domingo, 30 de octubre de 2016

Noche de difuntos




Esta noche Santiago se va a dormir con miedo, pues no en vano sus hermanos mayores le han estado chinchando con historias sobre muertos a lo largo del día.
Mañana se celebra en el pueblo el día de los fieles difuntos y sabe que esta noche les pertenece a ellos, y que saldrán de sus tumbas para recorrer las calles y llevarse a quien se encuentren por ellas. 
Conoce también la leyenda de la santa compaña que recorre en procesión los bosques, buscando nuevos cofrades con las que engrosar sus filas.

Se arrebuja temblando bajo la manta de su cama, no sabe bien si tiembla a causa de esos recuerdos o por la baja temperatura que reina en el caserón del tío de su padre que es el cura de la localidad.

Su catre está en una de las habitaciones abuhardilladas, donde se guardan los baúles llenos de ropa para los parroquianos menos afortunados. No hay armarios, pero si una cortina de arpillera que tapa otro pequeño habitáculo donde en unas alacenas se almacenan los cirios, las velas, y las estampillas junto con los misales y los libros de canto. Las casullas y las sotanas para las misas cuelgan de perchas de alambre; y más de un susto le han dado algunas noches. 
Tras esa cortina piensa, se pueden esconder asesinos con dagas envenenadas, o arpías y esfinges de esas que describe con tanto detalle el maestro de la escuela.

La iglesia se encuentra al lado del edificio donde él y sus hermanos viven provisionalmente con sus padres y su tío abuelo. La torre tiene un gran reloj que hace sonar las campanas cada hora entera y también a las medias. Lo teme porque sabe, que cuando suenen las doce, con el último toque, saldrán los difuntos de paseo, y el cementerio, no queda lejos del atrio ni de la casa del cura.

Quiere dormirse para no tener que escuchar los sonidos que oirá cuando los difuntos pasen por ahí abajo, esos sonidos de ultratumba que se parecen al ulular del aire entre las vigas de madera carcomida o el que hace al pasar por las juntas mal pegadas de los cristales del ventanuco; pero es imposible, todavía le está dando vueltas al suceso ocurrido en el pueblo de su padre, el que le narró hacía tan solo una horas…

…Andaban los mozos más lanzados y fortachones con sus fanfarronadas tal día como hoy, echándose puyas para ver quién era el más valiente de todos ellos. El más bravucón propuso apostar un cordero para el que demostrara serlo sobre todos los demás. La prueba consistiría en ir todos cerca del cementerio esa misma noche y esconderse detrás de unos sillares que estaban por allí tirados.

Uno por uno y siendo testigos los demás, tendrían que acercarse a la puerta de hierro del campo santo, aporrearla con los puños y hacer ruido para convocar a los difuntos y animarles a salir en pos del osado que lo hiciese.
Llegada la noche cinco muchachos se acercaron por allá, y aunque no lo querían demostrar, temblaban debajo de las pellizas de saca y sus capotes de lluvia, pues ese 31 de octubre estaba siendo frío y lluvioso. Aunque el miedo también arreciaba.

Se escondieron detrás de las piedras talladas y se echaron a suertes quien sería el primero en realizar la prueba.
El mozo con más agallas el “Bravucón” despreció esa forma de elegir el orden y se ofreció a ser él el primero, y con ello demostrar de antemano a los compañeros ser el único que no temía ni a los vivos ni a los muertos.

Tiró a andar calvero arriba, pero según se acercaba a la puerta un aire se levantó de improviso aullando en la tapia y en la verja de entrada, silbando entre lapidas y mausoleos. El gañán que tenía de valiente lo justo, se empezó a poner nervioso, pero su orgullo le impedía volverse y salir corriendo, ya que los compañeros lo verían y perdería la apuesta; con lo cual armándose de valor, aceleró el paso con el afán de pasar el mal trago lo más rápido posible.

Justo llegando al recinto, la puerta se entreabrió chirriando sobre sus goznes oxidados, mientras un relámpago seguido del retumbo del trueno estalló en el oscuro cielo. 
Todo ello provocó  tal  espanto en el zagal, que girando este sobre sí mismo, salió como alma que lleva el diablo, cuesta abajo y sin atreverse a mirar atrás.
Los amigos lo vieron venir a todo correr, medio llorando, desencajado de terror, con el rostro demudado gritándoles:

¡¡¡Me persiguen las ánimas!!!

