viernes, 21 de diciembre de 2018

El verdadero sentido de la Navidad



Con este relato me despido hasta después de todos los eventos navideños. Unas fiestas que no tendrán sentido si no ponemos de nuestra parte.

El espíritu de la Navidad lo aportamos nosotros acompañando, escuchando, compartiendo con los que lo necesitan.
Regalando una sonrisa sincera, reconciliándonos con la vida y nuestras limitaciones.

Vinimos al mundo para ser felices, y en estos días se nos da la oportunidad para brindar por ello.
seamos asertivos y generosos, lo demás se nos dará por añadidura.

A los seguidores, compañeros de letras, amigos y a los que se pasan por casualidad por este blog de vez en cuando, les deseo unas muy ¡Felices fiestas!





Ya llegó la repetitiva y aburrida fiesta marcada de rojo casi al final del calendario.

Árboles encendidos con multitud de bombillitas, adornados con guirnaldas y bolas de colores. Mesas puestas con manteles de hilo bordados a mano, y un despliegue excesivo de manjares dulces y salados puestos sobre ellos.

Cubertería de plata, vajilla de porcelana, vasos de cristal fino reservados solamente para las grandes ocasiones. Copas para champán con las que brindar por infinidad de cosas que realmente no se desean a los enemigos y en muchos casos ni tan siquiera a los amigos.

Estoy saturado de tanta hipocresía, de tanto despilfarro innecesario basándose en una celebración inspirada por un espíritu navideño que no siento como parte mía. Estoy más que harto de estas pueriles memeces características de personas inmaduras que todavía son capaces de creer en cuentos como el de los reyes magos y en fábulas como la de un dios que se hizo niño.

Las calles iluminadas como en carnaval, explosiones continuas de petardos y fuegos artificiales al igual que un cuatro de julio.
Los belenes presentes como las setas en muchos escaparates y casas, representando un misterio que soy incapaz de desentrañar.

Y melodías angelicales interpretadas a todas horas por coros de niños con voz de pito. Villancicos ñoños con estribillos superficiales que hablan de noches de paz y amor, y otras milongas, como peces que beben en un río, burras chocolateras y campanas una encima de la otra.

Tarjetas postales con paisajes nevados, trineos alemanes o suecos, y casas encendidas más propias de Estados Unidos donde lo exageran todo hasta el infinito. Todo para intentar transmitir mensajes positivos que nadie practica durante el resto del año.

A eso, añadimos las cenas de empresa con jefes a los que odias y compañeros a los que no puedes ni ver porque te critican, 
las reuniones de familia para encontrarte a los cuñados con los que no te hablas y primos a los que envidias soberanamente, la lotería que nunca toca y amigos invisibles con detalles que nunca satisfacen. 

Por todo ello estas fiestas pueden llegar a ser insoportables si no fuera por el único elemento que me permite dar sentido a todo y no perder la fe.

Me refiero a Papá Noel y a sus renos mágicos que sobrevuelan la ciudad. Ese gordito relleno de guata para poder soportar las bajas temperaturas de Finlandia. Siempre con su entrañable ¡Ho,ho,ho! Rodeado de duendes y elfos que consiguen mantenerme alerta toda la noche, solamente por intentar descubrir sus presencias en la azotea, mientras buscan una chimenea inexistente, pues yo vivo en un bajo. Pero ellos ya lo saben y encuentran como entrar. La espera, la interrogante de, que será lo que me dejarán dentro del calcetín, es una ilusión que no me puede quitar nadie.
Tengo la certeza, aunque mi mujer se empeñe en contradecirme, que los regalos, son los confeccionados por ellos mismos en sus talleres de Laponia.

Por eso, y por la CocaCola bien fresquita con la que acompaño las hamburguesas y las Pringles en la cena de Noche Buena, es por lo que mantengo vivo el espíritu navideño. Eso si que es la esencia, la chispa de las fiestas, lo demás es pura fanfarria y banalidad inventada por los grandes centros comerciales, que aprovechan la ingenuidad de las buenas gentes para beneficio propio.


Derechos de autor: Francisco Moroz

lunes, 17 de diciembre de 2018

El sentido de lo absoluto




Luis se levanta descansado y de buen humor, se asea, toma un buen desayuno, se despide de su mujer con un abrazo y de su hijo todavía dormido con un beso, y marcha a trabajar. Su familia es lo mejor que tiene y gracias a ellos es un hombre feliz.
En la escalera se encuentra con un vecino madrugador al que saluda con amabilidad. Tiene una buena relación con casi todos ellos, que le consideran una persona cortés y bien educada.

