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lunes, 27 de enero de 2020

El orden del día





En el ascensor.

–No me apetece nada tener que ver de nuevo al animal del Primero-A. Menudo gallito de corral que está hecho, siempre vigilante de su corte de gallinitas a cuál más clueca y fea.

–¡Claro! de tal palo tal astilla, que la madre no es ninguna joya pulida, es una ¡Co,co,cotilla! que cacarea cualquier rumor del vecindario, exagerando y adornándolo con elementos de su propia cosecha. A lo mejor “Don gallo” no quiere darse cuenta que ya tiene a la zorra dentro del gallinero. Que las hijas tampoco son unas santas. Esas sí que han sido pulidas.

–Joé como os pasáis. ¿Pero qué opináis de la del Primero-C? Tampoco la perdáis de vista.

–Yo la conozco como la vaca.

–Pero si es flaca como sarmiento y más plana que una torta gazpachera.

–La denominación se la he puesto porque tiene ¡Muuuu! mala leche la ¡Muuuu! jodía, ya sabéis, siempre sembrando discordia como buena cizañera que es.

–Y además su marido le pone los cuernos con la ¡Co,co, cotilla! Del Primero A.

–¡Mira! Eso no lo sabía, y mira que estoy al quite de lo que pasa en el rellano.

–¿Y qué me decís de los del Segundo-D, los que viven de alquilados?

–Que son una piara de cerdos de mucho cuidado, que yo creo que no saben lo que es el agua y que van dejando a su paso más rastro que una página pornográfica en un historial de internet. Gruñendo cuando se les llama la atención y berreando como gorrinos en día de matanza cuando hacen coros, con la música heavy que ponen a todo trapo y a cualquier hora.

–Y dios nos libre de los del Segundo-B. Él un vago redomado que como perro que es, se pasa todo el día tumbado a la bartola o en el bar, sin mucho afán de buscar trabajo.

–Y que ladra más que habla, cuando no está de acuerdo con la mayoría, creando polémicas innecesarias en las reuniones.

–¿Y su pareja qué? Doña perfecta. Sin mácula, como la virgen María, que únicamente se relaciona con quien la reverencia y le baila el agua. Menuda perra está hecha con esas ínfulas de superioridad. Ni que fuera la condesa del “Porlosco”.

–¿A esta también se la pule el del Primero-C?

–Pues no te extrañe, menudo verraco en celo que está hecho ese…

En el portal.

–¿El del Tercero-A no trabajaba en la construcción?

–¡Sí! presumía de ganar un pastizal, pero eso fue antes de la crisis. Después vino el despido y tuvo que vender el chalet adosado para venirse a vivir a este edificio.

–Pues el dinero no le dio educación ni cultura. La prueba es como rebuzna el muy asno a su pobre mujer y como ignora los saludos de los vecinos en la escalera. Lo mismo que un borrico.

–¡Ja, ja, ja! Eso es por la carga de la frustración que arrastra como mula.

–¿Bajará hoy el patoso del Tercero-C?

–¿El tartaja que no se entera de la misa la mitad?

–Ese mismo, el "pato Donald". Hay que repetirle todo por activa, pasiva y perifrástica. Es un cansino de mucho cuidado que retrasa todas las reuniones. Siempre con sus ¿Cua, cua, cuándo hay que pagar? ¿A cua, cua, cuánto asciende la cuota? ¿Cua, cua, cuáles las causas de la derrama?

–El que me mosquea es el ganso del Segundo-A.

–¿A quién te refieres a ese que vive solo y que tiene más pluma que un palomo cojo?

–¡Ese, mismo!

–Pues menudas yeguas entran en su casa, parecen modelos de pasarela.

–No te fíes, también entran pavos muy vistosos.

–Bueno a ver quién aparece en la reunión de vecinos hoy, que después se quejan los que menos participan después que somos pocos los que hablamos y lanzamos propuestas.