Los cuatro que le esperaban, salieron zumbando hacia el pueblo para refugiarse en sus casas y encerrarse a cal y canto, pero el que venía hacia ellos sintió como le agarraban con fuera inusitada de sus ropas y tiraban de él sin que pudiera avanzar ni huir del opresor brazo sarmentoso que lo aferraba.

Por la mañana un pastor encontró su cadáver boca abajo, tirado en el suelo, con los dedos  ensangrentados por haber arañado la tierra. Pálido, cubierto de escarcha, con las ropas desgarradas enganchadas en unas zarzas.
El muchacho había muerto a causa de un pánico desmesurado.

Su padre terminó aquel relato con una sentencia:

–Hijo, nunca te burles de los difuntos…

…Justo cuando termina de recordar esa historia, el reloj de la iglesia empieza a desgranar las doce señales convenidas para que los que abandonaron el mundo de los vivos, vuelvan por una noche a mezclarse con ellos.

Santiago llega a escuchar la última campanada junto a unos pasos que se acercan por la calle, y una voz cascada que proclama:

Las doce en puuunto y sereno!

El repiqueteo de la lluvia sobre las tejas arrulla al niño y este se duerme, y por ello no percibe los crujidos de la escalera de madera.



Derechos de autor: Francisco Moroz


Relato presentado para el concurso:



viernes, 28 de octubre de 2016

Relación compulsiva






Cuantas soledades he tenido que soportar a causa de tus ausencias desmedidas. Claro que te comprendo, y precisamente y porque te quiero nunca quise alejarme, ni quejarme, ni echarte en cara nada. Hasta ahora, que te tengo postrado ante mí. Indefenso y dolorido.

No siempre fue así, lo sé, comenzó a partir del séptimo año en que empezamos a vivir juntos, cuando conociste a la primera, a la que cogiste cariño enseguida. No era nada del otro mundo, nada espectacular, pero para empezar a echar una cana al aire de vez en cuando no estaba nada mal ¿Verdad?

Lo que a la larga me fastidió fue, que la conociste en un centro comercial y estando en mi compañía. Tú, dándome la tabarra con las ventajas de esa nueva relación compartida. Yo callada como tonta, asintiendo, favoreciendo de alguna forma la toma de decisión ¡Dios que lerda  fui!¡Cuanta ingenuidad por mi parte!

Nunca me apartaste de tu lado es cierto, pero había algunos día que se los dedicabas a ella casi en exclusiva. 

Ella te hacía sentir joven, no sabía bien lo que te daba, pero venías luminoso, con cara de felicidad. Renovado y lleno de ilusión. A veces sentía celos al ver como la tocabas y te la comías con los ojos. 
Yo entonces me hacía la interesante contigo, como si no me importara tener una rival, incluso me atrevía a desafiarte, preguntándote con indiferencia donde habíais ido y si os había acompañado alguien más.

Nunca me negaste la respuesta, e incluso me contabas detalles sobre tus aventuras; algo que me dejaba chafadas en mis pretensiones de protagonismo.
Me llegué a acostumbrar, pues tus salidas infieles eran puntuales. Lo que nunca pude imaginar es que llegaría una segunda que te atraparía en sus redes seductoras y que con ella se esfumarían mis esperanzas de que tu tiempo fuera en exclusiva para mí. 

¡Eras mío! Y no pensaba renunciar a mi potestad sobre tu persona. Pero comprendí que si me ponía brava, perdería una guerra imposible con las armas argumentales de las que disponía. 
No me sentía engañada, pues jamás te escondiste para realizar tus actividades lúdicas con ella, y eso me ponía de los nervios y a la vez me desarmaba por ser testigo circunstancial en múltiples ocasiones, de vuestra pasión desenfrenada.

Esta nueva relación te daba más vida si cabe que la anterior. Tu decías que ella te hacía sentir sensaciones nuevas, a la vez que motivos, para permanecer en su compañía más tiempo del establecido en un principio. 
Siempre surgía algún imprevisto para no llegar a la hora de la comida, incluso, lo sé de buena tinta, se atrevía a acompañarte al trabajo en algunas ocasiones, y te esperaba a la salida para hacerlo hasta casa.

