viernes, 30 de septiembre de 2016

Unos consejos





Tienes que danzar
como la lluvia incansable en los charcos.
Y hablar
Al igual que lo hace el aire en las esquinas.

 Aprender el camino 
y caminar despacio,
que la vida con prisa insensata 
se consume enseguida.

Tendrás que saber,
acercarte al brocal de los pozos 
a soñar pausado.
Recorrer playas, orillas y senderos. 

Observar la hoja como cae del árbol
 sin queja, serena, cual caricia. 
 Contemplar mil horizontes 
 amaneceres y ocasos.

Ser sencillo,
humilde como el gorrión ciudadano.
Admirar lo creado de frente
queriendo formar parte de ello.

Escuchar al hombre
y la voz del agua susurrando canciones
escribir tu historia
con forma de versos.

Descubrir tus alas y creer en ellas
alcanzar un futuro insospechado.
Liberarte de falacias y de miedos
siendo tú mismo en presente continuo.

Ser sensible y ser robusto
 con la fuerza del ciprés de raíz profunda,
que dócil se dobla con criterio propio,
pero no se quiebra a pesar del viento.

Consigue ser hogar y ser refugio:
 puerta siempre abierta, salón luminoso
ventana con flores, casa con amigos,
faro, guía y rumbo.

Siendo fiel a tus principios,
no admitiendo engaños.
No dejar que los necios controlen tu vida,
se tu propio dueño sin hacer prejuicios de lo que te venga.

Se generoso amando 
no alces barreras al altruismo.
Convierte el gris rutinario
en colorida aventura de seguido.

Ten un corazón rebelde de joven
y la sencillez del niño.
Vístete de fiesta, celebra a tu ritmo
se agradecido y dichoso con tus compañeros.

Por último ten siempre presente:
que andas de prestado
viniste desnudo y partirás vacío
sin llevarte nada.

Quedará el recuerdo de las buenas obras
de tu generosa entrega, tu sincera risa
y el amor donado a los que estuvieron.
compartiendo todo en tu compañía. 



Derechos de autor: Francisco Moroz

jueves, 29 de septiembre de 2016

El juego de las sillas






Los hay que están a favor y los hay que están en contra, pero el problema es el que es, y opiniones variadas hay muchas y enfrentadas.

Me refiero a esa moda que parece que se está haciendo virulenta en este país de pandereta y Jauja. Que consiste en ampararse en la constitución y su artículo nº47 en el que quiero recordar que se proclama el derecho de todo ciudadano a tener una vivienda digna, para asaltar pisos y locales cerrados o deshabitados por sus legítimos inquilinos. Incluso los ausentados por vacaciones.

El movimiento se denomina “okupa” y los individuos, familias, o agrupaciones supuestamente culturales; toman posesión de las casas y sientan sus reales después de reventar puertas o cambiar cerraduras.

Todos estos colectivos o individuos ponen cara de estupor cuando los propietarios legítimos quieren recuperar lo que les pertenece por ley y derecho, y muchos, de seguro sueltan esa frase tan conocida, y tan usada por los usurpadores infantiles de sillones paternos:

“Quién se fue a Sevilla perdió su silla”

Con esta frase se intenta disuadir al que reclama el puesto usurpado, que lo fue a causa de su ausencia y que por esa peregrina razón, pierde los privilegios adquiridos de posesión. Remarcándolo incluso con un: ¡No haberte ido!

Debo aclarar que según el instituto Cervantes la frase correcta sería:

“Quién se fue de Sevilla perdió su silla”

Como viene siendo habitual en estos casos la frase se originó a causa de unos hechos históricos, y es que si Rubén Blade cantaba aquello de: La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.
Yo digo que la historia te las da aún más gordas.

Ocurrió en el siglo XV cuando un Trastámara llamado Enrique IV gobernaba Castilla.
Y el suceso fue el originado por dos obispos que para mayor I.N.R.I eran tío y sobrino, en un pleito que creó polémica sonada.

Los dos se llamaban Alonso y se apellidaban Fonseca y para diferenciarlos a parte de por las arrugas de la edad se les conocía como el viejo y el mozo.

