Relato presentado en el concurso que promueve:
Círculo de escritores, con la temática de el extraordinario Oeste
Soy compañero del Marshall, llevo años haciendo mi trabajo junto a
él y no conozco a nadie tan incorruptible
ni tan eficaz.
Su fama se ha extendido por la región y los maleantes ponen millas
entre sus personas, y su rifle que es el que suele ladrar, más que hablar su boca.
Cuando concluye alguna de las misiones encomendadas a
satisfacción y esto significa siempre justicia; es habitual verle en su rostro
por lo normal inexpresivo, una mueca que en un rictus pretende ser sonrisa con
la que da por zanjado su faena.
A mi compañero le caracteriza su sombrero de ala ancha que ladea para ocultar en parte sus ojos guiñados, como los de buen cazador, también un sempiterno cigarro que pende de sus labios, y eso que lo del fumar ya no está de moda y las leyes son bastante restrictivas al respecto; pero es de esos tipos duros a los que no se les puede disuadir con algo tan trivial. Lo que en realidad nos importa a los dos, es a lo que nos dedicamos: poner orden en este mundo de criminales solapados, tahúres y sinvergüenzas, estafadores, ladrones y caraduras.
A mi compañero le caracteriza su sombrero de ala ancha que ladea para ocultar en parte sus ojos guiñados, como los de buen cazador, también un sempiterno cigarro que pende de sus labios, y eso que lo del fumar ya no está de moda y las leyes son bastante restrictivas al respecto; pero es de esos tipos duros a los que no se les puede disuadir con algo tan trivial. Lo que en realidad nos importa a los dos, es a lo que nos dedicamos: poner orden en este mundo de criminales solapados, tahúres y sinvergüenzas, estafadores, ladrones y caraduras.
Cuando las noticias sobre algún desaguisado realizado en alguna
localidad por alguna de las muchas bandas operativas llegan a nuestros oídos; allá
nos presentamos los dos, sobre nuestros caballos, con el cinto lleno de balas y
las pistolas preparadas y cargadas por si se requiere su servicio expeditivo.
Pocas son las ocasiones en las que debemos desenfundar, pues estos
majaderos criminales a los que nos enfrentamos son un atajo de pisaúvas sin valor ni
entereza de auténticos hombres.
Carecen de principios y de cuajo, son cobardes por naturaleza, se sienten escudados por las leyes que manipulan a su antojo. Garrapatas chupasangres seguidas de una cohorte de picapleitos que como buitres les rodean para defenderles de posibles ataques de la gente de bien, que intenta sin éxito hacerles frente.
Carecen de principios y de cuajo, son cobardes por naturaleza, se sienten escudados por las leyes que manipulan a su antojo. Garrapatas chupasangres seguidas de una cohorte de picapleitos que como buitres les rodean para defenderles de posibles ataques de la gente de bien, que intenta sin éxito hacerles frente.
Ellos se ríen de los ciudadanos indefensos, pero cuando ven recortarse en el horizonte nuestras siluetas, huyen despavoridos como hienas carroñeras que son, por temor a ser investigados y desposeídos de todo lo esquilmado, y miedo a perder su libertad inmerecida. ¡Forajidos es lo que son!
Tristemente es una labor ardua la nuestra y poco agradecida, pero
llena de satisfacciones personales cuando conseguimos atrapar a alguno de estos
delincuentes que prosperan en este país llamado "Far jauja"
Individuos justicieros como nosotros deberían abundar para que entre todos pudiéramos poner las
cosas en su sitio y a cada cual donde le correspondiese.
Sabemos de grupos que ya se van organizando y bregan duro contra bancos y sociedades, nosotros trabajamos por libre, tenemos ganado un respeto y una fama. Ellos se hacen llamar: Los indignados.
Sabemos de grupos que ya se van organizando y bregan duro contra bancos y sociedades, nosotros trabajamos por libre, tenemos ganado un respeto y una fama. Ellos se hacen llamar: Los indignados.
Mi nombre es Frank, y el de mi compañero de fatigas Clint Eastwood y ponemos orden y llevamos la rectitud allá
donde los jueces no pueden o no quieren hacerlo.
Que tiemblen los petimetres y los políticos corruptos, los
especuladores, los que alzan bienes y desvían fondos reservados, los de las
preferentes y los de la burbuja inmobiliaria…
Haremos de vuestras vidas la peor de las pesadillas, un desierto sin escapatoria, a donde ni el séptimo de caballería acudirá en vuestra ayuda.
Derechos de autor: Francisco Moroz