Cada latido del corazón nos
separa de la eternidad
y de la muerte.
Trama fina es la que nos mantiene
en este mundo;
hilo delgado del que pende la
vida y nos tiene unidos a ella.
Sólo basta mirar unos ojos para
recorrer sin pausa una existencia,
para vibrar enteramente
e incendiarnos de puro amor,
y vernos envueltos en llamas
apasionadas.
O morir de celos o penar de
envidia,
poderosa razón la que nos guía.
Una débil intuición de lo que
espera
escondido en el doblez de cada
esquina.
¡Cuánta luz puede nacer de una mirada!
¡Cuánta sal de una pequeña
lágrima!
¡Y de un beso, cuanta ternura!
Y desconsuelo de un rechazo
inmerecido.
Muchas mareas se desatan allá
adentro,
por la atracción de la luna de
cada uno.
¡Qué universo tan infinito poseemos!
Tan misterioso, tan absoluto y
tan incierto.
No podemos abarcar la plenitud de
la existencia
ni acariciar la suavidad de los
suspiros.
Todo es tan breve, todo un adiós;
lo que se goza, lo que se sufre.
Solo un instante que ya pasó.
Es la pregunta, la reflexión, la interrogante
Es el, "ser o no ser", el estar o
no estar,
el nacer o morir, el reír o
llorar.
Nuestra sempiterna
duda de almas errantes.
sin respuesta absoluta.
Derechos de Autor: Francisco Moroz