lunes, 27 de febrero de 2017

Carnaval des animaux





Cuando llegaste no te conocía, pero enseguida conectamos los dos de tal manera, que me hicieron responsable de tu aprendizaje; me convertí en más que un compañero. Disfrutábamos juntos, y compartimos muchas situaciones que recuerdo con verdadero deleite.

Casi nos hemos convertido en pareja de hecho, solo nos falta irnos a vivir juntos, pero ese paso no me atrevo a darlo todavía ¿Qué pensaría la gente si nos viera caminar por la calle de la mano?
Por lo tanto tan solo somos amigos, pero muy especiales, y lo dejaremos ahí de momento. Los pasos importantes hay que darlos con moderación.

Por eso me tiene tan asustado la propuesta del director para que los empleados asistamos mañana al trabajo disfrazados para que los clientes se encuentren con un ambiente especial, y de esta manera compartir con ellos nuestra actividad cotidiana, y de paso, naturalmente, promocionar el centro ¡Ni que esto fuese Disneylandia o el circo Bailey de los hermanos Ringling y Barnum! Uno tiene su dignidad y el payaso lo hago cuando a mi me da la gana y no cuando quieren los demás.

Ya sé que es carnaval y que te haría ilusión verme disfrazado. Participar conmigo como acompañante femenina, pero sabes que no me gustan estas tonterías que se inventan los que no tienen otra cosa mejor que hacer que entretenerse con estos espectáculos tan superfluos.

Creo que mi cometido es quererte y cuidarte para que no te falte de nada. Tenerte como a una reina, como a la niña de mis ojos, pues la verdad es que a simpática y cariñosa no te gana ninguna.
Creo que hasta los compañeros de trabajo nos tienen cierta envidia, y que a algunos les gustaría estar en mi lugar, haberse ganado tu confianza y tu amor.

Por otro lado, sabes que ya se ríen bastante de los frikis como yo, y que bastaría con que me vieran aparecer disfrazado con una máscara, una capa, y mallas ajustadas, para empezar a cachondearse a mi costa durante toda la jornada. No quiero que te avergüences de mí, preciosa.

Tampoco me gusta aparentar ser alguien que no soy en realidad: un pirata, un guerrero con armadura, un Cherlock Holmes de pacotilla, el Yeti, Drácula o un hombre de las cavernas. Batman o Spiderman ¡Me niego a parecer un gilipollas!

Me encuentro bien con lo que soy, me basta con que tú me mires con esos ojazos que tienes como dos soles para sentirme como un súper héroe y no creo que tenga que ponerme nada para poder acompañarte. Seguro que te haría ilusión ¡Lo reconozco! Pero de verdad que no lo considero oportuno, me sentiría ridículo y fuera de lugar.

No nos hace falta disfrazarnos de nada para ser el centro de todas las miradas. Mi uniforme tampoco está tan mal y sabes de hecho, que hacemos tan buena pareja que llamamos la atención de los clientes que se dan la vuelta cuando nos ven pasar.

¡No obstante te sorprenderé! ¡Lo haré solo por ti! Y te adelanto que no me pondré ropa, más bien me la quitaré, y de esa forma me presentaré ante tu pabellón y aunque te llames “Nica”, te diré:

–Hoy estás especialmente mona, Chita. –Para a continuación lanzar el característico grito mientras me golpeo el pecho con los puños, sorprendiendo a los desprevenidos visitantes.

Para celebrar como Dios manda un carnaval dentro del zoo, no hace falta hacer tantas monadas como pretenden que hagamos.


– ¡Que les den morcillas a todos! Mientras tú y yo felices, comeremos bananas.

Como cuidador no tengo precio.



Derechos de autor: Francisco Moroz


Este relato se presentó al reto de los relatos anónimos de la comunidad de: Relatos compulsivos






miércoles, 22 de febrero de 2017

Detrás de la máscara





¿Qué es lo que se esconde tras la máscara de los carnavales? ¿Cuáles son sus orígenes?

Como la mayoría de las tradiciones y fiestas populares, esta, no es una excepción, y con ella quedan claras las intenciones del ser humano que por naturaleza gusta de saltarse las normas convencionales y las prohibiciones que concitan a la mesura y la corrección. Festejar disfrutar y despendolarse sin vergüenza está grabado en los genes de toda la humanidad.

