miércoles, 30 de noviembre de 2016

Cambio de pareja



Se despertó, abrió los ojos una mañana más. No tenía prisa, y tumbado como estaba en la cama, se puso a pensar.
Pensó en ella, en lo bien que empezaron su relación, de mutuo acuerdo, sin exigencias de ningún tipo. Algo fluido y natural. Ella le dejaba su espacio personal y él la dedicaba parte de su tiempo. Se hacían compañía y a veces incluso se añoraban y se buscaban en los silencios.

Pero hacía unos años que este idílico romance se estaba convirtiendo en una losa; ahora ella se estaba volviendo absorbente e incluso envolvente y omnipresente, él ya no se sentía libre como antes, sino atado a una servidumbre que le llenaba de mucha tristeza y desazón.

Ya no la quería como antes ni la deseaba. No ansiaba su cercanía, rehuía su presencia, pero ella siempre estaba a su lado recelosa, perenne y árida, como un mal invierno que no quisiera dar paso a la primavera renovadora.

Y él necesitaba un cambio ¡Sí! Quizás por egoísmo, pensó, se embarcó en esta relación sin futuro. Él y ella, ella y él. Solos, sin querer nada del resto de los que solicitaban un poco de atención, de su amor, de su cuidado, de su persona, de su trato.

Se convirtió poco a poco en un ser huraño y antisocial, un hombre introvertido y esquivo.
No compartía sus vivencias y se guardaba muy mucho de expresar sentimientos banales. Solo se comunicaba con sus congéneres por necesidad y cuando no había más remedio.

Pero esta situación le estaba matando, apagando, amargando, ahogando, como a la llama de una vela sin oxigeno que quemar.

Ahora estaba costeando el precio de las consecuencias de esta común-unión con su amada, y con creces. Penando como alma condenada en el infierno de Dante, purgando cada una de las expectativas puestas en esta especie de tormento consentido, abocado por otro lado al fracaso más estrepitoso.

Desde su comienzo esto no tenía futuro, pero se empeñó en demostrar que eran los demás los que estaban equivocados y que la situación ideal era la elegida por él. Estaba todo controlado. O eso creía en ese momento.

Meditaba en la cama y decidió que ya era hora de cambiar de pareja, su amante actual ya no saciaba sus necesidades, no llenaba sus expectativas, no satisfacía sus ansias de compañía y de amor desinteresado.

Se dio la vuelta en el colchón y allí estaba, a su lado, como cada mañana. No conseguía apartarse de su pegajosa presencia ¡La aborrecía! Debía huir, y únicamente conocía una manera de hacerlo: Buscándose a una mujer de verdad que le llenara la existencia, una pareja que quisiera acompañarle en el baile de la vida, y aparcar en la cuneta a esta que desde hacía años dormía a su lado gracias a su dejadez y la fuerza de la costumbre.

La abandonaría sin despedidas innecesarias, sin agradecimientos de más. Todo con tal de olvidarse definitivamente de esta maldita fulana " Que se llama Soledad”.






Derechos de autor: Francisco Moroz



                                                                          

domingo, 27 de noviembre de 2016

Palabras curiosonas







Que nuestro idioma es uno de los más hablados a nivel mundial por detrás del chino y por delante del inglés ya es sabido por casi todos. Pero hay curiosidades sobre el mismo que desconocemos casi por completo, o al menos un servidor lo reconoce.
Hoy os traigo algunas de esas peculiaridades de ciertas palabras de nuestra lengua escrita tan querida,y a veces tan maltratada a causa de las nuevas tecnologías.
¡Qué disfrutéis!

De números:

“Noveno” es la única palabra de tres sílabas a la que quitándole la del medio no cambia de significado. “Nono”

El vocablo “Cinco” tiene 5 letras coincidencia que no se repite con ningún otro número.

“Mil “es el único número que no tiene ni “O” ni “E”

De género, y sentido:

El término “Arte” es masculino en singular y femenino en plural.
“Sarapes” y “Separas” son palabras con distinto significado según el sentido en que son leídas.

“Reconocer” se lee de igual manera de izquierda a derecha que al contrario.

De orden:

Las palabras: “Ecuatorianos” y “Aeronáuticos” poseen las mismas letras, pero en diferente orden.

“Paralelepipédicos” tiene consonantes y vocales en alternancia.

El término “Estuve” contiene cuatro letras consecutivas según el orden del alfabeto “S” , “T”, “U”, “V”.

De cantidad:

En la palabra “Aristocráticos” cada letra aparece repetida dos veces.

En “Corrección” aparecen dos letras dobles de seguido.
Sin embargo en “Centrifugados” todas las letras son diferentes.

