Os traigo la breve historia de un labrador, siervo de un joven príncipe, al que estaba sometido por nacimiento. Ligado a sus tierras de por vida.
No era un gañán como la mayoría de sus compañeros de laboreo. Muy al contrario, observaba lo cotidiano y aprendía de ello, mostrando interés por lo que desconocía para así comprender lo que acontecía a su alrededor. Aceptaba su condición, pero no quería conformarse. Para ello y al igual que la tierra, intentaba cultivar su intelecto. Pues sabía que el que siembra recoge fruto aun siendo escaso.
Por ello sabía escuchar las enseñanzas y los consejos de los más viejos del lugar, que por experiencia acumulada sobre sus espaldas encorvadas, no eran hueras ni vanas y si provechosas para quien las aplicaba. Todo ello iba conformando el bagaje de nuestro protagonista, y no los bienes materiales que se pudren o se pierden por el camino, significando tan solo el pan para hoy y el hambre para mañana. Era considerado hombre bueno, pues ayudaba a sus vecinos siempre que le requerían, tanto durante el trabajo cotidiano, como apercibiéndoles sobre temas peliagudos a la hora de resolver conflictos o prevenirse de ellos.
No eran pocas las ocasiones en las que su joven señor requería de sus servicios junto al resto de siervos de gleba, para llevar a cabo alguna escaramuza contra feudos vecinos. En una de esas, destacaron sobremanera sus actitudes reflexivas, al resolver con astucia e inteligencia una situación en la que la se vieron comprometidos frente al enemigo. Insistió con machacona humildad ante el capitán para que dispusiese a la hueste en lo intrincado del bosque. No precipitarse y observar. Eso daría tiempo a descubrir las verdaderas intenciones del enemigo. Ese día no perdieron a ningún hombre al ser pacientes y no víctimas propiciatorias del engaño urdido por las tropas contrarias, que con salidas reiteradas de la muralla y sucesivas provocaciones, pretendían atraerlos a unas zanjas cubiertas de brea, que en caso de haber avanzado hubiera sido prendida para prejuicio de los suyos.
El príncipe por su parte, tampoco era uno de esos nobles que solo se ejercitaban con las armas. Él mismo, se consideraba un sembrador del intelecto. Gustaba solazarse con la lectura de tratados, códices, y manifiestos tanto civiles como militares. También escribía con donosura cuentos, alegorías, apólogos y fábulas. Era para él la escritura aún siendo joven, solaz para su espíritu y recreo para sus horas. También practicaba la caza y la cetrería con atinado criterio.
En aquellos tiempos no eran muchos los que dominaban las letras, solo los monjes de algún monasterio copiaban mecánicamente algunos de los textos que circulaban por el reino. Naturalmente era costoso hacerse con ellos y por tanto prohibitiva su adquisición. Tampoco la iglesia ponía mucho interés en que fuesen conocidos. Con ello se aseguraba su poder sobre las almas sencillas del vulgo. Sometidos mediante la ignorancia a una esclavitud soterrada disfrazada de resignación por ser voluntad del designio divino.
Llegó a oídos del príncipe la fama de nuestro labrador de la que hablaban soldados y servidumbre del castillo. Llamó al mayordomo para que lo trajera a su presencia. Era mucho lo que ansiaba conocer a alguien con quien poder compartir inquietudes y conversaciones. Temiendo por otro lado, ser defraudado por un simple patán embaucador de lengua fácil. Un charlatán.
Después de cumplimentar presentaciones y protocolos impuestos, dada la diferencia de clases, el príncipe y el siervo debatieron largamente sobre temas prácticos de carácter mundano. El príncipe estaba encantado con el fluido verbo e inteligente pensamiento de su interlocutor. No obstante como prueba inequívoca de que había encontrado a alguien capacitado para ocupar el puesto de consejero personal, pues no era otro su deseo. Propuso a nuestro protagonista una serie de adivinanzas a las que tendría que dar cumplida respuesta en el plazo de una semana.
