sábado, 12 de septiembre de 2015

La belleza y el dolor de la batalla


La belleza y el dolor de la batalla



De: Peter Englund 










"Aunque existen conflictos, ninguno es tan insoluble que haga necesaria la guerra, ninguno lo suficientemente acuciante como para hacerla inevitable. esta guerra solo se volvió inevitable en el momento en el que se consideró como tal".


Vuelvo a las andadas con otro libro que incluyo dentro de este mes guerrero que se nos propuso en el blog: Libros que hay que leer. De género histórico puro y duro, pues se podría definir como crónica de lo sucedido durante la Gran guerra.(1ª Mundial)


"Peter Englund" tiene todas las cartas de presentación necesarias para escribir una obra como esta, en la que se nos enseña la cruda realidad de las trincheras, de la retaguardia, de los hospitales de sangre, del frente, y los despachos donde se fraguan las batallas. Es historiador y fue cronista y reportero corresponsal de guerra, con lo cual sus puntos de vista están contrastados y de muchas formas vividos "in situ" en propia carne.

En este caso no trata sobre un conflicto actual, con lo cual aunque la perspectiva sea mucho más amplia, también está más diluida con el paso de los años.

Esto no es problema para un escritor experimentado y ampliamente documentado en estas lides como "Englund", que nos trae de primera mano el testimonio, de 20 personajes reales que vivieron en primera persona todo el conflicto. 
De esta manera nos encontraremos desde una colegiala alemana que despide a las primeras tropas que parten desde una estación hacia el frente, pasando por soldados, artilleros, oficiales, marineros, enfermeras, funcionarios, cirujanos y pilotos de combate. También con una conductora de ambulancias y un mercenario venezolano; todos de diferentes nacionalidades y pertenecientes a diversos estratos sociales, representando a los países en conflicto. Con lo cual la veracidad de los acontecimientos narrados está contrastada por todos ellos; conformando en su conjunto una especie de memorias para la posteridad.



Los testimonios por tanto serán relatados en primera persona y en muchas ocasiones escritos en diarios personales, en donde quedarán plasmadas las conductas y las emociones a la par que los acontecimientos que cada uno sufre y de las que son testigos; cartas a familiares escritas con la incertidumbre del mañana siendo el único medio en el que dejar constancia de una dura realidad. Recordando las noticias magnificadas, tergiversadas y manipuladas que van apareciendo en la prensa, según el interés que mueve a las potencias enfrentadas. Todo bajo la perspectiva personal de cada uno significada por su condición y labor desempeñada en el momento. 

En este libro no se habla ni de héroes ni de ejércitos victoriosos, ni de causas justas que mueven a los hombres a matarse entre ellos de formas atroces. Aquí leeremos sobre el miedo en las trincheras y las carencias. Del hambre y de las muchas maneras de morir en los diferentes frentes abiertos en Europa y África.
De las rutinas seguidas durante la contienda y de los padecimientos de la tropa que es enviada indiscriminadamente al matadero, frente al lujo y despilfarro de algunos oficiales y personas adineradas, que despliegan oriflamas y desgranan arengas a favor de la patria y el honor y la necesidad de la guerra para defensa de su status.

" La guerra es esto. No es el riesgo de morir, ni los fuegos artificiales de la granada roja que te ciega al caer silbando, sino el presentimiento de ser una marioneta en manos de un titiritero desconocido, y hay veces en que ese presentimiento te hiela el corazón como si la muerte misma tirase de los hilos".

"La belleza y el dolor de la batalla" no sé si es el título apropiado para una obra de este carácter en que a la par que nos describe casi mes a mes el conflicto armado que duro 4 años, nos descubrirá detalles de como se fraguó la revolución rusa de Octubre, como se desarrollaban los combates aéreos, como los otomanos, escudándose en la guerra se dedicaron al exterminio sistemático de las comunidades cristianas de los armenios.
Nos explicará como se utilizaron los zepelines para el bombardeo de localidades, y de caballería para acarrear la artillería pesada (8 millones de caballos murieron en los campos de batalla). Se nos describirán las consecuencias de la guerra química, y la duras jornadas en las trincheras de Verdún. Presentará los primeros carros blindados y del porqué se les llamó tanques.

¡En fin! la belleza  en la batalla quizás esté referida solo de forma poética por alguno de los que no vivió de primera mano una conflagración de este tipo, en la que sin embargo había actos de caballerosidad, treguas concertadas entre combatientes que festejaban en común la navidad en las que la música podía detener puntualmente un asalto, o situaciones en las que tras un derribo de un avión el piloto era rescatado y atendido por los enemigos.



