viernes, 24 de marzo de 2017

Que cuento tienes






Lo malo de la realidad es que además de triste te la sirven cruda.
Esto viene a cuento de esas historias que con la mejor voluntad nos contaron padres y abuelos e incluso algún hermano mayor “rara avis” que por lo general suelen pasar de los pequeños. Historias que siempre acababan con un: Y fueron felices…

Nada era cierto, pues indagando como escritor aficionado en las citadas historias, descubrí que las verdades eran otras y más oscuras.

Como ejemplo os traigo a colación la de “Alicia”. Muchacha que tuvo que ser atendida en urgencias por intoxicación a causa de la ingesta de sustancias psicotrópicas que la hacían ver conejos blancos y gatos sonrientes. Estaba obsesionada con un personaje al que llamaba sombrerero, la toma del puntual té adicticvo, y la celebración de los no cumpleaños. Algo absurdo y psicodélico como para alucinar en colores.

“Blanca nieves” acabó divorciándose del príncipe, que era de un azul desvaído, no tan fiel como aparentaba y con poca sangre en las venas, aunque sí muy venal y casquivano. 
Para ganarse la vida la pobre, tuvo que poner un circo donde le crecieran los enanos. Los siete que conoció hacía mucho que estaban bajo tierra, trabajando en la tuneladora del metro. Su madrastra ya no era ni el reflejo de lo que fue en sus mejores tiempos. Y el cazador, el único que pudo robarle el corazón, no quiso. 
Y es que la juventud y la belleza son manzanas con apariencia deseable y jugosa, pero en el fondo envenenadas.

Lo de “Ariel “, la bonita sirena del norte fue mucho más trágico. Cayó en las redes de un buque piscifactoría noruego y la pobre, no pudo escapar por pies. Ahora da nombre a una marca de congelados.

Hablando de pies. Al “Zapatero remendón” se le acabó el chollo y está en prisión preventiva, pues aunque alegó que los zapatos que fabricaba se los confeccionaban por la noche los amables duendes, se descubrió que en eran trabajadores ilegales que dormían y trabajaban en las mismas instalaciones de lo que en realidad era un taller clandestino.

“Peter” se arrejuntó con “Campanilla” y a base de polvos mágicos vinieron muchos niños perdidos de esos que llamamos "Ninis" porque ni estudian ni trabajan "Ninádená". El sufrido “Capitán Garfio” tuvo que ejercer como tutor, dada la reconocida inmadurez de los padres que todavía viven en los mundos de fantasía, mal llamados de Yupi. La verdad es que “Garfio” siempre tuvo mucha mano para el tema de la educación y mucho gancho para las criaturas. Por cierto los niños cuando nacieron, vinieron con el apellido de “Peter” debajo del brazo, o sea: El “Pan”.

“El Lobo feroz “se dejó de rodeos y atajos y se cepilló directamente a la “Caperucita” que por otro lado era una niña procaz y ligera de cascos que no se ponía encarnada por cualquier cosa. Se saltó la tertulia, el protocolo, y la conversación dilatoria, simplemente por evitar la parte en la que se lo tenía que montar con la abuela y travestirse, para perecer más tarde con violencia a manos de un leñador lobófobo, machista y radical; de esos muy musculados y descerebrados salidos de "Mujeres y Hombres y viceversa".

A los “Cerdos” constructores y especuladores inmobiliarios les derribaron las casas por haberlas edificado en una zona de bosque protegida medioambientalmente. Y aunque gruñeron, berrearon, presentaron alegaciones, escritos y demandas, ante la administración pública. No les sirvió de nada. Así que se hartaron de soplar y resoplar en vano hasta la extenuación revolcándose en su propia inmundicia. Y lo curioso que todo esto acaeció el día de San Martín. De ahí el famoso refrán. 

Por cierto eran ciertas las noticias que anunciaban que “Ali Babá” presentaba su candidatura al senado consiguiendo un escaño. Cuando los reporteros le preguntaron por su interés repentino en la política, respondió que le gustaba sentirse como en casa, rodeado de ladrones y riquezas sin número. Conseguidas estas a base de robo, extorsión y engañifas al sufrido contribuyente que a este paso terminará exiliado en el desierto de una árida existencia. 

“Cinderella” siempre fue un poco ceniza y no tuvo mucho éxito con los hombres a pesar de lo que nos contaron, pues estos le daban calabazas de continuo, a causa de su falta de higiene y por estar siempre rodeada de animales transformistas. Todavía sigue echando la culpa a una tal malhadada madrina; que no era otra que una fraudulenta manager que le prometió famoseo por un tiempo limitado con fecha de caducidad. Como a muchos otros artistas de moda que hoy son idolatrados por las masas y mañana nadie se acuerda de lo que fueron, o lo que hicieron por la sociedad.
"Vanitas vanitatum, omnia vanitas".

