martes, 8 de diciembre de 2020

Futuro imperfecto

 



Su preferido era el blanco, con botones nacarados en la espalda y remates color de perla con unas filigranas en los bordes de las mangas.

Al final no se casaron, no porque no quisieran, por la juventud quizá, que era muy loca y atrevida. Que parece que va a durar siempre y sin embargo pasa pronto. Y esos detalles parecen no tener importancia. Y él le quitó esa idea de la cabeza, un gasto innecesario le dijo. Y ella se dejó convencer, pues lo más importante lo tenían; el uno al otro más el amor que se profesaban.

 Se comían el mundo, se atrevían con cualquier cosa que se les pusiese delante. Todo reto era poco para ellos y juntos irían a donde hiciera falta; pero ir hacía un futuro imperfecto era perder esperanza de continuo. La poca que tenían se empeñaban en tumbarla las sucesivas crisis que no les dejaron levantar cabeza. Les hacía perder sus trabajos precarios cuando conseguían alguno, y sucesivamente se comían los pocos dineros que conseguían ahorrar.

Ambos estudiaron mientras les tocó hacerlo, tenían una formación muy decente para lo que se estilaba;  y a pesar de tanta reforma educativa que se cambiaba antes casi de ponerse en marcha. Por supuesto cada una peor que la otra. En esos tiempos en los que se premiaba la ley del mínimo esfuerzo y se veía mal todo lo que iba en contra de lo políticamente correcto. Mucho buenismo y poca meritocracia.

A pesar de su preparación no se les ofrecieron muchas posibilidades en un mercado laboral tan precario y saturado de becarios; que trabajaban prácticamente gratis para las grandes empresas. Víctimas de mentiras edulcoradas, que se presentaban como promesas tentadoras de formación y que quedaban rubricados en contratos basura. Y la vida mientras, se les escurría como agua, viviéndola como si no fuera la que les correspondiese por ley y por lógica aplastante.

Mientras, veían como personajes mediáticos desvergonzados se libraban de penas de cárcel merecidas y políticos sin vocación se subían los sueldos simplemente porque se les ocurría que así debía ser, por eso estaban al servicio de los contribuyentes y estos, se conoce, les daban mucho que hacer y naturalmente se consideraban merecedores de una compensación por tan tremendo esfuerzo.

Ellos dos sin embargo, como muchos, levantaban el país, madrugando todos los días y no precisamente para ver el amanecer, y mientras les duraba el empleo claro; y se deslomaban doce o catorce horas diarias en jornadas que no parecían llegar a su fin y que a sus jefes les parecían cortas e improductivas. Más solo tenían derecho al salario mínimo que se les quedaba en nada después de hacer frente a los pagos exigidos por una voraz hacienda.

Y se reían de todo aquello por lo que no merecía la pena sufrir, pues el humor no les faltaba, y aquello como todo era pasajero y soportable.  

No, al final no se casaron, porque no pudieron; pero vivían juntos en un pisito alquilado de un barrio periférico y se alimentaban de su amor cotidiano, de ese del que se nutren los que realmente saben amarse con todas las consecuencias y a pesar de todas las contrariedades. En ellos, casi se hacían literal los dichos de “contigo pan y cebolla” y “En la riqueza y la pobreza.” siempre con más de lo segundo por descontado.

No les hizo falta firmar ningún contrato para saber que se tendrían y se apoyarían en la salud y en la enfermedad y en todo lo demás hasta que la parca hiciera su trabajo. Lo suyo no era un amor de usar y tirar cuando finalizara la pasión o se perdieran por el camino la frescura de la piel y la juventud. Eran de la opinión de que con el uso y el roce todo se desgasta pero el verdadero amor se pule, abrillanta y suaviza.

Sus tesoros fueron pocos; pues no tuvieron hijos, y los objetos son solo eso, cosas inanimadas  que  satisfacen lo que dura el momento de conseguirlos, acumularlos y olvidarlos para que se llenen de polvo.

Su mayor fortuna fueron por tanto, los momentos compartidos en espacios abiertos y cerrados. Los instantes tristes y alegres, lo amargo y lo celebrado. Caricias, besos, abrazos y sonrisas incrementaban su caudal diario de fortuna personal; muchas lágrimas de impotencia también, porqué negarlo.

Como aquellas que  caían de sus ojos en este instante pensando en ella, que se fue hace unos meses. Siempre hay uno que se marcha antes, dejando al otro sumido en un vacío inexplicable que le van erosionando las ganas de vivir.

