Hoy
le toca a París llorar.
Poner
sus banderas a media asta,
vestir
con crespones negros sus balcones,
derramar flores en sus calles y sus plazas.
Han
perdido parte de la luz
con
la que suele brillar su ciudad,
pues
sus hijos murieron de forma estéril,
a manos de la locura y de los fanatismos.
Hoy
París sufre por la ausencia de sus hermanos muertos,
el
color rojo de la tricolor será de sangre,
la tristeza del luto, la sal de sus lágrimas
cubrirán los semblantes de sus hijos.
Hoy
le toca a Paris gemir,
y recordar sus ideales que les une a todos en abrazo,
los
que dan cordura y sentido al despropósito,
de esos que creen que matando triunfará su causa.
No
será así mientras perdure la fraternidad,
La
de los hermanos que permanecen juntos.
La
libertad amada y sentida como si fuera una madre,
y la igualdad que nos une contra los intolerantes.
Esos
violentos cobardes que ejecutan con saña homicida,
no
conseguirán más que gastar sus consignas.
Enloquecer
en el vacío de sus propios terrores,
al recorrer un camino que no conduce al futuro.
Serán oscuros y malignos,
impotentes seres, incapaces de sembrar nada
destructores no más, de lo creado,
insensibles sicarios y verdugos.
Hoy París no será la ciudad enamorada,
hoy
vestirá de gris y gritará de rabia.
pero
no se rendirá y luchará con velas y con rosas,
con canciones dedicadas a los caídos.
Se aclararán las nubes que enturbian el cielo,
será
nuestro deber no olvidarnos nunca de este día.
Tener de referencia y de enseñanza,
el que la fuerza común es nuestra mejor arma.
Contra
aquellos que quieran golpear a los hombres,
contra los miserables que como único argumento
enarbolen
venganzas desmedidas.
No más que son
tiranos y necios, ignorantes y déspotas suicidas.
Hoy
el mundo es París, desnudo y palpitante,
es
la débil carne de nuestros cuerpos heridos de metralla.
Pero
así mismo será la causa que nos haga pensar y levantarnos,
la
que nos mantendrá inamovibles ante la amenaza.
Hoy
Paris resurgirá de su aflicción
Como
otras veces lo hizo pagando con dolor el precio.
Y
volverá a ser ciudad luminosa y enamorada de la paz,
donde
la esperanza lucirá como faro y guía.
De esta batalla saldremos victoriosos,
con valores humanos reforzados de heroísmo.
No hacen falta arengas, ni proclamas, ni sofismas.
Para unir a este pueblo del que somos todos.
Hoy le toca a París
ser espejo y ejemplo
donde se reflejen otros.
incluidos nosotros.
Derechos de autor: Francisco Moroz
No olvidéis que hoy ha tocado en París como ocurrió en España y en Londres en su momento; pero ocurre de continuo en Turquía en Siria, en Egipto, en Iraq y Afganistán en África y en países de Latino América, en Estados Unidos o Tokio.
No caigamos en sensacionalismos ni seamos menos sensibles cuando ocurren estos atentados en países lejanos.
Los miserables son los mismos, y los seres humanos vestimos la misma piel aún con diferente color, y todos somos seres que intentamos vivir en paz, en libertad , luchando por nuestra dignidad y felicidad personal y la de nuestras familias.
Con lo cual este poema se refiere no solo a las víctimas de ahora, sino las que sufren la violencia injustificada de esos que han perdido el Norte y sólo tienen armas y violencia como argumento.