De eso sabe mucho “El flautista de Hamelin” que sigue atrayendo con su encantadora melodía hipnótica a todos los incautos que siguen pensando que se van a hacer ricos trabajando honradamente, que hay gobernantes honestos que velan por el bienestar del ciudadano, y empresarios pundonorosos que valoran el esfuerzo de sus trabajadores. 
Es cierto que la lotería les toca a algunos, a los que les suena la flauta por casualidad, como a Bartolo. Verdadero nombre del flautista que toca con un agujero solo. Yo personalmente cuando lo oigo, le mando con la música a otra parte. Por cierto otra versión se nos presenta como la del palo y la zanahoria, pero esa es para los más borricos.

Prueba fehaciente de que el tema de la honestidad está en baja es el caso de “Pinocho” un muchacho que tenía muy buena madera de currante, al que le contrataron por una ETT en un taller de carpintería. Todo esto después de mentir mucho sobre su experiencia, su preparación y su edad. Fue explotado vilmente hasta la extenuación por un jefe sin escrúpulos que le trataba como a un muñeco. ¡Un caso de narices!

“Bella” como todos sabemos, se terminó casando por puro capricho y por llevar la contraria a las leyes naturales y a sus padres, con un “Bestia” sobre el que actualmente pesa” una orden de alejamiento por malos tratos. Pues aunque dicen: “Que el hombre y el oso cuanto más feo y peludo más hermoso” no es más delicado y amoroso, ni tiene afanes de pulir su carácter y suavizar su genio. 
Y la luna llena y la primavera que son muy suyas para esto, tienen una influencia nefasta sobre este tipo de relaciones, pues alteran de mala manera la sangre de estos animales que se convierten en auténticos salvajes sin escrúpulos. Y en cobardes maltratadores y abusadores de indefensos. Están emparentados con los ogros de "Pulgarcito" y los machotes leñadores de "Caperucita" que nombré con anterioridad.

Y ya para terminar os dejo con “El Gato”. Apodo por el que es nombrado un gran intermediario, diplomático de reconocido prestigio. Preparador de discursos convincentes. Asesor de imagen sin parangón. Capaz de entronizar a cualquiera basándose en falsos informes llenos de mentiras y añagazas. Este mal bicho se pone las botas cada vez que triunfa con alguna de sus triquiñuelas. Prebendas, comisiones, sobornos, chantajes, extorsiones y favoritismos a dedo. Son armas que sabe utilizar con desparpajo y donosura en favor de sus protegidos que por lo normal utilizan trajes de Armani y Tucci y pagan con tarjetas tan negras como sus entrañas. ¿Donde se vio antes a los gatos colaborando con las ratas? Por eso os digo que no os creáis nada de lo que os cuenten los cuentos.
Estos personajes también son conocidos con el calificativo de picapleitos. 

¡Ah, por cierto! a “Hamsel “y “Gretel” ¡Por fin! de puro ansias, les compraron un bosque para perderse. Terminaron hospitalizados en urgencias con el azúcar por las nubes a la vez que una vieja boticaria jubilada se quedaba sin casa, desahuciada la pobre. Todavía se investiga por si ambos sucesos pudieran tener relación.

Y esto es a grandes rasgos lo que nos vendieron de niños, cuando no teníamos la capacidad suficiente para discernir entre el bien y el mal, lo justo y lo injusto. 
Por esa razón, ahora, los que tenemos dos dedos de frente y si alguien nos intenta engañar le recriminamos con estas palabras: "Tú lo que tienes es mucho cuento" o "A otro perro con ese hueso"

Ya somos mayorcitos y sabemos de antemano, que la realidad sigue superando con creces cualquier historieta de ficción que nos puedan narrar los espabilados de turno. Todavía algunos se frotan las manos presuponiendo nuestra inocencia recién caída del guindo. Solo hay que asomarse a la ventana tonta y ver las propuestas de los anunciantes.