Baja al garaje, arranca su coche y enfila la calle que le llevará a la vía rápida que a su vez le conducirá a las afueras de la ciudad. Allí en un polígono tecnológico es donde se encuentra la sede de los laboratorios para los que trabaja.
Al entrar, le dedica a la señorita de recepción una de sus mejores sonrisas.

                                                           *

Después de diez horas, la jornada laboral se ha torcido un poco. Ha discutido agriamente con el encargado de producción, pues este considera que Luis no ha cumplido con los objetivos diarios en el desarrollo de sus funciones. A causa de la bronca le han sobrevenido las migrañas que le suelen levantar ese dolor de cabeza tan desagradable que le vuelve loco y no le deja vivir. 
Por lo tanto, se tiene que tomar tres pastillas de esas que comercializa la marca de su propia empresa para mitigar el malestar.

*

Roberto sale del curro a las siete de la tarde, agotado, derrotado, de mala leche. No se despide de ninguno de sus compañeros, son todos unas mierdas, perro flautas. Baja al parking, y arranca el coche de tal manera que al meter la marcha, la palanca rasca en la caja de cambios. Levanta el pie del embrague tan bruscamente que el automóvil pega un brinco y golpea al coche aparcado justo detrás del suyo.

– ¡Que se joda!  Que no se hubiera arrimado tanto.

La autovía está colapsada por el tráfico rodado a causa de la hora punta y por un accidente que se ha producido unos kilómetros más adelante.

–¡¡Banda de imbéciles moveos de una maldita vez!! –grita irritado al saber que lo tendrá difícil para llegar a ver la primera parte del partido de fútbol que trasmiten en la televisión.
Sintoniza la radio, toquetea el móvil y se distrae. El conductor que le precede le toca el claxon. Roberto abre la ventanilla y le enseña el dedo corazón mientras le suelta una gruesa palabrota.

– ¿Qué pasa, que tienes prisa? Pues te fastidias como todos ¡payaso!

Cuando una hora más tarde llega a su casa, entra, pega un portazo y tira las llaves en el mueblecito de la entrada.

Su mujer sale a recibirlo y Roberto la saluda con un desabrido
– ¿Has preparado la cena?

Su hijo le pide jugar con él y Luis le suelta a bocajarro:
– Primero haces los deberes, te bañas y te pones el pijama, después si queda tiempo ya veremos. Ahora déjame tranquilo que vea lo que resta del partido.

Su equipo juega mal y pierde. El salón se llena de insultos, palabrotas y reniegos. Se desata un pequeño infierno con sus gritos.
Naturalmente el niño se acuesta asustado sin volver a insistir en jugar con su padre. Su mujer le evita con prudencia, preocupada por el estado anímico de su marido al que muchas veces parece no reconocer.

*

–Parece mentira, con lo bien que había empezado el día y como ha terminado. –Se dirige a su reflejo en el espejo del baño. Y todo por una discusión, un dolor de cabeza, el tráfico, y unos malditos ineptos en calzón corto que no saben patear un balón.

Tendré que pedir cita con el médico sin mucha demora, pues estos dolores de cabeza tan fuertes que me sobrevienen cada cierto tiempo no pueden ser muy comunes.

Ya en la cama, pide disculpas a su mujer por el mal humor y su falta de sensibilidad para con ella. Intentará conciliar el sueño mientras se pregunta con cual de los pies se levantará mañana.
Por de pronto Luis Roberto cree tener la conciencia tranquila, el presume de ser una persona bastante equilibrada. Tan normal como la mayoría de los mortales.

Mientras apaga la luz de la lámpara de la mesilla de noche, se puede leer el título de su libro de cabecera: -El extraño caso del Dr Jekyll y Mr Hyde. 



Derechos de autor: Francisco Moroz



miércoles, 12 de diciembre de 2018

De justicia




Era lo único que podíamos hacer por él, dadas las circunstancias. No en vano éramos personas agradecidas por los dones recibidos de su generosa mano. Con su dinero nos rescató de nuestro cautiverio junto a nuestras familias. Se aseguró de que no nos faltara cobijo, alimento, protección y sobre todo trabajo. Vigilaba noche y día nuestra seguridad.

