sábado, 5 de marzo de 2022

Te doy mi palabra 8





 

Gordiano:


Cuenta la leyenda que en Gordio se encontraba el carro de Gordias. La lanza de este carro estaba atada con un nudo muy complicado, donde no se podía ver los cabos de la cuerda.

La expresión nudo gordiano procede de esta leyenda griega según la cual los habitantes de Frigia (región de Anatolia, en la actual Turquía) necesitaban elegir rey, por lo que consultaron al oráculo. Este respondió que el nuevo soberano sería quien entrase por la Puerta del Este, acompañado de un cuervo posado sobre su carro. El que cumplió las condiciones fue Gordias, un labrador que tenía por toda riqueza su carreta y sus bueyes. Cuando lo eligieron monarca, fundó la ciudad de Gordio y, en señal de agradecimiento, ofreció al templo de Zeus su carro, atando la lanza y el yugo con un nudo cuyos cabos se escondían en el interior, tan complicado que nadie podía desatarlo. Según se dijo entonces, aquel que lo consiguiese conquistaría el Oriente.

Cuando Alejandro Magno (356-323 a. C.) se dirigía a conquistar el Imperio persa, en el 333 a. C., tras cruzar el Helesponto, conquistó Frigia, donde le enfrentaron al reto de desatar el nudo. Solucionó el problema cortándolo con su espada, diciendo (según la narración de Curcio Rufo): «Es lo mismo cortarlo que desatarlo». Esa noche hubo una tormenta de rayos que simbolizó, según Alejandro, que Zeus estaba de acuerdo con la solución.

 

Arrebol:


1-Color rojizo que toman las nubes al atardecer, por efecto del sol.

2-Color, también rojizo, en otros objetos, pero sobre todo en el rostro de una mujer.

3-Producto cosmético con el que las mujeres dan a sus mejillas un tinte sonrosado o rojizo


Pleonasmo:


Figura retórica de construcción que consiste en añadir enfáticamente a una frase más palabras de las necesarias para su comprensión con el fin de embellecer o añadir expresividad a lo que se dice.


Facundia:


Abundancia y facilidad de palabra.


Ende:


Palabra que se utiliza en la locución adverbial por ende, que indica que una cosa que se dice es consecuencia de otra dicha anteriormente.





Texto:


Esta mujer, me  deja en el estómago una sensación de nudo gordiano cada vez que mantenemos una conversación. Nada tiene que ver con esa otra de mariposas aleteando; que sienten los arrebolados enamorados cuando se miran a los ojos.

Esto es más bien, un pleonasmo de retórica construcción de emociones superpuestas y concatenadas, donde el amor es el amor y el odio es el odio. En un continuo sube y baja de afección mareante de montaña rusa.

Ella despliega sus artes seductoras para conmigo; entre las que destaca una facundia verborreica sin parangón. Yo por ende, la correspondo con un “sí” o un “no” rotundos, contundentes. Según corresponda; siempre que me sea posible meter baza durante la plática, aprovechando alguna de sus pausas para tomar aliento. No vaya a pensar que soy un flojo sin opinión ni ideas propias. O como se dice coloquialmente: un calzonazos.


Derechos de autor: Francisco Moroz







lunes, 28 de febrero de 2022

Tuviste una oportunidad

 



Mientras caminaba por el andén vi unos ojos negros a través de un cristal.

El vagón detuvo su marcha mientras mi corazón se aceleraba. Me había enamorado irremediablemente.

Se abrieron las puertas y entré con precipitación buscando a la dueña de esa mirada subyugante. Tenía que conseguir hacerla mi compañera de viaje de por vida.

Sonó un silbido. El convoy emprendió la marcha. Yo me quedé inmovilizado, al verla como una ráfaga sonreír al otro lado; caminando por el andén. Había vuelto a perder la ocasión de ser feliz. Rodeado de gente, pero sin ella.

Y es que hay trenes que solo pasan una vez.


Derechos de autor: Francisco Moroz






domingo, 20 de febrero de 2022

Estómagos agradecidos

 



Tengo que cocinar un poco peor o lo arruinaré todo; le dije compungido y con voz lastimera al director de la prisión.

Este me observó con una mirada a modo de interrogante; pues él consideraba que tenía sus beneficios, eso de ser cocinero en el centro penitenciario.

Claro que no podía ni imaginar el suplicio que suponía el esquivar todos los días a los reclusos que se me acercaban para hacerme proposiciones deshonestas.

No es en vano lo que una vez me dijo mi abuela: “A los hombres se les conquista por el estómago.”


Derechos de autor: Francisco Moroz



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