No en vano el carnaval es una de las celebraciones más participativas y globales de todas las conocidas. No sabe de fronteras, ni razas ni culturas, pues todas ellas han sabido adaptarla y trasformarla según sus necesidades. Con personal idiosincrasia en sus atrezzos y modos.

Nos remontamos a sus orígenes y vemos que naturalmente, como todo lo divertido, procede de lo pagano. 
De esos pueblos que a pesar de sus dioses o gracias a ellos, podían ventear al menos una vez al año su placer por el baile, el canto y la música, y los placeres carnales como eran y son, la comida, la bebida y el sexo.

Y del primero de esos pueblos de los que no queda constancia documentada es el sumerio, que hace unos 5000 años ya andaba metido en estas lides de disfrazarse y salir a las calles a desmelenarse sin inhibición
Estos, junto a egipcios, griegos y romanos fueron los organizadores de eventos multitudinarios donde se olvidaban las castas, el poder, los títulos, la riqueza o la categoría personal de los ciudadanos que participaban.

De entre ellos, los romanos fueron los más destacados cuando celebraban las lupercales y saturnales que si recordáis, fueron también el origen de las navidades, año nuevos etc.

Estando el dios Baco, o el Dionisio griego por medio ya os podéis imaginar las bacanales y las orgías que se montaban a todos los niveles. 
Y como los romanos se hicieron dueños de toda Europa y parte de Asia y África, pues extendieron el elenco cultural de sus tradiciones por todos los territorios conocidos en la antigüedad. 
Después serían los españoles y portugueses en el siglo XV los encargados de llevar a América estos festejos tan vitales y alegres.

El vocablo “Carnaval “proviene de la lengua romance neolatina. Los romanos llamaban a estas fiestas simplemente: “Festum” que en su traducción viene a significar "Festín o festejo", aunque algunos autores defienden que pueda proceder del término “Carnem levare” recuerdo de otros dioses-as como la celta “Carna” o el indio “Karna”.

Este término viene a significar algo así como “ Quitar la carne” y se debe al cristianismo; que permitía ciertas licencias y relajamiento en las costumbres de sus fieles, tiempo antes de empezar con las celebraciones cuaresmales que se iniciaban el miércoles de ceniza, donde se les recordaba que solo eran polvo y ceniza y por lo tanto tenían que evitar todo roce con lo mundano y sensitivo para alejarse de la órbita del maligno.

El vocablo italiano “Carnevale” ha sido aceptado por goleada en la mayoría de los países donde se celebra, en contra de las otras acepciones con las que se le conoce en España: “Carnal”,“Carnestolendas” o “Astruejo”, palabreja que define el periodo que comprende los tres días anteriores al miércoles de ceniza.

Tres días, donde casi todo estaba permitido bajo el anonimato de las máscaras y el salvoconducto de los disfraces que garantizaban en cierta medida, la impunidad del individuo.

En la actualidad los carnavales pueden alargarse toda una semana comenzando en un jueves denominado “Lardero” que proviene de “Lardarius” y significa “Tocinero”. En la península ibérica hay un dicho que reza: “Jueves lardero, longaniza en el puchero”.

Todo ello representaba una despedida a la carne de todo tipo, pues la cuaresma que empezaba posteriormente, suponía la abstinencia y el ayuno de estos elementos, añadiendo penitencias, ayunos y oración que constituían los únicos alimentos del alma, que no del cuerpo.

En la Edad Media entre otras cosas, el carnaval constituía una ocasión inestimable para poder realizar críticas a los gobernantes, nobleza y clero, denunciando sus abusos, excesos e hipocresía; ya que nadie, dentro de este contexto podía ser castigado por ello.
En el lado opuesto y en tiempos de Carlomagno, el no cumplimiento de la abstinencia durante las cuaresma, era castigado con la muerte. Ni más ni menos.

El máximo esplendor de estos festejos llegará en el siglo XVI en las cortes europeas, despuntando entre todas la de la ciudad de Florencia gobernada por los Medici; cuyos carnavales eran significativos por sus elaboradas máscaras, lujosos vestidos, y el esplendor de sus largos desfiles de maravillosas puestas en escena con carros (Actuales carrozas) alegóricos sobre diversos temas. 

Eran aprovechados de igual manera para deshacerse de opositores, dirimir pendencias a lo bravo y cometer asesinatos impunemente. Las intrigas y las conjuras proliferaban durante los festejos. 

