Esta entrada está relacionada con esa otra que subí hace unos días titulada: "En un lugar del universo"
Una aportación para convencer al personal de la necesidad de reivindicar una estrella para nuestro mejor y más conocido escritor.
A despecho de vuesa merced, estimo su alterada actitud señora mía como algo untuosa. Me sorprende al parecerme desproporcionada con respecto al hecho que la provoca, al igual que harto inoportuna.
Me confunde tan desmesurado arrebato, no veo en ello nada más que desafuero y ¡Por cierto! ninguna donosura vislumbro en vuestro alterado verbo, muy al contrario que en otras ocasiones en la que con melosa filípica lo engalanáis para sacar beneficio propio como tajada, en día de matanza de San Martín.
Prodúceme cierta desazón tal furia la desatada cual la del basilisco, que me hace recordar jornadas desabridas en Lepanto. Pues parecióme que las desmedidas palabras que me dirigís y con las que pretendéis recriminarme un proceder ominoso no han lugar; ni de cabal merecimiento mio. Al igual, que mis razones tampoco son peregrinas como para sentirme obligado a rebatir tal desatino palabrero; no creyéndome meritorio de tan brava verborrea por vuestra parte, ni aprobar el colérico modo de hacerlo.
Si yo me encuentro empeñado en tal empresa, será porque no estimo que sea una acción baladí ni casquivana mi conducta. ¡Doy fe de ello! y me acojo a sagrado si fuera necesario para mi defensa.
Que no es por desapego, ni por güero distraimiento el que porfíe en mantener mi postura. Que me gobiernan razones poderosas para hacerlo y no locura de orate malogrero.
Alego en mi favor, que grandes venturas nos deparará este mi cometido, en el que me hallo imbuido como por encantamiento de Merlín; y sería desatino el abandono en este punto tan magro y en sazón. Que ningún Hijodalgo en sus cabales abandonaría aunque le vinieran mal dadas. ¡Que no es el caso!
En otras cuitas y reveses me he visto mucho más apretados saliendo airoso en brazos de las musas esquivas.
No seré yo el que rehúya como malandrín y malhadado pisaverde esta ocasión que se me antoja ventajosa ¡La obra de mi vida!
¡La que dará relumbre al idioma!¡Gloria a mi patria y loor a mi persona! a la par que fama al terruño que me vio nacer y tal vez, nombre a alguna estrella en el futuro.
¡Por tanto señora! No incordiéis con tal griterío ni alharaca, ni distraigáis mi cabeza con cuestiones peregrinas sin sustancia.
Que llegados a este brete y a fuer de ser sincero, me importa un comino y un ardite del mundo sus cuitas. Mucho más me importan mis escritos con enjundia que me cuestan mil desvelos como al enamorado Calisto la conquista de la tal Melibea.
¡Y con esto acabose el discurso que me tiene entretenido con vos
y alejado de mis letras!
- ¡Como quieras Miguelito!¡No se hable más de tal asunto! siga vos a vuela pluma con sus Dulcineas, Sanchos, Bachilleres, Curas y Boticarios; que ya voy cenando yo sola junto con al ama los duelos y los quebrantos preparados en tal mala hora ¡rediez! Que si llego a saber a tiempo, vuestro criterio sin par de ayuno voluntario, con bálsamo de "Fierabrás" fiado quedaseis a vuestra suerte.
-Si más tarde aprieta el hambre, se arrime vuecencia a la alacena y con el pan duro del galgo corredor, se hace unas sopas de ajo si es menester, ya que como rocín flaco preferís estar.
-¡Faltaría más las ínfulas desmesuradas del señorito escribano!
Has de darte cuenta querido, que las sopas de letras no se inventaron todavía y que lo escrito no alimenta las tripas desventuradas de los pobres escritores como tú, los que con tinta ensucian sus dedos y de locos enredos sus seseras reblandecidas.
-------------------------------
*Los cervantinos enredos significaron el comienzo, de nada menos que de la novela moderna que conocemos. Por tanto alguna noche sin cenar del genio de las letras, bien valieron tales penurias e inventadas diatribas y ¡Quién sabe! si alguna noche no brille una estrella allá arriba con el nombre propio del caballero de la triste figura; siendo nosotros parte consecuente de tal circunstancia habiendo premiado sus muchos desvelos.