Pero la gota que desbordó el vaso de mi paciencia fue la tercera. Más provocadora y con mejor cuerpo, de lineas perfectas. No te cuento mi sufrimiento cuando la veía frente a mi, y a la vez veía el brillo de tus ojos cuando la mirabas.
Sabía comportase en cualquier circunstancia y respondía a tus requerimientos con plena satisfacción. Eso me decías; yo sufría en silencio mi impotencia. Era ella o yo, y sin embargo, no me atrevía a verbalizar mis pensamientos por temor a perderte.

¡Pero claro! 
A todo cerdo le llega su San Martín, y a ti te llegó el descalabro que tarde o temprano tenía que ocurrirte, el que te abriera los ojos de una vez y te desengañase de tanto trajín con ellas.
Y es que esta última te dejó tirado, con el orgullo y la autoestima por los suelos; tú, que presumías de manejarla a tu antojo, de dominarla para conseguir de ella lo que querias.

¡Pues bien! Te restregó tu seguridad por la cara, de lo cual me alegro en parte, por que de esta forma yo he conseguido recuperar la esperanza de pasar más tiempo contigo, convenciéndote que la forma de vida que habías emprendido no podía desembocar en nada bueno; que una aventurilla de vez en cuando a nadie le viene mal para desfogar las tensiones de la semana, incluso quemar alguna de las calorías sobrantes. Actividad que te rejuvenece la piel e incluso le da brillo, te aporta elasticidad y soltura a la hora de desenvolverte en tus quehaceres cotidianos y te cansa como para poder dormir como un niño.

Pero ahora querido, necesitas descansar y reponerte sin prisas de las heridas sufridas en tu cuerpo y en tu ego. Recapacita ahora, sobre lo saludables que son tus salidas y tu relación compulsiva y obsesiva con ellas: con tus queridas.
Espero que hayas escarmentado y que comprendas que lo que tienes en casa es más seguro y fiable. Pues a mi me tienes no solo para tus correrías.

Y es que lo tuyo se estaba volviendo un vicio y una obsesión en vez de en una afición, y es que ¡Tanta bici, tanta bici! no podía ser muy bueno.  






Derechos de autor: Francisco Moroz



Grafitero



Foto propia: Grafiti pintado en lugar habilitado para ello en mi localidad.


Si hubiera llegado a saber el éxito que iban a alcanzar mis realistas trazados en techos y paredes, los habría firmado con mi nombre o mi Nick  de batalla, para que quedara constancia de la identidad del creador y así, figurar en la galería de genios ilustres de la pintura universal.

Si hubiera sabido que se pagaba para poder admirarlos, y que se reproducirían en libros de arte, camisetas, jarras y llaveros; hubiera registrado mi marca y hubiera pedido derechos de autor.

Pero los grafiteros de antaño éramos tan ingenuos y tan inocentes, que plasmábamos con entusiasmo y en cualquier sitio nuestros bosquejos. 

Y yo en Altamira no fui una excepción. ¡Pintura rupestre la llaman ahora!


Derechos de autor: Francisco Moroz.

jueves, 27 de octubre de 2016

¿Halloween? ¿Qué es Halloween?



¡Se acerca! ¡Ya vienen! la noche de Halloween y los monstruos enanos que nos intentan asustar en nuestras propias viviendas con disfraces comprados en los chinos. El año pasado sin ir más lejos me vino uno vestido de Elvis y otro de oso panda. Que no encontraba dada mi conmoción, la relación entre una fiesta de los muertos y el carnaval de Rio de Janeiro.
Estamos perdiendo el control con las influencias americanas cuyas empresas con tal de vender, venden hasta el alma inmortal de los antepasados.
Y es que esto del Halloween ya nos suena a teatro de las maravillas y opera bufa, donde todo es posible, hasta la incongruencia, los despropósitos y lo estrafalario. Todo lo que tiene pinta de original, es aplaudido por aquellos que se van acostumbrando a cualquier cosa, según se las van vendiendo como producto extranjero; y si es con música Break, Fusión, Tecno, o la mismísima banda original de -El fantasma de la ópera- mejor que mejor.