Él educó a nuestros hijos en la obediencia y la aceptación. Acompañó a nuestras mujeres en nuestra ausencia, consiguiendo unirnos a todos en vínculo fraterno.

Por todo ello, le dimos una sepultura digna tras el ritual vudú, instantes después de cortarle la cabeza con un machete.
Lo enterramos entre algodones. Somos gente honesta y el amo, no se merecía menos atenciones.


Derechos de autor: Francisco Moroz



sábado, 8 de diciembre de 2018

El motivo







Como un enjambre después de recibir la pedrada de un niño, fue la manera en como se dispersaron los fragmentos de metralla tras la explosión del artefacto colocado dentro de un extintor situado en la pared de un conocido centro comercial.

El balance ha sido de cinco muertos y trece heridos. De momento ningún grupo terrorista ha reivindicado el atentado. La policía baraja diversas hipótesis siguiendo las posibles pistas que pudieran haber dejado los autores en el lugar del suceso…

El individuo apaga la televisión y suspira satisfecho por lo que oye.

Quizá ahora la dirección tenga en cuenta su demanda con respecto a la seguridad y los riesgos laborales de su puesto de trabajo, y le conceda ese plus en la nómina que solicitó hace unos meses. 

De momento disfrutará de unas semanas de vacaciones por reformas en el hipermercado donde desempeña sus labores de cajero.

Derechos de autor: Francisco Moroz

viernes, 30 de noviembre de 2018

Hasta aquí hemos llegado






Tan misteriosamente como aparece se cierra de nuevo la ventana en el cielo. Las nubes que oscurecen el día se apartan repentinamente dejando una mañana soleada y luminosa que dura un instante; pero nadie parece percatarse de nada y el suceso pasa inadvertido, aun después de que el astro vuelva a ocultarse tras la masa gaseosa de nubarrones negros.

En otra ocasión derramó miles de litros de agua sobre la ciudad limpiando el ambiente de impurezas, saneando el aire, dejando ese vivificante olor a ozono. Adornando el horizonte con un extraordinario arco iris. 
Nadie parecía encontrarse en el lugar, pues no se significó como noticia destacada digna de mención.

Inundó los campos y las montañas con infinidad de colores y tonos de verde, dando un rostro más amable a esa opacidad de negros y grises que los ciudadanos acostumbraban a ver normalmente; pero ninguno levantó la mirada de sus Iphones ni la desvió de sus quehaceres rutinarios. Aquel mes de mayo ya empezó a notar los síntomas de la decepción ante seres tan desagradecidos. 

Hundió el astro en el mar lenta y majestuosamente, rodeándolo de dorados y de rojos apoteósicos, de naranjas e iridiscentes malvas que hubieran dejado embobado hasta al más insensible de los mortales. La luna hizo acto de presencia como dama vestida de blanco y plata resplandeciente, haciendo vibrar la noche con su cortejo de millones de rutilantes luminarias.

Los humanos se hallaban metidos en salas oscuras llenas de humo o quemándose los ojos bajo luces fluorescentes en oficinas, talleres y tugurios. Ensordecidos sus oídos, no fueron capaces de escuchar el silencio esclarecedor de la creadora de tan magno espectáculo, que llora lágrimas de escarcha.

La naturaleza está cansada de tanto desapego. Cualquier día tirará la toalla, dejará de manifestarse tan bella y delicadamente. No le merece la pena obrar tanta maravilla y preparar tanto milagro para unos espectadores tan insensibles que la están forzando a tomar drásticas medidas con un cambio climático que los sumirá en la miseria y el caos absoluto. 
Quizá es lo que se merezcamos todos nosotros, banda de pendejos descreídos en portentos cotidianos. 
Si las cosas siguen por este cauce asistiremos atónitos a su último proyecto.

Consistirá de un espectáculo de pirotecnia, deshielo, temblores de tierra y maremotos que no olvidaremos jamás, si es que la especie sobrevive a todo ello. 
Todavía no nos la tomamos en serio y ya va mandando señales de estar hastiada de nuestro desprecio.
Somos desaprensivos maltratadores de todo lo creado por ella con tanto esmero para nuestro disfrute y deleite. Estamos perdiendo el rumbo y el norte, corriendo el riesgo inminente de naufragio. 