–Es cierto, solo protestan en “Petit comité” como viejas del visillo.

–Y ponen en entredicho lo que decidimos los demás. ¡Menuda fauna! ¡Solo saben criticar al resto! Habrá que cantarles las cuarenta algún día y dejar las cosas claritas.

–Parece que baja el ascensor…

–¡Hola vecinos, muy buenas tardes! ¿Qué tal todo?

–¡Bien bien!

–Que estábamos hablando aquí, que de hoy no pasa. O lo solucionamos ya en esta junta o esto se nos alarga en el tiempo.

–¿A qué os referís?

–A cambiar de administrador de una maldita vez.

–¡Justo de lo que veníamos hablando en el ascensor! ¿Verdad?

–¡Verdad, verdad! ¿Y cua, cua, cuándo le comunicamos la decisión?

–Pues hombre ya iremos viendo sobre la marcha a ver quién le pone la puya al toro..

–Es que menudo inútil que está hecho. Si hiciera su trabajo en vez de convocarnos a tanta reunión otro gallo nos cantaría. Por cierto ¿Qué tal su mujer y sus preciosas hijas?

–Bien gracias. ¿Y a usted cómo le fue la entrevista de trabajo que tenía pendiente esta semana?

–¡Shsss! Ya viene por ahí el administrador de la finca.

–Hoy nos rebelamos y lo mandamos al carajo ¿Eh?

–¡Mirad! Trae la misma cara de un buey gallego tirando de un carro…

 Mientras se va acercando, el administrador piensa:

–¡Madre mía! Esta comunidad es como la granja de George Orwell. Y estos, un rebaño de cabrones dispuesto a ponerse de acuerdo para complicarme la vida. Tengo unas ganas de jubilarme para irme a vivir a la casa del pueblo. Al menos allí estaré entre borregos de verdad.

–¡Buenas tardes señores! Veamos el orden del día.


Derechos de autor: francisco Moroz




domingo, 19 de enero de 2020

Durante el mes de abril





Sus hijos sospechábamos que la perdió a mediados de abril del año pasado, pero ninguno podía certificar que así fuera en realidad; por ello cogí un álbum de fotos familiares que tenía en casa y empecé a hojearlo con detenimiento.

Sí, en las primeras fotos todavía aparecía adornada con ella, bien bonita, muy cerca de papá, de la mano los dos. Se les veía pletóricos y felices, con un brillo especial en la mirada que parecía hablar por sí sola de todo el futuro que pretendían construir juntos y cómplices. En un blanco y negro que no opaca la luminosidad que irradian ambos.

Se repite durante las siguientes hojas, hasta llegar a las que aparecen mis hermanos, mayores que yo. Dos varones mellizos que a parte de sus trastadas, eran dos cachos de pan de los que sentirse orgullosa, y eso lo certifican las imágenes en las que aparecían inocentes, retratados en un estudio fotográfico y en esas otras sacadas en entornos naturales, casas rurales, a la orilla del mar, o en el pueblo de los abuelos. Los cuatro unidos por el vínculo no solo de la sangre; algo más fuerte que parecía habitar entre ellos, de la misma manera que cuando llegué yo a sus vidas; la tercera en discordia, la pequeña. La niña de sus ojos y el juguete preferido de mis hermanos. A la que hacer rabiar escondiéndole los juguetes o utilizar como princesa prometida en sus juegos de piratas y caballeros.

Y con la misma rapidez que voy volteando las páginas del álbum pasa la vida, y nuestros padres seguían apareciendo rodeados de nosotros tres, siempre cómplices de abrazos o besos. Esas manos sobre los hombros y en la cintura de los otros o colocando esos rebeldes mechones de pelo cano de nuestros progenitores para que salieran guapos.