Corría el año del Señor de 1460 cuando fue nombrado arzobispo de la sede de Santiago de Compostela el joven Alonso. Pero dadas las revueltas continuadas que se daban en el reino gallego y la inestabilidad política del entorno, el sobrino pidió ayuda a su tío que era el titular de la sede sevillana, para que le allanara de obstáculos el camino.

Mientras El viejo Fonseca acudía a Galicia, el mozo se quedaba en Sevilla cuidando el sillón de su tío y ejerciendo las funciones de este en su ausencia.

Ni que decir tiene que se acostumbró de tal manera al clima y a la buena vida que le proporcionaba el cargo; que cuando el tío acudió, después de solventar los asuntos del sobrino en Santiago de Compostela, el mozo no quería abandonar la sede episcopal de Sevilla.

Y es que no es comparable el ambiente de la capital Hispalense: sus finos, sus romerías, y su solecito. Al gris y lluvioso clima y la mohína tristeza de las gentes de la Finis Terra que por otro lado no sabes si van o si vienen.

El rey y hasta el mismísimo Papa tuvieron que tomar cartas en el asunto para que el joven Alonso despegara su culo del asiento y se fuera a donde realmente le correspondía: “A tomar por ese mismo C…” a tierras gallegas.

Antes hubo de ahorcarse a algunos partidarios del mozo que en su obstinación por defender la causa, perdieron la vida tontamente sin ganar nada a cambio. Lo malo en defender causas perdidas. 

El pueblo que lo copia todo aunque parece que no se entera de nada, y que está pendiente de las gazmoñadas de los poderosos; hizo jocosa la frase con respecto al suceso, y la trasmitió de generación a generación hasta nuestros días.

Ahora enlazo con lo primero que comenté en el escrito con respecto a los que usurpan viviendas ajenas. Un problema que parece no tener solución, pues ni los organismos oficiales se ponen de acuerdo, ni la policía parece tener libertad de actuación para proceder a los desalojos, pues los jueces no encuentran leyes suficientes para que prevalezca la justicia y el derecho. lo dicen los abuelos: 
¡Tanto estudiar, tanto estudiar, para ponerse una toga y no poder actuar!

Yo, he hallado la solución al respecto, de la mano del mismo refranero popular tan cuajado de sabías propuestas. Y es que esta manida frase originó otras como:

“Quién se fue de Sevilla perdió su silla y quién se fue a Morón perdió su sillón” o “Quién se fue a Sevilla perdió su silla y quién se fue a Jerez la perdió otra vez”

Pero hay una en la que encontramos la solución al problema referido que reza:

“Quién se fue de Sevilla perdió su silla; quien se fue y volvió a garrotazos se la quitó”.


Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios.



Derechos de autor: Francisco Moroz

martes, 27 de septiembre de 2016

Dulces artesanales


Y le manchaba los dedos de harina al entregarle el paquete envuelto con papel de estraza. La miraba con ternura después de darle un pellizquito en la mejilla. 
La despedía con un abrazo junto a la puerta de casa siempre que marchaba a la escuela.

Con el  paso del tiempo se convirtió en pastelera y hoy, mientras sus manos amasan, piensa en su madre. En sus sabrosos bollos azucarados que le horneaba para el recreo.

Su sueño como artesana, era confeccionar lo más dulce y sabroso que ella probó de niña…  Pero no lo lograba. Y es que no consigue mezclar los besos, con el amor  y la harina.



Derechos de autor: Francisco Moroz

viernes, 23 de septiembre de 2016

Insultos y reniegos- 3 - Homo Stupidus




Una simple palabra puede llegar a convertirse en compendio de otras muchas, proporcionándonos una economía lingüística sin parangón.
El lenguaje es rico en términos para calificar, designar y nombrar a alguien o algo, dando de esta manera un abanico casi infinito de variedades tonales en cuanto a sonidos contundentes a la hora de ofender, o una meliflua manera de designar de forma insultante sin parecer hacerlo.

Es el caso de la palabra “Estúpido” que como no podía ser de otro modo pertenece a la etimología latina.
Proviene del término: “Stupidus” cuyo significado en sí no es agraviante ni ofensivo, pues no significa otra cosa más que: aturdido a causa de un golpe, quedando el individuo semi-inconsciente y desorientado a causa de ello.