Y estas fueron las referidas adivinanzas:
¿Cuántos sillares se necesitarían para concluir la construcción de una fortaleza?
¿Cuál es la cosa más blanda sobre la que apoyaría un rey su cabeza?
¿Qué es aquello que ningún mortal puede ver, aún subido en la atalaya más alta?
¿Qué es aquello que cuanto más grande se hace menos se ve, y aquella otra que cuanto más se le quita más grande se hace?
¿Qué cosa no ha sido y tiene que ser y que, cuando sea, dejará de ser?
Con ello príncipe y labrador se despidieron amistosamente en buena hora, citándose para cuando el segundo encontrase las respuestas a los enigmas propuestos.
Nuestro protagonista encontró las soluciones. No en vano fueron muchos los años durante los que observó la naturaleza, su entorno y sus gentes. Utilizando a partes iguales lógica e imaginación. Llevó puntualmente las respuestas a su joven señor. Nombrándolo este con pronta premura su consejero personal. Convirtiéndose en cuasi pares inseparables con el paso de los años. El humilde labrador medró en la corte, dando consejos acertados al príncipe que impartía gracias a ellos, justicia cabal. Resolviendo cuitas de manera inteligente e ingeniosa.
Por ello, gentes que habéis escuchado pacientemente a este juglar, os dejo la moraleja final de esta historia que aún no siendo veraz, encierra verdades significativas para esta sociedad de la que formamos parte.
«El hombre que cultiva el intelecto es tolerante. No dice todo lo que piensa, pero sí piensa todo lo que dice, llegando a donde se propone gracias a su tenacidad y preparación.»
Las respuestas a los enigmas planteados son:
- * Uno. El último.
- * La mano. Pues hasta debajo de una almohada de plumas la metemos para reposar.
- * Su propia espalda.
- * La oscuridad y un agujero respectivamente.
- * El concepto de «mañana»
Si fuisteis capaces de resolver los acertijos sin mirar la solución, ya sois buenos consejeros y personas de fiar.
Muchas gracias, Francisco, por participar con este cuento en el homenaje a Basile y el Pentamerón. ¡Suerte!
ResponderEliminarUn placer poder seguir aportando historias al tintero.
EliminarAbrazo.
Un cuento muy entretenido, imaginativo y con una moraleja que todos deberíamos aplicarnos.
ResponderEliminarSuerte en el concurso.
Un abrazo.
Gracias Josep. Las moralejas de esta edición de relatos, y después de haberlos leído todos, son bien enjundiosas.
EliminarUn abrazo, amigo.
Un cuento instructivo, interesante y con esos acertijos que le añaden un reto para el lector. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias por tu interés en leer el relato. los acertijos una motivación ara el lector dispuesto a poner a prueba su ingenio.
EliminarUn abrazo, compañero.
Estupendo, Francisco. Me ha encantado el recurso del juglar como narrador de la historia y el tono que le imprime. Un relato muy agradable de leer con una gran moraleja. En cuanto a los acertijos... ayayay, yo no los he sabido resolver...
ResponderEliminarBueno, el juglar como narrador era la figura habitual de la narrativa popular. Prácticamente la única voz que llegaba al populacho. Está visto que buscar un consejero adecuado me va a resultar difícil. Eso sí, serás compañera de letras mientras esta aventura dure.
EliminarUn abrazo, Marta.
Hola, Francisco, no fui capaz de resolver el acertijo porque lo que hice fue buscar las soluciones más abajo. Así que, descartada para ser buena consejera y persona de fiar. La historia de ambientada por la voz de un juglar parece de otros tiempos, pero se transforma en actual con esa moraleja que de ponerse en práctica transformaría esta nuestra sociedad, a mejor claro.
ResponderEliminarUn abrazo!
Buenas tardes de domingo querida María Pilar.