¿Qué se ponen de moda los zombis?¡Pues a disfrazarse de zombis¡¿Qué la saga crepúsculo ha hecho estragos este año? ¡Pues serán los vampiros los que nos invadan el hogar! La patrulla infantil del vecindario ávida de caramelos y demás golosinas asaltarán nuestros hogares con la consabida contraseña del “Truco o trato” que vete tú a saber qué demonios quiere decir.
Y yo me pregunto: ¿Qué tendrán que ver el tocino con la velocidad y el culo con las témporas?

Pues intentaré al menos aclarar un poco toda esta sarta de tradiciones hiladas con aguja de hacer calceta.
Nos remontamos a los orígenes, que es como empieza todo, desde el principio. Y la génesis es la cultura celta, esa antigua civilización que surge en centro Europa, que no nos dejó ni música ni escritos; pero cuyos integrantes se encargaron de trasmitir de forma oral de padres a hijos toda la tradición y forma de vida de tal manera, que todavía rigen algunas costumbres actuales como la de ciertos festejos cuyo máximo exponente es

El Samhain.  

Esta palabra proviene del gaélico, madre de la lengua irlandesa actual, y no significa ni más ni menos que: "Fin del verano". Y es que los Celtas dividían el año en dos partes: La luminosa (Primavera, verano) y la oscura (Otoño e invierno) La primera etapa era dedicada a la fertilidad tanto de las mujeres como la de los animales y cosechas. La segunda representaba la decrepitud y la muerte y es con la que comenzaban el año; haciendo balance de las ganancias y pérdidas que les había deparado el mismo, en cuestión de agricultura, ganado, victorias conseguidas, muertes y nacimientos familiares y logros personales.

Entre estas dos etapas diferenciadas existe esa linea delgada y frágil que separa los mundos de los vivos y los muertos: Que llegada la fecha se estrecha, quedando más cerca. es entonces cuando los espíritus aprovechan para volver a mezclarse con los que todavía alientan sobre la tierra. Saltan esa etérea frontera para realizar visitas a los familiares o para vengarse de sus enemigos. Andan entre nosotros.

Es por ello que los celtas esa noche se disfrazaban de animales, para confundir a los espíritus malignos, colocando en sus puertas y ventanas calaveras con luminarias en su interior para espantar a los muertos con malas intenciones. Más adelante serían nabos los que lucirían de forma menos macabra y en la actualidad las culturas herederas de la tradición exhiben las consabidas y tétricas calabazas recortadas que tanto susto dan en las películas de terror americanas.Las llamadas "Jack Lantern"
También se colocaban dulces en las entradas de las chozas o cabañas, o en las plazas del poblado para mantener contentos a esos visitantes imprevistos del más allá, y así evitar que se cobrasen víctimas y revanchas.

Cómo veis ya vamos comprendiendo ciertos derivados actuales y de donde proviene el producto original. Pero permitirme dar el siguiente salto en el tiempo yéndonos a la antigua Roma.
Ya sabéis que los romanos asimilaban e incluso adoptaban religiones, costumbres, dioses y tradiciones, amoldándolas a su propia idiosincrasia. El año romano empezaba en Marzo y por tanto las festividades en torno a los difuntos las celebraban los días 9,11 y 13 de Mayo y los llamaban los días de Lemuria. Los lémures eran esos espíritus diabólicos y traviesos que venían a tocar las narices a los vivos, asustando y haciendo desaparecer cosas y personas. Esto recuerda a los duendes y trasgos ¿No os parece?

Después vienen los cristianos y superponen sus propias fiestas a las paganas con el solo motivo de eclipsarlas. Por cierto “Pagano” se refería a los que vivían por esos “pagos” o sea, fuera de las poblaciones importantes, en el campo, en el bosque etc. Y para nada significaba carente de fe o creencias religiosas. También a los que vivían fuera de Roma en sus villas, se les denominaba "Villanos" y no tenían que ser necesariamente mala gente.

¡Bueno a lo que vamos!
En el siglo VII la fiesta en conmemoración a los muertos se mantiene en el 13 de Mayo y será Gregorio III el que la trasladará al 1 de Noviembre y otro Gregorio, esta vez el IV el que la denomine: “Fiesta de todos los Santos” noche de vigilia y preparación; donde se encendían velas y lamparillas de aceite para mostrar el camino a las almas perdidas las primeras, y homenajear y rendir culto a los difuntos familiares las segundas.

