran del carro mientras los otros les arrean. Esos que cada vez son más reacios a levantarse por la mañana para seguir trabajando, pensando que cualquier mañana, en vez de integrarse en una impaciente caravana de coches a las entradas de la ciudad o en sus salidas, pueden engrosar esas otras largas filas de gentes penitentes sin esperanzas, a las puertas de unas oficinas que por cierto, no sirven para nada más, que jugar con estadísticas nefastas.


La triste realidad es que los ladrones y los incompetentes siempre están dentro de las grandes instituciones. Las personas de valía, con estudios y educación, los que se baten el cobre diariamente para sobrevivir en una sociedad cada vez más injusta, más desequilibrada y con menos ilusión en el futuro. Esos, son los que están afuera, los excluidos de las grandes decisiones de los próceres que solo en teoría, están al servicio del pueblo llano, impenitente, sufrido e inconformista.


Cada vez somos más los indignados a los que califican como terroristas incívicos. Nuestras pancartas como puras apologías a favor de la violencia. Las reivindicaciones manifestadas   pacíficamente son tratadas como revueltas para derrocar al gobierno. Según ellos somos ciudadanos egoístas que no estamos contentos con nada de lo mucho que nos dan con generosidad apabullante; velando ellos, por nuestros intereses fundamentales de "pan y circo".

A base de decepción, nos hemos convertido en personas que nos aburrimos en casa viendo los partidos de fútbol y telebasura que nos administran para anestesiar los sentidos, desviando la atención de los problemas que nos cercan por todos los flancos. Nos hemos transformado en individuos con ganas de armar la marimorena y complicarles a "Ellos" sus consentidas existencias de garrapatas institucionales, y sanguijuelas con cartera ajena, robada al descuido. Nos temen como a acosadores de sus falacias y bienestares.


En las próximas elecciones lo tengo decidido: votaré a mi perro, o por el del vecino, que yo no tengo. Ciertamente son animales más nobles, fieles y honrados e incapaces de traicionar al que les da de comer, mucho más que todos esos otros de dos patas que pululan como mosquitos en pantano... esos que solo sirven para chuparte la sangre y vivir a tu costa en una orgía continua de auto-complacencia.


Como me gustaría que nos pusiéramos las caretas de V de Vendeta y salir a las calles a pedir lo nuestro... incluso sin caretas.


Muy por el contrario, creo que nos queda cada vez menos para ponernos todos juntos, en filas prietas, delante de los bancos y los ministerios y gritar eso de: 

¡Queremos Soma!¡Queremos Soma! que ya gritaban los sometidos, en ese libro visionario escrito por Aldous Huxley donde se imaginaba una sociedad perfecta...
para los que mandaban ¡claro!


¡Dios! cuanta ironía.

 Que malos son los Lunes para la reflexión.




domingo, 9 de noviembre de 2014

Consejos de la abuela



¿Quién no las recuerda? Arrugaditas, sentadas en un sillón o en silla de enea, trajinando con sus labores de calceta, ganchillo o tejiendo jerseys, bufandas o cordones de colores para sus nietos.

Las abuelas, esas señoras que antaño vestían siempre de negro, pues sus difuntos maridos casi siempre las antecedían en la muerte, y tan fieles eran ellas que mantenían el luto hasta la propia.

Mujeres trabajadas por el tiempo con mucho sacrificio en sus encorvadas espaldas. Se afanaban en la casa, en el campo y cuidaban niños, ancianos y enfermos cuando les tocaba.

La mía era de pueblo, de esos de Castilla, la seca y árida, donde la tierra se resistía a dar sus frutos por falta de agua y había que arrancárselos a base de arado, guadaña, hoz y azadón. Esas eran las herramientas más usadas por todas las familias... No hacían falta rayos Uva para coger moreno, ni aparatos de gimnasio para mantenerse en forma. Aunque entonces la gente durara poco. Eran más sufridos pues trabajaban más y se quejaban menos, y eso les deshacía el hígado y los huesos.

Después llegó una guerra con sus violencias, injusticias, penurias y hambre. Más tarde la emigración a las ciudades, propició que
los pueblos se vaciasen de los pocos hombres jóvenes que quedaban. 
Y los abuelos languidecieron, viendo pasar las horas sentados al sol, delante de las puertas de sus pobres casas que fueron antaño hogares de reunión familiar en torno a la lumbre de las chimeneas; allá donde se contaban historias y antiguas batallitas.

