domingo, 5 de junio de 2016

En la feria con los amigos




El sábado asistí a la convocatoria que todos los años se organiza en torno a esos amigos con hojas tintadas de letras escritas. Me refiero a la 75 edición de la feria del libro de Madrid.

Pero en esta ocasión fue muy diferente la forma de vivir esta experiencia, pues lo hice rodeado de otros amigos a los que poder abrazar, con los que poder conversar y compartir momentos inolvidables en un marco casi inmejorable como es el del Parque del Retiro.

Tengo que nombrar aquí por justicia a Joseme Españoles, mi querida Emerencia viajera, que tomó el testigo de aquella otra quedada bloguera que hicimos en su momento cuatro personajes a los que nos gusta enredar con las reseñas de libros y películas y hacer potajes varios con las letras escritas ¿Acaso podría ser de otra forma?

Al resultar aquella experiencia tan positiva y reflejarla en nuestros respectivos blogs con un entusiasmo rayano en lo adolescente; ella propuso hacer una segunda edición de estas reuniones entorno a ferias libreras, presentaciones de la obra de algún autor o simplemente quedar para hacer de tertulianos y practicar lo que más nos gusta: hablar y comunicarnos.
Pero aunque en un primer momento había muchas ganas y disposición por parte de muchos, al final nos tuvimos que ajustar a las realidades de cada cual, y vimos lo difícil que sería logísticamente hablando, que algunos de los que habitan por el sur peninsular pudieran asistir sin tener que sacrificar un tiempo valioso en transportes, con su consiguiente gasto añadido de alojamiento, para estar tan solo un día en dicho evento.

Y aquí, junto a Joseme, nombro a Estrella Amaranto y mi querida Julia que se quedaron con las ganas de estar presentes junto a nosotros. Desde aquí os digo que surgirán otras ocasiones y momentos en los que coincidir. Y os adelanto que fuisteis nombradas las tres en alguno de nuestros diálogos.




Bien, pues esta vez fuimos seis blogueros, de esa especie que se dedica a perder su valioso tiempo frente al ordenador, para satisfacer sus "egos" personales escribiendo. Llenando páginas virtuales de letras que ordenadas, conforman sinopsis e historias de algún interés.

Los que nos reunimos lo hicimos como amigos de toda la vida, para charlar y disfrutar de eso en lo que somos duchos las personas sociables: la relación humana.

A los cuatro que tuvimos oportunidad de conocernos en la primera ocasión, se sumaron Rosa Berros Canuria, a la que yo me empeñé en rebautizar como “Carmen” y que muchos conoceréis por su blog de reseñas completísimas  -Cuéntame una historia-  y otra bloguera de mis preferidas, pues es de las que escribe historias que te llenan de emociones que te interrogan y conmueven. Hablo de Conxita Catsamijana  del blog: -Enredando con las letras-  Me gusta el título de su blog, pues es en definitiva lo que hacemos todos: enredar con tipos y fuentes a los que dar cierta coherencia comprensiva.

Madrid fue el destino, lugar donde habitamos tres de los seis, la otra mitad se acercaron desde Barcelona, Santander y Castellón.
Todos entramos por la puerta grande como los toreros, por la puerta de Alcalá que es el lugar desde donde comenzamos nuestro periplo lingüístico-literario, esto es: hablar de libros y de la vida, pues pareciera a ojos extraños que ya nos conocíamos todos como amigos de instituto o facultad, pues a partir de ahí íbamos cambiando de compañeros en dialogo distendido y ameno de forma continuada y sin tregua.

Como la feria abría a las 11 de la mañana nos dio tiempo a recorrer el parque, visitando los lugares más emblemáticos como el estanque de barcas dominado por la estatua de Alfonso XII, el Palacio de Velázquez, el de Cristal y la plazuela donde yace el Ángel caído de Bellver, la rosaleda, y el árbol más antiguo de los Madriles, que por cierto, tan solo vimos de cerca la administradora del –Blog de Chelo- y un servidor.



Mientras caminábamos, Paloma (Kirke de –Leer el remedio del alma-) estrenaba de forma compulsiva ese palo extensor con el cual sacar maravillosos selfies donde aparecíamos sonrientes y acalorados; pues hay que decir que nos hizo una mañana fresca de chaqueta a primera hora, pero algo sofocante bajo el sol.