EliminarEn la época actual tenemos que sumar la aceleración, y las muchas cosas que tenemos siempre pendientes a pesar del poco tiempo disponible, con lo cuál es difícil pararse, observar, meditar y buscar soluciones lógicas o sensatas. estamos como para resolver acertijos ;)
Pero agradezco tu lectura valorativa.
Recibe mi abrazo.
Muy buen cuento. Las adivinanzas han sido teambién un punto de interés y de esfuerzo para el elctor. Suerte. Un abrazo
ResponderEliminarMe alegra sobremanera que me hayas leído hasta llegar a las adivinanzas. Las he utilizado como gancho final para que llegaseis al final;) es broma, claro.
EliminarMuchas gracias, compañera.
Un abrazo
En este caso se cumplen aquellos versos "qué buen criado si tuviera buen señor". Tú relato une un buen siervo con un buen príncipe y la combinación sospecho que va a dar muy buenos frutos. También se podría decir "qué gran príncipe si tuviera buen consejero" y eso precisamente es lo que aquí sucede.
ResponderEliminarUn beso y mucha suerte en el concurso.
Que bien traídas las palabras del cantar del Mio Cid. En este caso se han conjugado el buen vasallo y el buen señor, que a pesar de su juventud ha sabido encontrar buen consejero.
EliminarGracias por tus deseos y tu beso.
Otro para ti, querida amiga.
Me han encantado como has acabado el cuento sin dar solución a los acertijos. Por un momento pensé que nos quedábamos sin saber la solución. Y tengo que confesar que por lo visto yo no sería demasiado buena consejera, ni gente de fiar! Ja, ja! Muy ingeniosos! Un abrazo y mucha suerte!
ResponderEliminarSeguro que eres de fiar por tu sinceridad en reconocer que no encontraste la solución. Y como buena consejera seguro que también tienes tu valor. Sabes como mujer que eres, que estáis mejor preparadas para la vida, y en general para cualquier reto planteado, que muchos hombres. doy fe de ello.
EliminarGracias por tu aportación.
Un abrazo.
Hola Francisco una historia muy entretenida y que hace pensar sobre todo las preguntas. Un saludo y suerte.
ResponderEliminarMe alegra mucho que te hayas entretenido y encontrado alguna enseñanza entre sus renglones.
EliminarAgradezco tu visita y tus palabras.
Un abrazo y hasta que tú quieras.
Hola Francisco , un cuento con un desarrollo muy interesante y una moraleja igual de interesante. Existieron en la historia muchos reyes que gracias a sus consejeros fueron buenos monarcas .
ResponderEliminarLas respuestas a la adivinanzas son muy buenas.
Un abrazo
Puri
No seré yo el que te enmiende la plana con respecto a eso que afirmas que muchos reyes se rodearon de buenos consejeros. Los validos no fueron claro ejemplo de ello. De los Borbones solo destaca uno, Carlos III por ser un rey ilustrado. Y Alfonso X el sabio, que por ello lo adjetivaron así.
EliminarTe voy a hacer una pequeña confesión. Me inspiré para escribir la historia en la obra de "El Conde Lucanor" escrita por un infante llamado Don Juan Manuel. En el libro se dan buenos consejos a base de historias muy aleccionadoras.
Gracias Dulcinea por tu comentario y lectura. Gracias a vuestras aportaciones lo escrito se enriquece.
Un fuerte abrazo.
Pues ni en mil años habría sabido resolver las adivinanzas jeje
ResponderEliminarUn cuento sencillo y aleccionador. Dos hombres buenos y con afán de aprender. ¡ayys si los Bobones se hubiesen dejado aconsejar sería harina de otro costal! ¿verdad?
Un abrazo, Francisco.
Los Bobones, como tú los llamas al igual que la mayoría, por no decir todas las casas reales, y como puse en el anterior comentario, no son el claro ejemplo de buena gobernanza y ejemplo para sus súbditos; que si lo siguieran, degenerarían en simples vividores ladrones de guante blanco, con mucho morro.