Añadiendo el sufijo “Ez” obtenemos el vocablo para definir la cualidad. Con lo cual daríamos pie a que el protagonista de la película Forrest Gump dijese su famosa frase: “Estúpido es el que hace estupideces” pero con la palabra "Tonto" que es lo mismo.

Estúpido se convirtió en insulto una vez que se comprobó que no solo los que recibían un golpe en la cabeza realizaban y decían cosas sin sentido y desacertadas y del todo faltas de inteligencia; por lo cual se empezó a designar como estúpidos a todos aquellos que reunían condiciones suficientes para serlo por méritos propios como a los: Tontos, Lerdos, ilógicos, inconscientes, idiotas, simples, majaderos, bobos, atolondrados, ignorantes, zopencos, pasmados, empanados, alelados, cretinos imbéciles e idiotas...

¿Comprendéis ahora lo de la economía en palabras?

Todos aquellos nominados lo son por su cerrazón y cabezonería, su incapacidad para comprender, y su nulidad para dialogar y razonar con coherencia y lógica con otros seres humanos sin afán de hacer prevalecer sus opiniones y certezas por sus santos C_____s. Sin esgrimir a cambio argumentos suficientes, y sin saber hacerlo sin gritos ni violencia. Aquellos a los que llamamos cariñosamente: "Descerebrados".

Por lo general son seres que se comportan de forma primaria, siendo peligrosos en grado sumo, pues ya lo dijo Pérez Reverte: “Causan más daño los estúpidos que los malvados” y es que los primeros no son capaces de abrir sus entendederas cuando algo se les explica por activa y por pasiva y aún así, tienen empeño en salirse con la suya a topetazos, imponiendo su voluntad de forma visceral e irracional; A pesar de caer quien caiga. Con tal de imponer criterios con pies de barro, son capaces de hacer daño al prójimo e incluso a ellos mismos, sin conseguir por otro lado, beneficio alguno.

Un tal: Carlo María Cipolla (Vaya con el apellido) señaló en un tratado realizado por él mismo, la certeza de que existían cuatro clases de personas en el mundo, a saber: El común de los mortales, Los inteligentes, los desgraciados, y los malvados… ¡Menuda conclusión!

Deberíamos aclarar que una torpeza puntual no puede considerarse una estupidez, un fallo lo tiene cualquiera y nadie está libre de errar por descuido e incluso por negligencia o despiste ocasional. Pero cuando ese error es continuo y repetitivo y el individuo que lo comete no aprende del mismo; entonces es, cuando el estúpido y su estupidez se hacen evidentes.

“No hay burro que tropiece en la misma piedra dos veces salvo el ser humano"
Apunto con respecto a esa piedra y los tropiezos que ocasiona a los estúpidos, que las terceras elecciones al gobierno de este país están en puertas.

La estupidez es tan extensa que se han escrito libros sobre ella. Fernando Savater tiene escrito ni más ni menos que todo un ensayo. A su vez muchos eruditos, pensadores, autores, músicos, filósofos…dejaron para la posteridad algunas frases lapidarias. 
Os dejo algunas de esas perlas como colofón final.

“Nunca discutas con un estúpido, te hará descender a su nivel y ahí te vencerá por experiencia” (Mark Twain)

“Haría falta un doble sol para alumbrar el fondo de la estupidez humana” (Jean Paul Sartre)

“Contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano” ( Wolfgang Von Goethe)

“Solo conozco dos cosas infinitas: El universo y la estupidez humana. Y no estoy tan seguro de la primera (Albert Einstein)

“Un hombre sin pasiones está tan cerca de la estupidez que solo le hace falta abrir la boca para demostrarlo” (Séneca)

La última la encontré rulando por internet y nos pone a todos en evidencia:

" Si el tiempo pone a cada uno en su sitio, en el sitio de los estúpidos tiene que que haber un ambiente increíble"


Tendría que aclarar que la estupidez puede ser subjetiva, pues lo que para unos es un despropósito, para otros es un acierto. (Triste consuelo)


Derechos de autor: Francisco Moroz

miércoles, 21 de septiembre de 2016

¡De la furia de los hombres del norte libramos Señor!