Siento, como el amor incondicional me desborda. La sensación vibrante que no se ve, pero que se percibe con tal intensidad que todavía hacen que me conmueva cuando las visualizo. Impresiones en tinta de color, donde el flash dejó atrapados para la posteridad no solo gestos, personas y paisajes. También recuerdos que se entrelazan en un antes y después del disparo de la cámara que marcaron mi bagaje personal.

La historia sigue adelante, según yo voy dejando el pasado atrás, según paso las hojas y me acerco al presente, donde empieza a haber personajes nuevos que llegaron. Unos para quedarse en el entorno íntimo de la familia, otros eventuales, como pasajeros de un tren al que subir y del que apearse. 
Las parejas de mis hermanos, sus hijos. Mi pareja y los míos. Todos, ampliando un grupo que suma y sigue. 
Pero la misma vida que te da y te añade al principio, empieza a restar y a quitarte con el paso de los años.

Se ven las sillas que dejaron vacías los abuelos, huecos que ahora ocupa el aire frío de la ausencia. Espacios que se les reserva mentalmente al ser añorados. Se despidieron para siempre dejando huellas indelebles en las almas que nos habitan.
De la misma forma están desocupados los lugares de los que se van lejos por necesidad, pero que cuando regresan de vez en vez, los llenan con nuevas experiencias y emociones distintas. Siempre dispuestos a celebrar el encuentro, cualquier cosa que sirva como excusa para estar juntos y seguir compartiendo. 

Cuando por fin mis dedos se detienen como en una leve caricia sobre el rostro de mi padre en una de las últimas imágenes en las que aparece, me doy cuenta, que es poco después de aquello que mi madre sufrió su pérdida. 
Mi padre nos abandonó después de una penosa enfermedad, durante la cual, y a pesar del íntimo dolor, todavía nos fotografiamos juntos los que pudimos estar a su lado. Alrededor de la cama donde convalecía, en su sillón preferido, sentado a la mesa con la mirada perdida.

Ahora veo a mi madre en los más recientes fotogramas, y puedo asegurar sin temor a equivocarme que ella perdió su sonrisa durante el mes de abril. Soy consciente que aunque las fotografías son en color, vuelven a predominar en su rostro como sin querer, los tonos grises.


Derechos de autor: francisco Moroz


jueves, 26 de diciembre de 2019

Venganza en vía muerta





Desde el término de la guerra en 1945 estuvo tres años recabando información, siguiendo pistas infructuosas que le iban restando parte de la esperanza puesta en lo que había calificado como “su redención” ¡Cómo echaba de menos a su familia! Si ellos hubieran estado allí, esto no tendría sentido.

Después de reflexionar mientras miraba pasar por delante de sus ojos la campiña francesa, dio una última calada al cigarrillo y lo tiró por la ventanilla. Después volvió a su compartimento.

El tren se dirigía a Calais procedente de la estación de Montparnase, que era  donde sus pesquisas lo habían conducido. Allí esperó durante horas hasta que apareció su objetivo al que siguió de cerca. Ambos abordaron el tren.

El viaje estaba resultando agradable, pues se acomodó frente al asiento de la joven, que acababa de sacar un libro de su bolsa de viaje. Después de los saludos de cortesía tuvo la excusa perfecta para entablar un diálogo; preguntarle sobre el título de lo que ella se disponía a leer.

–Étrangers dans un train, le contestó ¿Lo conoce? es de una escritora novel, su primera obra de suspense que versa sobre la culpa, la mentira, y el crimen. ¡Fíjese! Una estadounidense de veintiocho años con su primera novela publicada. La verdad es que me está resultando de lo más interesante, no me extrañaría que la viésemos convertida en película.

–¿Cómo se llama la autora? –volvió a preguntar.

–Patricia Highsmith.

Él la siguió observando mientras se preguntaba qué circunstancias debían darse para que un ser humano aparentemente pacífico y equilibrado, tomara decisiones que terminaran con la vida de sus semejantes de manera violenta.