Hoy en día los carnavales más famosos son los que tienen lugar en Brasil (Río de Janeiro) donde aparte de los elementos tradicionales, se suman peculiaridades añadidas por el acerbo cultural de los antiguos colonos y esclavos, siendo uno de los más vistosos en el ámbito global, habiendo alcanzado un récord guinness en participación, duración y vistosidad.

El de Venecia siempre sorprenderá al visitante por sus elaboradas máscaras y trajes, que son objeto de culto de algunos coleccionistas y objetivo de innumerables fotógrafos.
En Colonia, Alemania, esta fiesta es uno de los acontecimientos más relevantes de los que se celebran en el país, dando especial importancia a las mujeres, que ese día se convierten en las protagonistas y portadoras de las llaves de la ciudad. 
Es denominado: “La quinta estación del año”.

Y no podemos olvidar los carnavales de Cádiz con sus comparsas burlescas, cuyas charangas y chirigotas son consideradas patrimonio regional y nacional, convirtiéndose las coplas en auténticos pasquines sonoros de denuncia contra el gobierno corrupto, los políticos y el famoseo inmerecido de algunos; comidilla de programas del corazón y deportivos.

Otros lugares donde estas celebraciones son conocidas a nivel internacional son: Santa Cruz de Tenerife, y Águilas en Murcia. Oruro en Bolivia, Barranquilla en Colombia. Niza en la rivera francesa. Nueva Orleans. Sitges en Cataluña y Notting Hill en Londres, con la peculiaridad este último, de celebrarse a finales de agosto.

Los carnavales se han visto ampliamente reflejados en obras de teatro, sainetes, poesía y novela.
Cervantes en su famosa obra de -Don Quijote de la Mancha- citó las carnestolendas cuando Sancho era manteado por los gañanes. 
De sobras conocida la lucha entre don Carnal y doña Cuaresma incluido en -El libro del Buen Amor- del Arcipreste de Hita. Valle Inclán escribió la trilogía de los llamados “Esperpentos” titulados: -Martes de carnaval-.
Entre otros destacados autores podemos citar a Rubén Darío y su poema: -Canción de carnaval-. Los artículos periodísticos de Gustavo Adolfo Bécquer y Mariano José de Larra y relatos costumbristas de Mesonero Romanos.

Y no os canso más, que también las fiestas y las letras en exceso aburren y empachan. 
De hecho ya lo decían los propios romanos:

“Post festum, pestum et post coitum, tedium”

Cuya traducción nos viene a decir que:

“Después de los festejos viene la fetidez y después del coito el tedio”.



¡Felices Carnavales a todos!



Derechos de autor: Francisco Moroz







lunes, 20 de febrero de 2017

La búsqueda





“En el lugar más recóndito de la isla está escondido el tesoro”.

Ese era el mensaje que estaba escrito en el plano que había encontrado debajo de mi almohada junto a otra serie de pistas.

Empecé la búsqueda desesperada de lo que más ansiaba en aquellos momentos, me ayudaron mis padres y mi hermano mayor ¡Y lo encontré!

Hoy, veinticinco años después de aquella aventura, recuerdo con cariño el mejor de los regalos que me hicieron en mucho tiempo: Aquella edición en tapa dura de una historia de piratas escrita por un tal Robert Louis Stevenson.

Significó, un antes y un después.



Derechos de autor: Francisco Moroz

viernes, 17 de febrero de 2017

Naufragio





Lleva quince días abrumado por el dolor de la pérdida, y el único sitio que parece proporcionarle cierto consuelo es la playa.
Por ella pasea todas las mañanas, mirando el mar y las enormes olas que se alzan a causa del temporal que agita las aguas; que no parece tener la intención de amainar, como para recordarle de forma perenne el episodio desgarrador que tuvo lugar allá a lo lejos.

Él y sus tres compañeros salieron a faenar como todos los días, teniendo en cuenta la previsión meteorológica que por la tarde anunciaba fuertes borrascas con viento racheado del norte que podrían representar cierto riesgo.

Decidieron  por ello, no alargar mucho la jornada de pesca y regresar temprano a puerto. El fenómeno les sorprendió al mediodía, en plena faena, de tal manera, que a pesar de su experiencia, la maniobra se les complicó.
Temiendo por su seguridad avisaron a salvamento marítimo, pero cuando estos llegaron era demasiado tarde para sus compañeros, que se fueron al fondo golpeados y enredados con los aparejos. El barco se perdió junto con sus cuerpos.
Él fue rescatado, pero gustosamente se hubiera cambiado por ellos. Pues parece haberlo perdido todo desde aquella tragedia.