EliminarPara eso están los vasallos, para cultivarse y ser mejores que todos ellos. Y saber con ellos saber gobernar nuestras vidas.
Mi abrazo, compañera.
Hola Francisco, has sabido dotar a tu historia de un aura antigua, como de una leyenda o cuento medieval y todo gracias al estilo que has manejado. En lo personal no le atiné a ninguna de las preguntas así que creo que no tendré trabajo en ninguna corte próximamente. En cuanto al mensaje me parece muy bueno, sobre todo en estos nuestros tiempos modernos. Saludos y suerte.
ResponderEliminarBuenas tardes Ana. Te diré que no creo que te convenga servir a ninguna casa real o corte. No tendrías futuro, no por mala consejera, más bien porque todos estos son una panda de prepotentes soberbios de los que saben más que nadie sobre todo. Unos "marisabidillos" que dirían los ancianos del lugar.
EliminarEl mensaje o moraleja final es adecuada solo para personas con ambición cultural. Los hay que presumen de no haber leído un libro en su vida. ¡Válgame Dios que desatino!
Gracias por tu lectura y comentario.
Un fuerte abrazo.
Acertadísima la elección del juglar como narrador. El tono que adopta es perfecto. Me ha gustado como has estructurado el cuento y también la moraleja. Mucha suerte en el concurso.
ResponderEliminarUn abrazo, Francisco.
Te quedo muy agradecido por tu análisis personal. Si lo has disfrutado me basta.
EliminarEl juglar, a mi parecer, es la figura más adecuada para dar voz al relato.
Muchas gracias por tus deseos
Otro abrazo para ti, compañero.
Si, este relato me transporto a esas historias del pasado remoto en donde el ingenio de alguien era muy preciado. Me ha encantado..... valga decirlo.
ResponderEliminarCuando la cultura popular se transmitía oralmente, el ingenio era un aporte extraordinario de muchas mentes ingeniosas. Siempre ha habido personas con inquietudes que no se conforman solo con lo básico y lo fácil.
EliminarUn abrazo, Jose y muchas gracias.
Hola Francisco, con sinceridad te digo que no logré adivinarlo. Excelente relato. Un placer leerte. Suerte. Un abrazo
ResponderEliminarEl placer es mio al recibir tu visita y tus palabras. A pesar de que no hayas adivinado los acertijos.
EliminarUn abrazo.
Hola Francisco, muy interesante historia con adivinanzas incluídas, disfrute de leerla, saludos.
ResponderEliminarPATRICIA F
Gracias Patricia, la verdad es que en eso consiste, disfrutar con la lectura.
EliminarMi abrazo.
¡Hola! No he resuelto los acertijos, pero me ha gustado mucho la moraleja. Cierto que hay que pensar todo lo que se dice, pero no siempre hay que decir todo lo que se piensa. ¡Cuidado con lo que se dice! Y es verdad que se requiere preparación y tenacidad.
ResponderEliminarSaludos
Con respecto a la moraleja esta sociedad va de culo y cuesta abajo, como vulgarmente se dice. Pues en las redes sociales, sobre todo en algunas, hay gente que dice auténticas barbaridades. Te dejo otra frase muy ilustrativa: "Cada uno es esclavo de lo que dice y dueño de lo que calla"
EliminarUn fuerte abrazo.
Me ha encantado tu cuento, Francisco. No lo creerás, pero su moraleja hoy me ha servido para aliviar un poco la tensión del día. Hay días que cuestan de pasar por lo difíciles que nos ponen las cosas algunas personas. Cuentos como el tuyo dan mucho qué pensar y ayudan a darle la vuelta a las situaciones, encontrándoles nuevas salidas.
ResponderEliminarMuchas gracias por escribir como lo haces y mucha suerte en el concurso.
Un fuerte abrazo.
Buenas tardes estrella. Soy yo el que te agradece de corazón tu comentario tan sentido. Es cierto que hay personas que parece ser nacieron nada más que para fastidiar al prójimo, como los mosquitos y las avispas.
