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domingo, 21 de agosto de 2016

Una de romanos



¡Ah! Qué gran consuelo recibimos con estas palabras, los caminantes, los conductores, los que montamos en bicicleta, los que viajamos de un lugar a otro. Los que tenemos el sentido de la orientación un “tantico”  ajustado a las necesidades propias de los que, dirigiéndose a algún lugar acaban perdidos y sin atreverse a preguntar por no parecer ignorantes.
Actualmente los navegadores vía satélite ayudan lo suyo intentando meternos en vereda y sacarnos del apuro. Esas voces electrónicas elegidas a la carta que de vez en cuando cometen igualmente errores que nos hacen meternos por autovías de peaje, o calles cortadas o de sentido contrario.
También cometen errores de dicción o conjugación como cuando nos indican: “A uno kilómetro y medio girá a la derecha” que solo les falta decir: “Es vos un pelotudo huevón, pues que le dije derecha”
Hace unos años eran los callejeros y los mapas de carreteras los que aliviaban nuestra desesperación y mitigaban nuestros miedos a perdernos y no encontrarnos ni a nosotros mismos.
¿Pero y en la antigüedad?
¡Bah!  En tiempos pretéritos nuestros antepasados se armaban de paciencia y cogían carretera y manta o se liaban esta directamente a la cabeza y tiraban millas para adelante convencidos y confiados en que como les enseñaron y escucharon más de una vez a los sabios peregrinos: 
Todos los caminos llevan a Roma”  Siendo casi casi, literalmente cierto.
Esta frase hecha no era ninguna exageración cuando se decía “En tiempos de Maricastaña”  pues el imperio romano se encargó de construir miles de kilómetros de calzadas por todos los territorios conquistados por sus legiones y sus ingenieros. Calzadas con “Milliarius”, rótulos informativos, y posadas que proporcionaban descanso y avituallamiento. Pero eso es ya otra historia que en este apartado no nos compete.
Todas las calzadas partían desde el centro del foro romano y a la inversa, todas confluían en él. Cuatrocientas vías que como tela de araña abarcaban extensas regiones, salvando montañas y ríos. Unos 70.000 kilómetros que unían poblaciones, complejos mineros, centros logísticos o militares e incluso continentes entre sí.
La eficiencia del imperio era tangible y lo sigue siendo, pues esta frase ha sobrevivido a los siglos para consolar al que perdido, deposita su confianza en los caminos que con paciencia y marcha ligera le conducirán a Roma y desde allá, poder orientarse de nuevo y poner pies hacia el rumbo prefijado. Aunque para ello tarde “lo que no está escrito”.
En su acepción metafórica esta frasecita podría significar que: Hagamos lo que hagamos llegaremos siempre al mismo punto.
Por cierto, lo de la Maricastaña es otra frase hecha que viene a significar: hace mucho, mucho, pero que mucho tiempo.
¡Y sí! Parece ser que existió una Mari Castaña allá por el siglo  XIV, habitante de Lugo ella, que encabezó una revuelta contra el obispo de esta ciudad por un “Quítame allá esas pajas” de un cobro de impuestos abusivos e injustificados. Y es que como (No) dijo el hidalgo loco: “Con la iglesia hemos topado Sancho” 



martes, 16 de agosto de 2016

Insultos y reniegos- 1 - Imbécil



Todos sabemos las diferencias entre la lengua y el lenguaje.
La primera es la formada por el conjunto de sonidos orales y signos escritos que nos sirven para comunicarnos entre nosotros. Serán diferentes según las comunidades lingüísticas que los utilicen.
La segunda es la capacidad que tiene el ser humano de utilizar esos signos, gestos y sonidos según el significado atribuido de antemano a los mismos, para hacerse entender por otros congéneres.
Aunque la comunicación tanto oral como escrita posee elementos diferenciados y autónomos y distintas combinaciones, pueden complementarse perfectamente.
Tanto el transmisor como el receptor en esta interrelación que llamamos comunicación, poseerán pues, las herramientas adecuadas para entenderse y relacionarse de forma adecuada.
¿Este prólogo viene a cuento de qué? Sencillo.
Cuando hablamos: informamos, describimos, ordenamos, suplicamos, pedimos, felicitamos… Y si llega el caso también insultamos. Lo podemos hacer de forma elegante o grosera. Disfrazando nuestra intención con palabras sutiles o de esas tan sonoras y contundentes con las que se nos llena la boca de exabrupto. 
En todo caso el objetivo es herir la sensibilidad y socavar la autoestima del receptor para humillarlo de todas todas.
Para poder comprender lo que a veces se nos dice o decimos, es importante saber que significa lo que se trasmite. Eso es harto difícil cuando no conocemos el origen de ciertas palabras utilizadas en la actualidad, y su correcto significado.
Hasta para el insulto y el reniego necesitamos unos conocimientos básicos para no recaer en lo repetitivo y en la sobre utilización de ciertos “Palabros” que de por sí, quizás no significan lo que realmente creemos que significan. 
Hasta insultar requiere de conocimiento y arte, se debería realizar con propiedad y no "al buen tún tún".
Como bien dijo Cervantes: "De la lengua provienen la mayoría de los males el hombre"

