Sangre en la arena
De: Simone Sarasso
Las historias referidas a los gladiadores siempre han dado mucha cancha para escribir novelas.
La obra más referente es la de -Espartaco- de "Howard Fast" pero muchas otras se refieren a ellos: a los luchadores de la arena de los anfiteatros de la antigua Roma.
Esta que os presento podría tratarse de una más si no fuera por una peculiaridad, y es la de narrar el proceso de un muchacho de la isla de Britania para convertirse en uno de ellos.
Su nombre verdadero es"Calgacos" que en su lengua significa: El que posee la espada. Sin embargo por el que lo conocerán será "Vero" un personaje real que consiguió la mayor de las glorias, de la cual dio fe un poeta llamado "Marco Valero Marcial" que inmortalizó su gesta en un epigrama.
"Sarasso" novelará una historia verdadera, que ocurrió en la Roma de los emperadores "Vespasiano" y de su hijo "Tito"; ambos artífices de lo que sería una de las obras públicas más asombrosas del momento y que todavía en la actualidad causa admiración: El anfiteatro Flavio, hoy conocido por Coliseo.
Y es ahí donde da comienzo esta historia. "Vero" está a punto de ver como su existencia es abocada a una victoria o a la muerte en un último enfrentamiento, lo peor es que la lucha será contra su mejor amigo. El viejo dilema aristotélico adquiere todo su significado: "Tertium non datur".
Y a la espera, mientras se abre la reja que se interpone entre el y la arena, recuerda su trayectoria desde que huérfano, fue adoptado por un viejo guerrero Ordovico, reconvertido en herrero, al que llaman "Cormac". El le enseñó a fraguar armas y a convertirse en hombre... Después llegaron las legiones a las ordenes de "Sexto Julio Frontino", y con ellos una matanza y su esclavitud.
"El hombre tiene los ojos tristes y, en la boca, el sabor del destino. Amargo como un mal día. En el fondo de esas pupilas vacías no hay rastro del muchacho que fue. Hace tiempo que desapareció, devorado por las llamas y el miedo."
En Roma la muchedumbre exigía a los gobernantes algo más que las pobres luchas que se celebraban de vez en cuando en arenas improvisadas en las calles, donde se enfrentaban pobres esclavos inocentes que vertían su sangre para regocijo de los pocos y afortunados espectadores; también en alguna villa próspera en honor y duelo a algún noble difunto, se enfrentaban a muerte los hombres, en un sacrificio póstumo al fallecido.
El pueblo de Roma quería héroes que se pareciesen a sus dioses a los que poder rezar a base de gritos. Gritar sus nombres: "Ferox","Tigris","Aureolus","Bato","Cosmo" y poder vibrar con cada golpe dado, con cada herida abierta, con cada muerte ofrecida al emperador.
Y "Vespasiano" daría al pueblo lo que quería: Un gran ruedo donde poder celebrar las victorias y regalar al gentío con espectáculos sangrientos y memorables, cuajados de violencia inusitada. Para ello en los Ludus, eran entrenados los gladiadores: Mirmillones, Retiarius, Secutores, Hoplomachus, Tracios, Provocatores y Samnitas. Todos al grito de ¡Fuerza y Honor! y ¡Los que van a morir te saludan! ofrecían sus vidas en cruentas luchas.
Los recuerdos de "Vero" nos retrotraerán a una época donde si querías sobrevivir tenías que aprender las normas y aprenderlas deprisa, no había lugar para rectificaciones ni dudas.
Pasará de un amo a otro y se irá empapando de sudor y conocimiento, sufrirá en Pompeya la erupción del Vesubio y conocerá entre tanto a "Plinio" un personaje cuyo corazón late con fuerza por el imperio, comandante de la flota anclada en Miseno, un estudioso de la naturaleza y sus misterios, alma de corazón y tinta.
A "Marcio" un marino curtido, perteneciente a dicha flota, este y sus hombres serán los encargados de montar el Velarium del anfiteatro.
"Vero" trabajará en las canteras y acarreando material: ladrillos y travertino para construir el gran sueño de "Vespasiano.
Y en su periplo trabará relación con "Prisco" compañero de cantera y de ludo. Unidos por sentimientos encontrados. Enfrentados y amigos.
"Prisco es viento helado que sopla del Ártico. Vero es lava incandescente."
Con lenguaje asequible al común de los mortales pero muy épico en su concepto, nos introduciremos en un mundo antiguo muy exigente y violento, donde el valor de la vida era ínfimo y la libertad muy cara de conseguir.
El autor nos sumerge en la cotidianidad de los luchadores más cotizados, más valorados y envidiados: Los dioses de la arena.
"Dentro de unos instantes alguien levantará la reja y le dirá que luche... Y sabe que hoy deberá matar a su mejor amigo."
¡Que la disfrutéis!¡ Fuerza y Honor!