Sus recuerdos se van difuminando en su cabeza según pasan los días, las personas a las que conocía no le saludan como antes hacían, como si no le vieran. Parecen echarle en cara la muerte de sus amigos por haber sido el patrón del barco naufragado. Su mujer y sus hijos ignoran su presencia, parecen sufrir mucho llorando de continuo, echa de menos sus abrazos.
Se disponen a abandonarle definitivamente.

Se siente desolado por la incomprensión ¿Qué culpa tuvo él del maldito suceso, si intentó poner a salvo a su pequeña tripulación? ¿Si abandonó la embarcación el último, cuando no tuvo más remedio al ver todo perdido?

La playa se ha convertido en su único refugio…

…En casa de un pescador están de duelo por el naufragio de un pesquero hace quince días. Una mujer llora, a punto de marchar con sus dos hijos pequeños rumbo a la ciudad.
Su hogar, ese remanso de armonía que era, se ha convertido en una tumba desde que el hombre al que amaba pereció ahogado.

Era el patrón del barco, de los cuatro tripulantes, el único que no pudo ser salvado. 




Derechos de autor: Francisco Moroz

miércoles, 15 de febrero de 2017

Alternativas





Debo decidir qué hacer con los retratos que tienes en el aparador del comedor, con tus álbumes llenos de recuerdos y sonrisas infantiles.

Debo decidir a quién donar los innumerables libros que cubren las paredes. Qué hacer con las revistas, los cuadernos de notas y la agenda donde aparecen teléfonos de muchas personas que ya no existen.

Debo decidir qué hacer con tus zapatos, las camisas y los pantalones que llenan los armarios de tu cuarto. Las chaquetas y las corbatas que ya no puedes usar.

Debo decidir qué hacer contigo ahora convertido en un viejo solitario.

¿A la residencia o a mi apartamento?



Derechos de autor: Francisco Moroz

lunes, 13 de febrero de 2017

Te confieso





Ahora que nos han dejado solos por un momento, tengo que confesarte que nunca te he dejado de amar. 
Te doy las gracias por los años que hemos compartido y el tiempo que me has dedicado. Por todas tus renuncias y sacrificios para que esta relación durase. Y a pesar de ello eres tú el que me dejas.  
Soy consciente que el amor siempre fue cosa de dos, que ambos pusimos empeño y razones, ilusión y corazón para que lo nuestro saliese adelante. Y por eso mismo, no quiero renunciar a ello aún.

Comprendo que todo tiene su fin y que con eso hay que vivir. Sé que me quedarán buenos recuerdos, pero no serán suficientes para hallar consuelo por tu ausencia.

Cuando pienso en todas las cosas que hemos disfrutado juntos me enorgullezco que sumen más que las que nos ocasionaron padecimientos, que las que nos hicieron llorar y entristecernos.

Recuerdo como si fuera ayer cuando nos conocimos, éramos casi unos niños a los que les gustaba dar largos paseos por los jardines de la ciudad y las calles del barrio. Disfrutábamos del presente inmediato y planeábamos futuros en común.
Traigo a la memoria las largas conversaciones, los encuentros inesperados a la salida del instituto o en la boca del metro; nuca fuimos capaces de estar más de dos días sin vernos. Después la universidad y el trabajo, las responsabilidades de adultos que no podíamos soslayar, pero siempre propiciando momentos dedicados a los dos, pues no concebíamos la existencia del uno sin la del otro. 

Nos decíamos que teníamos la vida entera para compartirnos y darnos a manos llenas.
Todo se alargó durante diez años, años esperanzados de noviazgo, cobijando ilusiones, pensando en cómo sería nuestro porvenir como pareja enamorada.

Y como todo llega, también lo hizo nuestro compromiso que no era otro que el de permanecer juntos pasase lo que pasase. 
Esa misma promesa que para otros significaban la cadena que los esclavizaba, solo palabras, pensadas para ser incumplidas con el paso del tiempo. A nosotros nos sonaban a bienaventuranza, era todo lo que habíamos esperado, la consecución de todos nuestros deseos. Ningún infortunio acabaría con lo nuestro, con el vínculo por el que tanto habíamos apostado.

