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lunes, 3 de julio de 2017

Tres monos




Cuanto fuego y cuanta guerra
cuanta destrucción y plomo.
Cuanto corazón partido
cuanto fratricidio y morbo.

Los pueblos no son culpables
son las fronteras y el odio,
el odio que es como un virus
que se extiende entre unos pocos.

Aquellos que lo contagian
con arengas temerarias.
Los que se lanzan soflamas
que se convierten en armas
intercambiadas por oro.

Dejarán rastros de crimen
y campos de refugiados.
Ciudades llenas de escombros,
desesperadas mareas
y países enfrentados.

 La cizaña ya se extiende
el trigo muere entre abrojos.
Las victimas van llegando,
con dolorosos pasados.
Hay muertos en nuestras costas
pero no nos inmutamos.

 No nos importa la sangre
mientras la derramen otros.
Descansamos relajados,
con la conciencia tranquila
y cerrando bien los ojos.

No nos concierne el problema
los enemigos son pocos.
No escuchamos las noticias
que trasmiten, que denuncian.
Tenemos nuestros problemas
y hacemos oídos sordos.

No opinamos, no sabemos,
callamos por no implicarnos,
nos evadimos del todo.
Es sabido que al que habla
lo tachan de reaccionario.

Los pueblos no son culpables
son las fronteras y el odio,
también los que estamos quietos
con las conciencias dormidas.
Callados, ciegos y sordos.

Y no como sabios monos.
como necios humanos.

Derechos de autor: Francisco Moroz

miércoles, 7 de junio de 2017

Esperar es virtud



Siempre queda un recuerdo tras la muerte
nunca se ha de dar una batalla por perdida.
No olvidaros que el final del camino es recompensa,
a pesar del dolor, del fracaso y la fatiga.

Siempre hay un amanecer tras el ocaso
algún campo que recordar en el destierro.
Un buen amigo que te abrace en la distancia,
o una primavera que estrenar tras el invierno.

Una certeza hilvanada con la duda
y una mirada limpia que te acepte como eres.
El corazón amado que añora tus regresos,
y esa sencilla flor que brota en la basura.

Y es por ello que la pasión la pinto en rojo,
la pureza del alma en azul celeste.
Y si tengo que poner color a la esperanza
coloreo en verde la vida que yo espero.



Derechos de autor: Francisco Moroz

jueves, 18 de mayo de 2017

Flores para una muerte anunciada

Relato versado






–Me gustaría saber que flores querrías para tu funeral.

–Si no he muerto todavía.

–Pero morirás ¿Lo dudas?

–Bueno, déjame pensar. Las margaritas son simples, muy sencillotas. Solo se muere una vez, y aunque no es de celebrar hay que dejar el recuerdo en los que van a velar tu cuerpo en el catafalco. Son de amores inocentes.

– ¡Bien, pues tú me dirás!

– Tulipanes no, eso lo tengo muy claro. Son envarados y tiesos y yo soy muy dicharachera y no me parezco a ellos. Son amor sin esperanza y yo esta nunca la pierdo.

-Vale ¿Entonces?

–Rosas rojas están muy vistas, pasión por morir no tengo. Blancas tampoco. La muerte no es novia pura, más bien es parca y oscura. Y amarillas me dan yuyu dicen que traen mala suerte y simbolizan los celos.

–Tú dirás, que eres quien muere.

–Gladiolos sofisticados, son muchas flores en una. Cita amorosa no tengo. Crisantemos muy holgados, aparentosos y caros. Y yo soy franca y directa, gustosa de dar la cara. Ellos hablan de verdad. Estos me convencen más.

–Me canso, impaciente estoy en que dirimas.

– ¿Tienes prisa?

–Alguna tengo.

– Deja pues que me decida, pero ten calma. Es importante acertar. Solo se muere una vez, no hay opción a reclamar una vez que defuncionas.

– ¡Vale! Te doy dos minutos
.
– Las petunias ¿Ves? Me agradan. Son pequeñas y variadas, coloridas y graciosas. Frágiles como servidora; que me llaman flor de estufa, y no en vano creo yo. Y ya que estamos aquí ¿Querrás decirme por cierto, si saldré de esta mazmorra?

– ¿Lo tienes bien decidido? Mira que no hay vuelta atrás.

– ¡Decidido está! 

– ¡Bien! De aquí no saldrás. Te lo digo en buena hora.

– ¿Y por qué tanta molestia si no me piensas sacar?

– Porque uno es cuidadoso aún siendo asesino en serie, y ante todo puntilloso a la hora de matar. Y por ello dignamente, el detalle he de cuidar.

– ¡Despiadado matarife! ¡Mátame y termina ya!

