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Recreación del monumento dedicado a los tercios |
También de este brete que el destino nos brinda, después de más de cien años aguantando firmes en peores campos, saldremos airosos. A pesar de los desatinos de este siglo, y si seguimos en pie para entonces, de otros venideros.
Viendo, recordaran las glorias pasadas de unos tercios que pasearon las enseñas por un camino llamado español. Tan denostados somos ahora por nuestros propios compatriotas ignorantes, como admirados y temidos fuimos por nuestros contrarios en los campos de batalla.
–Más, señor capitán, reconocerá usted que este lugar aunque en altura, muy estratégico no es. No hay trinchera ni parapeto que nos libre de un ataque enemigo. Y picas y arcabuces tan solo uno de cada. Poco podremos hacer entre cuatro, frente a tanto hideputa amenazando nuestros flancos.
– Se olvida vos del Alano que nos acompaña, bravo y fiel perro de guerra que no desfallece ni flojea en la lucha.
– Miedo el justo, que el temor nunca acompañó al bravo. Pero ha de reconocer que en la acción, a la que nos empuja la desesperación y necesidad, es donde demuestra la valía cada uno, a la vez que despunta la barbarie del desalmado. Pero duele saber que los que siempre lo tuvieron fácil y nunca se vieron en tesituras agrias, son los que más atacan en la paz, como hidras llenas de ponzoña, criticando lo que fuimos e hicimos.
– Fuimos gente dura y orgullosa, soldado. Ahora somos de bronce ante la ruindad.