A pesar de las tempestades y los vientos sufridos a lo largo de nuestra singladura, los dioses nos han acompañado y favorecido en todo momento. Nuestros ligeros barcos han llegado hasta aquí sorteando los elementos y gracias a ellos divisamos las costas definidas de la Britania.

A bordo los hombres se muestran nerviosos, pues llegó la hora de la verdad en que se probarán las armas con las que nos enfrentaremos al que nos salga al paso, al igual que nuestro arrojo y valentía. Somos vikingos de las tierras extremas del Norte, y no sentimos temor del futuro que nos toque en suerte, para nosotros la peor de las muertes es morir en casa de viejos.

Perecer en batalla es el mejor de los honores para guerreros como nosotros, nuestro Walhalla tiene las puertas abiertas para el que caiga luchando, y compartiremos el banquete con Odín y Thor y hasta el mismísimo Loki. 

Si morimos en el enfrentamiento que nos espera, se escribirán nuestros nombres en el horizonte de este mar ignoto que se perfila frente a nuestros Drakars, que cabalgan como walkirias por encima de las olas. Obtendremos el título de héroes y seremos recordados con gloria, siendo  parte de las leyendas épicas por muchas generaciones en nuestras aldeas, y temidos como demonios, en estas tierras...

No esperamos ni tan siquiera a tocar tierra, como locos poseídos por el espíritu del cuervo, saltamos al agua, y pisamos las arenas y las piedras de la cala donde arribamos. Una vez reunidos, agarramos las hachas y las lanzas, los cuchillos y los arcos y por supuesto los escudos de madera que portamos a nuestras espaldas mientras avanzamos tierra adentro.

De repente suenan campanas de arrebato, dan la alarma de que llegamos como horda de saqueadores de las riquezas que ellos guardan, las que nosotros rapiñaremos junto con sus vidas.
No negociaremos. El más fuerte y sanguinario es el que saldrá victorioso. El más voraz y violento cargará con más tesoros.

Remontamos una colina alfombrada de verde y lo vemos: Un edificio de piedra con una alta torre y un pequeño muro que pretende defenderlo de amenazas y ataques exteriores, pero no cuentan con que nosotros escalamos paredes y acantilados con tal de conseguir nuestro propósito. Somos gigantes rubios con ojos azules, hijos de un dios tuerto y despiadado que jamás se  arredran ante otros hombres.

Llegamos a las puertas del recinto y con nuestras hachas  la golpeamos, deslavazando sus bisagras, haciéndolas saltar en pedazos, entramos para encontrarnos una explanada vacía con tan solo unas gallinas que corren espantadas al vernos y unos orondos cerdos que nos comeremos más tarde en el festín de celebración de nuestra victoria.

Se sigue escuchando el tañido de la campana pero esta vez también oímos voces angustiadas, el murmullo constante de una oración que no entendemos. Seguro que las criaturas que se encuentran encerradas tras las gruesas paredes del edificio principal nos vieron llegar, y se agazapan atemorizados, presintiendo su inminente muerte mientras imploran ayuda a dioses débiles que no les pueden salvar.

Mientras forzamos la puerta, los arqueros prenden la techumbre de paja del granero y los corrales, otros corren a la parte de atrás para que nadie escape del asalto y pueda alertar a otros pidiendo refuerzos.

Cuando la última astilla salta hecha pedazos entramos como avalancha, como alud humano, como glaciar colapsado. Sin misericordia vamos segando vidas a nuestro paso. Cuando me enfrento a mi primer oponente veo, que como los demás, está desarmado y no viste más que una tela de saco sucia y deshilachada y que únicamente antepone ante mí un palo en forma de cruz; mientras se dirige a mí persona con extrañas palabras en un dialecto que no comprendo.

Aún a pesar de la sorpresa inicial de mis compañeros al ver que en lugar de enfrentarse a nosotros y defenderse, estos hombrecillos morenos huyen despavoridos a esconderse. Siguen persiguiéndoles, masacrándoles con sus hachas, desparramando sus entrañas, despedazándoles el cuerpo, llenando de sangre la estancia, salpicando con ella las paredes.