–Cuánta culpa, mentira y crimen hubo durante la guerra, –afirmó de nuevo volviendo a dirigirse a su interlocutora. A mí por ejemplo me arrebataron a mis padres y a mi hermana cuando tenía tan solo quince años. Yo estaba en casa de unos familiares cuando vinieron a buscarlos una madrugada, los había denunciado una vecina por ser judíos. Se los llevaron a Dachau y allí se perdió todo rastro de ellos. ¿Se imagina cuánto dolor?

La muchacha se sobrecogió de tal manera con esta revelación, que su cuerpo empezó a temblar compulsivamente.

Él la agarró de las muñecas  inesperadamente y la interpeló de nuevo diciendo:

–¿Se imagina cuanto desamparo, desesperación y soledad he tenido que sufrir?
Pero tranquila, esto llegará a su fin junto con el tren cuando llegue a su destino, y entonces todo adquirirá sentido, al menos algo volverá a su lugar para bien o para mal. Como en un viaje iniciático.

–¿Cree usted en un destino donde no es posible la reconciliación?  –le interrogó la muchacha-.

–¿Y usted en el bálsamo de la justicia cuando ésta toma forma de venganza?

A la mujer se le cayó el libro al suelo nada más oír estas palabras, y tapándose la cara con las manos se puso a llorar.

En ese momento el tren se introdujo en un largo túnel mientras sonaba su bocina, y se amplificaba el sonido del traqueteo sobre los raíles. Al emerger de nuevo, el hombre y el libro habían desaparecido, y la muchacha acurrucada en el asiento, seguía atemorizada a causa de los ojos de aquél extraño que le había mirado enfebrecidamente hacía escasos momentos.

La locomotora exhaló la postrimera bocanada de humo y vapor minutos después de llegar a Calais.
La joven bajó del vagón y se dirigió apresurada a la central telefónica más cercana, desde allí llamó para dar aviso de su llegada.
Nadie contestó al otro lado de la línea.

Semanas después recibió una carta a su nombre, comunicándole que su madre había sido hallada muerta, colgada de una viga de madera en su propio domicilio.

Recordó entonces con espanto, aquella madrugada de 1940 cuando miembros de la Gestapo golpearon la puerta de la casa de sus padres, y su madre asustada por los gritos y las requisiciones, señaló a los vecinos del cuarto izquierda. Un matrimonio con dos hijos de origen sefardí.

En una buhardilla, a la luz de una bombilla que emite una tenue luz, un joven de unos veinticinco años, repasa con el índice uno de los párrafos que relee por tercera vez:

“Había puesto fin a una vida. Mas nadie sabía qué era la vida, todo el mundo la defendía, era lo más valioso, pero él había arrebatado una. Aquella noche había tenido noción del peligro, de que le dolían las manos, del temor a que ella hiciese ruido, pero en el instante de sentir que la vida se le escapaba a la víctima, todo lo demás se había borrado y sólo le había quedado la realidad, la misteriosa realidad de lo que estaba haciendo, el misterio y el milagro de poner fin a una vida".*

No podía ser casual que una escritora hubiera plasmado algo que con toda seguridad, era tan solo un pensamiento que en un momento de debilidad y aflicción se le había pasado por la cabeza. Él no era ningún asesino, como aquellos que terminaron con la vida de su familia, pero sí el hombre que asustó a una chica en un tren, aprovechándose de su ignorancia al no saber ella, que él, era uno de esos miembros de la familia del cuarto izquierda, el mismo que le había robado un libro en un arrebato de rabia contenida. Y se hizo la promesa de devolverlo cuando su espíritu atormentado se apaciguara.


*Pasaje de la obra de Patricia Highsmith " Strangers on the train"



Derechos de autor: Francisco Moroz




miércoles, 4 de diciembre de 2019

Dulces problemas

En este caso mi reto personal, era construir un relato que incluyera todas esas frases hechas, escritas en azul.
 Espero que el resultado tenga algún sentido al menos como divertimento, que es de lo que trata esta afición de escribidor.






