miércoles, 4 de junio de 2025

La paz y la soledad

 

 


 

 Sentía a la soledad y la paz. Las degustaba con fruición a ambas, se deleitaba con ellas de manera mayúscula.

   Era una mezcla sensorial muy gratificante que nunca había experimentado hasta ahora.

Algunas veces se encontraba con la soledad y otras con la paz, o viceversa. Pero nunca las dos al mismo tiempo, jamás habían coincidido. Y no sería porque no lo intentara una y otra vez concentrándose por conseguir que ambas coincidieran.

   Pero hoy, los planetas parecieron alinearse para que ocurriera lo inimaginable.

   Aquello que perseguía en sus sueños más locos y sus deseos más ocultos, se materializó en dos mensajes inesperados y consecutivos de whatsapp de los que resultó, sin meditarlo excesivamente, un buen plan.

  Ahora se recrea en cuerpo y espíritu. Con las auras excitadas bien luminosas, y los chacras recolocados en diferentes posiciones tántricas del Kama Sutra.

 Está gozando sensaciones compartidas sin ningún tipo de perjuicio, mientras realiza un trío con las dos amigas.

 



Derechos de autor: Francisco Moroz



jueves, 15 de mayo de 2025

Previsión

 


 

  Le inutilizaría los frenos del coche sabiendo con certeza que ella lo necesitaría al día siguiente para ir a trabajar. Le tendría preparada una cena apetitosa con el añadido de una buena dosis de matarratas, con la seguridad de que esa noche regresaría con mucha hambre.

  También le prepararía el baño con sales y espuma abundante, para que no detectara el cable pelado sumergido en el agua, que enchufaría a la red una vez que ella se introdujera en la bañera.

  Cada suceso ocurriría en el momento adecuado y en ese orden, solo, si se diera la circunstancia de que alguno de los anteriores fallara.

  Todo lo tenía bien planificado para que llegado el momento no hubiera sorpresas de última hora. 

  Tan solo le faltaba encontrar a la mujer apropiada para contraer matrimonio, y esperar pacientemente a que ella le pidiera el divorcio, algo que él, hombre previsor y bastante tradicional, no estaba dispuesto a concederle.




Derechos de autor: Francisco Moroz


domingo, 4 de mayo de 2025

Un día más de una madre

 




Se levanta a duras penas de la cama y se dirige al cuarto de baño pasito a paso con el andador.  Se lava la cara como puede. Con mano temblorosa coge un peine al que le falta alguna púa y peina sus cabellos blancos. Y coqueta ella, se echa un poquito de colonia en el cuello.

  Se mira en el espejo y se pregunta cuantos años acumula en su cuerpo cada vez más consumido y doblado por el tiempo. Cuantos los años que ha ido sumando sin ser consciente de su paso. Pues la vida se le ha convertido en rutina, en una repetición de momentos todos ellos iguales y corrientes.

  Cuando no queda mucha vida por delante, los recuerdos pasados son los únicos que se empeñan en volver una y otra vez. Todos ellos los atesora en su cabeza con nitidez, los rememora con la frescura de antaño, de cuando acontecieron. Por ejemplo, el que nunca fuera a la escuela y aprendiera a leer y a escribir a duras penas. Que el trabajo en el campo era muy sacrificado, que pasó hambre. Que conoció al que fue su único amor, al que le entregó todo lo suyo para intentar ser felices los dos. También recuerda que tuvo un hijo al que quiere más que a sí misma. Una guerra que lo puso todo patas arriba originando mucho sufrimiento.

   Pero ese hijo al que nombra todos los días en sus oraciones parece se olvidó de ella. Hace mucho que no lo ve. Tanto, que los rasgos de su cara se le desdibujaron como en una nebulosa.

   Ayer, la muchacha que le cuida, le recordó que hoy se celebra el día de las madres, y por eso ayer ella se acostó prontito, para madrugar y arreglarse para estar presentable. Pues por ser fecha señalada seguro vendría a verla por fin, trayendo un ramo de flores o simplemente el calor de su abrazo o esos besos de los que necesita tanto.

  Se sienta en la butaca y mira por enésima vez la puerta de entrada, y aunque está medio sorda, pone atención por si escucha el timbre, las llaves, o los pasos de ese hijo añorado cuya presencia hecha tanto de menos. Se preocupa por él como madre que es. Quisiera tenerlo a su lado para protegerlo, para arroparlo, para cantarle una canción y velar su sueño como cuando era niño.

  La pobre mujer olvida cada vez más cosas, y entre tantas, el que su hijo muriera en esa guerra que recuerda con lucidez meridiana, lo puso todo patas arriba.



Derechos de autor: Francisco Moroz


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