A buen puerto llegaría
si mis ángeles custodios
me llevaran de la mano.
Si la suerte pasajera
viniera de vez en cuando,
o la caprichosa fortuna
derramara sus regalos.
Pero en tanto me conformo,
que tengo ángeles sin alas
habitándome la casa
a los que tender mi mano.
Siendo yo custodio de ambos;
teniendo suerte al tenerlos
y la fortuna de amarlos.
¿Qué mayor regalo que ese?
si antes lo pienso me callo.
Pues no necesito nada
al ser poseedor de tanto.
Ya no quiero ni deseo,
tesoros más grandes guardo.
Derechos de autor: Francisco Moroz