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viernes, 23 de diciembre de 2022

¡Feliz Navidad!

 

 


 

Ya llegaron las fechas en las que creyentes y no creyentes celebramos. Algunos incluso sin ganas ni motivación alguna.

Celebramos reuniones, encuentros con amistades, comidas familiares. Redescubrimos al pequeño niño que todavía se agazapa dentro de nosotros. Esperando con ilusión cosas maravillosas, actitudes amables, situaciones extraordinarias que conforman un mundo mágico. También recordamos que tenemos cuñados, suegros y sobrinos pedigueños.

Todo parece adquirir otro color y otro sabor. Significados diferentes. En algunas ocasiones es como si hubieramos consumido sustancias psicotrópicas. Embargados por la euforia o la alegria desaforada por nada concreto.

Pero no olvidemos que la vida sigue, es la misma. Sin tanto o sin ningún glamour ni "brilli brilli" como en las peliculas que con calzador nos hacen ver casi obligatoriamente todos los años, las mismas cadenas televisivas. Todos los comercios parecen vender durante estas fechas los mejores productos, las más deliciosas exquisiteces para paladares refinados. Dulces más dulces si cabe y jamones más curados y más pata negra que lo que habitualmente estamos acostumbrados a probar. Marisco fresco y a tutiplén pescado en los mares de China; que es de donde procede todo producto tradicional. Hasta los esparragos trigueros de Castilla la Mancha de toda la vida.

¡Por Dios! y la loteria que no falte! eso es tradición y hay que tentar a la suerte aún sabiendo que esa señora solo visita a los que están preparados y saben arriesgar aprovechando las oportunidades, aún sabiendo que lo pueden perder todo. Leasé autónomos.

Que se note que vamos de sobrados y que somos generosos dándolo todo ¿Todo?

¿Quién de nosotros ha donado sangre en estos últimos días?¿Quién visitó y acompañó algún amigo o familiar en un hospital? ¿Quién se ha acercado al super o a la parroquia del barrio para donar productos imperecederos para repartir a los desfavorecidos?¿ Quién de nosotros ha meditado, pensado, orado ¡Sí, orado! por esos que están sufriendo en sus carnes el sufrimiento de la guerra? (No solo la de Ucrania)

¿Quién es capaz de dedicar tiempo para escuchar las necesidades del prójimo?

Mirad. Yo soy del montón, como la mayoría de vosotros. No soy más ni menos que nadie. No destaco, ni quiero hacerlo por ser más guapo ni alto. Ni más profesional ni rico, ni ostentar poder sobre otros.

Pero sí me gustaría ser de aquellos que se rebelan contra ciertas situaciones asumidas por el rebaño. De aquellos que miran al otro como semejante, como hermano, como igual. No con la indiferencia del que no es capaz ni de posar la mirada sobre la indigencia, la debilidad o el desamparo de los que pasan a nuestro lado o nos piden algo de lo que nos sobra.

Seamos generosos pues. Y más humildes, comprensivos, tolerantes, humanos y hospitalarios. Menos consumistas y derrochadores. Más luminosos por dentro y con menos guirnaldas de bombillitas en el balcón. Que la luz cuesta una pasta. Y no está la cosa como para fuegos de artificio, ni siquiera para fuegos fatuos.

Abracemos y dejémonos abrazar. Recibamos ese abrazo como lo que es: Un hogar, un lugar cálido de acogida para los que como niños, necesitamos sentirnos seguros y arropados. Y los hay, creedme que no tienen ni siquiera a quién abrazar durante estas fechas en apariencia, tan entrañables y maravillosamente pacíficas y entrañables.

¡En fin! Queridos y apreciados lectores, seguidores, comentaristas. Gentes de paso por este blog, simpatizantes y críticos detractores si los hubiese. Compañeros de letras en todo caso y algunos, ya amigos. 

Os deseo que seais buenos en cuanto a lo que la bondad significa. Que vuestra sonrisa se intensifique. que vuestra actitud sea afectiva y efectiva; pero no como sprint de final de año que termina para bien o para mal. Más bien como en maratón que dure todo el que viene. Que seamos corredores de fondo, intensos, apasionados, vitales y profundos en esencia.

Pues se trata de vivir estos días "especiales" con expectación y con ganas esperanzadoras de que muchas cosas cambien. Terniendo en cuenta que mucho depende de nosotros mismos y nuestras ganas de que lo hagan. Y a los inmobilistas que les den morcillas. Que también es un producto muy español exportado de China.

