martes, 25 de junio de 2019

La noche me confunde






“Hoy no me puedo levantar, el fin de semana me dejó fatal, toda la noche sin dormir bebiendo, fumando y sin parar de reír…” (Mecano)

Regento un local que fundó mi abuelo como taberna. Un tugurio de mala muerte donde cada noche pasaban individuos de la peor calaña. Pendencieros borrachines, desahuciados y perdedores. 
Donde se originaban peleas a navaja en las que corría la sangre en tanta cantidad como el vino que se trasegaba.

Mi abuelo se llamaba Constantino, remembranza de aquel emperador romano de hace muchos siglos. Pero todos le conocían como “Tini” el tabernero "Tinibroso", solo por el hecho de gobernar esa especie de antro siniestro.

Después llegó mi progenitor, que se emparejó pronto con una “reina de la noche”, mi madre. Que por aquel entonces era todo un "Bocatto di cardinale" para paladares exquisitos.

“Te vi llegar
con la noche a la espalda,
como un enigma en la oscuridad
te adiviné,
ligada a las estrellas
que me controlan a millones de años luz…” (Miguel ríos)

Ambos, heredaron el negocio y lo transformaron en bar de tapas, un establecimiento que dio de comer y de beber a toda la familia durante muchos años; hasta que ambos se jubilaron. Mi padre se llama “Blas” pero los clientes le conocían como “BlasTapas”; por las clavadas realizadas en los precios de los pinchos morunos. Un claro homenaje a su casi homónimo "Vlad Tepes" que realizaba la misma jugada con las estacas y los prisioneros de guerra, a los que les salía cara la jugada.

Cansado de toda una vida detrás de la barra sirviendo y sirviéndose de la clientela, se jubiló por los siglos de los siglos, pasándome el testigo generacional al que era imposible renunciar por culpa de una tradición familiar; fundamentada durante muchas décadas, en una absurda historia de inmigrantes rumanos escuchada hasta la saciedad desde niño.

Lo primero que realicé, fueron las reformas necesarias en las instalaciones para adaptar los espacios a las necesidades logísticas de los nuevos tiempos. La amplitud me daba juego para habilitar el sótano que reconvertí en vivienda; donde también ubiqué la bodega, las cámaras frigoríficas y el almacén. 
Arriba, una extensa barra corrida bien surtida con todas las variedades etílicas y espiritosas que actúan como señuelo para los parroquianos. Y una pista de baile con escenario para gogós y mesa de mezclas para Dj´s, que lo dan todo para poner la sangre del personal al punto de ebullición. Todo ello ambientado con luces y sombras que crean espacios muy íntimos para encuentros insospechados con final feliz, reservados V.I.P para los invitados elegidos a ciertos eventos organizados puntualmente.

El rótulo con el que quise dar a conocer el Night club, fue diseñado ex proceso en consideración y respeto a mi abuelo y a mi padre. 

En letras rojas y luminosas, bien visibles y en todo lo alto, puse: Disco-Pub "TiniBlas". De tal manera, que sin buscarlo, dio pie a que los malhadados, hipócritas e intransigentes vecinos del barrio que no soportan ni el ruido ni mi presencia, empezaran a denominarme como "Príncipe de las tinieblas". Ya tendrán su merecido con el tiempo, algo de lo que dispongo sin medida.

Imbéciles, no saben el sacrificio que me supone sacar adelante un negocio de tales características. Lo primero de todo no soporto…

La oscuridad, crece aún más y más
y las tinieblas se han apoderado de mi mente

y no lo puedo soportar y ya no sé lo que está bien o está mal… La noche no es para mí…” (Vídeo)

…las trasnochadas. Yo fui siempre de madrugar y de la opinión de que las noches se hicieron para dormir. Las ojeras me llegan al suelo y tengo los ojos siempre irritados y enrojecidos. No descanso lo suficiente. Presiento que no recuperaré el sueño por mucho que más adelante pueda dormir durante lustros y lustros.

Muy al contrario que mi padre, que decía: “Cuando me jubile no haré otra cosa más que estar “tumbaó” todo el día y salir a beber algo a partir de las doce de la noche”.

Y ahí lo tengo en el sótano, cumpliendo a rajatabla lo dicho. Junto con el abuelo, el bisabuelo, el tatarabuelo y algún ancestro lejano de cuyos nombres ya ni me acuerdo; tirados a la bartola junto a sus amantes, parejas, hijos, nietos, e incluso a la madre que los parió a todos.

Mientras, yo me parto el lomo currando como un condenado a galeras y a perpetuidad. Que de tanto estar encerrado ya no puedo soportar la luz. Y el sol me quema "toito" cuando saco la nariz por la puerta. Todo el día enclaustrado como murciélago en cueva. Y eso que algunos de los que reposan ahí abajo decían que yo no tenía sangre en las venas, y que estaban hartos de que solo chupara del bote. Y que como siguiera por ese camino no tendría donde caerme muerto ni a lo que hincar el diente.

Soy consciente de que heredé ciertos rasgos familiares característicos como pueden ser la palidez de mi piel, el pelo negro y lacio, una inquietante presencia y mis prominentes colmillos. Pero lo de la vida noctámbula sin pegar ojo, no va conmigo. Ciertamente no sé a quién habré salido.