Por ello en este apartado os iré presentando palabritas malsonantes, disonantes y ofensivas pero no con el ánimo de que insultéis mucho, pero sí para que cuando lo hagáis, lo hagáis con corrección y propiedad.

Empezamos.
Cuando a alguien lo tachamos de: Gilipollas se nos llena la boca de algo "aparentoso" y altamente ofensivo, y sin embargo simplemente le estamos llamando Tontito, alguien que va por la vida sin saber que es tonto, siéndolo hasta la saciedad.

Al contrario, cuando lo llamamos Imbécil, parece que el insulto no lo es tanto, incluso nos parece palabra pasada de moda de las que utilizaban nuestros abuelos y la gente muy cursi y refinada. 

Algo muy lejos de la realidad.
Según la R.A.E la palabra Imbécil puede significar dos cosas: Alelado, loco, falto de razón, débil mental. Y por otra parte: flaqueza y debilidad. Con lo cual el insulto recibido es mucho más culto y soterrado.

Pero lo más curioso es, que aunque ahora se utilice como insulto en mayor o menor grado, en épocas pasadas no lo fue. Su procedencia como casi todas las palabras en castellano, procede del latín: Imbécillis-llum que en un principio significaba: falto de apoyo, designándose de esta manera a los individuos que tenían alguna tara física y no podían valerse por sí solos. 

En otra acepción su significado es: sin bastón o cetro con lo cual señalaba a los niños o jóvenes inmaduros que no necesitaban esos instrumentos protésicos pero que a su vez carecían de sabiduría, inteligencia y sensatez que al contrario, portaban los ancianos. Y en una tercera acepción podría significar no acto para la guerra, denostando con ello al individuo referido como inútil, inservible y menguado de facultades para la realización de insignes hazañas o arduas labores.

En la antigüedad no era utilizado como insulto para denigrar al prójimo. Lo fue a partir del siglo XIX en Francia, extendiendose por el resto del continente europeo con el implícito significado de: Débil mental  

El uso que hacemos de este insulto en la actualidad ha menguado con respecto al de Gilipollas y sin embargo las acepciones ofensivas contenidas en él, son mayores en grado con diferencia.

Seguiré renegando en otra entrega de este apartado
“Fuera de contexto”



Derechos de autor: Francisco Moroz

viernes, 12 de agosto de 2016

Por ser la Virgen de la Paloma.




¿Qué por qué traigo una entrada de este tipo al blog?  Pues muy sencillo: porque soy el administrador y hago lo que creo conveniente en mis lares.
Fuera de broma. Confieso que se lo debo a una amiga bloguera que sin querer ha prendido la chispa a un proyecto que venía pergeñando en mi cabeza hace tiempo, proyecto que no acababa de fraguar de forma definitiva y que gracias a ella, a la que no nombraré: Paloma (Kirke) y a unas sugerentes connotaciones hechas por ella en un Whasapp, ha tomado cuerpo ¡Por fin!  En un apartado que titularé: “Fuera de contexto”.
Por tanto darle las gracias a mí ahijada bloguera a la que mantendré en el anonimato. ¡Gracias PALOMA!
¡Y cómo no! esta entrada se la dedico por llamarse como se llama y por ser su santo. ¡Felicidades!

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El día 15 de Agosto se aproxima con una fiesta prendida del ojal: la de la Virgen de la Paloma.

El origen de dicha devoción se remonta al siglo XVIII, cuando una imagen de una Madonna pintada en un lienzo había sido encontrada por unos niños en un corral y era utilizada en sus juegos. A una beata vecina que les vio no le pareció bien la utilización lúdica del susodicho cuadro y lo adquirió a cambio de unas perras. Esta mujer lo mantuvo expuesto una buena temporada en la puerta de su casa, incitando la curiosidad de vecinos y paseantes que en estos casos como cualquier suceso que se salga de lo normal provoca.