EliminarCon esos hay que morderse la lengua para no ponerse a su altura.
Me alegra que lo escrito te haya servido para sobrellevar tu día. escribir y leer desconvoca a muchos demonios.
Un abrazo cariñoso.
Hola Francisco. Un cuento ingenioso, que destaca la importancia de cultivar no solo el físico, sino también el intelecto, la manera en la que el labrador consiguió medrar y salir de su mísera condición. Por desgracia el ánimo de la realeza no suele ser tan acertado como el del buen príncipe de tu relato, y las clases altas presumen más de su posición que de su buen criterio. Ignoro si los acertijos son de tu cosecha o no, pero no están faltos de ingenio. Eso si, solo conseguí resolver acertadamente uno, así que habrá que volver a la escuela. Un abrazo.
ResponderEliminarEsta sociedad nuestra no está a la altura, ya que generalmente el personal cuida el cuerpo más que la mente y el espíritu, con lo cual estamos vendidos. Solo hay que ver o haber visto algunos programas del corazón que parecen hechos por tontos de baba o gente sin materia gris.
EliminarLos acertijos no son de mi cosecha, pero si te puedo decir que los he traído a mi escrito recordándolos de cuando era niño. Historias contadas por mis padres y hermanos mayores, y cuentos leídos.
Me alegro que no dejes de aprender, ahí es cuando uno empieza a hacerse viejo.
Un abrazo, compañero.
Hola, Francisco. Desde luego que nuestro humilde protagonista se ganó el puesto de consejero porque las adivinanzas del príncipe tenían su complejidad. Un relato cargado de buenos refranes y una cierta moraleja, todas ellas herramientas necesarias para estos tiempos en los que vivimos.
ResponderEliminarTe deseo lo mejor en el concurso. Un saludo.
Así es Bruno, esta sociedad no está a la altura de las circunstancias. No son pocos los intelectuales que destacan pero son acalladas sus voces por la de los estúpidos. Los sabios son los que callan y los imbéciles los que hablan demasiado, y encima de ellos mismos y sus pobres logros. O directamente exageran o mienten. Una pena.
EliminarTe agradezco el comentario.
Mi abrazo.
Me ha encantado el cuento, de las adivinanzas ni una he sido capaz de resolver. ¡Suerte amigo!.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me alegra que te haya gustado el relato Conchi. A veces es difícil resolver acertijos porque nuestra mente siempre tiende a buscar la solución más complicada. Lo has intentado, que eso ya es algo.
EliminarUn abrazo.
Otra moraleja posible seria una que siempre tiene presente un agricultor: "LOs frutos llegan a su debido tiempo".
ResponderEliminarHA resultado un texto muy instructivo, casi como una parabola, para hacer comprender más que para aleccionar a un publico de la epoca.
De las adivinanzas , la cuarta y a la quinta respondí "el presente" , que no sé , no sé... Pero tampoco me aventuro a dar consejos a nadie
abrazoo y Suerte
Buenas tardes Gabiliante. Nunca se ha de recoger el fruto hasta que no está maduro. por ello nuestro personaje triunfa. Por su tesón en cultivarse con la observación y la atenta escucha de los que saben.
EliminarHoy en día lo que predomina es hablar mucho y escuchar poco; y cuando se escucha es para rebatir a continuación , no para analizar lo que el otro dice. O aprender en la medida de lo posible. Humildad es lo que nos falta. Creemos que por tener tanta información en el móvil somos sabios.
Gracias por pasarte, compañero.
Un abrazo.
Me pareció haber dejado un comentario...
ResponderEliminarMe pareció una delicia de lectura, con personajes muy bien trabajados.
Los acertijos espectaculares.
Un abrazo :)
Buenas noches Volarela. Efectivamente lo dejaste, pero no se la razón por la que se mandó a spam. No obstante lo he leído y mantengo este último si te parece.