El día 31 pues, pasa a ser la víspera de todos los santos o en inglés:”All Hallow´s Evening” y con esta aclaración llegamos a la que es, la transformación de dicha palabreja.

Halloween.

Llega el momento de trasladarnos a América con los colonos irlandeses e Ingleses en el XIX, llevando con ellos estas antiguas tradiciones repetidas a lo largo de los siglos. Y allá, antes, durante y después de la independencia de los Estados unidos,se va trasformando y modificando la celebración en sus aspectos más informales como los disfraces variopintos  y toda la parafernalia montada en torno a la fiesta de difuntos que se convierte en festividad comercial en la que las empresas de todo tipo de productos, se frotan las manos previendo ingresos adicionales gracias a las calabazas, velas, tumbas de plástico inyectado, disfraces y pinturas, maquillajes, muñecos macabros, brujas, momias, hombres lobo, muertos saliendo de la tierra, ahorcados… Y no sigo que pierdo el aliento y las ganas.

Con lo cual, y como resultado de todo. Somos ahora nosotros los europeos los que recibimos el producto original, envasado y empaquetado a modo de folclore popular con lacitos de colores y luces de neón como las de las Vegas.
Nada hay nuevo en cuestión de cultura que no hayan probado ya nuestros antepasados.

La  conclusión es que: el Samhain, el Samain (celebrado en Galicia, Asturias y Cantabria) y el Halloween, son prácticas de diferentes naciones con el mismo origen cultural que viene a celebrar lo mismo: El ciclo de la vida, del campo y de las estaciones.
Mirad por donde he dejado caer sin querer otro posible disfraz para el evento: El de rey león.
¡Hey¡ hey! ¡No os vayáis que no he terminado!
Alguno os habéis quedado seguro, con las ganas de saber eso del: 

¿Truco o trato?

Pues os resuelvo el acertijo.
El “Trick or Treat” tiene sus principios en las persecuciones llevadas a cabo en los siglos XVI y XVII  por los católicos contra  los protestantes en Inglaterra. 
En un momento dado, se quiso atentar contra el rey inglés James I cuando este se encontrara reunido junto a los parlamentarios. Uno de los conspiradores delató a sus compañeros y gracias a esto se pudo abortar tal regicidio.
Más adelante cuando son los protestantes la que ostentan el poder y para conmemorar este fallido atentado gracias a la oportuna delación del traidor, al cual torturaron y ejecutaron convenientemente según el estilo y las leyes inglesas. Estos (Luteranos) visitarán las casas de los católicos tapando sus rostros con máscaras de monstruos para no ser reconocidos y exigiendo a los habitantes de las viviendas cervezas, encurtidos y pasteles a cambio de que ellos no los delaten ante las autoridades; interpelándoles con la consabida frase intimidatoria: “Truco o trato” que en realidad era“Susto o soborno”. Curioso ¿No?

Por último os diré que “La santa compaña” tiene que ver también con estas fiestas en las que los espíritus errantes hacen salidas nocturnas en busca de noctámbulos trasnochadores rezagados en esta noche que solo a los difuntos pertenece. La del 31 de Octubre.

Elegid pues un buen disfraz para pasar desapercibidos entre los muertos, y no os dejéis engatusar por esos tiernos infantes disfrazados de todo lo inimaginable que os piden golosinas a granel como si fueseis el super del barrio. Puede que acabéis condenados a una fiesta cíclica que se repita, no todos los años, si no cada diez minutos en la puerta de vuestra propia casa.


¡Miedo da! ¿A que sí? pues ya sabéis: ¡Haber pedido muerte!




Derechos de autor:Francisco Moroz



martes, 25 de octubre de 2016

La única




Al otro lado de la ventana la oscuridad es absoluta, las farolas están apagadas y el silencio es infinito.

Me he asomado una vez más para confirmar que así es y quedarme tranquila. 
No conozco otra realidad desde que salí del sótano hace ya quince años. 

Solo tengo vagos recuerdos en mi memoria de palabras entrecortadas oídas a un hombre y una mujer asustados, y aquellos trozos de periódicos en los que me enseñaron a leer, en los que se escribía sobre un virus letal que se extendía rápidamente entre la población.

