Con alfombra
de hojas secas cubres tu casa,
Otoño pardo,
compañero del
romántico paseante y sus recuerdos,
del caminante
sin prisas de tus senderos,
de pisadas
sonoras en la hojarasca,
de llantos
ligeros de lluvia cual velo de agua.
Otoño
pasajero,
que vienes y
vas como barquero
y despiertas
nostalgia de la edad que se nos suma.
Madurez de la
vida,
estación del
tren que viene y marcha
que conduce al
epílogo final y al invierno.
Fiel Otoño,
puntual en la
cita de los años que pasan,
de acogedores
parques con árboles dormidos,
arropados
fantasmas de nieblas matutinas y de escarcha.
Otoño que te
escondes,
ululando como aire en las cornisas.
Cuando vengas
como siempre a visitarme
quizá ya me
haya ido,
cual hoja que
la ráfaga se lleva;
lamentando no
poder contemplar una vez más.
Tu paisaje
amarillento,
el contraluz de los caminos,
o la sombra del
árbol deshojado
dibujándose en
el suelo adormecido.
Otoño seco.
Carismático recuerdo
en fotograma
de páginas
escritas
con letra
emborronada.
Renglones que
conocen primaveras
e historias
pasajeras ya contadas.
Te espero como
siempre
mirando al
horizonte,
cuajado de
nostalgias.
Con el cielo nublado desecho en lágrimas borrosas.mi corazón pausado
latiendo con el ritmo de las horas.
y mis húmedos ojos perdidos en remembranzas
que me acercan al pasado y sus fantasmas.
Otoño amargo.
Derecho de autor: Francisco Moroz