Yo sin embargo me quedo perplejo en unos segundos que parecen una eternidad, con el arma en mi mano que no parece obedecer la orden de descender sobre el cuerpo tembloroso de mi víctima... Mi mente se ha quedado en blanco, como si mi espíritu y mis pensamientos volasen al futuro y este mundo que habito no fuese en el que me correspondiera estar.

De repente el sonido contundente y seco de una madera sobre otra me despierta de la abstracción y veo horrorizado como toda la acción se detiene a mí alrededor y las miradas de mis camaradas se posan en mi persona mientras, los que se suponen cadáveres descuartizados se incorporan y se levantan sobre sus muñones, dirigiendo igualmente sus ojos en mi persona, como recriminándome el no poder seguir con su triste destino de cadáveres perdedores.


El miedo me invade, trepa entonces por mi cuerpo atenazándome la garganta, y justo en ese momento; reverbera en el espacio la contundente y airada voz del dios supremo del cotarro gritando a voz en cuello:

-¡¡¡Coooorten!!! -Para decirme a continuación de forma muy personal: 

-¡O pones más convicción y pasión en lo que haces, o no terminamos de rodar la escena hasta el mes que viene! 
¡ Señores, nos tomamos un descanso de 10 minutos!

Y es entonces cuando me siento derrotado por un lapsus.




derechos de autor: Francisco Moroz


martes, 20 de septiembre de 2016

Grafito



El lápiz con el que ella, cada mañana, se lo dibujaba en un papel, era el mismo con el que su madre se lo dibujaba cuando era niña.

Toda una tradición familiar la de pintar corazones de grafito a los hijos. Siempre con un ¡Te quiero! adentro, que lo decía todo.




Derechos de autor: Francisco Moroz

lunes, 19 de septiembre de 2016

Asedios son refranes...




Cuantas madres no habrán dicho a sus hijos más de una y dos veces esa manida frase de: “Llevaos como hermanos” y con esta, intentar poner paz entre ellos. Pero seguro que ni esas madres ni sus hijos pensaban en esa otra frase dentro del refranero popular y que es considerada de las primeras en engrosar dicho compendio proverbial.

Me refiero a esa que reza rimando:

“No se conquistó Zamora en una hora”

Y es que esta se originó gracias a una pendencia entre hermanos llamados Urraca Fernández, y Sancho II de Castilla.

Ella gobernaba en la ciudad de Zamora por derecho propio, adquirido por ser esta la herencia recibida de su padre Fernando I de Castilla. Su hermano al que que le pareció poco lo heredado por su parte, quiso añadirle la urbe, considerando su magnífica situación estratégica junto al Duero, por ser cruce y lugar de paso de muchos caminos; y en un apartado no menos interesante, por ser la depositaria de los valores épicos de la Numancia que habitaron las tribus Arévacas de tan triste recuerdo para Roma y sus legiones humilladas.

A Zamora la llamaban: “La bien cercada” quiero imaginar que por sus fuertes murallas que permitieron su salvaguarda tras siete meses de asedio ininterrumpido.

Sancho II no solo no ganó la ciudad, sino que perdió la vida en el intento a causa de la traición de Bellido Dolfos que tras ganar la confianza del rey lo asesinó con su propia espada. Esto ocurría en el año del señor de 1072. Para unos Bellido fue traidor y para otros héroe, ya que asesinando al rey salvaguardó de perecer a muchos más hombres. Se cuenta que fue perseguido por el paladín del rey asesinado, pero en vano, pues aún consiguiendo herir a su caballo, Dolfos, tuvo tiempo para penetrar en la ciudad por una puerta llamada actualmente "La de la traición" que todavía se puede visitar, realzando con ello la leyenda.

Ahí es donde enlazaríamos con el Cid Campeador, el referido paladín del rey difunto, y con la iglesia de Santa Gadea donde nuestro épico, legendario, guerrero, mercenario, hizo jurar a AlfonsoVI el no haber sido el instigador de la muerte de su hermano (Los hermanos del Medievo se llevaban a matar) ganando por despecho del monarca, y de esta manera, un destierro en toda regla que se convirtió en romance proclamado por trovadores, leído por miles de estudiantes con mayor o menor gloria.