Derechos de autor: Francisco Moroz



domingo, 25 de noviembre de 2018

Hasta el infinito y mucho más allá





Comienzan a acumularse en la superficie del planeta, y empieza a ser preocupante la situación, convirtiéndose en un verdadero problema el tener que cohabitar con ellos a todas horas y en cualquier situación; con los muchos inconvenientes que ocasiona a nuestra salud física y psíquica, pues entre otras muchas cosas son tóxic0s.

Vayas por donde vayas los tienes que sufrir en silencio. Te los tropiezas en grupos numerosos, amontonados, en parejas o de uno en uno según se den las circunstancias del entorno. Pegas una patada a una piedra y salen unos cuantos, abres cualquier puerta y te los encuentras de frente. En cualquier local o gran superficie te rodean, muchas veces aparatosa y violentamente mientras manejas tu coche. 

En mi humilde opinión debería acontecer algún cataclismo para que desaparecieran de la faz de la tierra, pero lo veo harto difícil a estas alturas; pues ya invaden cualquier rincón de la superficie del orbe como la mala hierba. Es un cáncer que afecta incluso al subsuelo y los mares. El aire está repleto de ellos trasladándose de un lugar a otro, llenando cualquier espacio imaginable e inimaginable.

Y no son virus ni bacterias. Ni plásticos, ni alienígenas ni residuos…

¡Cuánta razón tenía Einstein cuando planteaba el paradigma de lo infinito!
La interrogante que se me plantea es: ¿Por qué todos esos seres piensan que los imbéciles somos los demás?


P.D: "Es más peligroso un imbécil que un violento" (Arturo Pérez Reverte")

Derechos de autor: Francisco Moroz



domingo, 18 de noviembre de 2018

Alto riesgo





Acercándome un poquito más al borde del barranco donde se esconde el desafío; me asomo con prudencia, no sea que se espante y se me escape, y eso es lo último que me conviene. Y es que sin ella no soy nada.

Siempre ha sido la mar de huidiza, me cuesta mucho retenerla a mi lado. Tanto, que en alguna ocasión la he mantenido por los pelos.

Por ello tengo que estar pendiente del equipo, cuidar los detalles de lo aprendido. Concentrarme, adoptar la postura adecuada y saltar con precisión.

Y es que cuando uno practica deportes de riesgo, el miedo le estorba y la vida es lo único que no le gustaría perder.

Derechos de autor: Francisco Moroz

lunes, 12 de noviembre de 2018

La vida es sueño






Es cuando empezamos a tener uso de razón que la perdemos a cada instante.

Las ilusiones y los sueños inalcanzables se acumulan alrededor nuestro metiéndose en nuestra cabeza y corazón, tirando de nosotros, exigiéndonos el tiempo necesario para darles consecución y forma.

Son como metas a alcanzar, retos que hacen que todos los esfuerzos merezcan la pena nada más levantarnos cada mañana. Enanitos que nos incordian a todas horas impidiéndonos realizar otras tareas de manera ordenada. Voces interiores que nos indican la estrategia a seguir para coronarse con los laureles fugaces del logro.

Desde niño he sido un tipo súper ilusionado con todo.
¿Qué salía el último número del coleccionable de alguno de mis héroes favoritos de Marvel? Allá me plantaba el primero en el quiosco; no fuera que me quedase sin el cómic y que mi quimera, se esfumase en manos de otro chaval más espabilado que yo.

Me ocurrió lo mismo cuando me encapriché de aquella motocicleta de color rojo que posaba ante mí en el escaparate. Me costó muchas horas extras en el curro, muchos sábados y domingos sin salir con los amigos al bar, sin ir al baile o al cine. Pero al final  la pude adquirir.
Y aquél viaje a Londres, o el otro a Paris… Renuncié a mucho por esos sueños que perseguía, y ello me colmaba de dicha mientras duraba su disfrute. Efímeros destellos de felicidad.

Por eso cuando conocí a María Pilar se me encendieron todas las bombillas de alerta roja. Este sería mi sueño definitivo a perseguir. El culmen a todas las ilusiones con fecha de caducidad.

Todas mis neuronas enloquecieron de puro deseo y mis ojos se negaban a mirar hacia otro lado que no ocupara ella. La muchacha más bonita de la universidad. Poseedora de la más simpática de las sonrisas, guapa a rabiar, elegante, agradable, dicharachera y la que mejores curvas tenía donde derrapar una pasión.