Mis abuelos murieron, y con ellos se llevaron todas las historias, y las caricias, y los juegos que siendo niño conmigo compartieron,  tuve suerte de conocerlos con sus vicios y virtudes, como todo hijo de Adán y Eva. Pero ante todo fueron grandes personas nobles y buenas que dejaron su impenitente huella tras su firme paso.

También dejaron atrás un recuerdo grato, al igual que sus recetas culinarias, sus remedios caseros y sus refranes populares. Pero ante todo, la herencia de sus consejos para hacernos hombres y mujeres razonables, con valores éticos de conducta y educación que hoy en día más de uno quisiera ver en sus hijos.

Buenos educadores a pesar de no tener estudios. Quizá por ello tampoco tuvieron tanto prejuicio ni tanta tontuna como la que hay ahora.

Guardo recuerdo sobre todo de la madre de mi madre, la típica abuela con moño, saya negra y agujas en mano, unas manos suaves a pesar de la vejez, siempre ocupadas en tejer lo que fuera, mientras desgranaba anécdotas, una tras otra., siempre que hubiera alguien que la escuchara.

Y allá estaba yo para hacerlo, con mis orejas de soplillo y mis oídos atentos a todo lo contado por ella. ¡Y como la añoro! Inconsciente fui olvidando todos los buenos consejos que me dio, siempre con metáforas, como acertijos ocultos a los sabios que eran claros mensajes para los sencillos de corazón.

Después se marchó quedita y silenciosa a los 99 años, fue
longeva y serena hasta el fin.
Yo crecí, y a mi memoria empezaron a llegar como restos de naufragio, los retazos de todo aquello que ella fue tejiendo con paciencia en mi memoria, como la colcha colorida de retales que me hace recordarla.

Quise hacer una recopilación de todo aquello que me iba enseñando, como homenaje a su persona, de forma que nunca más volviese a olvidar lo aprendido. 

Queda esto que te cedo con gusto, para que lo hagas tuyo si quieres, si no, lo olvidas. Algo que yo nunca podré hacer, pues fue el legado que recibí de mis mayores: 

                               
                                  Los consejos de la abuela.


 Hay que danzar como lluvia fresca en los charcos.
 Hablar
como lo hace la brisa en las esquinas.
 Aprender el camino y caminar despacio,
que la vida con prisa finiquita enseguida.

Hay que intentar
acercarse al brocal de los libros a beber historias.
Escribir con tinta roja de sangre tus fatigas,
 orlar de verde esperanza. la alegría.
La ilusión puesta delante
y detrás tus agonías.

Debes observar la hoja, 
del árbol recién caída.
Las nubes contemplar como transitan.
Unas caen, otras se esfuman
Metáfora de brevedad, de efímero pasar
 como la vida.  

Tienes que saber escuchar 
 la voz del agua que susurra,
como lo hacen los niños con los cuentos.
y calmar tus impulsos repentinos
y trocar tus palabras por silencios. 

Se fuerte
 como el olmo que se dobla con el viento
pero al que no quiebra ni vendaval ni tormenta.
 Se puerta abierta,
 ventana con flores,
 casa con amigos que entran.

se fiel a ti mismo a pesar de todo,
adorna tu cara con una sonrisa.
No uses la mentira, la burla ni el bulo,
la soberbia sobra, igual que el insulto.


Se generoso amando, no pongas barreras.
calienta cual fuego,
cual faro, ilumina.
y ofrece tu mano si te necesitan.

Mantén tu corazón rebelde de joven
lucha y se tenaz,
con todo lo tuyo se un inconformista.
pero se paciente con lo de los demás.

Basa en la honradez tus actos y entregas.
Busca el ser feliz y hazlo en plenitud.
El mundo es de aquellos que saben reír,
viniste acá solo para serlo.

Piensa en tus hermanos, no los abandones,
se generoso sin reservas.
Que aunque el tiempo olvida,
el amor se queda donde tu estuviste.
Cuando tu te vas.

                                                                                   

    En recuerdo de mi abuela. siempre conmigo





domingo, 2 de noviembre de 2014

Tears in the heaven


                                                                                                  Dedicado al niño de la eterna sonrisa

                                                                                      


                                                                                      
No soy muy amigo de lectura de libros románticos. ¡Disculparme! No por ese tópico que muestra a los hombres enfrentados con el romanticismo y la ternura. ¡Para nada! ¡Yo, lloro! y las lágrimas no me avergüenzan cuando tienen un sentido. Se decir un: ¡Te amo! con sinceridad, de corazón, sintiendo vibrar mis emociones cuando lo hago, pues la persona amada lo merece.
¡No! no es por eso por lo que no me guste leer libros de ese género.

