sábado, 22 de mayo de 2021

¿ Cibo qué?

  



Cinco y media, suena el despertador. Me levanto soñoliento. Arrastro los pies hasta el cuarto de baño. Me lavo la cara y me despejo solo a medias.

Entro en la cocina y abro la nevera. De repente se enciende una luz que me ciega y deslumbra.

Empiezan a entrarme sudores fríos, un leve mareo, arcadas. La tensión se me dispara, el corazón se acelera al igual que mi respiración. Los músculos de todo mi cuerpo se tensan. Tan solo consigo centrar mi mirada en el tetrabrik de leche mientras oigo una voz que dice mi nombre desde el fondo del electrodoméstico.

–Buenos días Gonzalo, campeón ¿Qué tal has empezado la jornada?

Perplejo y anonadado respondo con palabras confusas causadas por la sorpresa.

–Bien... bien ¿Pero quién eres?

–Una aparición mariana; como las de Fátima y Garabandal pero actualizada; para acompañar a los tiempos que corren. ¡Vaya! una aparición 2.0 que es como llamáis a las versiones mejoradas.

– ¿Y qué quieres de mi?

–Nada especial, charlar un rato con alguien; que hace una eternidad que no me aparezco a ningún pastorcillo y me aburro soberanamente.

De repente otra voz a mis espaldas me interpela.

–Pero Gonzalo ¿Qué haces con la nevera abierta, temblando como un flan y contemplando anhelado el envase de la leche?

Es María, mi esposa. Respondo:

–Viendo el periodo de caducidad querida, sabes que mi cibofobia me atormenta.

– ¡Ah, pues vale!

Cuando se aleja oigo la otra vocecita que me dice:

– ¡Pssst! ¡Aquí! Detrás del limón pocho.


Derechos de autor: Francisco Moroz



Cibofobia: miedo a los alimentos
  • Muestran una obsesión irracional por los alimentos, lo que les lleva a leer compulsivamente las etiquetas para conocer las fechas de caducidad, los ingredientes, etc.
  • Rechazan tomar algunos alimentos por el temor a que estos sean dañinos para su salud. Se trata de una idea fija que les impide tomar alimentos perecederos o que no están excesivamente cocinados por miedo a que contengan sustancias tóxicas o que puedan causar alguna enfermedad. Tal es así que suprimirán de su dieta productos de origen animal como el pescado, debido a la contaminación, o salsas como la mayonesa.
  • Rehúyen comer platos preparados por otras personas. El rechazo a comer determinados alimentos hace que solo confíen en aquellos platos elaborados por ellos mismos. De ahí que no coman en sitios públicos o no tomen nada que haya cocinado otra persona, aunque sea un familiar cercano.
  • Evitan consumir alimentos preparados anteriormente. El temor que tienen a intoxicarse o a consumir algo en mal estado les lleva a desperdiciar comida que habían preservado previamente, a pesar de que solo lleve un día en el frigorífico.


jueves, 13 de mayo de 2021

Padre coraje





Se acercó a la cama en la que estaba postrado el paciente, sedado con calmantes y totalmente entubado.
Lo observó con calma, pensando cómo iba a actuar ante él, lo que le iba a decir; pues sabía que sería la primera y última vez que lo vería. Difícilmente aguantaba las lágrimas que amenazaban con desbordar sus ojos cuando recordaba escenas entrañables, momentos disfrutados en compañía de su hijo.

 Cuando recibió la noticia de madrugada se sobresaltó de tal manera que no acertaba a controlar sus manos temblorosas que le impedían vestirse para salir corriendo a su encuentro.

Desolado, arrasado por la tragedia, no lograba articular ninguna palabra, ni tan siquiera para reconocer ante el forense, que el que yacía en esa plancha metálica y fría era su primogénito, el único que había tenido, por el que tanto había apostado, y con el cuál tanta vida compartida había imaginado.

Se acercó a la cama de hospital para verle mejor la cara, un rostro abotagado por la hinchazón de los golpes, unos golpes insuficientes para lo que se merecía.

Se dirigió a él casi con dulzura, con miedo a que despertara y se asustara de su presencia. Le habló como padre postrado ante el dolor, por una pérdida de alguien insustituible. Le recriminó  los años que le había arrebatado a causa de su mal proceder. 

Le retiró la mascarilla de oxígeno como si presintiera le fuese a contestar a todos sus porqués, pero el convaleciente no reaccionó. Entonces con un gesto casi paternal, le colocó la almohada sobre la boca apretando con rabia incontenible.

Ya no recuperaría a su querido hijo, pero el descerebrado que conducía en dirección contraria saturado de alcohol y drogas; el que impactó de frente con su coche, tampoco vería otro amanecer.

La venganza no solucionaba nada pero aliviaba algo el peso de tanto dolor

Derechos de autor: Francisco Moroz

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