¡En fin! Que me pasé todo el primer año y el segundo ambicionando el anhelo de alcanzarla. Hasta me cambié de carrera cuando ella lo hizo, solamente para poder hacerme el encontradizo en los pasillos o tener la oportunidad de verla en la cafetería durante los descansos entre clases.
Seis años pasaron hasta que tuvimos un encuentro algo más formal donde compartir una conversación más pausada. Descubriendo que además de guapa era inteligente.
El tiempo pasó y no en vano, mi utópica aspiración iba definiéndose en el horizonte: toda una vida compartida con la mujer ideal, por la que todo cobraría un sentido cada amanecer…

Cuatro años después de la luna de miel todo empezó a volverse amargo, todo lo recto a torcerse. Me cansé de oír recriminaciones por no realizar ciertas tareas. Desaprobaciones cuando las hacía, amonestaciones si la replicaba. Queja y reproche cuando callaba para que la discusión no fuera a más.

Por ello las conversaciones se volvieron monólogos. También la elegancia se transformó en dejadez envuelta en bata, las armoniosas curvas en volúmenes y la simpática sonrisa se tornó en perenne rictus de sufrimiento. Mi sueño se había convertido de pronto en pesadilla.

Pero ya os dije que soy un tipo muy asertivo que se ilusiona por todo.
¡Es más! Ahora lo estoy y mucho con los trámites de divorcio que me alejarán de semejante pécora.

Que ya lo dijo Calderón:

“¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.”


Derechos de autor: Francisco Moroz

jueves, 8 de noviembre de 2018

Cuarto oscuro





¿Me oyes? ¿Me oyes?

Era la quinta vez que el hombre preguntaba, y gradualmente el volumen había ido subiendo en intensidad a causa del miedo que le producía el hecho de no obtener una respuesta.

Se encontraba aislado en una habitación, en la más absoluta oscuridad envuelto en un silencio que lo gobernaba todo.
Su mujer, que hasta hace unos momentos estaba a su lado antes de quedarse dormido, había desaparecido sin dejar rastro y parecía no escuchar sus gritos.

A punto de perder los nervios, notó que le agarraban el brazo de manera tranquilizadora y de pronto vio la luz que entraba por la ventana cuando su esposa abrió la persiana. Después ella se acercó con una sonrisa burlona y le tocó las orejas. En ese justo instante empezó a escuchar su voz y a comprender que de nuevo había dejado los audífonos apagados.


Derechos de autor: Francisco Moroz



lunes, 5 de noviembre de 2018

La nada




El baúl de los juguetes está cada vez más vacío, lo vengo comprobando desde hace más de sesenta y cinco años.
La razón tal vez sea que los soldaditos de plomo pasaron de moda y los tacos de madera perdieran sus colores.
Que las muñecas ya no lucieran sus sonrisas y su lustrosa apariencia, o que se extraviaran muchas de las piezas de puzzles y mecanos.

El caso es que todo está cada vez más vacío, hasta la casa lo está de toda la jarana infantil, de las carreras por el pasillo y de las voces chillonas de aquellos niños que se fueron hace ya tanto tiempo.

Solo mi cabeza sigue repleta de recuerdos y de historias. Pero al contrario que los juegos y los paseos disfrutados con hijos y nietos. Ahora, con tanta soledad, no tengo con quién compartirlos. También yo me estoy quedando deshabitado como el baúl en el que se guardaban los juguetes.


Derechos de autor: Francisco Moroz






jueves, 1 de noviembre de 2018

No me apetece celebrar





Suena el teléfono, lo coge, no articula más que cuatro palabras: “De acuerdo, estaré esperando.”

Cuando cuelga el aparato ya sabe que la muerte vendrá a por él esta misma noche. Noche de difuntos, Halloween o cómo demonios se denomine entre las distintas culturas de este mundo en el que se celebra hasta a la negra parca.

La verdad es que no está preparado para partir tan pronto. No le ha dado tiempo a dejar todo listo. La casa sin recoger, un libro que parecía interesante sin terminar. Recuerda que debería haber puesto un mensaje a su pareja para decirle que mañana no estará en condiciones de verla, pero ya es tarde.