El pueblo me pertenece desde entonces, creo que soy la única que lo habita.



Derechos de autor: Francisco Moroz

lunes, 24 de octubre de 2016

Cuenta cuentos





El carillón del salón de baile de Bestia empieza a tañer la primera de las doce campanadas de la medianoche.

Mientras bajo las escaleras del palacio pierdo uno de mis zapatos de cristal, y justo cuando se deja oír el reverbero de la última, suena el despertador de la mesilla y se rompe mi encantamiento de Bella durmiente.

Me despierto bruscamente incorporándome en la cama de uno de los tres Osos, y mientras me levanto, escucho la voz de mi compañero peludo que dice a mi espalda:

 – ¿ A dónde vas Caperucita?

Y  es entonces cuando me acuerdo que ayer dejé solos a los siete Enanitos por ir a buscar a Hansel y Gretel . 
Salgo pitando de la casa de los tres Cerditos  ¡Llego tarde al té de las cinco con Alicia y el Sombrerero! 
¡Tendré que mentir como Pinocho, cuando me pida explicaciones Rapunzel!



Derechos de autor: Francisco Moroz

domingo, 23 de octubre de 2016

Noche de difuntos




Esta noche Santiago se va a dormir con miedo, pues no en vano sus hermanos mayores le han estado chinchando con historias sobre muertos a lo largo del día.
Mañana se celebra en el pueblo el día de los fieles difuntos y sabe que esta noche les pertenece a ellos, y que saldrán de sus tumbas para recorrer las calles y llevarse a quien se encuentren por ellas. 
Conoce también la leyenda de la santa compaña que recorre en procesión los bosques, buscando nuevos cofrades con las que engrosar sus filas.

Se arrebuja temblando bajo la manta de su cama, no sabe bien si tiembla a causa de esos recuerdos o por la baja temperatura que reina en el caserón del tío de su padre que es el cura de la localidad.

Su catre está en una de las habitaciones abuhardilladas, donde se guardan los baúles llenos de ropa para los parroquianos menos afortunados. No hay armarios, pero si una cortina de arpillera que tapa otro pequeño habitáculo donde en unas alacenas se almacenan los cirios, las velas, y las estampillas junto con los misales y los libros de canto. Las casullas y las sotanas para las misas, cuelgan de perchas de alambre; y más de un susto le han dado algunas noches. 
Tras esa cortina piensa, se pueden esconder asesinos con dagas envenenadas, o arpías y esfinges de esas que describe con tanto detalle el maestro de la escuela.

La iglesia se encuentra al lado del edificio donde él y sus hermanos viven provisionalmente con sus padres y su tío abuelo. La torre tiene un gran reloj que hace sonar las campanas cada hora entera y también a las medias. Lo teme porque sabe, que cuando suenen las doce, con el último toque, saldrán los difuntos de paseo, y el cementerio no queda lejos del atrio ni de la casa del cura.

Quiere dormirse para no tener que escuchar los sonidos que oirá cuando los difuntos pasen por ahí abajo, esos sonidos de ultratumba que se parecen al ulular del aire entre las vigas de madera carcomida o el que hace al pasar por las juntas mal pegadas de los cristales del ventanuco; pero es imposible, todavía le está dando vueltas al suceso ocurrido en el pueblo de su padre, el que le narró hacía tan solo una horas…

…Andaban los mozos más lanzados y fortachones con sus fanfarronadas tal día como hoy, echándose puyas para ver quién era el más valiente de todos ellos. El más bravucón propuso apostar un cordero para el que demostrara serlo sobre todos los demás. La prueba consistiría en ir todos cerca del cementerio esa misma noche, y esconderse detrás de unos sillares que estaban por allí tirados.

Uno por uno y siendo testigos los demás, tendrían que acercarse a la puerta de hierro del campo santo, aporrearla con los puños y hacer ruido para convocar a los difuntos y animarles a salir en pos del osado que lo hiciese.
Llegada la noche cinco muchachos se acercaron por allá, y aunque no lo querían demostrar, temblaban debajo de las pellizas de saca y sus capotes de lluvia, pues ese 31 de octubre estaba siendo frío y lluvioso, aunque el miedo también arreciaba.

