miércoles, 29 de mayo de 2019

Mala compañera



Supongo que no es la mejor de las compañeras, en alguna ocasión la sorprendo haciendo cosas extrañas a mi alrededor, cosas imposibles, siempre de forma velada y discreta a los ojos de los demás.

Nunca me mira a los ojos, e intenta esconderse detrás, agazapada, como si no quisiera descubrir su presencia. Otras veces la presiento a mi alrededor inquieta, como a punto de saltar y realizar alguna locura, algún movimiento inesperado.
De noche desaparece ineludiblemente, nunca me dice a donde va, y aunque jamás llegamos a hablar sobre el tema su actitud me hace sospechar que se trae entre manos negocios turbios y trapicheos inconfesables.

Solo dormimos juntos en verano y primavera cuando nos tumbamos bajo la copa de alguno de los árboles frondosos de los que crecen en los jardines por los que solemos pasear. Nunca en la cama, es como si un irreverente pudor la hiciera alejarse de mi presencia manteniéndose distante de mi cuerpo. Sin embargo de noche, si salimos a la calle a tomar unas copas, parece crecerse. Eso me preocupa, pues me supera, se hace demasiado tangible y pavorosa, no la reconozco en su actitud amenazante. Su lado oscuro se intensifica pareciendo querer dominarme.

Llevo unos meses sin salir de casa, es donde estoy más seguro, alejado de su presencia que me atemoriza. ¿Cómo he llegado al extremo de querer vivir sin ella? Antes era imprescindible, pero ahora me asusto cuando aparece junto a mí, de improviso, sin avisar. siguiendo, el ritmo de mis pasos sin despegarse, incluso imitando mis movimientos como en una burla de mimo callejero que se riera de mi. Temo que se rebele y me agreda por la espalda en un descuido.

Hace unos días sin poder resistir más, y ante la duda de saber si estaba perdiendo el control de mi mente, concerté una cita con un especialista para consultarle sobre mi aversión, no fuera a tratarse de un caso de incipiente locura, una obsesión compulsiva o paranoica.

Después de unas cuantas sesiones donde tuve la oportunidad de trasmitirle mis cuitas e incertidumbres, nos hemos sentado frente a frente y con paciencia infinita me ha desgranado su diagnóstico, tranquilizándome al respecto sobre mis temores, dándome algunos consejos y recomendaciones preventivas.

-–Convivir con ella se ha convertido es toda una prueba para usted,-–me dijo, todas son iguales por lo común, pero la suya es un poco más complicada, va un poco por libre; y esa incertidumbre de, a dónde irá por las noches, ha de quitársela de la cabeza por su propio bien. Déjela que vaya y venga a su antojo, libérese, céntrese en lo cotidiano de su propia existencia, intente ignorarla, como si no estuviera o fuera invisible.

Salí aquél día de la consulta un poco más reconfortado, pero me duró poco la tranquilidad, pues cuando salía a la calle desde el portal, apareció ella de inmediato y poniéndome la zancadilla, me hizo caer de bruces en la acera haciéndome sangrar por la nariz con el golpe. Juro por todos los dioses del Olimpo, que escuché su risa burlona.

Un transeúnte que me vio caer me ayudó a levantarme preguntándome si me encontraba bien.­­

-–Sí, disculpe he debido tropezar con el escalón.

Cuando se ha alejado el buen samaritano, la he mirado con odio infinito pintado en la cara y me he dicho a mi mismo:

––¡Está claro que tengo muy mala sombra!



Derechos de autor: Francisco Moroz

miércoles, 22 de mayo de 2019

Utopía reciclada





Un corazón de lana y acero comenzó a latir rítmicamente. Plástico, vidrio y cartón, como componentes principales.

Se había convertido, en la primera joven inventora revelación del panorama científico del momento. Había sido capaz de crear vida inteligente a partir de materiales reciclados.

Recibiría el premio nobel, daría conferencias en las universidades de mayor prestigio, y escribiría varios libros sobre su increíble descubrimiento.

Las horas que había robado al descanso a causa de los estudios y la experimentación habían dado sus frutos. Ahora, la felicitaban insistentemente unos desconocidos, dándole palmadas en la espalda que la despertaron, preocupados por su estado catatónico; apoyada como estaba en el contenedor de basura, con una bolsa amarilla fuertemente agarrada en la mano.

Derechos de autor: Francisco Moroz



jueves, 16 de mayo de 2019

A ciencia cierta




Esas alas de plástico servían para volar; ya lo demostró el personaje de la película “Toy Story”, al igual que los globos de colores de esa otra titulada “Up”. Y la alfombra de “Aladin” ni que decir tiene que cumplía el mismo propósito con excelentes resultados. 
Pero él no es tonto, y sabe que estas historias son para niños que se lo creen todo. 
No es tan ingenuo, sus creencias se basan en la ciencia y en los clásicos. 
Se reafirma en su convicción mientras se lanza desde la azotea con un armazón confeccionado con plumas pegadas con cera, como el tal Ícaro, pero siguiendo las indicaciones de los planos de Leonardo Da Vinci.

Derechos de autor:Francisco Moroz



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