Llaman a la puerta, se siente forzado a abrir aunque no le apetece en absoluto encontrarse con lo que sabe se va a encontrar.
Insiste el que llama al timbre con impaciencia, como si tuviera prisa por recoger un paquete que ha de entregar con urgencia. Naturalmente el paquete es él y cuando abre se encuentra con el mensajero: ni más ni menos que su amigo Nick disfrazado de muerte, con una máscara de calavera, una túnica negra y en una de sus manos enguantadas, la consabida guadaña. En la otra una botella de whisky medio vacía.

¡Ah! no le apetece en absoluto ir a esa fiesta de Frikis disfrazados. Con lo a gusto que se hubiera quedado en casa con una taza de café caliente y ese libro que le venía a la memoria hace unos momentos. Y no quiere ni imaginarse cuál será la reacción de su novia Rachel cuando pretenda localizarlo mañana para verse con él, y la tenga que decir que le es imposible a causa de la resaca que le producirá el alcohol que consuma.
Desde luego Nick ya va servido con el que lleva encima.

Cogen el coche para dirigirse a la cabaña donde el grupo se reúne habitualmente para beber, fumar, cantar y despendolarse con cualquier motivo. Hoy toca como excusa la noche de los muertos y él no ha sabido decirles que no.

En el kilómetro 35 de la estatal el coche se sale de la carretera, el copiloto queda atrapado entre los hierros retorcidos del vehículo, las piernas rotas con seguridad, pues no las siente. Su visión queda nublada por la sangre espesa que le brota de la cabeza y se escurre por la cara. No tiene movilidad ni fuerzas para salir al exterior pero siente un movimiento a su derecha, una cara que se aproxima a la suya diciéndole con voz profunda: “Nos vamos Nicholas” y ve a su amigo Nick con su disfraz de muerte, como si nada. Y se pregunta ¿ No era Nick el que conducía? ¿Qué hace fuera del coche sin un rasguño?

Antes de expirar, otra postrera interrogante toma cuerpo en su destrozada cabeza: ¿Sería su amigo el que estaba disfrazado de muerte, o la muerte era la que se había disfrazado de amigo?
La única certeza es, que esa noche el difunto sería él y no tenía ningún motivo para celebrar.


Derechos de autor: Francisco Moroz


viernes, 26 de octubre de 2018

Ya estoy viniendo





Lo sé, he estado ausente ¿Cuánto tiempo? ¿Casi dos meses?
No es que las vacaciones de verano se alargasen ni que tuviera los dedos agarrotados para poder teclear alguna de esas cosillas que acostumbro a subir al blog.

Creo que se trató más bien de un cúmulo de circunstancias las que no me dejaron acercarme por estos lares ni para tan siquiera visitar las páginas amigas, llenas con las letras de mis compañeros.
No han sido falta de ganas tampoco -que no sabéis el mono que tengo- ni pereza, ni desidia, ni escasa organización.

Otros proyectos de vida fueron los culpables - que no solo de palabras escritas vive el hombre-.
Y la familia, y el trabajo, y la disposición permanente para ambas cosas, ocupó el tiempo del que antes disponía para escribir, compartirlo, y leer lo vuestro y comentar trabajos y reseñas. 

Esta entrada no pretende ser excusa con alevosía, ni coartada por no haber aparecido por el lugar de los hechos. Se trata tan solo de una somera explicación tranquilizadora de que sigo al pie del cañón con más ganas que nunca, pre-calentando los motores de la inspiración y haciendo estiramientos de falanges para ser capaz de aporrear teclas con ganas (Lo de aporrear es literal, por los pedazos de dedos que tengo)

¡En fin! Creo que el mes de noviembre será en el que comenzará de nuevo a estar todo un poquito más al día en este rincón de abrazos y amigos.

Espero sinceramente que no me hayáis arrinconado y menos olvidado; pues esto no tendría sentido sin todos vosotros.
Recibid por adelanto mi agradecimiento por estar ahí, y por esa infinita paciencia que desespera al que espera.





miércoles, 15 de agosto de 2018

Un crimen perfecto






Aquél robo fue muy bien planeado, se recordaba como algo excelso en su ejecución. 
Sin daños colaterales, víctimas ni desperfectos.
El ladrón había demostrado tener alma de artista y una gran sensibilidad. Se pudo comprobar por el detalle, el orden y la limpieza con el que los policías se encontraron el lugar de los hechos.

Nada parecía estar fuera de su lugar. Hasta el director de la entidad bancaria parecía sorprendido de un suceso tan extraordinario.