Nos dejaron sin magdalenas después de acabar con los bollos, los pasteles de nata y las pastas de té. Les hubiéramos perdonado la vida si al menos hubiesen sido un poco moderados; pero el estropicio nos lo encontrábamos todas las semanas. Incluso nos dejaban sin reservas. Y eso, de cara a los clientes, hacía desmerecer el negocio. 


Por ello ¡ahora seremos nosotros los que acabaremos con los malditos roedores que han invadido la pastelería! Nos dijimos firmemente convencidos.
La primera noche lo intentamos solucionar metiendo en el obrador a un par de gatos callejeros; pero no fueron capaces de realizar su tarea, esta mañana nos hemos dado cuenta que no es cierto que tengan siete vidas, o eran gatos muy flojos que habían malgastado las otras seis, o los presuntos ratones invasores estaban sobrealimentados y frecuentaban el gimnasio.

Como medida drástica hemos llamado a Esteban, que se ha personado con su gato Mishi que no participó en la refriega nocturna. Esteban se ha ofrecido para acabar con la plaga en persona, con la ayuda de dicho felino que está muy nervioso y un puntito histérico. También se ha presentado con un tal Arturo que por ser tartamudo le apodan el repetidor, un amigo suyo desde la más tierna infancia.

Hemos dudado del éxito en tal empresa antes de ver lo que Arturito el repetidor llevaba en una caja de compases, que apretaba fuertemente contra el pecho. Unas ampollas con veneno del fuerte, de ese que debe de emplearse en guerras químicas.

¡Y sí! ¡Lo hemos conseguido!

Al menos ya hemos resuelto parte del problema. A saber, los ratones se han esfumado. O eso, o nunca los hubo. Pero a cambio nos enfrentamos a otros cuantos quebraderos de cabeza: Esteban y Arturo están desaparecidos en combate desde que se hicieron públicos los resultados de su trabajo. No dieron explicaciones y no hemos vuelto a saber de ellos. Ni tan siquiera han llamado para reclamar sus honorarios y tampoco contestan al teléfono.

Mi socio todavía se encuentra bajo los efectos de un shock postraumático y sufriendo lo indecible por amor y por si fuera poco, siendo interrogado por la policía un día sí y otro también. Dando explicaciones del porqué apareció dentro de nuestro local y más tiesa que la mojama, la gorda de su mujer, con espuma, restos de hojaldre, y cabello de ángel en la boca. Todo muy misterioso y siniestro.

Pero soy yo con diferencia el que tiene que apechugar con el problema más peliagudo: Bregar con el inspector de sanidad por supuestas irregularidades encontradas en los aditivos empleados en nuestros productos alimenticios, y cuidar de Mishi que anda maullando por los rincones, con el pelo erizado. Muy agitado, como en un continuo celo.



Derechos de autor: Francisco Moroz


sábado, 23 de noviembre de 2019

Quién le pondrá el cascabel al gato



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Como acostumbraba, Mariano, entró en la oficina sin saludar a nadie, desabrido, mal educado, furibundo y chulesco. Pareciera ser el líder de una manada imaginaria donde él representara al macho alfa dominante.

Ya acostumbrados a su forma de proceder intentamos ignorarle, cada uno concentrado en su tarea, pero él, dándose ínfulas de poderío capto nuestra atención significándose con una fuerte voz.

– ¡A ver vosotros, panda de nenazas lloronas!  –nos increpó exaltado.
Tanto quejaros del exceso de trabajo y de los horarios laborales interminables, pero aquí estáis dándolo todo por la empresa y del negrero que os explota sin consideración.

Todos levantamos la mirada al unísono un tanto confusos, avergonzados y sin saber bien que contestar mientras él continuó con su perorata recriminadora.