Más bien no me gustan por lo edulcorado y artificial de sus argumentos, y las cursiladas típicas de los escritores, que salvando las honrosas excepciones redundan en situaciones tan ficticias como increíbles.

Argumentos pueriles, encuentros idílicos entre personajes perfectos llenos de pasión desenfrenada, jóvenes aventureros, salvajes de pelo largo y mujeres atractivas, sensuales y provocadoras de libido exacerbado.
¡Bueno! quizá exageré un tanto para que comprendáis a que tipo de novela y argumentos me refiero.

Pero hay otras historias de amor que te hacen recapacitar de verdad, esas que te llegan por casualidad y las ves o las lees por curiosidad, o tan solo para complacer a la pareja, que es más propensa a la ternura a la sensibilidad y al romance. Otro tópico con el que cargan las mujeres, pues no todas poseen esas cualidades.

Este es el caso de un libro que no pensé leer ni leeré, pero cuya historia adaptada al cine se me hizo más plausible. Eso, y la decisión democrática por mayoría absoluta para visionarla. Fueron las dos causalidades que me hicieron conocer esta obra. Sorprenderme con ella, y pulsar esa fibra sensible que todos llevamos dentro, y al mismo tiempo hizo surgir esta reflexión.

Cuando conoces a una persona que te hace reír, con la que disfrutas de cualquier ocasión emocionándote  sólo con mirarle a la cara, se puede empezar a sospechar que “AMOR” que no Cupido, entró en escena, nunca es fácil el primer contacto con este tipo de seres especiales que cada uno va encontrando por el camino si es que los hados le son propicios, pero una vez que te relacionas con ellos es imposible olvidarles.

Amar y ser amado siempre será un privilegio a la par que una necesidad vital que nos completa como seres y nos hace humanos.
Los hay que se hacen los duros, los pétreos e incluso se consideran algo así como autónomos y autosuficientes en estas cuestiones amorosas. Pero ¡Ay! que equivocados están, que necesitados estamos todos de una simple mirada que nos haga sentir especiales para alguien.

Hablo del “AMOR” con mayúscula, el de letras grandes, el que es capaz de darlo todo sin pedir nada a cambio, sin hipotecar al otro, sin condicionarlo, sin comprometerlo ni absorber su propia forma de ser; sin intentar moldearlo a nuestro antojo. Amor de entrega, casi de adoración, cuajado muchas veces de renuncia, sacrificio y lágrimas, pero también de satisfacciones, alegrías y gozos compartidos.

Y es en ese instante, cuando esta conjunción de almas gemelas, se encuentra con pruebas y situaciones insostenibles, sin posible continuidad, sin futuro. Es entonces, que nos rompemos como cristales, pues los sentimientos son frágiles y el corazón es un músculo que palpita al ritmo de las emociones.
 ¿Cómo podríamos soportar el sufrimiento de la pérdida de una persona amada? ¿Como nos despediríamos para siempre sabiendo que no podremos sustituirla. Tampoco verla, besarla ni acariciarla?

Es difícil decir adiós al que marcha, es lenta la agonía del que espera que esto suceda, sabiendo que va a suceder a corto plazo. No sabemos cómo manejar la situación ni elegir las palabras finales, no acertamos a canalizar nuestros sentimientos desbordados, entramos en barrena y vamos cayendo en un abismo negro y sin final.

Por eso admiro a los padres y a las madres que perdieron a sus hijos y siguen adelante con sus vidas sin olvidarles. A los hijos que siendo adolescentes perdieron a sus padres en la etapa de la vida en la que más los necesitaban.
Lloro por los amigos de la niñez que se despiden en la estación de la vida para siempre, de las parejas eternas de ancianos que respiraron el uno junto al otro hasta el fin. Pienso en las despedidas, no es lo peor el que uno se marche sino que el otro se quede, anegado en lágrimas y rodeado de soledad silenciosa del vacío dejado por el que marchó.

Desolación es la palabra que describe la situación final de una catástrofe, en la que queda todo arrasado y destruido en ruinas.

¡Ya veis! empecé a escribir sobre mi opinión al respecto de las novelas con temática romántica, y termino de esta guisa. 
Todo por una película que habla de amor de pareja de adolescentes, como Romeo y Julieta, un amor profundo y verdadero. Pero si los primeros tuvieron como obstáculo a su felicidad a unos Capuleto y a unos Montesco, estos otros protagonistas tuvieron al Cáncer como enemigo declarado de su historia de amor.