Cuando tuvo que redactar el informe a sus superiores, el inspector únicamente pudo escribir que el caso sería de difícil resolución ante la falta de pruebas dejadas por el delincuente en cuestión. 
Pues solo se encontró un bolígrafo barato con el logo de una conocida editorial; con lo cual la secuencia narrativa de los hechos, junto con los argumentos circunstanciales a tener en cuenta acababan ahí. 

Personalmente, sospechaba que podría tratarse de un crimen de autor.
Pues el delincuente en ningún momento perdió los papeles y exclusivamente había sustraído letras del tesoro. Y como dato curioso añadió: "Dejó en el libro de registro una impoluta y bien trazada firma, que curiosamente se podía leer entre líneas."



Derechos de autor: Francisco Moroz

domingo, 5 de agosto de 2018

Historia de mi pueblo (5) No estamos locos


Puerta principal de la casa de dementes de Santa Isabel Antes y ahora)


Ya lo dice “Ketama” en una de sus letras: “No estamos locos que sabemos lo que queremos” y yo me permito cambiar la última palabra por un “Tenemos”.
Y es que los Leganenses saben lo que tienen en su villa y saben de su importancia; otra cosa es que las autoridades competentes en cuestiones de patrimonio quieran reconocerlo, apreciarlo y conservarlo para las generaciones futuras.

Y es que entre otros, hay un edificio que por sí solo hizo que Leganés estuviese en boca de muchos por causa de una institución pionera en su tiempo.

Estoy refiriéndome a la “Casa de dementes de Santa Isabel” nombre que se les adjudicó en honor a la reina Isabel II, a unos edificios que ocupaban 50.ooo metros cuadrados y que fueron adquiridos por la junta provincial de la capital a un tal Juan Gómez, por valor de 340.000 reales, aproximadamente unas 85.000 pesetas. Lo que supondrían en la actualidad unos 511 €. ¡Cómo se revalorizan ciertos productos inmobiliarios!
Y más teniendo en cuenta que constituían la antigua residencia de los duques de Medinaceli.

“El manicomio” se inauguró un mes de diciembre de 1851.

Hasta ese momento Madrid carecía de una institución sanitaria similar, y por tanto fue toda una referencia pionera para un proyecto mucho más ambicioso consistente en la creación de otros cinco centros dentro del reino de España. Pero como suele ocurrir con este tipo de sueños utópicos en los que abunda la buena voluntad y faltan los dineros; este, fue el único que se habilitó para acoger a un grupo de enfermos marginales afectados por las enfermedades mentales tan desconocidas en su tiempo.
Lo cierto es que en un principio las instalaciones ubicadas en los antiguos edificios eran en primera instancia provisionales, pues la pretensión era construir un edificio de nueva planta; proyecto que quedo en agua de borrajas y en “Un quiero pero no puedo.

Para mitigar tanta limitación pecuniaria se hicieron reformas para adecuar dos pabellones diferenciados, uno para hombres y otro para mujeres, acogiendo el día de su apertura a 22 individuos de cada sexo.

Como os podéis imaginar y en un principio, el personal  sanitario  y asistencial  estaba compuesto por religiosas pertenecientes a la orden de las hijas de la caridad y la dirección del centro a cargo de un presbítero o rector. Todo muy adecuado al proceder de la mentalidad de la época en que la voluntad divina estaba por encima de todo lo demás.


Antiguo grabado del comedor de mujeres Tranquilas. Atendido por las hermanas de la caridad.


 Hasta el año 1859 no podremos encontrar a un médico al frente de la institución, siendo  Don José María Miranda el primero que ostenta tal privilegio.

Aclaro, que Leganés por entonces era un pueblo pequeño con muchas carencias fundamentales a la hora de prestar ciertos servicios. Por ejemplo se carecía de agua corriente potable (esta no llegaría hasta 1912) medidas higiénicas fundamentales o comunicaciones insuficientes. Por lo cual, ese proyecto que en un principio pretendía crear un manicomio modelo a nivel nacional, no pudo llevarse a cabo quedando a mitad de camino convertido en algo precario. Cuando la densidad de residentes aumentó, se vio la realidad de unas instalaciones igual de deficientes que las atenciones recibidas por los pacientes.

