Cuenta una
historia tan antigua tan antigua, que ni “La Maricastaña” esa había nacido todavía; que Dios terminó su
creación y reunió a todos los animales incluido al hombre. Les preguntó si
estaban conformes con su propio aspecto o si querían añadir o quitar algo que
pensaran que faltaba o sobraba en su anatomía.
Todos sin
excepción le dieron al creador su
beneplácito, salvo, naturalmente el hombre, que se veía como un ser indefenso
con respecto a los demás.
Por lo cual
se dirigió a Dios de la siguiente manera:
-Señor veo
que tú diste a todos los animales armas con las que defenderse de los peligros,
herramientas con las que poder sobrevivir: Cuernos, garras y colmillos. Fuertes
musculaturas y dientes afilados. Cascos, pezuñas y largas patas. A mí sin
embargo no me has concedido ninguna de ellas. –A lo que Dios contestó:
-Criatura,
veo que no aprecias lo que yo puse en ti como arma poderosa que sirve tanto para atacar como para
defenderse del oponente.
-¿A qué te
refieres Señor?
-A tu lengua,
que mal usada puede ser mortal de necesidad. Más venenosa que el aguijón de un
escorpión. Que puede herir como garra de tigre y embestir como cientos de cuernos de
búfalo. Es afilada como los dientes del tiburón y el cocodrilo, más larga que Abril
y Mayo o un día sin pan.
(Esto es de cosecha
propia pues el pan y los meses del año fueron
invenciones posteriores a la leyenda)
Con lo cual
hijo mío, te pido sensatez en su uso, pues se trata de un arma de doble filo y
puedes herirte y herir a otros sin querer.
El hombre no
se quedó conforme y le dijo a Dios:
-Si es así,
dame un instrumento para evitar este inconveniente, con el cual poder controlar
y dirigir este instrumento mortífero. Dios a punto de perder la paciencia le
contestó:
-Hombre. Te
di el cerebro para eso, y la capacidad de discernimiento para lo otro. Al
pequeño e insignificante ser le pareció poco e insistió.
-¿Y me podrías
incluir en el pack, una compañera ideal que satisfaga mis deseos, sea bella, tierna, inteligente, sensual, que me dedique sus atenciones, me mantenga y me admire?
A lo que Dios frunciendo el ceño, con acritud poniendo fin al
discurso y al incordio llamado hombre respondió:
-“Vete a hacer
puñetas”
Que venía a significar algo así como: "Quedas expulsado del paraíso"
Naturalmente
esta expresión no la dijo Dios como podéis imaginar, la pronunció el hombre con esa
lengua afilada que le entró en el lote, y que tanto progreso y bienestar nos ha otorgado a todos a lo largo de los siglos. ¿¿¿¿????
Se trata de
una frase que decimos para alejar a las moscas cojoneras, esas que molestan
tanto y se vuelven tan cansinas y pegajosas que ni haciendo molinetes con los
brazos podemos espantar. Este tipo de moscas son de género " Sapiens " en teoría.
Generalmente se trata de congéneres obtusos que entran a
engrosar las filas de esos estúpidos a los que me refería en una entrada anterior.
Los burros y las vacas tienen el rabo para
hacerlo, nosotros la lengua que puede ser tan larga o más que el referido rabo.
Pero ¿Qué es
una puñeta?
Os
respondo: Una puñeta es una especie de puntilla afiligranada, que se colocan en las bocamangas
de las togas de los miembros de la judicatura; estas mangas son largas por lo general y hacen
que en una postura natural caigan sobre los puños del individuo.
Su confección
requería una inversión cuantiosa de horas y dedicación. Con lo cual la razón de
mandar a alguien a confeccionar puñetas, significaba quitárselo de encima por
un largo periodo de tiempo. Si a esto le añadimos que se confeccionaban normalmente en conventos apartados del mundanal ruido, o cárceles donde sus
moradores eran de los de larga estancia…
Su
significado quedaría pues como algo así: “Vete lejos y por mucho tiempo, y déjame
tranquilo. Pero ciertamente con una mayor contundencia fonética.
Mi abuela
también decía (En un aparte) y con mucha elegancia, a las visitas pesadas cuando estas se iban después
de dar la tabarra:
¡Hala! “Marchad con tanta paz como descanso dejáis”
y cuando se cerraba la puerta remarcaba a viva voz: "Es más el descanso que el sentimiento"
Mi abuela era muy familiar y toda una señora. Pero es que ciertas visitas eran como para no recibirlas.
y lo de " Tener pelos en la lengua" no iba con ella.
Derechos de autor: Francisco Moroz