El mensaje, el único mensaje, es que hay que beberse la vida, comérsela, disfrutarla según la vivimos, no dejarla pasar de corrida sin aprovecharla. Sin sacarle los sabores, las texturas y los placeres. Aprovechando el encuentro con esas personas que hacen de nuestro paso por este valle de lágrimas un pequeño paraíso donde brillar con sus sonrisas, bailar con sus manos y aprender con sus palabras.
No sabemos lo que nos durará la maravillosa compañía de los ángeles a las que amamos, por eso un: ¡Te quiero! nunca sobra, un beso, un abrazo o una caricia pueden aliviar nuestras, y sus penas. Todo acaba tarde o temprano, no esperemos a mañana para “AMAR” con mayúsculas, con el “AMOR” de las letras gordas. 

El título de la entrada como habréis reconocido es el de la canción de Eric Clapton, la que compuso para su hijo pequeño cuando murió de forma violenta. La película a la que me refiero: -Bajo la misma estrella-

¿Sabrías mi nombre si te viera en el cielo?
¿Sería lo mismo si te viera en el cielo?
Debo de ser fuerte y seguir adelante.
Porque sé que mi lugar no está aquí en el cielo.

¿Cogerías mi mano si te viera en el cielo?
¿Me ayudarías a resistir si te viera en el cielo?
Encontraré mi camino a través de la noche y el día.
Porque sé que no puedo estar aquí en el cielo.

El tiempo puede abatirte, el tiempo puede doblar tus rodillas.
El tiempo puede romper tu corazón, hacerte suplicar
Por favor.
Más allá de la puerta, hay paz, estoy seguro
Y sé que allí no habrá más lágrimas. En el cielo.

                                                                           
"Sólo apreciamos lo que tuvimos cuando lo perdemos, y entonces siempre es tarde para rectificar los errores y decir las palabras que no dijimos." 



Derechos de autor: Francisco Moroz


miércoles, 29 de octubre de 2014

Miedo me da





Se aproxima la fiesta que nunca entendí y sigo sin entender, aunque haga verdaderos esfuerzos para hacerlo. Comprendo que las tradiciones populares hay que respetarlas incluso seguirlas y amarlas como algo nuestro...Pero es que Halloween no es algo que pertenezca a nuestras raíces ancestrales ni a las de nadie, es algo que degeneró gracias a las variopintas interpretaciones de diferentes culturas.

De momento "el palabro" viene de All Hallows´Eve . Algo así como: el día antes de todos los santos, y esto sí que por lo menos ya nos suena algo, pues por los países cercanos a la influencia Mediterránea se recuerda al menos por estas fechas a los seres queridos que ya no están entre nosotros.

Visitas a cementerios, misas de difuntos, flores y poco más es en lo que consiste el festejo. 

Pero Halloween es otro cantar, aquí el merchandising echa el resto todos los años, y como buen producto adaptado e interpretado por los americanos nos viene de vuelta con exageradas maneras de festejo carnavalero.

El origen de todo habría que buscarlo en el viejo continente y en un pueblo antiguo que dominó y se extendió prácticamente por toda Europa: Los Celtas. Estos celebraban el denominado "Samhain". Entre sus creencias había una peculiar en la que por estas fechas los límites de las presumibles fronteras que dividían el mundo de los vivos y los muertos se hacía más estrecho y de esta forma, los espíritus familiares como los malignos e infernales podían atravesarla; la forma de protegerse de los malotes era disfrazarse para parecerse a ellos y de esta forma pasar desapercibidos y no ser molestados, también iluminando con hogueras las cercanías de los hogares.

Después vinieron los romanos y conquistaron todo lo que pudieron y algo más, y la tradición la hicieron suya y empezaron a dedicársela a Pomona diosa de los frutos y a celebrarla como ellos celebraban: con ritos, sacrificios, orgías y festejos
variopintos. Como esto era pagano, ¡pero que muy pagano! en cuando se estableció el cristianismo, desplazo su fiesta de difuntos de día para eclipsar de alguna forma tanta profusión de paganidad y de despropósitos. Después todos los que hicieron las Américas trasladaron todo el bagaje folclórico en la maleta. 

Lo de las calabazas fue cosa de los Irlandeses que coincidiendo con la gran hambruna de su país se les ocurrió esa fantástica idea de vaciar la oronda hortaliza e iluminarla por dentro recordando una vieja historia de un tacaño llamado Jack y su linterna. barrunto, que para animar el cotarro un poco y darle misterio al asunto.
Desde entonces los colores negro y naranja dominan los festejos, junto con el "truco o trato" que tampoco comprendía hasta que me explicaron que era algo así como "O me das algo que me guste, o te pego un susto que te caes de culo".