Una vez nos introdujimos entre las casetas de los libreros empezó la fiesta. Buscamos a nuestros autores favoritos unos, y otros a los autores favoritos de sus sobrinos, y después de algunas esperas en largas colas y de recabar las firmas de escritores y ratones (Pues una de las que firmó fue Tea) de la serie de libros de Gerónimo Stilton.
Yo recabé la de Andrés Trapiello y Lorenzo Silva ambos grandes autores de reconocida amabilidad y paciencia, pues tuvieron que soportar con estoicismo ráfagas de fotos sin fin. (La fama tiene un precio)
Juan Carlos del blog con el mismo nombre que él (¿Qué fue antes el huevo o la gallina?) consiguió la de un poeta llamado Luis Alberto de Cuenca y Chelo, la firma de la nombrada ratona Tea.
















Una vez saciada la vena cultural, nos entró la perentoria necesidad de saciar otros apetitos más mundanos, y es que el hambre se hacía notar después de la larga caminata a lo largo del parque.
Nuestra valiosa anfitriona y promotora de dicha quedada, nos condujo como guía a un lugar de renombre; no sin antes pasar por la Real Academia de la lengua y el museo del Prado. Tan solo nos faltó la filmoteca nacional y la Biblioteca para culminar en un éxtasis glorioso y cultural.

No obstante y en su lugar, pasamos por la iglesia de los Jerónimos y la fuente de Neptuno, desembarcando finalmente enfrente de la basílica Jesús de Medinaceli donde se encuentra un restaurante de raigambre en cuanto al cocido que preparan. Pero fue otro el menú elegido ya que los calores no invitaban a degustar tan contundente plato.



Antes, y para dar capricho a ciertas féminas del grupo, nos escanciaron un vermut de grifo, capricho del cual nos beneficiamos todos.
Pudimos hablar e intercambiarnos detalles, y después del cafelito y una larga sobremesa, retomamos nuestros pasos por la calle Huertas, pasando por edificios que albergaron y vieron nacer a ilustres personajes de las letras, bajamos hasta Sol y allí instalados en amplio diván con mesa central, degustamos unos granizados de limón y  helados de diferentes sabores.

Llegaba la hora de las despedidas, pues eran las siete de la tarde y algunos teníamos que retirarnos por diferentes motivos, aunque para algunas siguió la fiesta por la noche, con Caipirinha incluida… y algún “mimo” para alguna.

Una foto con el fondo del símbolo de la ciudad: El oso y el madroño, puso fin a la segunda quedada bloguera donde las relaciones fraguadas en un mundo virtual se hicieron de nuevo amistad en el mundo real.


Gracias a todos los que estuvisteis a mi lado, pues a causa de vuestra presencia, la celebración de mis tres años como bloguero y los 75 de la feria del libro de Madrid, se convirtió en un acontecimiento para no olvidar mientras la memoria me funcione.


Otras entradas sobre el evento las encontrareis aquí:  -Leer el remedio del alma- y 
-El blog de Chelo-
                                                                                                      





viernes, 3 de junio de 2016

Ella




Es la muchacha más bonita del hospital en el que trabajo como enfermero; me tiene perdidamente enamorado de su vida, de su forma de ser. Abierta y desenfadada, hace que mi jornada laboral se convierta en una fiesta.
Solo con verla me conformo, y me escapo de mi planta a la suya para poder empaparme de su presencia.

De vez en cuando me acerco con cualquier excusa y la saludo y le pregunto si necesita algo, cómo está, y si lleva bien la mañana.
¡Es genial! Me trata desde el primer día como a alguien en quien confía plenamente, y eso hace que mi autoestima suba por las nubes. Es una chica estupenda, de esas personas que te llenan de plenitud y dan sentido a todos tus actos, de las que hacen que te vuelvas positivo, de las que contagian toda su energía positiva a los que tienen alrededor.

Me pongo algo celoso cuando me asomo a la puerta y veo a alguien conversando junto a ella; tengo que aprender a controlar mis sentimientos desbocados, pues nadie pertenece a nadie y menos alguien como ella, libre como los pajaritos. Ella, capaz de alegrar tan solo con una mirada y hacerte sonreír con una sola palabra.

En este ambiente hospitalario tan triste, tan opresor, y estresante, representa un sorbo fresco de agua en un erial de desamparo y desesperanza.

Es de esa casta de seres humanos tan especiales, que atraen al resto, haciéndolos gravitar en torno suyo sin querer; de esos a los que en un comienzo te entregas sin remisión al ver su fortaleza y resolución para enfrentarse a cualquier reto.
Ella tiene 16 años, cáncer, y una sonrisa gozosa.

Es la muchacha más bonita del hospital y nos tuvo enamorados desde el comienzo.




Derechos de autor: Francisco Moroz

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