Una cosa a destacar en este libro es la cantidad de notas marginales que encontraremos a lo largo de sus capítulos, desgranando las explicaciones oportunas que necesitaremos como lectores para comprender coyunturas que sacan a colación los diversos personajes que nos cuentan la historia a la par que esos detalles reseñados más arriba.

600 páginas en las que aparentemente de forma intrascendental y cotidiana las voces y los escritos de los diferentes protagonista se irán solapando, concediéndose el relevo los unos a los otros si un orden concreto, y solo ateniéndose a la cronología de los acontecimientos generales. 

Estos pedazos de historia poliédrica y desmenuzada en pedazos, es una forma diferente de acercarnos a una historia para muchos desconocida, que nos hará darnos de bruces con una realidad repetida hasta la saciedad a lo largo del devenir del género humano. Y es que la guerra parece ser un imán para el hombre, que cae una y otra vez en sus fatídicas redes con atracción fascinante a la vez que fatídica, que siempre deja campos quemados, ruinas, destrucción y ese rastro de desolado paisaje lleno de cadáveres y humeantes despojos.

El pulso de la narración como no podía ser de otra manera es adictivo; y sería mucho más rápido el ritmo de su lectura si no fuera por la cantidad de pausas que necesariamente haremos para ilustrarnos con las notas de pie de página que os comenté más arriba y que sin embargo; aportan esa riqueza añadida a la obra.

"Al igual que muchos otros acontecimientos, el objetivo primordial de la acción era convertirse en texto".

En lineas generales ha sido un libro que ha logrado que aprenda más sobre lo años en los que tuvo lugar el conflicto, sobre la manera de pensar de aquellos que bien pudieron ser nuestro bisabuelos y sobre una época que fue de alguna forma la que fraguó las causas de lo que serían los futuros aconteceres que desembocarían en la 2ª gran guerra . No en vano el autor como colofón de su obra termina con un fragmento del libro escrito por "Hitler": -Mi lucha-

Por cierto el libro incluye fotografías que muestran alguno de los momentos relatados por los protagonistas, detalle que incrementa el valor de lo escrito.

Una guerra en la que nueve millones de seres perdieron la vida, que propició que muchas revoluciones se fraguaran, cuatro imperios dejaran de existir y que quedaran cicatrices que no curaron del todo. Varias naciones consiguieron su independencia y las fronteras cambiaron de lugar.

Dos décadas más tarde y a pesar que las potencias beligerantes se propusieran el que no se repitiera esta tragedia; Los nacionalismos, las crisis, el debilitamiento de las democracias y la humillación sufrida por Alemania con las condiciones impuestas tras su derrota, fueron de nuevo causa para que otra gran guerra abriera sus puertas al mismísimo infierno. 

"Este será nuestro mal, o nuestro bien. En cualquier caso, es irremediable: estaremos ligados a nuestros recuerdos, para siempre".





miércoles, 9 de septiembre de 2015

Amargo amor de abandonado




Meditabundo estoy, cabizbajo

rememorando tiempos pasados,
recordando tu suave y callada brisa
tus pausados pasos, 
cuando estabas a mi lado todavía
junto a mí.

Las palabras de amor eran fluidas 
como el agua,
las únicas que podían salir de nuestros labios. 
Palabras y besos palpitantes,
ansiados encuentros entre ambos.

Te añoro y lloro,

en realidad la vida sigue irrebatible
pero sin ti cambia todo.
Todo es lento, espeso, doloroso.
Náufrago sin tu presencia amada,
sin tu mirada de luz. 
El despertar huérfano de caricias.

Feliz no obstante porque conocí la dicha,
entristecido al perderte. 
Tonto fui al no decirte a cada instante
lo que te veneraba,
ya no hay remedio.

Me arrepiento y se que es tarde, 
no es admisible el chantaje
me quedé sin argumentos;
de esos que esgrimen los necios
cuando la suerte les huye.

Y es que el amor es pasajero tan mudable,
que hoy es y mañana vuela.
Sin comprender por qué marcha, 
por qué emigra y te abandona
olvidando lo gozado,
reviviendo lo sufrido.

Pasan las horas en agonía perenne,

comprendo que es todo pasar fugaz 
sin freno en el corazón.
Que todo sana al final
con cicatrices terribles.
Es la triste realidad :
perdura la soledad y los recuerdos sublimes.

El desamor de lo amado antagonista es,

si eres querido mera fortuna.
Fortuna aciaga tal vez.
Pacto escrito con tinta amarga, 
eco lejano que avisa 
de previstas muertes anunciadas.

