viernes, 5 de junio de 2020

A modo de despedida





Con esta entrada, rindo un sentido homenaje a todas aquellas personas que se nos fueron a causa del corona virus. Los enfermos y muchos de sus cuidadores.
Numerosos familiares y amigos no se pudieron despedir adecuadamente de sus seres queridos. Perdieron la oportunidad de acompañarlos en sus últimos momentos; cuando todo lo superfluo sobraba y les faltaba lo necesario para partir en paz: una lágrima derramada, una caricia, una cálida mano, una mirada de aliento.
Las despedidas siempre resultaron tristes, en este caso excepcional, fue peor no poder hacerlo.
Descansen en paz. Nos quedamos con vuestro recuerdo, esto, por desgracia aún no ha terminado.


El montaje audiovisual lo hizo mi buen amigo Cesar, en base a un texto que en su momento subí al blog y que le pareció adecuado para la ocasión. Desde aquí mi agradecimiento por tan bonito regalo.


Os dejo el enlace en Youtube para poder acceder al vídeo.






 Registro de audio y texto con derechos de autor.

lunes, 1 de junio de 2020

Cuesta trabajo




Tampoco hoy encontré trabajo. Por más empeño que pongo en demostrar mi profesionalidad, no consigo convencer a los jefes de personal de las diferentes empresas donde me presento.
Alegan que con ochenta y tres años tengo un “curriculum notable” pero una “vitae” insuficiente.

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Este oficio es de lo más monótono. Sobre todo por la cantidad de horas muertas que pasan entre la atención de un cliente y otro. A eso le sumamos la aparente indiferencia de estos a pesar de la atención personalizada que reciben por mi parte. Menos mal que lo compenso con muchos  momentos bucólicos contemplando los cipreses plantados al lado de la tapia. De otra manera las jornadas se me harían eternas.
¿Por qué me hice sepulturero?
Mi padre me decía que no echara tierra sobre mi futuro y mi madre me repetía de continuo: “Hagas lo que hagas se pulcro”

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El próximo favor se lo pido a Santa Rita que a lo mejor es mucho más receptiva a la hora de concederlos.
Mi único deseo era más que razonable señor juez, le explico. Encontrar un banco donde recibir el dinero justo por la labor desempeñada. No está el mercado como para muchas alegrías, pero de algo tendrían que valer todos los años de preparación y entrenamiento.
El caso es, que en ninguna de las entidades en las que me presentaba tenían en cuenta mis argumentos. En todas rechazaron mis propuestas. Quizá no fuera lo más razonable hacerlas a punta de pistola…
Bueno, lo dicho, que  rechazo al abogado de oficio, prefiero a la abogada de los imposibles para que con un poco de suerte me libre de toda pena.

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– ¡Quiero un trabajo! ¡Quiero un trabajo! ¡Quiero un trabajo!
– ¡Oiga! Que yo solo soy un simple funcionario de la oficina del paro
–Perdone, no estaba hablando con usted, me dirigía al genio de mi lámpara mágica.




Derechos de autor: Francisco Moroz




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