¡Vamos! no nos engañemos. Todos sabemos de nuestros secretos recónditos, de nuestros desvanes desordenados llenos de cachivaches, de ideas y proyectos desechados, de inconfesables deseos. Penitencias y rémoras que arrastramos con el paso de los años. Hace tiempo perdimos la inocencia infantil y la ingenuidad imberbe y nos enfrentamos a diario con la falsedad de las apariencias y las milongas que nos venden como unicornios. No somos crédulos como antaño y la mentira conquistó nuestra fortaleza hace tiempo.
Reconozcamos nuestra soberbia desmedida que nos hace pretender más de lo merecido, y de nuestro "ego" desbocado que no nos permite mirar más allá de nosotros mismos y con altivez y prepotencia al resto.
Ya hemos oído hablar sobradamente del Doctor Helkin y el míster Hyde. El primero, el autentico "yo", lo que somos, y el otro el que anda agazapado detrás de nuestra presencia, la que mostramos de cara a la galería. La imagen pública que nos conviene mostrar según en que momento. Malabarismo en la que son maestros nuestros entrañables políticos.
Pero no hablamos de ellos, hoy nos chequeamos nosotros, que somos los más cercanos a nosotros mismos. Nuestros mejores amigos o peores enemigos. Solo depende de lo bien que nos conozcamos.
De nosotros y nuestras dobles personalidades que muchas veces entran en barrena, se desdoblan y se rebelan, solapándose y dejándonos en evidencia ante nuestros semejantes, que en mencionada circunstancia no pueden más que declarar sobre lo inesperado de nuestra actitud o manera de ser; comentar extrañados de la faceta desconocida y puntual en nuestras maravillosas y equilibradas personalidades.
Y no es que queramos engañar al mundo, que a veces también, se trata más bien del desconocimiento que tenemos sobre nuestra persona interior. ¿Quién no ha perdido el control sobre sus actos en algún momento? Para ejemplo el tan conocido evento, en el que montamos en nuestros automóviles. Automáticamente y por lo general, el que lleva el volante se convierte en un ser desconocido, agresivo, propenso a convertir a otros conductores en enemigos o competidores, un ser irritable que utiliza el claxon y el improperio como armas. ¡Ahí tenemos al míster Hyde de nuestras entretelas.
Cuando por ejemplo nos cargamos de verdades absolutas y nos contradicen con argumentos irrebatibles, no recogemos velas y reconocemos la victoria del prójimo con deportividad, más bien nos violentamos y enfurruñamos y a ser posible gritamos para salvar la poca razón que esgrimimos. Intentamos acorralar y amilanar al que desde ese momento pasa a ser nuestro enemigo a batir.
Sírvanos como ejemplo los debates televisivos o programas del corazón. Donde lo que en teoría no debería ser más que una respetuosa tertulia donde compartir opinión, se convierte en un campo de batalla cuyas armas son el desprecio, el grito y el insulto al que no está de acuerdo y desdice.
¿No nos damos cuenta que es difícil guardar las apariencias de forma continuada? Es como aguantar la respiración debajo del agua, nos ahogaremos irremediablemente y con seguridad si lo hacemos durante mucho rato.
Por eso hagamos buenos propósitos para el año que ya se nos escurre de entre los dedos y comencemos un curso intensivo de auto-conocimiento personal, con clases particulares de control, humildad, reflexión e introspección.
Todo, para que el personajillo que pretende poseernos como en la película del exorcista, mostrando la cara indeseable, grotesca y odiosa que manifiesta cada vez que nos domina; quede relegado a ese lado oscuro que le pertenece, y que lo haga por los siglos de los siglos, para que no nos amargue la existencia a nosotros y a los que con nosotros quieran compartirla.
Que nos convirtamos en mariposa colorida, venciendo en trabajada metamorfosis, al gusano que nos come por dentro cuando aflojamos la vigilancia.
Metamorfosis
Busco todavía la
encendida antorcha de la gloria
que el transcurrir
de los años me ha negado.
Corro tras el
triunfal carro de la fama
que mi engreído
orgullo me hace creer tener bien merecida.
Ni la suerte se
apiada en un descuido de este loco
que malgasta la
vida entera en un segundo;
ni encontrar
puedo en el descanso de la noche,
los oníricos
placeres de los sueños.
¿Qué me pasa que me
derrumbo a cada paso?
¿Qué insoportable
peso el que me agobia?
¿Porqué pecado
cometido merezco tal castigo desmedido?
¿Quién conspira para torcer mi proyecto?
No me consuelan ya los
fútiles regalos materiales,
ya no hay deseo que
anestesie mi codicia desbordada.
No soporto mi reflejo amargado del espejo,
la mirada rencorosa que me mira y no mantengo.
Y en el cambio...
la mirada rencorosa que me mira y no mantengo.
Y en el cambio...
A jirones se
deshace mi arrogancia,
a puñados se amontona
la ignorancia y el “no ser”.
Soy tan poco, que aún disfrazado no engaño ni a los ciegos;
sin armadura, soy
escuálido adefesio.
Yo.
Que antes
retaba a los dioses en encendidos alegatos de desprecio.
Confabulando para complicar la existencia de los hombres;
pensaba: que el
sencillo era un ser débil y el violento el fuerte.
Cargado de razón el
que gritaba.
y el que callaba un necio.
Ahora descubro
en cada
caída y al tener que levantarme el esfuerzo,
en cada sacrificio altruista una sonrisa.
En lo poco que
alcanzo, recompensa.
Gusto el sabor del
fracaso que merezco,
y ante todo aprendo humildemente del silencio en lo acabado.
Consciente
que la grandeza radica en ser pequeño,
siendo el último sentirte prioritario.
Perderlo todo, y encontrar tu esencia
y ser eterno muriendo a lo que he sido.
mirar al cielo
cuando en tierra estoy postrado.
Ser menos juez y
menos sabio con los otros.
Más coherente con
mis actos y pensamientos,
más honesto con mis
credos y razones.
Admirándome del cambio que realizo a cada instante,
a cada paso que abandono mi egoísmo.
Mi engolada soberbia, mi absurdo pesimismo.
He aprendido a ser feliz , soltando lastre
y a vivir sonriendo, con lo justo.
Gusano que cambió su arrastrada penuria y desconsuelo
por mariposa feliz, con alas y futuro .
(Poemario ciego)
Gusano que cambió su arrastrada penuria y desconsuelo
por mariposa feliz, con alas y futuro .
(Poemario ciego)
En un momento o circunstancia de nuestra vida, siempre sale nuestro "Mr Hyde", y no siempre podemos controlarlo.
ResponderEliminarCierto amigo. Ese gran desconocido que llevamos dentro.
EliminarUn abrazo.
El camino consiste en buscar el equilibrio entre la razón y el corazón. Porque nuestro Mr Hyde es persistente y muy combativo. Muy buen post.
ResponderEliminarUn abrazo y felices fiestas
El mismo deseo para ti amiga.
EliminarQue nuestro viaje a Itaca se haga muy largo.
Un abrazo