Con lo cual esta frase es incierta, pues el cerco de Zamora solo quedó en eso: en cerco y asedio, y los propósitos de conquista en agua de borrajas.

En la obra de Fernando de Rojas. La Celestina, se la encasqueta a un Calisto impaciente por conquistar el corazón de la Melibea en un ¡Pis, pás! diciéndole:

  “Refrán viejo es, «quien menos procura, alcanza más bien». Pero yo te haré procurando conseguir lo que siendo negligente no habrías. Consuélate, señor, que en una hora no se ganó Zamora, pero no por eso desconfiaron los combatientes”.

También aparecerá por primera vez escrita en el diario de Madrid edición del 1807. Con ella se avisaba a los lectores, que los cometidos complicados y de suma importancia no son logros a conseguir en poco tiempo, más bien requerían un esfuerzo extraordinario y paciente, que podía, aun así, concluir en fracaso.

Termino escribiendo aquello que mi abuela me repetía cada vez que soltaba sus sentencias a modo de Séneca filosófica:

¡Cómo trabajan los refranes mi hijito !


derechos de autor. Francisco Moroz

viernes, 16 de septiembre de 2016

Por los viejos tiempos



Hubo un tiempo en que no deseaba otra cosa más que estar contigo. Solos tu y yo, cuando éramos niños de barrio bajo, y jugábamos en las calles cercanas a nuestros portales.
Pues no en vano juntos, descubrimos lo que era la camaradería y la amistad, esa especie de connivencia que nos convirtió en hermanos de andanzas, juergas y alguna gamberrada; también en cómplices de amores adolescentes y confidentes de desengaños y sueños.

Nos juramos fidelidad incondicional, pasara lo que pasara, no permitiríamos que nadie ni nada se interpusiera en nuestra perfecta relación de camaradas.
Después la madurez y las responsabilidades nos alejaron. Tú te quedaste en el barrio que nos vio crecer, yo me fui lejos, evitando desde entonces un encuentro contigo, pues tenía claro mis objetivos al igual que tú elegiste los tuyos.

Pero la vida que parece regocijarse en el drama y la tragedia me trajo de nuevo noticias tuyas, después de tanto tiempo sin querer saber de ti, volvía a escuchar en los noticiarios sobre tus proezas, habías superado tus miedos iniciales y te atrevías con todo. Y yo que siempre había sido el más retraído de los dos, el que admiraba tus habilidades y me enorgullecía de ser tu amigo; ahora me avergonzaba de conocerte.

El informe desglosaba los trapicheos que te traías entre manos y el dolor que infringías de forma interesada, poniendo el alma solo en el sufrimiento de los más débiles, únicamente para obtener beneficios personales. Habías perdido todo el control, eras peligroso.
Y hoy nos volvíamos a encontrar. Tú con tus secuaces, yo con mis nuevos compañeros: Los de la unidad especial contra el tráfico de estupefacientes.


 Mi único deseo era que no intentaras utilizar el arma que sujetabas en la mano. Pues: “Los viejos tiempos” no te servirían para nada.



Derechos de autor: Francisco Moroz



martes, 13 de septiembre de 2016

Tolerancia cero





Despotricar contra los vecinos no era la solución ante los problemas de convivencia que sufría. Él no se consideraba una persona conflictiva como para que todos lo rechazaran.

Un mes de julio, a las tres de la madrugada, cuando todos dormían, tomó una decisión que le cambiaría la vida: incendió el bloque donde habitaba, acabó con sus conflictos y los molestos inquilinos.

Hoy en la celda de tres por cuatro que ocupa con otro recluso, recuerda el pasado, y reniega de su perra suerte: Le ha tocado el compañero más difícil con el que mantener una armoniosa relación.



