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El poema que él nunca terminó, era uno que empezó a escribir para dedicárselo a ella después de tres años de matrimonio que titulaba ‹‹Siempre fiel››
Versos
sencillos donde expresaba su amor, su agradecimiento por haberle hecho mejor
persona. Donde confesaba sus debilidades de hombre y la lucha interna mantenida
a diario contra la rutina, el hastío y la inconstancia.
Con rima redondela describía su amor y su deseo, la necesidad de tenerla
como compañera del alma hasta que la muerte los separase.
Fue una composición inacabada que
la esposa encontró a los dos meses de perderle de manera inesperada y para
siempre.
Lo halló en la mesa de su escritorio, entre facturas de banco,
propaganda del supermercado del barrio, y una carta apasionada con unos labios
estampados en el papel que desprendía un ligero aroma a frambuesa, firmada por
una tal Desiré.


Mejor hubiera sido no encontrar esa carta, pues ojos que no ven...
ResponderEliminarUn abrazo.
Efectivamente, el hecho de encontrarla ha debido suponer un golpe que termina de rematar una naciente ilusión. Así somos los humanos de impredecibles.
EliminarUn abrazo.
Vaya, sí que guardaba sorpresas el escritorio del buen hombre. ¿Quedaría el poema dedicado a su mujer inacabado al surgir en su vida Desirée? Qué intriga. Muy bueno el relato.
ResponderEliminarUn beso.
Las relaciones humanas siguen teniendo muchos dobles sentidos y cantidad de curvas peligrosas sin señalizar. Es fácil perderse en el camino, o vivir engañados de por vida, si el que engaña es un tramposo inteligente. La desaparición repentina del marido ha descubierto el pastel.
EliminarUn beso agradecido.
La criatura astada siempre es la última en enterarse de que lo es.
ResponderEliminarSe podría decir que los cuernos no dejan ver el horizonte.
EliminarAbrazo.
Quiero creer que el fallecido era un buen hombre 'siempre fiel' que en su mente de poeta llamaba a su esposa "Desiré". Pour quoi pas? (ja, ja...)
ResponderEliminarBuen micro, Javier
Podríamos imaginar eso y muchas más cosas si fuésemos personas bien pensantes. Lo de llamarla Desiré podría colar ¿Pero los labios y el perfume? ¡Ay amigo! En esta vida nada es tan fácil cuando queremos complicárnosla.
EliminarMi abrazo.
Me imagino a la esposa leyendo entre lágrimas el poema inacabado para después recibir un zarpazo al encontrar la de Desiree.
ResponderEliminarAbrazos.
Primero serían lágrimas de dolor, las siguientes de rabia y despecho ¡Vamos! Que si el marido no llega a esfumarse, lo hace desaparecer ella misma.
EliminarUn fuerte abrazo.
Uf, íbamos tan bien jaja Qué golpe bajo. Pero bien por Desiré, digo yo. Va un abrazo, Francisco.
ResponderEliminarSiempre hay un perjudicado en la relación a tres bandas, presiento.
ResponderEliminarMi abrazo, Julio.