domingo, 30 de enero de 2022

Camuflaje

 

 


Igual que el gato negro que se hace el dormido en el sillón, es la abuela. Eso dice mi madre. Me figuro que será porque viste de luto, y siempre está vigilante; observándonos a todos con mucha atención. Tiene controlados nuestros movimientos, al igual que los horarios de entrada y salida de casa. Conoce nuestros gustos, necesidades y debilidades. Es arisca, refunfuñadora y lista como ella sola.

Lo curioso es, que donde está la abuela nunca se encuentra el gato, y viceversa. Nunca coinciden en el mismo lugar.

Y ahora, desde que mis padres empezaron a hablar de llevarla a una residencia, el gato está por todos los lados y a mi abuela apenas la vemos.


Derechos de autor: francisco Moroz

domingo, 23 de enero de 2022

¡Arrepentíos!

 

 



– ¡Llegará pronto el final! y no estaremos preparados para cuando llegue. Somos muy estúpidos como para darnos cuenta que nuestro tiempo se acaba. Hemos tenido margen de sobra para rectificar y no hemos querido poner remedio; quizás porque estábamos más interesados por lo que ocurría en los mundos virtuales de los teléfonos inteligentes y las pantallas de los ordenadores, que en el nuestro real.

Creíamos que todo era eterno; y muy al contrario, el planeta que habitamos está colapsando. Nos está mandando continuas señales de alarma para que revirtamos nuestro desenfrenado empeño destructivo. El ser humano, o sea ¡Nosotros! Hemos desoído sus advertencias y seguimos presos de nuestra locura desaforada.

El hombre subido encima de la mesa situada en un lado de la sala no necesitaba alzar la voz; pues todos a su alrededor permanecían atentos de su perorata acusatoria. Algunos incluso asentían con su cabeza o negaban, según oían sus reprobatorias palabras que estaban dirigidas a todos sin excepción. Otros proferían una especie de quejidos repetitivos que recordaban a un canon de meditación, si no fuera porque sonaban como quejidos. Incluso los había tan ensimismados, que de sus bocas abiertas caían hilos de saliva que manchaban sus camisolas.

El hombre de la mesa, sin previo aviso saltó al suelo y empezó a vociferar, señalando con su dedo al otro lado de la puerta.

– ¡Ya vienen! ¡Quieren acallar nuestras voces! Coartar nuestro derecho a expresarnos con libertad, a proclamar la verdad sobre los oscuros fines que nos esperan por culpa de los de siempre: Gobiernos prepotentes, políticos mentirosos, multinacionales de aviesos intereses, medios informativos manipuladores…

Se abrieron las puertas de la sala con estrépito, y como ventolera otoñal, entraron hombres rudos que con violencia controlada empezaron a disolver, separar, anular, agarrar e inhabilitar a todos los individuos reunidos en torno a esa especie de orador improvisado.

Los hubo que se defendieron con saña de los agresores atacándoles con furia desbordada. Llovían patadas, mordiscos, arañazos y puñadas. Otros sujetos prefirieron tirarse en el solado encogiéndose como fetos gimientes. Los menos utilizaron sus cabezas como martillos pilones contra las paredes.

Los celadores y enfermeros se las vieron y desearon para meter en vereda a la manada de locos que de nuevo se sublevaban contra el orden establecido en el centro psiquiátrico.

Uno de ellos comentó en voz alta a sus compañeros algo así como que: “Esos tipos lunáticos no parecieran tener los pies en la tierra.”


Derechos de autor: Francisco Moroz





sábado, 15 de enero de 2022

Huérfano de madre

 

 



Su primera relación fue con un hombre que resultó ser un monstruo. Le dejó innumerables heridas en su cuerpo y en su espíritu.

Le prometió tenerla en un altar y adorarla de por vida; muy al contrario, la inmoló en él, sacrificó sus gustos y necesidades, con el único propósito de satisfacer sus caprichos.

Le dibujó un paraíso en la tierra en cuanto estuvieran juntos, y en cuanto lo estuvieron, conoció el infierno y sus infinitas miserias. El dolor, la humillación y la degradación progresiva de su persona fueron sus condenas.

A ella, le hubiera bastado un poquito de cariño. Un trato respetuoso. Incluso con tan solo recibir una caricia de sus violentas manos o una dulce palabra entre tanto insulto de su boca, se hubiera conformado.

Su salvación fue conocer a un ser sensible y emocional, que vagaba por el mundo buscando un corazón gemelo; alguien como ella, necesitado de reconocimiento y cariño. Enseguida conectaron. El rechazo inicial que sintió al verle por primera vez a causa de su fealdad, fue mitigado al descubrir su belleza interior, por la ternura desplegada tan solo por complacerla. Sabía escuchar, le gustaba la naturaleza, era pacífico e inteligente. Elocuente; hablaba varios idiomas y la lectura le apasionaba.

Y eso muy a pesar de que nunca lo tuvo fácil. Todos le rechazaban; el primero su padre, que lo tachaba de demonio, miserable y desgraciado. Eso le amargaba. No en vano el hijo de Víctor Frankestein carecía de alma pero no de sentimientos.


Derechos de autor: Francisco Moroz



Mi relato, como habréis podido comprobar  esta basado en el personaje de la obra de la escritora Mary Shelley 
Me he tomado ciertas licencias a la hora de comparar a un hombre con un monstruo y a un supuesto monstruo otorgarle (como así aparece en el libro) atributos humanos..
Hago algún guiño, por otro lado al "infierno" de Dante, y a la obra de Milton, "el paraíso perdido"



domingo, 9 de enero de 2022

No leer el desamor

 



El segundo volumen de su preciada colección de libros, sigue colocado exactamente en el lugar que le adjudicó en la estantería hace unos cuarenta años. Hoy lo mira de nuevo con recelo. El polvo se acumula en sus tapas de cartoné arrugado.

Solo llegó a abrirlo una vez para escribir en sus primeras páginas. Enseguida lo cerró desesperanzada al no ver futuro en la historia que perfilaba.

En el primero se podían leer los pensamientos de una adolescente completamente enamorada. Ahora, recuerda la decepción de su primer amor;  cuando empezó a escribir en su segundo diario, dejándolo inacabado.


Derechos de autor: Francisco Moroz

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