EliminarAgradezco tus apreciaciones tan amables sobre lo escrito.
Espero verte en la gala del tintero. un placer tenerte por aquí.
Mi abrazo también para ti.
Hola, Francisco! Excelente relato. Las adivinanzas eran difíciles. Solo acerté la última. A seguir cultivándose.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Mirna. Aunque las hubieras acertado todas no hay que descuidar el aprendizaje, nunca viene de más. Lo aprendido nos da herramientas para saber bregar con los problemas. los sentimientos y las emociones son muy difíciles de domeñar hoy en día, porque todo es tan provisional que da miedo.
EliminarSeguiremos en la brecha.
Un fuerte abrazo, compañera.
La moraleja es una verdad universal y de la que estamos muy necesitados ahora mismo. Nos has presentado un héroe hecho a sí mismo, de los que ya no quedan. Lo de los acertijos es un gran plus, aunque no he dado ni uno. Otra que no va a medrar en la corte de momento.
ResponderEliminarUn abrazo y suerte e11n el concurso!
Buenas tardes.
EliminarCreo que la verdadera heroicidad en estos tiempos que corren, es sobrevivir a tanta mediocridad. Ya no es que falte cultura sino interés por cultivarse. Una sociedad acomodaticia que se conforma con lo más elemental.
Nos estamos cretinizando a marchas forzadas.
No te recomiendo que trabajes en la corte según están las cosas con la casa real y los meritorios, que ya ves tú que merito hay por ese lado.
Un abrazo.
¡Hola Francisco! Una historia muy bien hilada, con adivinanzas incluidas. La moraleja es muy buena y debería de ser aplicada mucho más en nuestra sociedad. Un saludo y suerte.
ResponderEliminarBuenas tardes Rocío.
EliminarHay enseñanzas que no pasan de moda y están a la orden del día en cuanto a poder aplicarlas. En este caso, si fuéramos más sensatos y discretos nos iría mejor. Aunque con la tolerancia cuidadín, hay cosas que no se han de consentir de ninguna manera.
Mi abrazo, compañera.
Muy buen relato, Francisco, el intelecto, tan necesario y tan poco cultivado por la mayoría. Me han encantado los acertijos. Un placer leerte. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Lola, has sido muy amable dejando tu comentario. De acuerdo contigo en lo de cultivar el intelecto. No está de moda, y es una verdadera pena. Nos estamos perdiendo como sociedad mucho futuro interesante.
EliminarEl placer es mutuo con el encuentro entre letras.
Mi abrazo.
Hola Francisco, me ha gustado mucho, la forma de narrarlo y muy buena moraleja acompañada de aún mejores acertijos. Suerte! Un abrazo!
ResponderEliminarSiento el anónimo. Saludos
EliminarHola Lulita. No te preocupes por lo del anónimo. Me lo hace también a mi en otros blogs, o directamente me manda los comentarios al Spam ;)
EliminarAgradezco tus deseos que comparto contigo.
Un abrazo grande.
Hola Francisco. Me ha gustado tu cuento medieval, bien estructurado y contado, que incide en la importancia de cultivar el intelecto, la forma en la que el joven labrador consiguió salir de su pobre condición.
ResponderEliminarMe ha encantado la idea de las adivinanzas, de las que he acertado la 1, la 3, la primera parte de la 4 y la 5. Aunque, a decir verdad, no se me ocurre dar consejos a nadie. En todo caso, sólo contarle algún cuento que le inspire, como el tuyo. Un abrazo.
Buenas tardes Trujamán.
EliminarPrefiero ser juglar, trovador o cuentista (No de los que viven del cuento) más bien de los que los cuentan historias.
Nunca fueron buenos tiempos para la lírica que cantaba el grupo -Golpes bajos- tampoco para la prosa, el verso y la literatura en general. La cultura es la novia fea de esta sociedad . Nos privan más los gin... si también los Gin tonic.