–Si fuera yo, me plantaba en el cubículo de la bestia y le cantaba las cuarenta poniéndolo en su sitio de una puta vez, que es lo que se merece el mafioso que tenemos por jefe. No como todos vosotros que agacháis la cabeza cada vez que pasa por vuestro lado y le llamáis señor. ¡Un don mierda es lo que es y punto!

–Pues va a tener la oportunidad de hacerlo en persona, ya que tiene tantos redaños, y así dará ejemplo a sus compañeros en vez de comerles la cabeza día tras día. –dijo una voz desde detrás del interfecto, pues lo presentimos muerto en vida.

Mariano en su agitación acalorada, no se había percatado que tras él, había aparecido la figura de nuestro temido director, que terminó con una situación violenta con una contundente frase:

–Acompáñeme al despacho caballero. Tengamos una conversación en privado.

Intuimos que habíamos asistido al finiquito de un gilipollas que lastraba las de por sí interminables y mal pagadas jornadas laborales. En eso sí tenía razón el Mariano.

Y entonces sonreímos.


Derechos de autor: Francisco Moroz





sábado, 2 de noviembre de 2019

Et insania somnia (locura y sueño)





  
Se despierta sobresaltado con el corazón desbocado a cien por hora y un sudor helado, que se le pega a la piel y le produce continuos escalofríos involuntarios.

Se queda escuchando el silencio, pues solo silencio y oscuridad le rodean creándole un desasosiego que nunca experimentó.
¿Qué es lo que le desveló así, tan de repente?
¿Quizá su conciencia intranquila por los sucesos acaecidos en la mañana?
Más de cincuenta veces ha ocurrido lo mismo y no es algo que le haya quitado el sueño en ninguna de las ocasiones. Hoy, la única diferencia es que ella ya no está, la ha apartado por un tiempo de su presencia.

Echa de menos, eso sí, sus quejidos nocturnos, su temblor instintivo cuando él la intenta acariciar y abrazar por detrás, requiriendo su atención para que le complazca, como toda buena y obediente esposa debe de hacer con su marido. Pero ella no, muy al contrario, se resiste con mayor frecuencia, le suplica con insistencia enfermiza que la deje descansar esa noche, que no tiene fuerza. 
Como si la muy puta hiciera algo especial a parte de estar todo el día en casa descansando, limpiando lo menos posible y preparando la comida. ¡Qué menos, para eso la mantiene! piensa; como si fuera una reina. Pues solo sale a la calle para hacer la compra y poco más.

Ha escuchado un ruido casi imperceptible. Se trata de alguna ventana que se ha quedado abierta, lo más seguro, pues una ligera brisa le roza la cara y la piel desnuda de los brazos.
Se arrebuja de nuevo entre las sábanas de la cama que se le hace un poco grande al no estar ella a su lado.
Ya nunca lo estará, pues se la ha sacudido de su vida como la garrapata que es, que solo sabe pedirle dinero ¡Dios sabe para qué! Lo más seguro es que tuviera un amante secreto, y ambos, durante sus escarceos amorosos y adúlteros, se rieran de él mientras gozaban. ¡De él! que la había rescatado y hecho suya cuando era una universitaria muerta de hambre sin ningún futuro. Una inútil ignorante. Una inepta insufrible.

Por eso de vez en cuando la tiene que castigar para ponerla en su sitio, un par de guantazos bien dados para que le duela lo mismo que le duelen a él sus continuas faltas de respeto, sus mentiras, sus contestaciones fuera de tono, su chulería cuando se mantiene de pie y le mira a los ojos como si no le doliesen sus golpes. Esa soberbia se le atragantaba, pero se juraba a si mismo que se la quitaría poco a poco a base de golpes, a ver si de una vez corregía su actitud y aprendía a ser más humilde.