Derechos de autor: Francisco Moroz


sábado, 10 de septiembre de 2016

Mambrú se fue a la guerra


John Churchill( Duque de Marlborouhg )

Hace  unos meses en un programa de radio, volví a escuchar esa tonadilla infantil  que me recordó a mi infancia, la titulada: “Mambrú se fue a la guerra” esa misma que los de mi generación escuchábamos cada dos por tres a maestras que como ejercicio musical nos enseñaban en la escuela infantil.
https://www.youtube.com/watch?v=VkspFpYvJrs

En más ocasiones tuve oportunidad de oírla: en los parques mientras las niñas jugaban a la rayuela y a la comba y ¡Cómo no! en esas selecciones musicales que todos teníamos en cintas y vinilos… ¡Qué tiempos!
Yo mismo se la canté a mis hijos cuando fueron niños pequeños a los que había que entretener fingiendo hacer la instrucción con palos de escoba. Cierto que eran otros tiempos y otras canciones.
Pero el caso que gracias a ese programa de radio mi curiosidad se vio sometida a la presión de indagar sobre sus orígenes y esto que os escribo hoy, es el resultado de las investigaciones realizadas. Es como si hubiera abierto la primera de las muñecas matrioskas rusas en las que de forma sucesiva salían otras. Sorpresa tras sorpresa. ¡Ya veréis!

Nos trasladamos en la máquina del tiempo al siglo XVIII  cuando España andaba sumida en la guerra de sucesión por culpa de un capricho del “hechizado” Carlos II que quiso que su sucesor fuese un Borbón en vez de un Austria.
Media Europa se vio involucrada en la guerra defendiendo los intereses de uno o de otro bando, y los ingleses ¡Cómo no! Se inmiscuyeron a favor de los Austrias y en contra de los franceses a los que infligieron mucho daño en algunas batallas.

Entre los oficiales británicos destacados en dichas batallas estaba un tal John Churchill que era duque de Marlborough y que adquirió protagonismo sobre todo en una de ellas: la de Malplaquet en 1709. Esta batalla fue ganada por los franceses pero de forma “Pirrica” pues el ejército inglés perdió 11.000 hombres frente a los 25.000 franceses que murieron en ella.

Aquí es donde empieza la historia de nuestra canción que fue compuesta por las tropas francesas para burlarse de ese oficial que tanto daño causaba y que presumiblemente había muerto en batalla junto con otros muchos oficiales. Se empezó a cantar en los vivacs y fuegos de campamento con el título: : "Malbrough s'en va-t-en guerre”. Y la ironía el destino fue que en realidad este personaje no murió en esta batalla ni en ninguna otra.
Una canción de guerra por tanto, en la que de forma irónica y satírica se contaba la defunción de este caballero en el frente. 
Cuando pasó a España se cambió el apellido “Marlborough” que resultaba difícil de pronunciar por el de “Mambrú” mucho más asequible a nuestra lengua.
Lo más curioso es que dicha canción fue tomada por Beethoven en su Wellington´s Victory Opus 91, para celebrar la derrota de las tropas napoleónicas en la batalla de Vitoria (España) como instrumento para realzar a Wellington y vilipendiar a Napoleón.
Os dejo este enlace y aproximadamente en el minuto 2:32 os llevareis una sorpresa.
https://www.youtube.com/watch?v=-NQ55Qp78mo

Ahora dos curiosidades más:

El apellido “Marlborough” os suena a marca de tabaco ¿A que sí?
Pues lo es, porque la casa Philips Morris abrió su primera tienda en Londres, en una calle llamada: Great Marlborough street en el Soho, llamada así en honor del duque que como os conté anteriormente, no murió en la guerra, sino de una apoplejía.
Segunda curiosidad es el apellido de dicho personaje que nos sonará al del primer ministro británico Winston Churchill , y no en vano, pues John Marlborough era su tío abuelo. Y al nieto tuvieron a bien llamarle, curiosamente, como otra conocida marca de tabaco.

Y nosotros los españolitos sin saber a quién nos referíamos en la canción, y encima preocupados, pues también desconocíamos si el tal Mambrú volvió de la guerra en pascua o por la trinidad.
Por cierto ¿No os suena la melodía a la de: Por ser un muchacho excelente?



¡Qué curiosa es la historia!


Derechos de autor. Francisco Moroz


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