Recuerdo mis nervios ante el altar apretándote la mano con fuerza, por temor a que ese momento fuese un espejismo que estuviera a punto de esfumarse, un sueño del que iba a despertar sin querer hacerlo ¡Pero no! Tú estabas allí, junto a mí, sonriendo cómplice, comunicándome con la mirada tu mensaje: los dos habíamos conseguido aquello y estar ahí, después de un largo camino era el final del principio, y no ibas a renunciar a ese momento aunque temblases de incertidumbre.

De una pequeña casa hicimos nuestro hogar, donde faltaban rincones para las cosas materiales y sobraba sitio para ofrecernos el uno al otro con plenitud. Después esos espacios se fueron llenando de calidez, de amigos y familia a los que hacíamos participes de nuestras emociones.
Nunca nos sentíamos solos pues con los años también llegaron los hijos que tanto nos aportaron a la relación, esos duendes a los que ya les habíamos puesto cara y nombre antes de nacer. 
Todo se llenó de juegos, risas, y llantos nocturnos, lecturas y canciones en común y muchos desvelos.

Ellos ya alzaron el vuelo hacía tiempo, con esas alas fuertes que les crecieron gracias a los valores y los ideales que les inculcamos; nos costaron muchas noches intranquilas, preocupaciones relacionadas con los estudios, los noviazgos y las compañías. 
Pero lo hicimos bien. Supieron aprovechar sus oportunidades y nuestros consejos ¿Qué hubiera sido si tú y yo no hubiéramos estado unidos en todo, y junto a ellos?

Por eso, permíteme que ahora llore por lo que está a punto de acabar, precisamente hoy: San Valentín, un día que jamás llegamos a celebrar como algo especial, pues nos parecía absurdo celebrar un amor que había que festejar a diario.

Hoy me dejas a mi suerte, después de tantos años de abrazos y besos. Nunca necesité más pruebas de tu amor, me sobraron las flores que se secaban, los regalos caros que se pasaban de moda y los adornos que se rompían. 
Me bastaba con tus miradas que me transmitían a diario todo lo que sentías por mi; tus delicadas caricias, como si yo fuera tu bien más preciado y sobre todo, tus palabras exclusivas dedicadas a mi persona.

Te marchas y me dejas, soy consciente que lo que me diste es lo que me quedará en su totalidad. Te recordaré siempre como el niño grande que eras, a pesar de tu fuerte personalidad, irradiando ternura, pues siempre fuiste el hombre sensible del que me enamoré.

Me siento frágil, débil, impotente y triste con tu partida; pero tengo la esperanza de volvernos a encontrar en algún cruce de caminos y en que nos reconoceremos, y volveremos a dar largos paseos, conversando sobre otro futuro más perfecto en común, uno que no tenga final.

Te cojo la mano y te la aprieto como para no dejarte escapar, me correspondes con tus últimas fuerzas, y me ofreces con un hilo de voz tu mejor regalo, el único y deseado presente que necesito antes de la despedida, un: ¡’Te amo!

Me acerco y te beso en los labios. Suspiras y te vas con una sonrisa que hará más llevadera tu marcha.

¡Feliz día de San Valentín mi amor! Gracias por lo que me diste.
Confieso, que nunca te olvidaré.






Derechos de autor: Francisco Moroz

martes, 7 de febrero de 2017

Su nombre




Podría haberse llamado alegría pues la trasmitía a los que la rodeaban. Armonía también, pues la música era parte de su vida y ella interpretaba una melodía muy especial en los corazones de quien la presentía.

Era cercana a causa de su generosidad, no necesitaba el reconocimiento ni la compasión de nadie. Era humilde como esas flores que nacen no para ser admiradas sino para compartir su belleza natural y hacer el mundo un poco más hermoso.

Se podía haber llamado felicidad, pues sus ideales eran sencillos, equiparables al del resto de personas y a pesar de ello capaz de ir más allá. Quería que su entorno brillase con esa luz que emerge del interior de las almas buenas, con lo cual igualmente hubiera podido llamarse estrella.

¿Por qué no? También fe, pues era ese el motor que la impulsaba cuando no todo era fácil y los obstáculos parecían insalvables.

Con una sonrisa o una solo palabra, animaba y empujaba a los que se pudieran sentir derrotados. Desarmaba los argumentos de los malhumorados con la existencia, reconciliándolos con sus semejantes y con las circunstancias del entorno.

Sus manos expresaban lo que desbordaba a raudales, que no era otra cosa que entusiasmo. Esa vitalidad de agua cantarina y transparente.
Un lienzo dispuesto donde pintar con colores lo negro y lo gris, donde alzar soles que disiparan las nubes borrascosas. Respiraba arte y no llevaba sin embargo el apelativo de ninguna musa aunque fuera inspiradora.