–Primero compro las flores. A punto están de cerrar, y mucho me entretuviste. De rositas no te irás, eso tenlo por seguro.




Derechos de autor: Francisco Moroz


Propuestas presentada a la comunidad: Relatos compulsivos.






viernes, 5 de mayo de 2017

Madre (Tu día son todos)






Echo de menos tus caricias madre,
tus abrazos.
El bienestar de tu regazo,
el arrullo de tu voz.
En la necesidad
tu presencia,
el consejo sabio en la incertidumbre
del que no es fuerte y lo sabe.

En la cocina tu esencia añoro,
y el sabor de tus milagros cotidianos.
También los besos que empezaban
y terminaban mi día.
Besos que cicatrizaban heridas,
que me daban calidez
en noches desamparadas.

Te pienso a veces
en mi infantil madurez
de temores y de miedos.
Y en una lágrima furtiva
se me escapa la ternura
que deshace mi armadura.
Y el alma que tu fraguaste
se postra siempre a tus pies.

Y es que madre aún te anhelo
como a la infancia perdida,
como a tantos sueños rotos
dejados por el camino.
Que aunque uno se hace viejo
nunca renuncia a lo eterno
y entre ello a tu recuerdo
que guardo como tesoro.

 La inocencia ya se escondió
detrás de arrugas y canas.
Pero creedme si os digo:
que después de tantos años
no se han deshecho los lazos
ni emborronado los trazos
que en común forjamos ambos
 sin mediar contrato escrito.

Alguien dijo:
Que el amor gratuito
lo inventaron las madres.
Y tú madre mía,
me trajiste al mundo
con amor del grande
de mujer sensata y buena.
 Con amor que suma y sigue.

A los nueve meses de espera
añadiste.
La dedicación, la entrega,
tu ilusión, tu fe, tu lucha.
Los disgustos que te di,
y tanta y tanta renuncia.

los sacrificios constantes
por hacerme sentir bien.
Tus desvelos y altruismo,
las regañinas severas
que escondías con pericia
 tras despistes y sonrisas.

Quisiera al fin compensarte
y no encontré mejor modo
que hacerlo llevando adentro
tu presencia generosa.
Donde late un corazón
al ritmo de una canción
con letra escrita por ti
pero cantada por dos.

Y es que madre solo hay una
y a todos sin excepción
 nos tocó la más querida.
Entre todas la mejor.
La más guapa y la más justa



Derechos de autor: Francisco Moroz

lunes, 24 de abril de 2017

Reflexión





A buen puerto llegaría
si mis ángeles custodios
me llevaran de la mano.

Si la suerte pasajera
viniera de vez en cuando,
o la caprichosa fortuna
derramara sus regalos.

Pero en tanto me conformo,
que tengo ángeles sin alas
habitándome la casa
a los que tender mi mano.

Siendo yo custodio de ambos;
teniendo suerte al tenerlos
y la fortuna de amarlos.

¿Qué mayor regalo que ese?
si antes lo pienso me callo.

Pues no necesito nada
al ser poseedor de tanto.
Ya no quiero ni deseo,
tesoros más grandes guardo.



Derechos de autor: Francisco Moroz

domingo, 9 de abril de 2017

Grietas




El amor y el odio
grietas son de un cuerpo sólo ;
el gemido y la risa,
la canción y el lamento.
Todo se refleja afuera
y se confunde adentro.

Mezcla de luz y de sombra,
todo cerrado y abierto,
tempestad y calma
paraíso e infierno.

En tenso equilibrio a veces,
en paciente espera siempre;
en dualidad armoniosa
o rompiendo el compás permanente
de la rutina insidiosa.

Transparencia opaca,
grietas de nieve o de roca;
brechas que supuran muerte
y las que destilan gloria.

Miradas de rencor,
sonrisa luminosa,
lagrimas tristes.
Pasión, penuria, tormento.

Fuentes que derraman vida a chorros
de aire, de sangre a raudales.
Desde la entraña misma en lo profundo,
prosa y poesía eterna.

 Heridas que conducen
donde nace el dolor y nos tortura,
donde se esconde la angustia y nos desgarra
haciéndonos dudar y tener miedo.

Sufrimiento y gozo en lucha continua,
cuerpo a cuerpo en batalla cruenta
en las que victorias y derrotas
se fraguan al mismo tiempo.

Siendo blanco, gris y negro.
Sin importar el color,
ni la forma, ni el sabor;
lo mismo frío o calor,
verano, otoño o invierno.

Delirio eterno de existencia
en la que el bien y el mal están tan cerca y tan lejos.
A veces bien definidos
otras en polos opuestos.

