viernes, 23 de septiembre de 2022

Plan de huída

 



Los siguientes serían los niños más pequeños. Los sacarían por la puerta de atrás sin que los celadores se dieran cuenta de su ausencia. 

El grupo de voluntarios que me seguían estaban convencidos al igual que un servidor, de que aquel lugar era muy deprimente para los chiquillos y que la tristeza era la dueña de todo el recinto.

No sonreían a menudo. Solo se alegraban un poquito cuando nos veían llegar haciendo tontadas vestidos de médicos payaso.

Estaba decidido; hoy los sacarían al jardín para que les diera el sol en sus cabecitas peladas, y pudieran durante un rato, jugar todos juntos.

Les darían el margen suficiente para que se liberaran de sus miedos. Luego volverían a entrar.


Derechos de autor: Francisco Moroz

martes, 13 de septiembre de 2022

El uso de la razón

 





–He leído una frase de Paulo Coelho que me hizo recapacitar sobre la verdad.

– ¿Qué dice?

–Que “Cuando un político promete acabar con la pobreza, se refiere a la suya” Y mi duda es ¿Dice verdad o miente como un canalla?

–Ramón de Campoamor enunció que “nada es verdad o mentira, que todo es según el cristal con que se mira”.

–Pero la “verdad nos hace libres” que predicó Jesucristo; y eso es ley.

– ¿Y, cómo sabes que fue Jesucristo el que lo dijo? Puede que sea una “Fake News” de los antiguos. Mira, a mi entender Buda estuvo acertado con la frase: “Hay tres cosas que no se pueden esconder por mucho tiempo; el sol la luna y la verdad”.

–Pero eso lo dijo Confucio y no Buda; que lo leí por Internet.

– ¿Y eso es garantía de que sea cierto? Cuando actualmente “Es más fácil engañar a la gente que convencerlos que han sido engañados”

–Eso suena a frase hecha.

–Sí, de Mark Twain. Soy mucho de Mark Twain.

–A lo mejor los políticos mienten porque “Nadie es más odiado que el que dice la verdad” Esta es de Aristóteles.

–Más bien de Platón.

–Y tú eres el listo que todo lo sabe ¿No? Siempre tienes la razón. No eres Socrático. De los de: “Yo solo sé que no sé nada”.

–Te dije que soy Mark Twainiano.

– ¿Por qué, si se puede saber?

–Porque “Nunca discuto con estúpidos, pues te arrastran a su nivel y te ganan por experiencia”.





Es obvio que me excedí con las reglas del juego y no utilicé una sola frase. !En fin! espero sepan disculparme por mi intensidad.

Derechos de autor: Francisco Moroz





jueves, 16 de junio de 2022

La culpa es de Poe





Es oscura la noche en la que se acerca a la iglesia; como todas las que recuerda desde que era niño.

Cree estar poseído por una maldad congénita que le domina cada cierto tiempo. Guiado por un ser infernal que le dicta actos abominables, que él, ejecuta con fría naturalidad.

Una pesadilla diaria y recurrente cada vez que se duerme. Por ello, torturado por los sueños que le aterrorizan, no lo hace desde hace meses y su cabeza debilitada por la falta de descanso se deshace en jirones rayanos en una locura que le hace confundir los espejismos con la realidad.

 Cuando su rostro se refleja, descubre el ser aberrante en el que se ha convertido. La gente le rehuye instintivamente, como presintiendo el peligro latente que subyace en su persona. Sus ojos trasmiten, la desesperación del eterno condenado a las ardientes llamas del averno.

 Y sin embargo busca la salvación de su alma. Quiere el consuelo que requiere todo ser. Necesita reposar de tanta infamia.

Más, desde el momento en que una chispa de lucidez se aloja en su cabeza, y su ánima baja la guardia después de una jornada de tensión, vuelve el sueño y con este, el enviado de Belcebú; un ser siniestro y negro.


&


–Padre, necesito que me escuche en confesión. Llevo veinticinco años apartado de la iglesia. Me negué a regresar a ella a los ocho. Me alejé de Dios faltando al primero y segundo de los mandamientos de su ley. Soy un mal creyente; pero es la última esperanza que me queda para liberarme de mis terrores nocturnos y por eso recurro a usted.