Pero hoy, hoy ya ha sido la gota que ha colmado el vaso cuando le ha comunicado que le iba a dejar para siempre, que no era feliz ni se sentía segura a su lado. Entonces una rabia desconocida le ha poseído y le ha hecho golpearla como a una extraña, como si no la conociera, con saña, con ganas desmedidas de hacer mucho daño.
No ha parado hasta que la ha visto postrada, entumecida y sobre todo callada. La ha desnudado para que sintiera frío, el mismo que siente él con sus desprecios. Y la ha poseído sumamente excitado, con ganas, sin misericordia,  hasta la extenuación, como un vulgar violador. Después la ha encerrado en una habitación y se ha olvidado de ella. Mañana la echará de su vida de una maldita vez y se buscará a otra más sumisa.

Pero no puede conciliar el sueño, es como si algo que no estuviera en su sitio no le dejara hacerlo. Entonces es cuando siente una especie de aliento gélido en la nuca que  hace que se le erice el vello, y una caricia rasposa a lo largo del cuerpo, como si le frotasen con sarmientos secos.

Se da la vuelta rápidamente para ver con espanto el rostro demacrado de su pareja, amoratado por los golpes recibidos. Sus ojos desorbitados mirándole directamente al rostro. Una boca de labios rotos y sangrantes. Es ella, que parece haberse metido dentro de su mente con voz de ultratumba, para decirle que a partir de ahora le acompañará  todas y cada una de las noches que él viva, noches de insomnio y tormento, en las que el sueño y el descanso no serán posibles.

Noches en las que la locura, ocupara el lugar que hasta ahora habitaba ella.



Derechos de autor: Francisco Moroz





martes, 22 de octubre de 2019

Tiempos modernos (Que no hay quién los entienda)







 –¿Te has enterado de lo de Bea? ¡Qué fuerte! ¡Alucino tía!


–Ya te digo tronca, es demasió lo de esta menda. Hace falta estar muy flipada para intentar ligarse al Toño por medio de mensajes de Whasap.

–¡Claro! ya lo digo yo, que donde haya un tú a tú, una mirada directa, o una conversación interesante con el pibe, que se quite la mierda esa de los mensajitos tecleados, que son más fríos que la profe de mates explicando los logaritmos neperianos de marras.

–Qué razón tienes Vane, es más “living” ir de cara y no pasarte todo el santo día “stalkeando” en las redes sociales buscando información que obtendrías fácilmente preguntando al “crush” en cuestión. Eso suele degenerar en “salseo” y en un montón de “hater” comiéndote la moral.

–¡Ya! Azucena, bonita, pero es muy “cool” eso de coger el iphone hasta para ir a mear. Mantener contacto directo con las personas parece que nos cuesta mogollón y no nos produce tanta “hype”

–Yo creo que por eso hay tanto “troll” suelto por las redes; porque no son para nada seres sociables, no interactúan físicamente, solo virtualmente. Para ellos sería todo un “goal”, mirar a la cara de un interlocutor mientras le hablan.

–Pero es que Bea se siente “blessed” cuando chatea con Toño; que por otro lado no entiende esos mensajes tan crípticos que le escribe, y eso que es de letras.

–Azucena, Vanesa ¿Qué hacéis enganchadas al móvil?

–¡Pues hablando joder!

Derechos de autor: Francisco Moroz







Diccionario de términos raros ( para algunos) usados en el dialogo.

Alucinar: Asombrar.
Flipar: Impresionar.
Living: Emocionarse por cosas simples.
Stalkear: Cotillear por redes sociales.
Crush: Alguien que te atrae (Flechazo).
Salseo: Polémica o discusión en redes sociales.
Hater: Persona que odia algo o todo.
Cool: Fantástico, atrayente, más de moda.
Hype: Sensación eufórica y descontrolada por poner muchas expectativas en algo.
Troll: Un gruñón, protestón y disconforme con todo.
Goal: Un logro meritorio.
Blessed: Sentirse bendecido.






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