Se escondieron detrás de las piedras talladas y se echaron a suertes quien sería el primero en realizar la prueba.
El mozo con más agallas el “Bravucón” despreció esa forma de elegir el orden y se ofreció a ser él el primero, y con ello demostrar de antemano a los compañeros ser el único que no temía ni a los vivos ni a los muertos.

Tiró a andar calvero arriba, pero según se acercaba a la puerta un aire se levantó de improviso ululando en la tapia y en la verja de entrada, silbando entre lapidas y mausoleos. El gañán que tenía de valiente lo justo, se empezó a poner nervioso, pero su orgullo le impedía volverse y salir corriendo, ya que los compañeros lo verían y perdería la apuesta; con lo cual armándose de valor, aceleró el paso con el afán de pasar el mal trago lo más rápido posible.

Justo llegando al recinto, la puerta se entreabrió chirriando sobre sus goznes oxidados, mientras un relámpago seguido del retumbo del trueno estalló en el oscuro cielo. 
Todo ello provocó  tal  espanto en el zagal, que girando este sobre sí mismo, salió como alma que lleva el diablo, cuesta abajo y sin atreverse a mirar atrás.
Los amigos lo vieron venir a todo correr, medio llorando, desencajado de terror, con el rostro demudado gritándoles:

--¡¡¡Me persiguen las ánimas!!!

Los cuatro que le esperaban, salieron zumbando hacia el pueblo para refugiarse en sus casas y encerrarse a cal y canto, pero el que venía hacia ellos sintió como le agarraban con fuera inusitada de sus ropas y tiraban de él sin que pudiera avanzar ni huir del opresor brazo sarmentoso que lo aferraba.

Por la mañana un pastor encontró su cadáver boca abajo, tirado en el suelo, con los dedos  ensangrentados por haber arañado la tierra. Pálido, cubierto de escarcha, con las ropas desgarradas enganchadas en unas zarzas.
El muchacho había muerto a causa de un pánico desmesurado.

Su padre terminó aquel relato con una sentencia:

–Hijo, nunca te burles de los difuntos…

…Justo cuando termina de recordar esa historia, el reloj de la iglesia empieza a desgranar las doce señales convenidas para que los que abandonaron el mundo de los vivos, vuelvan por una noche a mezclarse con ellos.

Santiago llega a escuchar la última campanada y unos pasos que se acercan por la calle, y una voz cascada que proclama: ¡Las doce en puuunto y sereno!


El repiqueteo de la lluvia sobre las tejas arrulla al niño y este, se duerme sin poder escuchar los crujidos de la escalera de madera.






Derechos de autor: Francisco Moroz

sábado, 22 de octubre de 2016

Sueños gloriosos




Condado de Essex -  Inglaterra

Willfred livestock suda copiosamente después de cargar su segunda carreta de estiércol en la granja donde trabaja. Se pasa un paño sucio por la frente. Reflexiona sobre la vida que lleva.
Es de Chelmsfor y pertenece a la servidumbre del señor del condado que es famoso por su lana.

Desde pequeño ya le enseñaron a esquilar y cuidar del ganado; conoce como nadie los mejores pastos al igual que los regatos de agua donde abrevar a las ovejas.
Vive en una casa humilde con techo de paja y barro; nada del otro mundo. Posee un pequeño huertecillo aledaño, en el que el amo le permite sembrar alguna hortaliza.

Los inviernos son duros, aunque las manos encallecidas y los sabañones no son lo peor. 
La sensación más desagradable con diferencia es el hambre, nunca se siente saciado, pues nunca la comida es suficiente. Unas gachas de almortas, un pedazo de cecina dura como la piedra de moler el trigo. Para las fiestas, un trozo de carne de cerdo o un huevo, algo de leche de las ovejas que cuida, con la que elabora un queso agrio.

Por las noches, el escaso fuego que se puede permitir encender con la leña que recoge en el monte comunal y las burdas mantas, son insuficientes para mitigar el frío que tiene metido en los huesos.
Sabe que con este tipo de vida no durará muchos años: Quizás cuarenta, a lo sumo tres más.
En general lleva una vida miserable.