 

–Tú dirás hijo, aquí estoy para aliviar tu peso y ayudarte.

 

–Necesito el perdón para hallar descanso y redención.

 

–Pues confía en el que siempre escucha, comprende y perdona. Dime qué es lo que te angustia hijo mío.

 

–Fui engendrado en el mal, padre, y estoy purgando por ello desde que tengo uso de razón.

 

–De niños, todos cometimos alguna travesura; no te sientas culpable por ello.

 

–Yo maltrataba animales, los torturaba, los mataba con saña.

 

– ¿Qué es lo que te instigaba a hacerlo?

 

–Fue desde el momento en que un perro me mordió, se me empezó a aparecer un ser negro, dictándome todo aquello que debía hacer. Lo sigue haciendo padre, para mi desesperación.


– ¿Un demonio?

 

-No padre, un gato. El mismo al que le saqué un ojo con una cuchara, el mismo al que decapité con el hacha que encontré en la leñera. 

Desde el primer momento se pronunció como mi instructor.

El que me sugirió contravenir el tercero de los mandamientos.

 

– ¿Acaso no amas a tus padres?

 

– Respóndame ¿A unos individuos que maltratan y agreden a una criatura indefensa, los podría amar usted?

 

–Pues…

 

–En cuanto pude defenderme los eliminé mientras descansaban de sus iniquidades. Con ello, directamente taché de mi lista el cuarto y el quinto mandamiento y todos los demás por añadidura. Soy campo abonado con el estiércol del demonio desde entonces; aunque hubo momentos en los que pensé que el otro ser alado que se me aparecía en los sueños podría salvarme algún día.

 

– ¿Un ángel luminoso, quizá?

 

–Más bien uno negro, como el gato. Se trata de un cuervo, que después de cada crimen monstruoso me dice: “Nunca más”. Me hacía recobrar la cordura suficiente para ocultar las pruebas, los cadáveres. Esconderme una temporada, e intentar escabullirme de la justicia.

Es el quinto mandamiento en el que más reincido. Y estoy cansado de tanta sangre y violencia.

 

– ¿Y por qué no te arrepientes, te entregas y redimes tu culpa? La prisión y la falta de libertad son duras, pero imagino que no tanto como el calvario por el que estás pasando y haces pasar al prójimo.

 

–Si padre, eso pensé hacer antes de que apareciera el gato de nuevo y me recordara que debo resolver un asunto que nunca conseguí olvidar.

 

–Sé que me horrorizará conocer el motivo, pero adelante querido hijo, desahógate y ábreme tu corazón.

 

–Consigo oír las palpitaciones aceleradas del suyo padre ¿A caso está asustado? A lo mejor le he recordado la maldad que se esconde tras cada ser humano? ¿La de esos individuos, que deberían ser ejemplo de honestidad, pero que anteponen sus deseos, parapetándose bajo un manto de dignidad, refugiándose en el estatus social que parece elevarles por encima de la justicia? Esa justicia a la que según usted debo entregarme.

¿O le trae a la mente a esos otros que roban, desfalcan, engañan, trafican, explotan y especulan; aprovechándose de la bondad de las personas decentes?¿O Aquellos que pisotean la inocencia confiada de los niños y los abusan, por ejemplo? A esos ¿Quién los juzgará? ¿Dios?

 

–Hijo, me estás haciendo temblar de miedo con lo que dices.

 

–No padre, no tiemble por lo que escucha de mis labios impuros, más bien tiemble cuando piense en el inminente castigo por incumplir el noveno de los mandamientos.

 

– ¿A qué te refieres? Creo que deberíamos terminar con esta sinrazón.

 

–Sí, cierto. Tengo fe en que esta será la última prueba; después me será indiferente todo lo que me ocurra. Quiero descansar lo que me reste de vida. Quiero que el negro cuervo se me aparezca de nuevo y que sus palabras sean proféticas y definitivas. “Nunca más”.

¿Ya me recuerda padre?...ese monaguillo de ocho años que le ayudaba en misa.

 

El corazón del sacerdote lo delata cesando sus latidos.



Derechos de autor: Francisco Moroz


Para este reto utilicé tres referentes de las obras de Poe; y de ahí el título que inspiró el relato.
El cuervo.
El gato negro.
El corazón delator. 




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