La podíamos haber conocido con algún nombre complicado o compuesto, pero hasta en eso era humilde, pequeña y prudente. Precisamente por ello y ante los ojos de los que la conocieron fue grande ¡Enorme! Hasta el final, ese que le deparó un destino que está escrito y es ineludible para todos los mortales.

Cuantos, hubieran querido cambiar por prólogo su epílogo y no haber tenido que escribir epitafios. Cuantos, no la hubiesen retenido a su lado, pues tenía tanto que decir todavía, mucho que crear, tanto por besar y acariciar a los suyos. Tanto que sonreír con los ojos a los que se cruzaran con su mirada.

Estoy seguro que su miedo a no ser recordada se habrá difuminado ya, como las sombras que huyen de una mañana luminosa, pues seremos muchos los que la recordaremos no solo por su nombre, también como hija, hermana, esposa y madre. Amiga y buena compañera, maestra, artista, intérprete y pintora y antes que nada; como la gran mujer llena de entusiasmo y buenas vibraciones que era.

¡Sí! Se podría haber llamado de muchas formas pero la conocimos simple y llanamente como Ana.

"Hay luto en mi corazón por tu partida"


Descansa en paz.


lunes, 6 de febrero de 2017

El refugio






El armario donde acaba de encerrar a su muñeca no es solo un mueble más. Es el mismo donde la abuela se metía de niña cuando sus padres discutían; el mismo donde escondía a papá cuando era pequeño y el abuelo venía borracho y violento.

Un armario que parece proteger a los seres indefensos de las personas malas que les hacen daño.
Ahora está a la espera de que toquen al timbre de casa para refugiarse en él, junto a su queca.

Hoy viene el amigo de mamá, ese que juega con ella haciéndola daño y después le dice que no se lo cuente a nadie.




Derechos de autor: Francisco Moroz

miércoles, 1 de febrero de 2017

El hambre se conforma




Hoy comeré según lo que me pongan en el plato,
según su contenido. 
Me sobran si me apuras los cubiertos de plata, 
incluso siendo sincero, 
la servilleta de hilo.

Según lo que me echen, así comeré.
Que me conformo,
que no tengo preferencias ni gustos severos 
ni peco de casquivano y minucioso.
Pues todos los días son inciertos
con su pizca de desazón y de misterio gastronómico.

Estoy acostumbrado
a la inclemencia de los tiempos que corren, 
nunca fueron mejores ni en el siglo de oro. 
Menos, ahora, que es siglo de latoncillo. 
Como comensal, 
cada vez que me ubico,
siempre lo hago arrinconado por principio.

Cuando hay apetencia
me acuerdo a cada momento de la nana de la cebolla
de Miguel Hernández. 
Del pícaro Guzmán, del letrado lazarillo.
De la frase ciceroniana que reza: 
“El hambre es el mejor condimento".
Eso decía mi madre cuando ponía lentejas.
¡Férreo alimento por cierto!

Hoy comeré 
según lo que me echen en el plato, 
y no soy sibarita ni exigente; 
soy del montón. 
Pertenezco
a un círculo selecto de comensales de las calles donde habito,
que buscan diligentes, 
el local donde se venda barata la comida. 

Me es indiferente
sentarme en una mesa con manteles blancos;
me basta con las amplias vistas a un jardín,
sentado en cualquier banco. 
Si me urges, 
renuncio a los manjares surtidos. 
Me sobran las copas pulidas y los transparentes vasos
y el vino que los llena.

No soy de los que esperan impacientes a ser servidos, 
por camareros y fámulos estirados, 
pues me arreglo con mis manos
y me sobra criterio para comer lo debido. 
Soy hombre de principios,
con tener algo con que comenzar me basta.
Suficiente razón
para llevar a buen puerto el cometido 

En lo que realmente fundamento mi esperanza
con paciencia infinita,
es en que un alma sensible y bondadosa
deje caer unas monedas en mi plato. 
Y según el valor de las que haya, 
el comer como un rey tengo fechado. 
si la suerte es esquiva y no me alcanza,
comeré como pobre vasallo las migajas.

Hoy comeré
según lo que me pongan en el plato.
que nunca hubo pan duro para el hambre
¡Yo lo creo y certifico! 



Derechos de autor: Francisco Moroz

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