domingo, 26 de abril de 2020

Marco Polo





La tensión se podía apreciar en sus miradas afiladas, ambos permanecían enfrentados en una actitud defensiva que no les permitía avanzar ni escapar de la situación. Su entorno parecía estar congelado en el instante.

    Marco. – ¡Hijo de Satán! te conmino a que abandones todo empeño de posesión en el cuerpo de esta inocente criatura. Te lo exijo en el nombre de dios todo poderoso.

    Polo. –Hazme el favor de retirar el crucifijo de delante de mi nariz hombre, me da alergia la pátina dorada. ¡Aaaatchuuus! ¡Mecaguen! ¿No lo ves? ¡Que me lo apartes te digo! Me estás poniendo de los nervios ¡mira! se me erizan hasta los pelos del cogote.

    Marco.-Pero es que no puedo, estás poseso del todo.

    Polo. – se dice poseído y no poseso, tonto del nabo.

    Marco. – “Pos eso” digo. Te conmino una vez más a que abandones…

    Polo.- ¡Venga carajo! Déjalo ya joder! estás obsesionado con el tema. ¿No ves que estoy a punto de saltar y se puede producir una desgracia? Sigo siendo el mismo de siempre. Encantador y receptivo. ¿No te quieres dar cuenta?

    Marco. –Pues ayer mismo me visioné por decimoctava vez la película del exorcista y tienes toda la pinta de estar poseído por el demonio. No sé si por un súcubo o un íncubo, pero demonio al fin y al cabo.

    Polo.- Vamos a ver campeón, el único tipo de cubo que conozco es el de la basura ¿Te basas en una película y sus tópicos, para confirmar que estoy poseído por un espíritu inmundo? Mira ¿Consideras que cuando tu mujer se pone histérica y te vocifera y está que se sube por las paredes, echando humo por las orejas y espumarajos por la boca, está poseída por Lucifer?

    Marco.- ¡Hombre claro que no! Eso es que tiene una de sus crisis nerviosas.

    Polo.- Y cuando tuvisteis al pequeño ¿Qué?

    Marco.- ¿Qué de qué?

    Polo. – Me dirás que has olvidado los berreos los gritos y sobresaltos que nos ponían a todos el corazón en un puño en mitad de la noche. ¿Y cuando vomitaba la papilla de verduras una y otra vez, pringando a todo aquél que tuviera cerca? ¿Y cuando le daba un berrinche y se ponía rojo, morado o azul alternativamente, según el grado de tozudez del enano? Por no hablar de las babas las cacas y su lenguaje críptico e ininteligible.

    Marco.- Pero estamos hablando de un bebé, eso es lo normal, creo.

    Polo.- Sí, también considerarás normal lo de tu hija, con pelos de loca, piercing y tattoos. Prácticamente metida en la cama todo el día, o encerrada en su cuarto con unos ruidos que denomina música y que son lo más parecido a los ladridos de Cancerbero.                                                      
¿Qué  opinas de cuando los ojos se le ponen en blanco y se le vuelven las órbitas hacia dentro. Y con voz grave, como de camionero cazallero da respuesta a tus recriminaciones de aprovechamiento del tiempo en libros y estudio?

    Marco. – Pero es que te estás refiriendo a una adolescente en plena etapa efervescente en búsqueda de su propia identidad.

    Polo. – De una que le habla a un trozo de plástico que sujeta en las manos mientras sus dedos se convulsionan frenéticamente y se pone unas... orejeras para aislarse del mundo. ¡Lo normal!

    Marco. – No es lo mismo Polo, no es lo mismo.

    Polo. – Te he descrito ni más ni menos todo lo que hace la niña de la peli que has visionado.

    Marco. – Pero esa también blasfemaba, insultaba a los de su entorno y se comportaba de manera provocadora y hasta obscena.

    Polo.- Esa parte te la reservaba a ti frente a la pantalla de plasma viendo correr a un montón de bobos en calzones tras una pelota. Ni que fueran perros sin dignidad. Por cierto, esa niña  también podría estar sufriendo un síndrome de Tourette ¿No crees?

    Marco. – ¡Bueno! que no me convences Polo, que lo tuyo no es normal y te tengo que exorcizar sí o sí  para echarte fuera eso que tienes dentro.

    Polo. – ¡Pero si no tienes ni pajolera idea de qué va esto ni de cómo se hace!. ¿Te han concedido a caso el tercer grado eclesiástico? ¿Sabes lo que es un hisopo? ¿Tienes agua bendita por un casual? ¿Eres presbítero o sacerdote? ¿Tienes el libro de exorcismos reglamentario?

    Marco. – ¡Pues no! Pero es que me ha pillado todo tan de sopetón y a “trasmano” que no me ha dado tiempo a prepararme. Solo encontré  el crucifijo de la primera comunión.

    Polo.- Lo que no comprendo todavía es, qué narices me has visto para empeñarte en que estoy poseído y que tengo algo dentro. ¿No será porque soy negro no? Porque eso se llama racismo y no posesión diabólica que lo sepas.

    Marco.- ¡Qué no Polo! Que es porque eres un gato y me estás hablando, y eso no es algo habitual salvo en las películas de Walt Disney.