En la palabra “Euforia” aparecen las 5 vocales y solo dos consonantes.

“Oía” tienes tres silabas en tres letras

“Guineoecuatorial”. Esta va más allá. Contiene 2 veces cada una de las 5 vocales y no repite ninguna de las consonantes.

La palabra “Ferrocarrilero” se erige como la única que tiene 5 erres.

De Longitud:

La palabra más larga escrita en nuestra lengua sin la utilización de sufijos, y única en ser reconocida por la RAE es Electroencefalografista” con sus 23 letras, seguida de: “Esternocleidomastoideo” con 22. 
Ambas se quedan cortas con la más larga que contiene ni más ni menos que 182 letras. Un vocablo del griego antiguo que fue inventado con fines humorísticos por Aristófanes. Algo así como el archiconocido “Supercalifragilisticoespialidoso” de Mary Poppins. 
Aunque el récord lo ostenta un término químico escrito en inglés con 1185 letras y que empieza así: ACETYL­SERYL­TYROSYL­SERYL­ISO­LEUCYL­THREONYL­

“Menstrual” se constituye el vocablo más largo con solo dos silabas.

Las más coquetas:

“Ajilimójili” se refiere a una salsa a la vinagreta con ajo y se cubre tanto de gloria (La palabra) como de tildes. 7, ni más ni menos.

Y esta es la que más me gusta de todo el listado que os he presentado:
“Pedigüeñería” que se adorna con los cuatro firuletes que un término puede llegar tener. A saber:
La virgulilla de la “Ñ”, el punto de la“i”la diéresis de la “Ü” y la tilde sobre la otra “Í”.

Para acabar recuerdo a los despistados lectores que la “Ch” y la “Ll” desaparecieron de nuestro alfabeto en el año 1984. 
Y como empezamos con números, terminaré con ellos.

El chino lo hablan 1200 millones de personas. El castellano 559, millones y el inglés 375 millones. Cifras aproximadas naturalmente, pues el aprendizaje de estos idiomas es continuamente creciente.



Derechos de autor: Francisco Moroz


viernes, 25 de noviembre de 2016

Un miedo con nombre extraño





Mi compañero y yo llegamos rápidamente al lugar donde desde la central nos han indicado que se ha producido la alerta, vamos pertrechados con nuestro equipo al completo, por los imprevistos que puedan surgir. Somos dos precavidos profesionales a los que no nos gustan las sorpresas que escapen a nuestro control.

Estamos sobradamente preparados para resolver situaciones como esta de la que nos han dado aviso tan solo hace una hora.
Para lo que yo personalmente no estaba preparado era para lo que ocurrió cuando el agujero se abrió ante mí.

Empecé a sudar a pesar del frío intenso entrando en estado de shock, me empezaron a invadir las náuseas y mi organismo estresado amenazó con colapsarse.
Mis sentidos quedaron bloqueados de inmediato, mis ojos se adentraron en el negro y profundo pozo sin fin, que me quería engullir. Quise avisar del peligro a mi colega, pero lo hice tarde, no le  pude ayudar, pues de forma irreversible desapareció casi de inmediato en las entrañas de ese pozo mientras yo quedaba en pie, con los brazos caídos y temblando, paralizado por el miedo a lo desconocido; por esa nada que llenaba una boca con forma de circunferencia perfecta. Lo llamaba a gritos, por su nombre, pero solo recibía ecos de sonidos metálicos y de golpes que presagiaban lo peor.

La caja de Pandora se había abierto, y todo lo que ocurriera a continuación podría representar un riesgo para mi frágil espíritu anonadado.

Si esto era mi final, sería el más patético de los finales. Ningún ser o ente me amenazaba de manera perceptible, pero algo parecía gobernar mi mente de tal forma que mis músculos no me respondían. Estaba absorto y agarrotado.

Tengo entendido que a los combatientes les ocurre lo mismo antes de cada batalla, y que a pesar del entrenamiento intenso y continuo que reciben, nunca son capaces de reaccionar en ese crítico momento inicial en el que se requiere la acción inmediata.

Era consciente de que tenía que echar una mano a mi socio. Él estaba adentro, en un lugar oscuro y frío que me aterrorizaba. Por tanto me tuve que recubrir de ese valor artificial que en ocasiones hace héroes a los mortales, y agarrando fuertemente la herramienta y encendiendo la linterna de mi casco para apaciguar mi miedo a la oscuridad, descendí poco a poco a lo hondo de la sima, al encuentro de lo desconocido. No sin haber señalizado antes la zona peligrosa que circundaba la boca de la alcantarilla para evitar accidentes.
Lo que padezco lo llaman nictofobia.



Derechos de autor: Francisco Moroz

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