Solo me quedan quimeras rotas,

vínculos leves y amores vacuos.
largos silencios y espacios amplios.
mis manos frías sin otras manos;
ojos cegados de tanto llanto.

Algunos años de oscura suerte,
la soledad lacerante que cierra el puño.
y una existencia lejos de ti, 
cerca de tantos
que no son tú.



Derechos de autor: Francisco Moroz

viernes, 4 de septiembre de 2015

El de Durrutti 2ª parte



                                                            Si quieres leer la primera parte: AQUÍ



                                                                 18 de Noviembre de 2014- Madrid
                                                                         (reflexiones de un médico)

La actividad rayana en el paroxismo, es en muchas ocasiones demencial.

Mi vocación me costará un disgusto, pero me agrada demostrar que el ser humano es frágil, una nonada universal con mucho orgullo y soberbia y gran capacidad tanto destructiva como de superación.

Me llamo Oscar Pinedo y soy médico residente de este hospital cuyos comienzos tuvieron tan triste historia y que tiene más años que el Carracuca ese, que vete tú a saber quien era.


Mi pasión por la medicina surgió a raíz de una herida que se hizo mi hermano pequeño en los columpios, tenía yo por entonces 10 años, diez años de infantil ingenuidad y pureza de alma. ¡Quería salvarlo del dolor! ¡Quería curar sus lágrimas antes que su corte en la rodilla! y le hablaba mirándole a los ojos, restando importancia a lo que no la tenía. Al comprobar que mi hermano pequeño se calmaba y lograba sonreír olvidando su dolor, decidí que mi profesión en adelante, sería la de ayudar al que me necesitara. Como persona ante todo, como médico después.


Sigo siendo un ingenuo que cree en el ser humano, a pesar de haber visto de todo, sigo pensando que somos más que carne, huesos y fluidos. ¿Los pensamientos y los sueños son sólo impulsos eléctricos neuronales? ¿Las emociones y los sentimientos sólo reacciones químicas?¿Y la capacidad de amar y odiar y sufrir sólo reflejos instintivos? ¿Y eso que llamamos fe? ¿Eso qué es?


No todo tiene porqué tener una respuesta científica. ¡Quizá! porque la ciencia no ha avanzado lo suficiente como para obtenerlas; pero aún así y todo, me resisto a conformarme con las soluciones más fáciles de entender. 


El ser médico no es ninguna bicoca, ni te otorga privilegios envidiables; más bien te impone sacrificios continuos desde que entras en la facultad. Muchas horas robadas al sueño para dedicarlas al estudio, para sacar una carrera y especializarte, para hacer cursos añadidos que te aportarán más conocimientos y así poder conseguir una plaza donde poder ejercer y demostrar de esta forma, que la vida es lucha apasionada por conquistar lo inconquistable.


La satisfacción de poder ayudar al semejante muchas veces se ve frustrada por la burocracia del papeleo y el politiqueo que se inmiscuye como tumor cancerígeno en un organismo vivo.

Pero eso no me hace perder las esperanzas ni las ilusiones; Tampoco me hará apearme de la burra de mis creencias, de lo que siento con las entrañas y de lo que me dicta el corazón.

Al hablar con los pacientes y preocuparme por sus dolencias, encuentro algo que no puede sentir cualquiera al lado de otro ser humano: Las desnudez del corazón, la entrega que hace ese hombre o esa mujer de su vida más profunda, poniéndola en tus manos ¡Tanta es la fe que ponen en ti!¡Tanta la necesidad de que otro ser les escuche para sanar heridas más profundas que las que solamente sangran! que es difícil desconectar de esa realidad.


¡Creo en los milagros! en el poder de curación de las palabras. De las palabras que se pronuncian con sinceridad y ternura, las que proporcionan consuelo e intentan acariciar los lugares donde las manos no pueden acceder; donde el dolor es a veces tan intenso, como para hacer llorar y gemir con tal vehemencia que los calmantes y las drogas no pueden acallarlos.


La medicina no es una panacea, pero si una herramienta con la que poder aliviar, tonificar, curar, revitalizar, desinfectar, sajar, coser, cauterizar y vendar los males y las heridas. Pero la ciencia médica nunca llegará a esos lugares recónditos donde hombres más sabios si eran capaces de llegar en la antigüedad.


Y ahora, por si fuera poco, la batalla que se está librando en este hospital es de órdago a la grande: Los políticos de siempre quieren privatizar el sistema y nosotros médicos, enfermeras y pacientes, nos oponemos con ganas. ¡Siempre dando guerra! Por aquí no pasarán mientras haya un mínimo de conciencia y sentido común... 




                                                                                          Derechos de autor: Francisco Moroz




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