De: Reyes Calderón
Salta la alarma en el monasterio navarro de San Salvador de Leyre cuando su abad "Pello Urrutia" un anciano de cuerpo frágil y carácter templado por el sacrificio, la oración y el ayuno desaparece en extrañas circunstancias junto con las sagradas formas expuestas en el altar. El suceso es descubierto por un fraile de vocación tardía que ingresó en el monasterio como sacristán, teniendo en su curriculum una licenciatura en ciencias exactas. Se llama "Fermín Chocarro" y gracias a sus conocimientos tendrá bastante protagonismo a la hora de aclarar ciertos acertijos.
Pero todo se complica cuando en el palacio episcopál de Pamplona "Lucas Andueza" el secretario personal del arzobispo "Blas de Cañarte" le hace entrega a este, de un extraño paquete que contiene una pequeña caja en forma de ataúd, en cuyo interior se encuentra un dedo humano acompañado de una hostia consagrada, y lo que parece ser un antiguo pergamino escrito en latín y arameo cuya traducción lleva implícita una exigencia.
A partir de ese momento entran en escena los dos personajes que darán cuerpo a la historia con sus propias narraciones en primera persona. Un inspector de la Interpol llamado "Juan Iturri". Este se haya investigando en Pontevedra el caso de un famoso y escurridizo pederasta que escapa cada vez que le planta cerco. Necesita tomarse un respiro y marcha a Pamplona donde es a su vez requerido por el arzobispo, animado este por una antigua amistad, decide pedirle ayuda discreta con respecto al paquete recibido y la enigmática misiva.
La segunda protagonista es "Lola MacHor" como jueza de instrucción de los juzgados de Navarra, mujer entregada a su familia y su profesión, nunca ha llevado un caso tan peliagudo como el que tiene por delante: una escena de crimen situada en una ermita de un pueblo llamado Mendigorria, dos cadáveres pertenecientes al clero, un relicario tirado en el suelo junto con una buena cantidad de dinero, y lo que sospecha, una clara amenaza sobre su propia persona.
Tanto el inspector como la jueza coincidirán en la investigación. Empezarán a colaborar sin problemas, pues ambos se conocen de un antiguo caso en el que la jueza estuvo implicada directamente, y fue " Juan Iturri" quién la salvó de la quema a la vez que este, quedaba prendado platónicamente de su persona.
La narración del libro se distribuirá en tres partes definidas por sendos capítulos. En el primero se nos presentarán los hechos y personajes que parecerán tener cierta relevancia en la historia pero que irán diluyéndose a lo largo de esta, solamente destaca por su personalidad y carisma el fraile matemático, que colaborará de forma indirecta la investigación, pues un número primo, parece ser la clave en torno a la que gira toda la trama, y sus significados parecen aportar pistas al caso en concreto.
( Un número primo es un número natural mayor de 1 que tiene únicamente dos divisores distintos: él mismo y el 1. se les conoce como números puros y perfectos )
Según se desarrolla la historia veremos que lo que parecía una fuga sin sentido degenera en secuestro, y después todo tomará tintes de venganza por parte de alguien que parece conocer la iglesia desde dentro.
"Nadie aborrece a quien no conoce, ni envidia a los que le son ajenos."
El libro en general atrae por el cúmulo de misterio y de enigmas a resolver, aun así le pongo algún pero a la hora de analizarlo como lector.
La autora nos da en principio y sobradamente todas las explicaciones que se tienen que dar sobre el suceso que acaece en la abadía de Leyre y aún así reitera toda la información cuando un nuevo personaje es informado de ello, con lo cual hace que la lectura sea un tanto cansina y lenta con este proceder. La parte más dinámica es en la que la juez entra en acción y toma el caso, quizá con demasiada asunción de cometidos, algo así como: ¡Dejadme sola, que yo puedo!
los personajes principales están muy bien perfilados como para comprender sus sentimientos y sus formas de proceder, pero como dije antes, algunos desaparecen a lo largo de la historia sin dejar rastro ni aportación alguna a la novela en general.
Por otro lado las conclusiones finales y la resolución de todos los enigmas parecen acelerarse de forma precipitada donde el azar sospechosamente, juega un papel determinante. Lo mejor quizá es la documentación llevada a cabo por la escritora con respecto a la cotidianidad de la vida dentro de los monasterios
"Por un breve instante, sentí envidia de la vida del medioevo que imitaban aquellos frailes. Una vida sin prisas ni carreras, con tiempo para la lectura y el arte, la poesía y la contemplación."
y la labor ejercida por los jueces dentro del órgano legislativo de esta nación.
"No juzgamos a las personas, nos limitamos a analizar sus acciones. La investigación no es una labor visceral, sino racional."
Una novela que se deja leer, pero que tampoco puedo calificar como de las mejores que he tenido entre mis manos. Segunda de cinco en la que aparecen tanto la juez "Lola MacHor" como el inspector de la interpol "Juan Iturri" y la séptima de las escritas por esta autora.