Pero sus sueños son gloriosos: Ve dragones voladores que escupen fuego por sus alas, y monstruos recubiertos de armaduras que son capaces de flotar en el agua. Magia negra y destructiva de hechiceros que hacen desaparecer ciudades más grandes que Hertfordshire, Sulfolk o la mismísima Londres, entre resplandores cegadores de sol. 

Es testigo de enfrentamientos violentos entre dioses arcanos, guerreros acorazados, como los de las leyendas que narran los viejos alrededor de la hoguera los días de asamblea. 
Es todo tan real que hasta el destino de todo ello parece estar en sus manos.

No sabe a ciencia cierta que significan sus delirios, pues él no es hombre ilustrado como los de la abadía; que saben interpretar los símbolos extraños escritos en los libros antiguos. Pero presiente que algo no está bien dentro de su cabeza. Algo que contraviene el equilibro y el orden divino. Por las noches ve todo ello a través de ventanas que se abren solo para él, donde vislumbra construcciones imposibles y nunca vistas por los hombres, difíciles de levantar solo con piedras. Seres misteriosos con ropajes estrafalarios, que ni los nobles ostentarían en los grandes acontecimientos. Les oye hablar idiomas que no sabe descifrar...

...Tiene visiones que no se atreve a confesar a nadie por miedo a ser tachado de pagano, brujo, hereje o loco. La iglesia es tajante con estas cosas: “El diablo es capaz de envenenar los sueños de los hombres justos, para hacerles caer en tentaciones que conducen a la perdición de sus almas”.

Willfred seguirá ocultando sus visiones, será el secreto que se llevará a la sepultura.


Condado de Essex - Estado de New Yersey (E.E.U.U)

Willfred Player sufre de insomnio, después de contar miles de ovejas para conciliar el sueño se levanta con jaqueca; con la sensación de haber vivido en otro cuerpo. Siempre agotado, sudoroso, con hambre y frío. Está empezando a sospechar que tantas horas invertidas frente al ordenador con los vídeo juegos le están pasando factura a sus neuronas...

...Pero lo que le tiene desconcertado es, ese persistente olor a estiércol en su piel, que le acompaña cada mañana al despertar.



Derechos de autor: Francisco Moroz



jueves, 20 de octubre de 2016

Flema británica





Paul Willkinson era el prototipo de hombre que atraía a las féminas por su belleza y constitución física. Tenía un encanto peculiar que le hacía despuntar sobre los demás.
Su personalidad no estaba construida sobre artificios ni falsedad, tampoco sobre mentira ni artimaña. Era lo que se dice un hombre honesto y cabal, de esos que las mujeres denominan como: caballeros que se visten por los pies. Las sabía tratar con respeto y cortesía.

Tenía cualidades que le hacían destacar sobre el resto de competidores, cuando se trataba de seducir y conquistar los corazones de aquellas que se cruzaban en su camino.

Por ejemplo su voz de tenor, que resaltaba en la coral con brío arrollador.
Cuando cantaba parecía escucharse el sonido profundo del océano con las olas batiendo en los acantilados. Todos temían hacer pareja con él en los dúos. Los compañeros le miraban con resquemor, nadie podía competir con ese don natural que Paul parecía poseer.

Todos se sorprendieron cuando su cadáver apareció flotando en el Támesis, con heridas de arma blanca; muchos sabían de la animadversión que le profesaban algunos, pero hasta el punto de que fueran capaces de terminar con su vida, no.

Las investigaciones se llevaron a cabo con diligencia, como todo lo que se hace en la capital británica, pero los resultados de las pesquisas se hacían esperar. Los noticiarios y los periódicos se hacían eco de la noticia; pues no en vano se trataba de una de las mejores voces masculinas del coro de la Abadía de Westminster. Nadie podía comprender las razones que habían motivado el macabro suceso.

Todo empezó a encauzarse cuando el inspector que tomó el caso, dictaminó de manera convincente, que el perfil del asesino era el del típico individuo envidioso, falso, y celoso de las virtudes ajenas. De esos que de cara te adulan, te palmean y te abrazan, mientras que por detrás te clavan puñales en la espalda.

El caso estaba claro, ahora habría que empezar a interrogar a unos cuantos cientos de ciudadanos británicos, dentro del entorno cercano a la víctima.

Pero era solo cuestión de tiempo y de ganas.



Derechos de autor: Francisco Moroz

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