viernes, 2 de julio de 2021

Único testigo

 


Hablando todo el día con el loro del vecino he aprendido tres cosas: 

Primero, que el animalito no es especialmente dialogante conmigo.

Segundo. Que habiendo sido testigo de los acontecimientos puede ser de gran ayuda o perjuicio el que abra el pico o lo mantenga cerrado.

Y tercero y más desafortunado, es el no haber sido capaz de enseñarle otras palabras durante el periodo de tiempo que ha mediado, entre los hechos acontecidos y los timbrazos de la policía en mi puerta.

 El muy asqueroso sigue gritando su odiosa frasecita desde el balcón de enfrente: “¡Es culpable, es culpable!”

Derechos de autor: Francisco Moroz





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