Van aprendiendo de sus pequeños fracasos y ahora nos venden la moto y nos adormecen la conciencia con deportes de masas y programas basura de televisión con más veneno y en altas dosis. Son menos elaborados y más directos pero contundentes. Se trata de una"Lobo-tomia" de masas pura y dura. 
Y esto es mucho más perjudicial para los cabritos y los borregos, que el peludo enemigo disfrazado, que intenta entrar en nuestras casas enseñándonos la patita por debajo de la puerta, y echando en nuestros buzones propaganda comercial que promete convertir nuestros sueños en realidad inminente. Lo mismo que hacía el genio gordo ese que decían que vivía dentro de una lámpara, o como el calvo lacrimógeno de la lotería que viene a incordiar por navidad, junto con el otro gordo de rojo. A este último si se lo tenía que comer un lobo, que es más cansino que recoger piñones del suelo.

Lo que consiguen con estas cosas es jorobarnos la vida como al de "Notre Dame"

¡Venga ya! ¡Que no nacimos ayer! ¡Dejaos de cuentos! 




Derechos de autor: Francisco Moroz


martes, 21 de marzo de 2017

Sol naciente





Se asomó sola por la escotilla para ver amanecer y vio mucho más de lo que esperaba.

Con los ojos entornados a causa de la claridad que empezaba a definir el horizonte, no muy lejos, sobre las calmadas aguas de un mar neutral, divisó un buque que posicionaba lentamente sus torretas cañoneras que apuntaban hacia ellos.

Se trataba de un acorazado que les había elegido como objetivo, sin tener en cuenta que la nave en la que ella viajaba con otros trescientos refugiados más la tripulación, no era ninguna amenaza.

También vio el sol naciente en la bandera de guerra del barco japonés mientras se hundían.

Metáfora de vida y muerte.



Derechos de autor: Francisco Moroz


domingo, 19 de marzo de 2017

Nunca olvido





Me veo como niño agarrado de su mano,
confiado.
Significaba mucho para mí.
Cuanta seguridad me proporcionaba su compañía,
sus caricias valiosas
preciado regalo.

                           Le asaltaba con preguntas sin respuesta
con honesta ignorancia,
 en bucles sin fin,
en andanadas.
Siempre me respondía con infinita paciencia,
con verdades pactadas.

Pero llegó la juventud
y rehuía cada vez más
 de su presencia.
Muy crecido era mi ego,
muy terca mi conducta
encastillada en mi orgullo.
Elevado en el pedestal de la soberbia
a la décima potencia de lo absurdo.

Me jactaba de no necesitar su ayuda
siendo capaz de sobrevivir sin sus consejos.
Otros maestros busqué, 
otras verdades, otras escuelas.
Obtuve otros resultados.
Vanidoso los retuve 
 cual tesoro,
insatisfecho.

Creí ser más libre, más hombre, 
más completo.
Triunfador sin parangón, 
habilidoso tahúr
desbordante de virtudes.
En resumen:
Un cretino ruin y necio.

Ahora en la madurez
medito el craso error de mi mentira.
Y no olvido, más bien recuerdo
 por ejemplo el sacrificio.
Las horas invertidas y el detalle,
y siendo consciente reconozco
el tiempo que no se dedicó así mismo
por quererme.

 La firme convicción de su conducta
su debilidad, sus fallos,
y no me siento quien para juzgarle.
Ahora el padre soy yo, 
y lo entiendo tanto.
Su palabra amiga, 
el gesto grave.
El premio, el castigo,
el rincón de pensar
la mirada severa
y el profundo dolor que le causaba.

Le agradezco infinito,
las directrices firmes
con las que me fue instruyendo.
Los valiosos principios de coherencia
con los que ahora me rijo.
Una personalidad marcada,
sentimientos manifiestos
de lo que dicta mi alma.

Ahora soy yo
 el que le agarra de la mano 
cuando camina
con inseguros pasos.
El que le ayuda a comer,
el que responde.
Él me confía sus limitaciones.
Ya no sabe quién es, 
pero yo no lo olvido:
Al igual que no lo traiciono en mi recuerdo,
 en el vínculo del pasado ya borroso.

En mañanas de sol y parque,
de juegos, de risas, de carreras.
 abrazos que arropaban mis miedos, 
besos de buenas noches,
cuentos, libros regalados
leídos a la par.
La oración que nos unía
el apoyo amable en su cansancio,
las fiestas familiares, 
su mano en mi hombro.

Su extenso legado de palabras sabias
perdura.
Valorada herencia
de continuo altruismo.
He descubierto de nuevo
su limpia sonrisa que tanto amaba,
su ingenua confianza de niño anciano,
y he vuelto a recordar
todo lo que era y lo mucho que hizo
con mi persona.
Y me siento orgulloso de ser su hijo
que celebra los días compartidos
mientras duran.




Derechos de autor: Francisco Moroz

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