Al final no hubo boda, no se casaron. Primero porque eran muy  jóvenes, después, por todas las circunstancias que se les fueron acumulando. Y piensa en ella con desconsuelo y la recuerda con nostalgia. Se entristece, pues sabe que le hubiera gustado lucir ese vestido blanco con botones nacarados en la espalda y remates color de perla; estando él a su lado, orgulloso de su compañera.  Y aunque lo más importante lo tuvieron. Ese capricho como otros muchos, no se lo pudo dar.



Derechos de autor: Francisco Moroz



martes, 1 de diciembre de 2020

Conducta heredada

 


–Este no es nuestro estilo de familia, – refunfuñaba la abuela Pura cada vez que regresaba a nuestra casa; como a modo de reproche por nuestra forma de proceder y no ser como ella quisiera que fuésemos.

Tanta educación y cortesía no se dieron nunca entre nuestros antepasados; nos repetía machacona. Se ve que no ha cundido el ejemplo que os dieron vuestros padres. 

No tengo ánimo para soportar tanta corrección y honradez. Parecéis sacados de otro molde, con un guión diferente al mío. Creo que me moriré pronto de tristeza de ver como las enseñanzas que os dimos, cayeron en saco roto. Todo esfuerzo por inculcaros ciertos valores, desperdiciados.

Y murió, no sé si de tristeza o por que le tocaba dada su avanzada edad.

El caso es que ahora, pasados los años, recuerdo sus palabras tal cual, como si las estuviera escuchando en este mismo instante; las mismas que decía cuando estaba viva y venía a visitarnos cada vez que salía de la cárcel.


Derechos de autor: Francisco Moroz

miércoles, 25 de noviembre de 2020

Te doy mi palabra 5





Cairel:


1- Adorno en forma de fleco formado por hilos o cordones que quedan colgando en el borde de algunas telas o vestidos.

2-Mechón de cabello rizado.

 

Coloquíntida:


1-Planta de tallos rastreros y pelosos, hojas divididas en cinco lóbulos dentados, ásperas, vellosas y blanquecinas por el envés, flores amarillas y fruto parecido a la naranja.

2-Fruto de esta planta, de corteza lisa, con la forma, tamaño y color de una naranja, y de sabor muy amargo.

 

 Cornuto:


Que posee cuernos. Aunque es un término en desuso.

Uso actual, cornudo.


 Nadir:


 significa básicamente "punto bajo", sin embargo, una explicación más detallada puede aclarar el uso de este término en relación con el tratamiento de quimioterapia. El nadir afecta los recuentos de leucocitos (glóbulos blancos) y hematíes (glóbulos rojos), así como de plaquetas.

En astronomía se denomina nadir (del árabe نظير nathir, "opuesto") a la intersección entre la vertical del observador y la esfera celeste. Es decir: si imaginamos una recta que pasa por el centro de la Tierra y por nuestra ubicación en su superficie, el nadir se encuentra sobre esa recta, por debajo de nuestros pies. En sentido contrario se encuentra el cenit.

También se utiliza en términos solares como "el nadir del Soleado", que es la órbita más baja respecto al horizonte que sigue el Sol a las 12:00 en invierno.

En el contexto de los sensores remotos, el término nadir se refiere a la disposición de los instrumentos de observación orientados de manera perpendicular a la superficie terrestre. Esto también puede aplicarse a un astronauta que dirige su mirada u orienta su cámara fotográfica hacia abajo, como si tratase de orientarla hacia el centro de masa de la Tierra.

Por extensión, nadir también se usa para referirse al punto más bajo o al momento de mayor adversidad de un proceso.

 

Polacras:


Se llama polacra a una embarcación de cruz. tiene el casco semejante al jabeque con dos palos tiples, sin cofas ni crucetas y con el mismo velamen que los bergantines aunque con la ventaja sobre estos de que arriando las velas superiores quedan al socaire de las inferiores y se aferran con facilidad.


Texto


La niña de los caireles me tiene harto receloso;

que ando con el alma en pena

de solo pensar que ella me pueda engañar con otro.

Prefiero beber veneno que sentirme traicionado.

Más amarga es la traición que la áspera coloquíntida.

Más pesada es la tristeza que el anexo del cornuto.

Y duelen los golpes dados en el nadir de lo propio,

más que en la espalda del reo los azotes del vergajo.

Son veloces las envidias, son tenaces, son abrojos.

No hay polacra marinera tan rápida como el enojo.

Consiento ser galeote, prisionero y desterrado.

Antes que sufrir deshonra de la doncella que guardo.



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