De un certero bocado, le arrebató el pincel con el que el capitán Ahab
pintaba el retrato de Dorian Gray.
Cuando se dio la alarma Nemo con su Nautilus salió en persecución de Moby
Dick que se dirigía resoplando hasta la isla del tesoro donde los tres
mosqueteros estaban apostados para acorralarla.
Simbad el marino ávido de aventuras se les unió en la acción cerca de
Itaca, sin contar con que Sandokán el tigre de malasia les acechaba.
Fue entonces cuando el rey Arturo dando un puñetazo en la mesa redonda, me gritó:
– ¡Sir Lancelot despierte de sus ensoñaciones!
Que la búsqueda del santo grial es asunto serio.
Derechos de autor: francisco Moroz