Lo sé, he estado ausente ¿Cuánto
tiempo? ¿Casi dos meses?
No es que las vacaciones de verano se alargasen ni que tuviera los
dedos agarrotados para poder teclear alguna de esas cosillas que acostumbro a
subir al blog.
Creo que se trató más bien de un cúmulo de circunstancias las que no
me dejaron acercarme por estos lares ni para tan siquiera visitar las páginas
amigas, llenas con las letras de mis compañeros.
No han sido falta de ganas tampoco -que no sabéis el
mono que tengo- ni pereza, ni desidia, ni escasa organización.
Otros proyectos de vida fueron los culpables - que no solo de
palabras escritas vive el hombre-.
Y la familia, y el trabajo, y la disposición permanente para ambas cosas, ocupó el tiempo del que antes disponía para escribir, compartirlo, y leer lo vuestro y comentar trabajos y reseñas.
Y la familia, y el trabajo, y la disposición permanente para ambas cosas, ocupó el tiempo del que antes disponía para escribir, compartirlo, y leer lo vuestro y comentar trabajos y reseñas.
Esta entrada no pretende ser excusa con alevosía, ni coartada por no haber
aparecido por el lugar de los hechos. Se trata tan solo de una somera explicación
tranquilizadora de que sigo al pie del cañón con más ganas que nunca, pre-calentando los
motores de la inspiración y haciendo estiramientos de falanges para
ser capaz de aporrear teclas con ganas (Lo de aporrear es literal, por los
pedazos de dedos que tengo)
¡En fin! Creo que el mes de noviembre será en el que comenzará de nuevo a estar todo un poquito más al día en este rincón de abrazos y amigos.
Espero sinceramente que no me hayáis arrinconado y menos
olvidado; pues esto no tendría sentido sin todos vosotros.
Recibid por adelanto mi agradecimiento por estar ahí, y por esa infinita paciencia que desespera al que espera.