A causa de las dificultades económicas las condiciones tanto de habitabilidad como de cuidados fueron degradándose; recibiendo el centro muchas críticas por parte de reconocidos especialistas en enfermedades mentales, como de escritores de la talla de Benito Pérez Galdós que dejó escrito en uno de sus libros titulado -La desheredada-: “La Casa de Santa Isabel era un corral más propio de gallinas que para enfermos, donde cualquiera volvería a caer en la demencia”. Más triste es sospechar, que muchos de los ingresados fueron encerrados por rencores, venganzas familiares, por temas de herencia, de infidelidades... Fue una forma alternativa de quitarse de enmedio a personas molestas para los intereses de algunos. 

En la actualidad el manicomio ya no tiene locos al uso, de los “decimonónicos” de los que empezó a estudiar aquél pionero llamado Luis Simarro, prócer que dirigió la institución allá por el 1877. Ahora es un centro de salud  asociado pared con pared a un instituto psiquiátrico llamado José Germáin.

Como curiosidades os comento que el número máximo de internos que acogió la “Casa de dementes” fue de 2200 individuos más o menos. Durante y después de la guerra civil  el número descendió considerablemente por razones obvias.

Otro dato curioso es que uno de esos “Locos” residentes que habitó entre las paredes fue el conocido asesino “Cayetano Galeote y Cotilla” un cura amancebado, rijoso y sin autentica vocación; que descerrajo tres tiros por la espalda al obispo de la diócesis de Madrid “Narciso Martínez Izquierdo” en las escaleras de la por entonces catedral de San Isidro situada en la calle Toledo, un domingo de ramos de 1866 al grito de: ¡Ya estoy vengado!

Fue el primer condenado que se libró de la cárcel, pues se alegó que sus facultades eran menguadas y por lo tanto no era responsable de sus actos. El ser internado en el manicomio representó mayor condena quizá que el garrote al que estaba abocado a causa de su crimen.
Falleció dentro del centro allá por el año 1922.
Sería el mismo Benito Pérez Galdós que en su día le visitó el que diría: “Galeote parece una fiera enjaulada, balanceándose con un movimiento semejante al de los cuadrúpedos aprisionados”  
Y os preguntareis por la causa de su crimen. La causa fueron 18 reales por decir misas, que pensó que perdería por el nombramiento de otro curilla usurpador. Vengándose en la figura del obispo que ignoró sus cuitas.

¿Y dónde vivía por entonces este magnicida?
Pues en el mismísimo “Callejón del infierno.” ¡Sí! habéis leído bien. Un callejón por el que se accede a la plaza mayor, nombre que se le adjudicó después del incendio de 1672, uno de los tres incendios que se originaron en la citada plaza, y a causa de que las llamas desbordaban e invadían la calle mayor por este inusitado aliviadero.
Pero para más I.N.R.I también lo habitó el cura “Merino” y este sí que murió por garrote vil por el intento de acabar con la vida de Isabel II.
Dicho callejón en la actualidad se le llama “Calle del arco del triunfo”

Un libro en el que aparece citado (El manicomio) como parte de una historia, es el titulado “El circulo del alba” de “Luisa Ferro".




Grabado antiguo de la casa de dementes Santa isabel

Otro, con mucha más carga emocional es el titulado: "Cartas desde el manicomio". Se trata de una recopilación de manuscritos que quedaron olvidados en el archivo del centro. Escritas por muchos de los residentes como medio terapéutico, recopiladas en este libro gracias a la labor de un grupo de psiquiatras. Cartas donde se presiente la desesperación, el miedo diario, la precariedad y los abusos. Gritos de auxilio a los familiares para que les rescatasen del abandono y el olvido al que habían sido relegados. Estas cartas nunca llegaron a su destino y es ahora cuando ven la luz, como testimonio de una historia no muy lejana, cuya lectura nos conmueve. Epístolas que no parecen estar escritas por dementes, sino por cuerdos muy sensatos que proclaman la injusticia de sus encierros injustificados.
Una lectura muy recomendable.

Y la última curiosidad es, que el primer tranvía que circuló en España, fue el que conducía de Madrid a Leganés y viceversa, por causa de la tan afamada “Casa de dementes”. 
¡Bueno! Por eso y por los famosos productos hortícolas.

Pero eso constituirá la siguiente historia de mi pueblo de adopción. 


Fachada principal del solar de los Medinaceli. (Actualmente)




Continuará






Derechos de autor: Francisco Moroz







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