También estoy hartito de los inconvenientes de este negocio, al tener que responder de continuo a los inspectores de sanidad con evasivas. Que lo de la bodega es vino tinto de la mejor calidad y lo de las cámaras de congelados carne de cerdo convenientemente fileteada. Así como convencer a los polis meticones, a base de consumiciones gratis, que esos individuos que desaparecen cada cierto tiempo, nunca pasaron por el local que dirijo.

Por estos pequeños detalles, cada día me resulta más penoso el ser inmortal y tentado estoy muchas veces de volverme a Transilvania. Y si no lo hago es porque tengo a casi toda la familia residiendo aquí.

Abandonarlos sería dejarlos en la estacada o literalmente, como clavarles una estaca en el corazón. Y uno será lo que sea, pero no un desalmado que con el remordimiento no pudiese ni mirarse en el espejo.


“No hay tiempo para nosotros.
No hay lugar para nosotros.
¿Qué es esto que construyen nuestros sueños?
Y aún se escapa de nosotros.
¿Quién quiere vivir para siempre?
¿Quién quiere vivir para siempre?  (Queen)  


Derechos de autor: Francisco Moroz


                     

martes, 18 de junio de 2019

Se busca




El nombre de mi hermana se lee en los numerosos carteles pegados en paredes y vallas de la ciudad. Por encima de las letras que lo conforman se puede apreciar una foto de su atractivo rostro, sus labios, dibujando esa sonrisa que enamora, y que es tan característica de ella.

Desapareció hace un mes, tras el trágico incidente del tren en el que se vio implicada junto con otros veinticinco inocentes pasajeros. Fue la única superviviente del vagón que ocupaban.

La policía la busca desde entonces, demandando la colaboración ciudadana y avisando de antemano en los noticiarios que va armada y es peligrosa.


Derechos de autor: Francisco Moroz


miércoles, 12 de junio de 2019

Viaje al centro de la mente






El último día de vacaciones fue el mejor y más intenso. Estuvimos de crucero por las islas griegas, esquiamos en los Alpes, visitamos la Gran Muralla China. Y a la noche, tomamos un vuelo directo a la feria que habían instalado en las afueras de mi pueblo. Montamos en todas las atracciones repetidas veces, nos pusimos ciegas de algodón de azúcar y como colofón, entramos en la caseta de la adivina.

La pitonisa me vaticinó un futuro inquietante a causa de mi desbordante imaginación.
Y solo con escucharme, intuyó a la amiga imaginaria que me acompaña en todos los viajes que realizo dentro de mi mente. Pero ¡Eso sí! No supo adivinar su nombre. 
Y es que demencia, no se muestra a cualquiera la primera vez. 

Derechos de autor: Francisco Moroz



viernes, 7 de junio de 2019

Tinta escrita y derramada






Cuando Romeo y Julieta se besaban con pasión prometiéndose amor eterno, eran ajenos a su drama personal y a la falta de futuro en su relación amorosa.
No podían haber imaginado, que su trágico destino ya estaba escrito de antemano con premeditación y alevosía por un tal Shakespeare.



Cuando salió de la cárcel en la que estuvo recluido cinco años de su vida, fue directo a matar al autor de sus días, el que lo había creado como personaje de ficción, el mismo que le condenó por un crimen del que era inocente, solo por dar más interés al argumento.

                             

Entre los entendidos que frecuentaban la sala de lectura era conocida como una novela de acción. A pesar de haber abandonado la balda donde reposaba tan solo en un par de ocasiones.

                             

Desde el primer momento en que el forense, hombre instruido y muy leído, inspeccionó el cadáver encontrado en la biblioteca. Dictaminó que se trataba de una muerte de libro.

                             

Aunque el escritor era zurdo nunca supo tener mano izquierda con las editoriales y por ello, le resultó dificultoso obtener el derecho de autor.

                             

Para una vez que Don Juan se enamoraba sinceramente de una dama tan interesante como aquella que le leía, y justo en el instante en el que iba a declararle su amor incondicional, ella se limitó a pasar página y seguir leyendo.

                             

Cuando su querida musa inspiradora le dijo que la relación entre ellos era imposible, se quedó tan pálido como la hoja en blanco que tenía delante, y en la que no acertó a escribir ni una triste despedida.

                             

Lázaro de Tormes se acercó al registro para reclamar al autor sus derechos de imagen, y salió contrariado cuando le dijeron que este se encontraba en paradero desconocido.

                             

El escritor triunfó con su primera obra. Top ten de ventas, número uno en las listas internacionales de libros más leídos. Su opera prima se convirtió en poco tiempo en Best Seller, siendo traducida a cuarenta idiomas.
Pero no volvió a escribir más, todo por un maldito punto y final.



Derechos de autor: Francisco Moroz


martes, 4 de junio de 2019

Proyecto




“Tengo pensado hacer varios peces de colores con papel de seda, para regalárselos a Carlitos por su cumpleaños”. –Me dijo el viejito mientras departíamos en aquella fría habitación.

Tantos años han pasado desde aquellos juegos y paseos compartidos por el parque, que no solo yo he olvidado muchas cosas importantes.

Mi padre desde su realidad no me identifica, pero sigue pensando en hacer feliz a ese pequeño niño que fue su hijo convertido en lo que ahora soy, un hombre de cuarenta y cinco años que viene de vez en cuando a la residencia de ancianos, para refrescar recuerdos que atenúen la soledad de ambos.

Derechos de autor: Francisco Moroz



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