Fuerte abrazo.
Hola Francisco "un labrador en pie es más que un grande arrodillado". La lucha por la supervivencia y a la vez el cultivo del intelecto hace grande al más pintao por el sol. Nos has puesto en jaque a los lectores con las adivinanzas, tus cosas je,je. Un abrazote
ResponderEliminarEl gran problema de la clase baja de antes, es que querían progresar y aprender y no les proporcionaban los medios. El problema es ahora el contrario. Tenemos los medios y no queremos aprender, ni de los errores.
EliminarLo de las adivinanzas era un plus de la historia.
Agradezco tu visita y palabras.
Otro abrazo, de esos gordos para ti.
Una fábula a la antigua usanza, Francisco, con ese lenguaje y usos narrativos típicos y con una moraleja fantástica. Muy acertado.
ResponderEliminarMucha suerte y un abrazo!
En el medioevo la voz cantante la tenían los narradores de historias. Historias épicas sobre caballeros mata dragones, sobre amores imposibles entre doncellas y príncipes, cantaban sobre criaturas imposibles y batallas gloriosas. Pero también sobre personajes inteligentes que con su poderoso intelecto eran capaces de medrar en una sociedad muy restringida según para quién...Quizás como ocurre en la actualidad. Por ello la moraleja es aplicable.
EliminarGracias por dejar tu comentario.
Un abrazo.
Hola, Francisco!! Me ha gustado mucho tu cuento. Me ha encantado cómo el labrador se convierte en alguien inteligente a través de la observación de lo cotidiano y de las enseñanzas y consejos de las personas mayores. Cuántas veces se nos olvidan estas fuentes maravillosas de conocimiento y sabiduría. Un abrazo!!
ResponderEliminarY tristemente estamos perdiendo toda esa sabiduría y enseñanza a marchas forzadas, dejando a los viejos arrinconados, sin dar importancia a los que nos quieran contar. Solo la novedad y las últimas tendencias virtuales parecen aprisionar nuestra sed de curiosidad. Ya no nos habita el interés por la escucha de batallitas de los abuelos, con lo cual nos estamos perdiendo historias interesantes para siempre.
EliminarGracias por aportar Cristina.
Mi abrazo.
El que siembra recoge, así es y no cabe ninguna duda. Este relato es digno de ser promovido por el mensaje que transmite, mucha veces vivimos la vida pensando que callar, seguir a los demás, y no transmitir el conocimiento será más productivo, no siempre es así, a veces hay cosas que debemos callar, otras se deben decir y ser tolerantes, eso si que es importante, y tener mucha empatía, en esa medida podremos recoger buenos frutos. Abrazos virtuales desde Venezuela.
ResponderEliminarLa palabra respeto es la que va a poner cortapisas a nuestra palabra, a la libertad de expresión. Hablar solo cuando, como decía el dicho, la palabra sea más elocuente que el silencio.
EliminarHay que ser muy inteligentes para aprender a domeñar el verbo y aprender la escucha.
Te dejo mi abrazo y agradecimiento Raquel.
Hola, Francisco. Aunque tu ejemplarizante historia al estilo de El conde Lucanor esté en castellano actual yo he sido incapaz de acertar pregunta alguna del desafío, así que en ese reino ni de paje o pinche de cocinero sería yo admitido. Tendré que seguir con mi carrera de bloguero de tres al cuarto y seguir dando la vara por El Tintero.
ResponderEliminarPues eso es un buen ejemplo este escrito tuyo para el desafío de este mes.
Saludos y suerte.
Pues si ni para paje, pinche de cocina, cortesano o doncel sirve vuesa merced, habrá que buscarle oficio provechoso y de agrado. Y yo, creador de ficciones narrativas, puedo haceros mi escribiente personal de historias, ya que los tinteros y las plumas os complacen y se os dan bien.
ResponderEliminarNos vemos en palacio, en la gala que tendrá lugar próximamente.
Os abrazo JM Vanjav