Como apunte he de decir que la imagen pertenecía a la Virgen de la Soledad, pero dado que la vecina que rescató el cuadro vivía en la calle de la Paloma…
Desde entonces y sobre todo en “Los Madriles” en el barrio de La Latina, se celebra la famosa verbena en honor a dicha virgen, y es la que cierra la trilogía festiva de santos patrones, que se celebran en este caluroso mes, a saber: San Cayetano y San Lorenzo.

Lo que empezó como algo anecdótico se convirtió con el paso de los años en todo un acontecimiento que ocupa más de una semana de festejos en la villa y corte.
Pero estos datos os los podrá dar cualquier chulapo o chulapa de los que estos días pululan por los barrios centrales de Madrid, lo que no saben la mayoría de los participantes en los festejos son estas dos curiosidades que os refiero a continuación.

El origen de la palabra “Verbena” por ejemplo.

Cuando oímos esta palabra en seguida nos vienen a la mente las fiestas populares al aire libre, donde se baila, se come y se bebe. En definitiva, festejos donde se convive con los vecinos y los forasteros que se acercan a las barriadas celebrantes que los organizan.

Normalmente giran en torno a advocaciones marianas como en el caso de La Virgen de la Paloma a la que me refería más arriba o a la de santos como: San Isidro el Labrador o las famosas celebradas en las vísperas de San Juan.
El origen de la palabra provine como casi todo en nuestra cultura, de los romanos colonizadores y se refiere a una planta herbácea con cualidades curativas que se utilizaba en la fabricación de emplastos, ungüentos para mitigar algunas dolencias. También era conocida por druidas y sacerdotes paganos para sus rituales purificadores y como ofrenda a los dioses.

Cuando el imperio romano pierde protagonismo en Hispania, lo hace en beneficio de la nueva religión monoteísta. La iglesia eclipsa las fiestas paganas de la mejor manera, para que sean olvidadas y a su vez que los nuevos dogmas y ritos sean asimilados con fluidez y naturalidad al superponer a las divinidades homenajeadas las propias de santos y vírgenes.

Lo que no cambia es el uso de esta planta para dichos festejos ritualistas: Ofrecimiento, curación, purificación.
Por ello, a partir del siglo XIX en todos los actos de este tipo, celebrados en los amaneceres o anocheceres, en solsticios de verano o ciclos lunares y en los que se utilizaba la nombrada planta, se les empezó a denominar “Verbenas”
Curioso ¿No?

Pues este dato que os doy a continuación lo es más aún:

Hay cosas que por costumbre y el uso que se hace de ellas en estas fiestas de La Paloma, se las relaciona como algo castizo o propiamente de “Madriz” (Con zeta aposta) porque somos: Chisperos, goyescos y más chulos que un ocho.

Me refiero al “Chotis” que suena a organillo y sabe a anís “El mono” mientras surge una letra en nuestra cabeza: el pegadizo estribillo que canta:

“Madrid, Madrid, Madrid 
pedazo de la España en que nací 
por algo te hizo Dios la cuna del 
requiebro y el chotis

¡Pues no! Me toca quitar la ilusión a los que creen que el Chotis es un “ingenio” de los madrileños ¡No lo es! Se trata de un baile” agarraó” de origen escocés, por eso de que hay mucha economía en los movimientos. 
La palabra proviene de una adaptación fonética de “Schottisch” que en alemán no significa otra cosa que escocés, y que para más I.N.R.I puso de moda la realeza de Viena y que la corte española lo adoptó en palacio hasta que el vulgo lo hizo suyo en las susodichas verbenas.

Por cierto, tampoco el afamado chotis cuyo estribillo escribí allá arriba, pertenece a ningún compositor español, pues era Agustín Lara un Mejicano de Pro.
Pero hay cosas muy nuestras como las manzanas al caramelo, el barquillo, los azucarillos y el aguardiente y la famosa zarzuela donde aparecen un viejo boticario flanqueado por una rubia y una morena, hijas del pueblo de Madrid...

Conocer el origen de las leyendas y las tradiciones, muchas veces nos da una perspectiva más global de las cosas y nos hace menos egocentristas y naturalmente menos ignorantes y más curiosos.


¡Feliz puente y feliz 15 de agosto!



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