El sábado asistí a la convocatoria que todos los años se organiza en torno a esos
amigos con hojas tintadas de letras escritas. Me refiero a la 75 edición de la
feria del libro de Madrid.
Pero
en esta ocasión fue muy diferente la forma de vivir esta experiencia, pues lo
hice rodeado de otros amigos a los que poder abrazar, con los que poder
conversar y compartir momentos inolvidables en un marco casi inmejorable como es el del Parque del Retiro.
Tengo
que nombrar aquí por justicia a Joseme Españoles, mi querida Emerencia viajera,
que tomó el testigo de aquella otra quedada bloguera que hicimos en su momento
cuatro personajes a los que nos gusta enredar con las reseñas de libros y
películas y hacer potajes varios con las letras escritas ¿Acaso podría ser de
otra forma?
Al
resultar aquella experiencia tan positiva y reflejarla en nuestros respectivos
blogs con un entusiasmo rayano en lo adolescente; ella propuso hacer una
segunda edición de estas reuniones entorno a ferias libreras, presentaciones de
la obra de algún autor o simplemente quedar para hacer de tertulianos y
practicar lo que más nos gusta: hablar y comunicarnos.
Pero aunque en un primer
momento había muchas ganas y disposición por parte de muchos, al final nos
tuvimos que ajustar a las realidades de cada cual, y vimos lo difícil que sería
logísticamente hablando, que algunos de los que habitan por el sur peninsular
pudieran asistir sin tener que sacrificar un tiempo valioso en transportes, con
su consiguiente gasto añadido de
alojamiento, para estar tan solo un día en dicho evento.
Y
aquí, junto a Joseme, nombro a Estrella Amaranto y mi querida Julia que se
quedaron con las ganas de estar presentes junto a nosotros. Desde aquí os digo
que surgirán otras ocasiones y momentos en los que coincidir. Y os adelanto que fuisteis nombradas las tres en alguno de nuestros diálogos.
Bien,
pues esta vez fuimos seis blogueros, de esa especie que se dedica a perder su valioso tiempo frente al ordenador, para satisfacer sus "egos" personales
escribiendo. Llenando páginas virtuales de letras que ordenadas, conforman sinopsis e historias de algún interés.
Los que nos reunimos lo hicimos como amigos de toda la vida, para charlar y
disfrutar de eso en lo que somos duchos las personas sociables: la relación humana.
A los cuatro que tuvimos oportunidad de conocernos en la primera ocasión, se
sumaron Rosa Berros Canuria, a la que yo me empeñé en rebautizar como “Carmen”
y que muchos conoceréis por su blog de reseñas completísimas -Cuéntame una historia- y otra bloguera de mis preferidas, pues es de
las que escribe historias que te llenan de emociones que te interrogan y
conmueven. Hablo de Conxita Catsamijana
del blog: -Enredando con las letras- Me gusta el título de su blog, pues es en definitiva
lo que hacemos todos: enredar con tipos y fuentes a los que dar cierta
coherencia comprensiva.
Madrid
fue el destino, lugar donde habitamos tres de los seis, la otra mitad se
acercaron desde Barcelona, Santander y Castellón.
Todos
entramos por la puerta grande como los toreros, por la puerta de Alcalá que es
el lugar desde donde comenzamos nuestro periplo lingüístico-literario, esto es:
hablar de libros y de la vida, pues pareciera a ojos extraños que ya nos
conocíamos todos como amigos de instituto o facultad, pues a partir de ahí
íbamos cambiando de compañeros en dialogo distendido y ameno de forma continuada y sin tregua.
Como
la feria abría a las 11 de la mañana nos dio tiempo a recorrer el parque,
visitando los lugares más emblemáticos como el estanque de barcas dominado por
la estatua de Alfonso XII, el Palacio de Velázquez, el de Cristal y la plazuela
donde yace el Ángel caído de Bellver, la rosaleda, y el árbol más antiguo de
los Madriles, que por cierto, tan solo vimos de cerca la administradora del –Blog de Chelo-
y un servidor.
Mientras caminábamos, Paloma (Kirke de –Leer el
remedio del alma-) estrenaba de forma compulsiva ese palo extensor con el cual
sacar maravillosos selfies donde aparecíamos sonrientes y acalorados; pues hay
que decir que nos hizo una mañana fresca de chaqueta a primera hora, pero algo
sofocante bajo el sol.
Una
vez nos introdujimos entre las casetas de los libreros empezó la fiesta.
Buscamos a nuestros autores favoritos unos, y otros a los autores favoritos de
sus sobrinos, y después de algunas esperas en largas colas y de recabar las
firmas de escritores y ratones (Pues una de las que firmó fue Tea) de la serie
de libros de Gerónimo Stilton.
Yo
recabé la de Andrés Trapiello y Lorenzo Silva ambos grandes autores de
reconocida amabilidad y paciencia, pues tuvieron que soportar con estoicismo
ráfagas de fotos sin fin. (La fama tiene un precio)
Juan
Carlos del blog con el mismo nombre que él (¿Qué fue antes el huevo o la
gallina?) consiguió la de un poeta llamado Luis Alberto de Cuenca y Chelo, la
firma de la nombrada ratona Tea.
Una
vez saciada la vena cultural, nos entró la perentoria necesidad de saciar otros
apetitos más mundanos, y es que el hambre se hacía notar después de la larga
caminata a lo largo del parque.
Nuestra
valiosa anfitriona y promotora de dicha quedada, nos condujo como guía a un
lugar de renombre; no sin antes pasar por la Real Academia de la lengua y el
museo del Prado. Tan solo nos faltó la filmoteca nacional y la Biblioteca para
culminar en un éxtasis glorioso y cultural.
No
obstante y en su lugar, pasamos por la iglesia de los Jerónimos y la fuente de
Neptuno, desembarcando finalmente enfrente de la basílica Jesús de Medinaceli
donde se encuentra un restaurante de raigambre en cuanto al cocido que
preparan. Pero fue otro el menú elegido ya que los calores no invitaban a
degustar tan contundente plato.
Antes, y para dar capricho a ciertas féminas del
grupo, nos escanciaron un vermut de grifo, capricho del cual nos beneficiamos
todos.
Pudimos
hablar e intercambiarnos detalles, y después del cafelito y una larga sobremesa, retomamos nuestros
pasos por la calle Huertas, pasando por edificios que albergaron y vieron nacer
a ilustres personajes de las letras, bajamos hasta Sol y allí instalados en
amplio diván con mesa central, degustamos unos granizados de limón y helados de diferentes sabores.
Llegaba
la hora de las despedidas, pues eran las siete de la tarde y algunos teníamos que
retirarnos por diferentes motivos, aunque para algunas siguió la fiesta por la
noche, con Caipirinha incluida… y algún “mimo” para alguna.
Una
foto con el fondo del símbolo de la ciudad: El oso y el madroño, puso fin a la
segunda quedada bloguera donde las relaciones fraguadas en un mundo virtual se
hicieron de nuevo amistad en el mundo real.
Gracias
a todos los que estuvisteis a mi lado, pues a causa de vuestra presencia, la
celebración de mis tres años como bloguero y los 75 de la feria del libro de Madrid, se convirtió en un acontecimiento para no olvidar mientras la memoria me funcione.
Otras entradas sobre el evento las encontrareis aquí: -Leer el remedio del alma- y
-El blog de Chelo-