Locura de piedra y de viento
danzando en tu corazón, caminando en tu cerebro.
Donde solo tú decides cuales son las grietas
por donde mana la savia
del inconformista joven
o la del derrotado viejo.



Derechos de autor: Francisco Moroz

miércoles, 29 de marzo de 2017

Hermano árbol



Fotografía original de: Marina Collado Prieto



Hermano árbol.
Tú que creces dadivoso con tu sombra,
que nos hablas con el aire entre tus hojas.
Y nos recreas
con tu estética y tu natural belleza.

Dejándonos
contemplar emocionados la grandeza
inabarcable y generosa.
Paradigma del paso del tiempo
de lo efímero del ser que no perdura.

Guardián 
de veredas y de bosques,
paciente vigilante de las horas.
Que extiendes tus ramas como manos,
convirtiéndote en anfitrión de pajarillos.

Según la ocasión
te vistes de verdes galas,
te adornas de dorados regios,
coloridas flores 
o de pardos frutos.

Trasmites
sabia reflexión al que camina.
Enseñanza metafórica al que tropieza
con tu base de cimientos enraizados,
cual tenaces dedos.

Eres hermano,
 pues la tierra es madre
que te ve crecer como a buen hijo.
A diferencia de nosotros mismos
tristes y egoístas hombres.

Que pasamos
corriendo desganados y con prisas.
Sin valorar lo que tenemos,
sin confiar en la providencia de lo dado,
siempre desagradecidos.

Hermano árbol.
Déjame abrazarte
y aprender de tu generosidad innata.
Enséñame a respetarte
como familia que somos de usufructo.




Derechos de autor: Francisco Moroz


Poesía presentada a la comunidad: Edpsique relatos multiformes. 





domingo, 19 de marzo de 2017

Nunca olvido





Me veo como niño agarrado de su mano,
confiado.
Significaba mucho para mí.
Cuanta seguridad me proporcionaba su compañía,
sus caricias valiosas
preciado regalo.

                           Le asaltaba con preguntas sin respuesta
con honesta ignorancia,
 en bucles sin fin,
en andanadas.
Siempre me respondía con infinita paciencia,
con verdades pactadas.

Pero llegó la juventud
y rehuía cada vez más
 de su presencia.
Muy crecido era mi ego,
muy terca mi conducta
encastillada en mi orgullo.
Elevado en el pedestal de la soberbia
a la décima potencia de lo absurdo.

Me jactaba de no necesitar su ayuda
siendo capaz de sobrevivir sin sus consejos.
Otros maestros busqué, 
otras verdades, otras escuelas.
Obtuve otros resultados.
Vanidoso los retuve 
 cual tesoro,
insatisfecho.

Creí ser más libre, más hombre, 
más completo.
Triunfador sin parangón, 
habilidoso tahúr
desbordante de virtudes.
En resumen:
Un cretino ruin y necio.

Ahora en la madurez
medito el craso error de mi mentira.
Y no olvido, más bien recuerdo
 por ejemplo el sacrificio.
Las horas invertidas y el detalle,
y siendo consciente reconozco
el tiempo que no se dedicó así mismo
por quererme.

 La firme convicción de su conducta
su debilidad, sus fallos,
y no me siento quien para juzgarle.
Ahora el padre soy yo, 
y lo entiendo tanto.
Su palabra amiga, 
el gesto grave.
El premio, el castigo,
el rincón de pensar
la mirada severa
y el profundo dolor que le causaba.

Le agradezco infinito,
las directrices firmes
con las que me fue instruyendo.
Los valiosos principios de coherencia
con los que ahora me rijo.
Una personalidad marcada,
sentimientos manifiestos
de lo que dicta mi alma.

Ahora soy yo
 el que le agarra de la mano 
cuando camina
con inseguros pasos.
El que le ayuda a comer,
el que responde.
Él me confía sus limitaciones.
Ya no sabe quién es, 
pero yo no lo olvido:
Al igual que no lo traiciono en mi recuerdo,
 en el vínculo del pasado ya borroso.

En mañanas de sol y parque,
de juegos, de risas, de carreras.
 abrazos que arropaban mis miedos, 
besos de buenas noches,
cuentos, libros regalados
leídos a la par.
La oración que nos unía
el apoyo amable en su cansancio,
las fiestas familiares, 
su mano en mi hombro.

Su extenso legado de palabras sabias
perdura.
Valorada herencia
de continuo altruismo.
He descubierto de nuevo
su limpia sonrisa que tanto amaba,
su ingenua confianza de niño anciano,
y he vuelto a recordar
todo lo que era y lo mucho que hizo
con mi persona.
Y me siento orgulloso de ser su hijo
que celebra los días compartidos
mientras duran.




Derechos de autor: Francisco Moroz

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