    Polo. – ¡Ah! Es eso. Haber empezado por ahí y nos hubiéramos ahorrado todas las disquisiciones y ganado un tiempo precioso. 
¡Bien!, pues te lo repito por última vez.¡O sueltas el crucifijo y te pones de rodillas y me adoras o saco las uñas y te dejo la cara con tantos microsurcos como los que tenían los antiguos Elepés!
 ¡Espera!, que va a ser verdad eso de que tengo una cosa dentro… ¡Aaaahgraufff! 

¡Me lo suponía!, una bola de pelo


Derechos de autor: francisco Moroz




martes, 21 de abril de 2020

Cuestión de confianza





Y ella finge que se lo cree. 
Naturalmente le sigue la corriente para no crear polémicas innecesarias siempre que recibe la consabida llamada desde un hotel; cada una de las veces que el se marcha de viaje por motivos de trabajo.

De este modo son felices.
Componen una pareja estable que es la envidia de todo el vecindario, el ejemplo a seguir de todos sus amigos casados. 

Él tampoco tiene porqué sospechar.
Ella nunca le da razones para hacerlo. Pues no le miente cuando le dice que está en el gimnasio tonificando los músculos con la ayuda y supervisión de su entrenador personal. 


Derechos de autor: Francisco Moroz

domingo, 12 de abril de 2020

Tiempos raros






Se levanta temprano sin hacer mucho ruido, se asea y se dirige a la cocina para desayunar. Mientras lo hace, coloca encima de la mesa los tazones, las cucharillas y las servilletas de su marido y sus dos hijos. Las magdalenas que compró ayer;  porque hoy es domingo. El cacao junto al café y el azúcar. Después se acerca a las habitaciones y muy quedito besa en la frente con ternura a cada uno de los miembros de su familia para no despertarlos.

En la entrada y antes de salir, se pone el disfraz que visten las héroes verdaderos en estos días tan extraños que vivimos. Los guantes, la mascarilla y la ropa de trabajo de una cadena de alimentación. Se pone en el pecho una chapita con su nombre y cierra la puerta pensando que un día más luchará a brazo partido contra el villano que se coló amenazante y peligroso por la puerta falsa.

Sus labios dibujan una sonrisa mientras baja en el ascensor, al pensar que forma parte de un equipo que con su servicio salva vidas a base de horas y dedicación frente al público.

A las ocho de la tarde desde el balcón cuando suenen los aplausos, todos pensaremos en los médicos, enfermeras y auxiliares. bomberos,unidades de emergencia, policías y farmacéuticos ¿Pero cuántos recordarán a los basureros, transportistas, repartidores y funcionarios de correos. Voluntarios de cáritas, cruz roja y servicios sociales. Taxistas, reponedores de supermercado, cajeros y dependientes?  Todos ellos se lo merecen igualmente. También están al pié del cañón, con el gesto amable de los que luchan en primera línea de combate a pesar del agotamiento, el dolor, la angustia y en algunas ocasiones, la pérdida.

Esperemos que la sociedad una vez que pasen estos tiempos tan insólitos, siga valorando como se merecen a sus auténticos campeones a pesar de no jugar la liga, ni subir a ninguna tribuna ni escenario o salir en programas de tele basura.

Derechos de autor: Francisco Moroz

miércoles, 1 de abril de 2020

El yo existencial






Me llamo “Pepa Ventolini” y nací mientras mi madre escribía muy concentrada en el asunto de dar a luz algo interesante como yo misma. 

Se hallaba junto a una ventana abierta, durante una primavera ventosa. Las hojas donde escribía se le volaron cayendo al suelo, y fue justo en ese instante cuando mi nombre y apellido aparecieron en su mente; inscrito como si de una partida de nacimiento se tratase.

Fui consciente automáticamente, aún sin saber el cómo ni el por qué de que yo estuviera allí, haciendo historia, formando parte de un todo muy bien estructurado, con un ritmo creciente que ponía el foco en mi persona, presentándome con una narrativa muy fluida.

En nada de tiempo me había convertido en una afamada y reconocida inspectora de policía, cuyo cometido era investigar casos cerrados de crímenes consumados en el pasado. Llegué a culminar con éxito algunos de trama muy complicada y escabrosa, implicándome a fondo en cada uno de ellos.

Sin embargo todo se torció desde el instante en que apareció él. Fue, como si yo hubiera dejado de existir.
Todo lo que vino a continuación ya no me pertenecía a mí sino al rival de género masculino que me arrebataba el sitio que me correspondía por derecho propio y que sin mediar diálogo alguno, había interferido inesperadamente en algo que solo a mi me concernía. Mi propia existencia estaba a punto de desaparecer.

Menos mal que mi mentora, fémina de armas tomar, intervino oportunamente en cuanto detectó detalles textualmente extraños que no se correspondían. Dándose cuenta del error cometido, de la gran injusticia que atentaba contra mi persona y que se había cometido, a Dios gracias de manera inconsciente.

Puso remedio de manera drástica. El intruso fue eliminado sin contemplaciones. Desapareció desde el momento en que con un elegante movimiento de muñeca, borró con tipex esa “e” que figuraba tan descaradamente plasmada en lugar de la “a” que correspondía.

Respiro tranquila, vuelvo a ser yo, “Pepa Ventolini” y no el “Pepe” ese, al que los lectores no llegarán a conocer ni por asomo, como si nunca hubiera existido. Es lo bueno que tiene lo de releer lo escrito y enmendar las erratas gramaticales antes de editar.

En eso se fundamenta el ser o no ser de un personaje. 

¿Capite la questione?

Derechos de autor: Francisco Moroz




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