El caso es que los chavalines, por aquello de la atrevida ignorancia y la consabida inocencia se disfrazan de las cosas más peregrinas: Vampiros, Brujas, Frankesteins, Zombies o diablos, yendo de puerta en puerta por residenciales oscuros con cestas colgadas llenas de huevos, para lanzar sobre las que no se abran o donde no les atiendan convenientemente; al mismo tiempo para llenar de chuches si la noche se les da bien.

Y ahora después de tan distendida plática informativa os explicaré porqué es una fiesta que no entiendo.

Comprendo como ya dije, el que se recuerde a las personas que nos dejaron por ley de vida y que presuponemos son espíritus puros, libres de las ataduras carnales que les ligaban a este mundo de sufrimiento, gozando de recompensa de vida y descanso eternos.

Por eso no concibo, que aproximándose el día 31 de Octubre, en que la linea entre los vivos y los muertos se estrecha, quieran pasarse de nuevo a este lado. Como diciendo: ¡Vamos a ver a la familia a ver como les va! ¡Ganas tienen!
Los muertos infernales y almas en pena, tampoco creo que cambien un infierno por otro, sería absurdo salir de la sartén para meterse en el cazo.

Y es que por este mundo de "Vivos" y granujas, que cazurrean a nuestra costa con sus corruptelas y sus cambalaches, vamos sobrados de espíritus torturados que bregan por llegar a final de mes, con las propinas que se cobran con nombre de sueldo.
Nos sobran igualmente azucarillos. Nos las dan continuamente para entretenernos de los problemas reales. Que estos ¡sí! asustan de verdad: Paro, Crisis, Recortes presupuestarios, Guerras, Disturbios, Terrorismo... Y para miedo el que pasamos cuando abrimos los huecos buzones que nos escupen facturas y facturas. recordándonos el IVA las Tasas, los impuestos y las tarifas de las grandes compañías abusadoras.

De monstruos tenemos una buena remesa: Los "vampiros" empresariales por ejemplo, que chupan al empleado las escasas energías con largas jornadas, condenándoles con horarios inflexibles a una existencia de "zombies".


Los"diablos" que pululan como plaga, disfrazados de Armani o de Toucci y se hacen llamar políticos al servicio del pueblo, estos son de veras peligrosos pues nos dicen lo del: "Truco o trato" constantemente, como letanía bien aprendida. En definitiva si les abres la puerta con tu voto estás perdido, pues si haces "Trato" con ellos para un buen gobierno te hacen el "Truco" en cuanto te descuidas.

Y que me dicen de esos"monstruos" de la banca llamados banqueros, que cuidan, manejan y administran las golosinas que ponemos en sus sacas, para que cuando llamemos a sus mansiones encantadas, como niños tímidos, pidiendo algo de lo nuestro, te reclamen cinco veces más a cambio, si es que no te cierran la cancela en las narices echándote a los perros policías.


Y para negro el futuro que se nos pinta en lontananza, y negras las máscaras y capuchas de los señores de la guerra y el narcotráfico que juegan con la muerte y la degradación de la sociedad como a la lotería.


Las únicas sonrisas que nos salen de los labios, son como las de las calabazas huecas, de corazón y de neuronas, al igual que el color encendido tirando a naranja, que congestiona nuestras caras cuando oímos alguna de las muchas noticias de corrupción, de latrocinio,de engaño, de violación de derechos, de abusos de los poderosos contra los débiles, de maltratos y explotación, de cruzadas terroristas, de violencia en las calles, de Ebola, de Cáncer, de Sida... De todas las miserias del planeta humano.

Por eso no puedo entender los motivos por los que, los del más allá quieran pasar al más acá, si los de aquí ya estamos servidos de incertidumbres y temores. Y menos protegernos de ellos, cuando los más peligrosos son los que colean todavía por estos lares.


Por eso, una fiesta que celebra de forma tan elaborada, mercantil y desaforada algo que suena a cuentecito para meter el susto en el cuerpo, no es como para celebrarla a rajatabla ni tomársela muy en serio.

¡Eso sí! 

Si es para divertirse y pasarlo bien en plan: "Carpe Diem" que decían los romanos, entonces ¡adelante! "demos al cuerpo alegría macarena" que tarde o temprano engrosaremos las filas de los muertos. Calaveritas, que dirían los hermanos mejicanos. 

Seremos espíritus libres y al menos yo, sin ganas de venir por estas fechas a incordiar a los vivos, que suficiente tendrán con lo que tengan por entonces.


¡Miedo me daría! arrimarme siquiera a esa delgada linea del Samhain que marcaba el fin de la cosecha.

  

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