1ª Parte del texto que participa en: "Relatos a dúo II" de:
El círculo de escritores
Sabía que tarde o temprano esto acabaría ocurriendo, y era justo lo que estaba pasando aquella noche.
Era escritor, de esos que tienen la suerte de poder vivir de sus creaciones hechas palabras, dominaba el lenguaje de tal manera que conquistaba al lector desde sus primeras líneas.
¡Pero ahora! Cuando trataba de escribir las primeras líneas de la que sería su obra nº 13 de su producción exitosa; empezaba ese delirio que creía olvidado.
Las voces que le hablaban dentro de su cabeza habían vuelto, exigiendo protagonismo, apagando la débil protesta que salía de sus labios pidiendo que se callasen.
Se levantó desesperado con una sensación de pánico. De repente se sentía débil y mareado.
El círculo de escritores
Reía desaforadamente, como si de repente la locura dominara todo
su ser, miraba el ordenador posado sobre su mesa con un documento de edición de
texto abierto y el cursor parpadeante; viendo su reflejo en la pantalla que a
su vez se reía de él sin ningún recato.
Sabía que tarde o temprano esto acabaría ocurriendo, y era justo lo que estaba pasando aquella noche.
Era escritor, de esos que tienen la suerte de poder vivir de sus creaciones hechas palabras, dominaba el lenguaje de tal manera que conquistaba al lector desde sus primeras líneas.
El que compraba sus libros
sabía que estaba invirtiendo en un autor que merecía la pena, un relator de historias
de terror con una argumentación impecable con trama mórbida.
¡Pero ahora! Cuando trataba de escribir las primeras líneas de la que sería su obra nº 13 de su producción exitosa; empezaba ese delirio que creía olvidado.
Las voces que le hablaban dentro de su cabeza habían vuelto, exigiendo protagonismo, apagando la débil protesta que salía de sus labios pidiendo que se callasen.
¡Los personajes! ¡Eran los personajes de sus novelas los que le
estaban desquiciando! ¡Eran sus exigencias para que les diera mayor relevancia
en sus escritos! ¡Clamando venganza y amenazando con resarcirse de sus muertes inventadas!
Se levantó desesperado con una sensación de pánico. De repente se sentía débil y mareado.
¡No era locura! ¡Era real! ¡Tenía miedo!
la situación le desbordaba... Se sentía como si fuera el centro de
su propio argumento, esperando la inminente pesadilla repetitiva que le iba a
sobrevenir en cuanto perdiera el conocimiento.
Se desplomó como un muñeco de trapo, desmadejado cual marioneta a
la que le hubiesen cortado los hilos, los ojos en blanco se empezaron a mover
dentro de sus órbitas y entonces es cuando empezó todo…
Derechos de autor: Francisco Moroz
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