Cuando el mar arrastre a sus abismos
los restos de mis náufragos bajeles,
y el efímero suspiro de la vida
abandone sus dominios conquistados.
Será que llegarán a tus orillas
palabras navegando con mi nombre,
a través de blancos mares entintados
escritos en las horas más felices.
Serán como eco suave que regresa
del confín inabarcable de la muerte,
contándote la historia no vivida
y el relato de mis horas más ausentes.
Te hablarán de mis recuerdos y temores
de los cantos de sirenas que escuchaba.
De alegrías, de vanas ilusiones
que acabaron sin remedio arrinconadas.
Mi relato será de esas historias,
que se viven recordando aquellos años.
Como esencia intransferible de mi mente
de quimeras conseguidas que ofrecerte.
Con tu suave proceder de sal y viento
que en el tiempo estipulado nos prestaron.
Bálsamo para mis heridas fuiste,
caricia de oleaje y alegato.
Jalonaste todo con amor inusitado
en mi oscura noche de insomnio adormecido.
Como faro tenaz le diste guía,
a mi huella veraz de esquiva suerte.
En rachas de tempestad incontenible
como puerto seguro y hogar te definiste.
A tu lado el dolor inconcebible
y era de no verte tan solo el sufrimiento.
Algún día llegará en que tu mirada
alzada al firmamento reconozca,
la estrella que inspiró mi fortaleza
grabada a pensamientos con tu nombre.
Guarda esta carta en la memoria
orlada en tinta negra como muerte,
cuajada de certezas y de errores
Yo te amé y de eso tan solo estoy seguro.
A otros mares y otros mundos volaremos
como gaviotas dejaremos nuestras costas.
Nos esperan otras calas y horizontes
donde descansen nuestras almas sin temores.
Lejos del cuerpo peregrino que habitamos
donde nada nos recuerde lo breve de la vida.
Donde el tiempo signifique eternidades,
en las que poder compartir nuestro legado.
Mientras tanto recita este poema,
breves renglones que escribí llorando.
Pues del regreso no hay certeza cuando parto,
pero sí de tu preciado amor que aguarda siempre.