Que tengais unas ¡FELICES FIESTAS! en la mejor compañia.

Un abrazo, como es habitual desde este blog de abrazo de libro.

 


domingo, 3 de mayo de 2020

Espera

Dedicado a mi madre  pero también felicito a todas esas mujeres que saben esperan.


Ella y su continuo esperar. 
Desde el principio obligada a hacerlo. Primero unos cuantos meses, se le harían interminables, pesados, y al final un poco dolorosos. Pero cuando aparecí llorando me bastó mirar sus ojos para calmar el sollozo y conformarme con mi destino ignoto y con mi suerte.
Fue amor a primera vista y eso que nos acabábamos de conocer, ella me llamaba hijo y yo poquito a poco aprendí a llamarla madre.

Ella y su continuo esperar.
Esperó mis primeras palabras con la ilusión puesta en que fueran dos sílabas balbuceadas para nombrarla.
Esperó como esperan los seres humildes, pequeñas cosas, fruto de tanto desvelo y enseñanza. Los primeros pasos que di cuya meta eran sus brazos, algunos besos mojados, gratuitos y espontáneos en su cara. Que me comiera lo que servía en el plato, era todo un triunfo y un regalo. Una por papá y el resto por mis hermanos.

Ella y su continuo esperar. 
Esperaba a que llegase mi sueño para poder descansar un ratito, siempre velando en mi enfermedad siempre desvelada con mis quebrantos y los miedos, enjugando lágrimas y limpiando mocos. Me enseñó a escribir, me enseñó a rezar y a olvidar prontito los enojos.
Me hice grande como ella esperaba que fuese y le costó separarse el primer día de escuela. No podía recogerme en la puerta muchas veces, pues siempre estaba atareada con la compra y sus labores. Le hubiera gustado esperarme más a menudo, y cada vez que lo hacía me sentía importante y seguro de su mano.
Le costaban un disgusto mis malas calificaciones o mis peleas. Me regañaba y me corregía esperando como siempre se espera, que el tiempo, el tesón y la paciencia corrigieran mis desatinos y que aprendiese la lección tras la caída, lo inútil de la venganza y lo malo de la envidia.

Ella y su continuo esperar.
Pues esperó que sus consejos me llevaran por el buen camino: Estudia, se responsable y honesto. Esfuérzate, que el esfuerzo da sus frutos. Yo a veces le hacía caso y me arrepiento de no habérselo hecho más a menudo.
En mis salidas nocturnas esperaba preocupada mis regresos y me recibía  preguntando ¿Qué tal fue todo? ¿Te divertiste? Te dejé algo de cenar en la cocina.
Y después volé del nido y trabajé para formar otra familia y me fui alejando, acercándome puntualmente a cada cita en la que poder celebrar el encontrarnos. Y ella me esperaba a mí y a los míos con la mesa puesta, con la comida preparada. Nos agasajaba con sabores añorados, cocinados con amor a fuego lento, como se hacía antes de olvidarnos cómo era todo en otros tiempos.

Ella y su continuo esperar. 
Espera una llamada todavía para hablar conmigo, y me escucha aunque ya no me oye por causa de su sordera, espera una felicitación de cumpleaños o que recuerde el día que se dedica a las madres. Espera que le cuente de sus nietos, saber cómo nos va la vida a todos, esta vida tan perra que nos roba el tiempo necesario para vernos,
Siempre espera algún abrazo que la alivie de la pesada carga de la vejez y la soledad, las únicas compañías que le sobran. Pero no teme la muerte, pues siempre dice que tiene bastantes años asumidos que ya pesan. Que no le importa irse siempre y cuando yo me encuentre bien cuando se vaya. Pues tanto ama una madre, que estaría dispuesta a ser eterna a nuestro lado, con tal de evitarnos el dolor y de librarnos de toda angustia, incertidumbre o pena.
Todo le sobra, pues da con generosidad lo que le falta. Se conforma con nada. 
Un ¡Te quiero mamá! Le es suficiente.

Pero es tenaz como ella sola siempre esperando, reacia a renunciar a su derecho de amarme, de la excepcional manera en que solo las madres lo hacen. Dándose entera.
Para cuando faltes, siempre quedará mi respeto por tu persona, simplemente recoges lo que siembras.


Derechos de autor: Francisco Moroz


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