sábado, 8 de noviembre de 2025

Doce de octubre

 




A la caída del sol y en esa playa en concreto, los dos compañeros se tumbaban en la arena. Semidesnudos, libres. Contemplaban el cielo según este se oscurecía y se convertía en un campo cuajado de puntos luminosos. Se entretenían en darles formas de animales de guerreros o seres inauditos.

Significaba para ellos un mundo paralelo, inalcanzable y desconocido, pero sobre todo lleno de misterios. Cada noche era una nueva aventura en la que poder recrear su imaginación.

Estrellas que aparecían o desaparecían según la estación, posiciones diferentes de algún conjunto de ellas. Las que brillaban palpitando como corazones. Algunas dejaban estelas de fuego o humo en su caída libre hacia el horizonte.

A ambos les fascinaba ese tapiz nocturno sobre sus cabezas, paralelo a ese otro que tanto les atemorizaba y se desplegaba hasta el infinito, allá, al frente. Desbordante de agua salada y previsiblemente de monstruosas criaturas acechantes del que se atreviera a navegarlo.

En la aldea les avisaron que no se tomaran a broma lo que observaban en la bóveda celeste, pues las deidades hablaban a través de los astros. Hacía poco apareció la que nombraron la ‹‹estrella de la mañana››  se pudo ver en pleno día. Otro suceso oscureció el cielo inesperadamente durante un gran intervalo de tiempo. Presagios, de que alguna calamidad podía acaecer de forma inminente.

Una mañana de octubre, divisaron tres enormes naves meciéndose en el agua. El pueblo de los Taínos estaba a punto de contactar con nuevos dioses.



Derechos de autor: Francisco Moroz






sábado, 1 de noviembre de 2025

Había una vez

 



  Poniéndose delante de todos los que allí había, un tipo vestido elegantemente de negro, pidió silencio a través del micrófono.

  Entre la masa enfervorecida convocada para aquella ocasión, se encontraban individuos de tendencias radicales, que parecían estar aleccionados por los poderes fácticos con la finalidad de boicotear el acto, reventándolo desde dentro con un alboroto que rayaba en histeria.

  Se fue mitigando gradualmente el ruido ensordecedor de los gritos de la multitud.

  Los más sensatos de los allí reunidos, pensaron, que en momentos de caos y desorden como aquél, una palabra adecuada podía calmar los ánimos, podía abortar un conato de violencia reprimida que una vez estallara se haría incontrolable. Por eso ayudaban a acallar las voces con “Shhhhhh” repetitivos y constantes, con el fin de escuchar esa primera frase que saldría de la boca de ese valiente que se atrevía a enfrentarse a tanto apasionamiento. 

  Resultó, que el del micrófono solo introducía a esos otros que venían tras de él.

  Los allí convocados guardaron un silencio casi reverencial en el momento en que vieron salir al foro improvisado a un personaje en el que hicieron diana todos los ojos, que era a la vez, centro de todos los focos del pabellón.

  Un hombrecillo menudo vestido de fantoche, salía, acompañado por otros dos que parecían escoltarle a modo de guardaespaldas desmadejados. Tres personajes que parecían sacados de un circo y que no infundían a simple vista ningún respeto. Más bien incitaban a la burla y la risa.

  Sin embargo, en el momento en que el hombre vestido con camisola roja, cubierto a su vez con un ridículo bombín, hizo la pregunta clave, todos los que allí estábamos presentes nos hermanamos en un sentimiento común, dando la misma respuesta a ese líder carismático con nuestros aflautados chillidos.

  Preguntó:

– ¿Cómo están ustedessss?

  Respondimos:

– ¡Biennnnnn!

  Y así, tres veces consecutivas hasta que empezó la diversión.

  Eran buenos tiempos en los que los “Baby Boomers” campábamos por nuestros respetos y disfrutábamos de los payasos de la tele.



Derechos de autor: Francisco Moroz

miércoles, 1 de octubre de 2025

Conversación temporal


   La escena se desarrolla entre cuatro personajes dentro de un ascensor de un edificio de informativos de una cadena de televisión de renombre.

 

Redactor  – Hoy parece que el día va a acompañar

Periodista   ¿A quién, a usted o también al resto de la plantilla?

Redactor  – Hombre, me refería al tiempo que va a hacer. Un mero formalismo para empezar a romper el hielo.

Periodista —Para romper el hielo están los rompehielos. Se tendría que tratar sobre materias más trascendentales, no solo de borrascas y anticiclones, y menos sin conocimiento, tan solo soltando de sopetón esa frase tan manida: ‹‹Parece que no va a llover››

Redactor  –¡Hombre! No nos vamos a poner a debatir  sobre el Euribor y su cotización en bolsa. O de la desidia de un gobierno corrupto o de la última víctima de violencia del género. De las guerras abiertas en distintas partes del mundo, de la explotación infantil, la trata de seres humanos o el tráfico de armas ¿No le parece?

Corresponsal – Cierto, bastantes desgracias cubro a diario como para hablar dentro de un elevador sobre esos temas. Además, tan corto periodo de tiempo no da lugar a profundizar en cada uno de ellos como sería necesario.

Periodista – ¡Joder con el tiempo! Para eso estamos ¿No? Para tomarnos la información en serio.

Corresponsal – ¡Naturalmente! Pero en el entorno laboral.

Periodista – ¡Ah! ¡En el personal no! Ahí nos da lo mismo todo ¿A eso se refiere?

Redactor – Creo que estamos sacando las cosas de su contexto.

Periodista – ¡Claro! Cuando una conversación toca temas delicados parecemos querer evitarlos con frases hechas, chascarrillos y chistes malos. Y naturalmente hablando del maldito tiempo que va a hacer.

Corresponsal – No me refiero a eso y bien lo sabe. Quiero decir, que cuando te encuentras con alguien en un lugar como puede ser este ascensor, no te pones a debatir sobre asuntos tan relevantes.

Redactor – Tampoco sobre filosofía, termodinámica o conocimiento del medio natural desde el prisma de la experimentación y el razonamiento, o cosas de esa enjundia.

Periodista – Creo que me están tomando el pelo desde el principio y no voy a seguirles el juego. ¡Además! Me bajo en esta planta ¡Adiós! Que tengan un buen día.

El periodista se baja y se cierran las puertas del ascensor que sigue subiendo

Redactor – ¿Pues qué mosca le ha picado a este tipo? Sí que se ha puesto quisquilloso. Yo solo quería ser cortés, pues es la primera vez que me encuentro con él y hemos empezado turbios.

Corresponsal – Tampoco le conozco de nada. Pero el tipo parece que no hubiera dormido bien, o tuviera problemas familiares.

Redactor – O vete tú a saber si sus nubes tormentosas no se deban a que la declaración de la renta le haya salido a pagar.

El cuarto individuo que ha compartido el habitáculo con los otros tres, y ha permanecido en silencio durante el trayecto de subida, abre la boca por primera vez para decir:

Editor – No se trata de eso compañeros, es algo mucho más peregrino y prosaico.

Corresponsal – ¿Tú lo conoces?

Editor –Naturalmente, se trata del nuevo hombre del tiempo que ha contratado la cadena de televisión.

 

Derechos de autor: Francisco Moroz


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