Derechos de autor: Francisco Moroz
Una aportación para convencer al personal de la necesidad de reivindicar una estrella para nuestro mejor y más conocido escritor.
A despecho de vuesa merced, estimo su alterada actitud señora mía como algo untuosa. Me sorprende al parecerme desproporcionada con respecto al hecho que la provoca, al igual que harto inoportuna.
Me confunde tan desmesurado arrebato, no veo en ello nada más que desafuero y ¡Por cierto! ninguna donosura vislumbro en vuestro alterado verbo, muy al contrario que en otras ocasiones en la que con melosa filípica lo engalanáis para sacar beneficio propio como tajada, en día de matanza de San Martín.
Prodúceme cierta desazón tal furia la desatada cual la del basilisco, que me hace recordar jornadas desabridas en Lepanto. Pues parecióme que las desmedidas palabras que me dirigís y con las que pretendéis recriminarme un proceder ominoso no han lugar; ni de cabal merecimiento mio. Al igual, que mis razones tampoco son peregrinas como para sentirme obligado a rebatir tal desatino palabrero; no creyéndome meritorio de tan brava verborrea por vuestra parte, ni aprobar el colérico modo de hacerlo.
Si yo me encuentro empeñado en tal empresa, será porque no estimo que sea una acción baladí ni casquivana mi conducta. ¡Doy fe de ello! y me acojo a sagrado si fuera necesario para mi defensa.
Que no es por desapego, ni por güero distraimiento el que porfíe en mantener mi postura. Que me gobiernan razones poderosas para hacerlo y no locura de orate malogrero.
Alego en mi favor, que grandes venturas nos deparará este mi cometido, en el que me hallo imbuido como por encantamiento de Merlín; y sería desatino el abandono en este punto tan magro y en sazón. Que ningún Hijodalgo en sus cabales abandonaría aunque le vinieran mal dadas. ¡Que no es el caso!
En otras cuitas y reveses me he visto mucho más apretados saliendo airoso en brazos de las musas esquivas.
No seré yo el que rehúya como malandrín y malhadado pisaverde esta ocasión que se me antoja ventajosa ¡La obra de mi vida!
¡La que dará relumbre al idioma!¡Gloria a mi patria y loor a mi persona! a la par que fama al terruño que me vio nacer y tal vez, nombre a alguna estrella en el futuro.
¡Por tanto señora! No incordiéis con tal griterío ni alharaca, ni distraigáis mi cabeza con cuestiones peregrinas sin sustancia.
Que llegados a este brete y a fuer de ser sincero, me importa un comino y un ardite del mundo sus cuitas. Mucho más me importan mis escritos con enjundia que me cuestan mil desvelos como al enamorado Calisto la conquista de la tal Melibea.
¡Y con esto acabose el discurso que me tiene entretenido con vos
y alejado de mis letras!
- ¡Como quieras Miguelito!¡No se hable más de tal asunto! siga vos a vuela pluma con sus Dulcineas, Sanchos, Bachilleres, Curas y Boticarios; que ya voy cenando yo sola junto con al ama los duelos y los quebrantos preparados en tal mala hora ¡rediez! Que si llego a saber a tiempo, vuestro criterio sin par de ayuno voluntario, con bálsamo de "Fierabrás" fiado quedaseis a vuestra suerte.
-Si más tarde aprieta el hambre, se arrime vuecencia a la alacena y con el pan duro del galgo corredor, se hace unas sopas de ajo si es menester, ya que como rocín flaco preferís estar.
-¡Faltaría más las ínfulas desmesuradas del señorito escribano!
Has de darte cuenta querido, que las sopas de letras no se inventaron todavía y que lo escrito no alimenta las tripas desventuradas de los pobres escritores como tú, los que con tinta ensucian sus dedos y de locos enredos sus seseras reblandecidas.
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*Los cervantinos enredos significaron el comienzo, de nada menos que de la novela moderna que conocemos. Por tanto alguna noche sin cenar del genio de las letras, bien valieron tales penurias e inventadas diatribas y ¡Quién sabe! si alguna noche no brille una estrella allá arriba con el nombre propio del caballero de la triste figura; siendo nosotros parte consecuente de tal circunstancia habiendo premiado sus muchos desvelos.
Derechos de autor: Francisco Moroz
Estupenda esa discusión doméstica que bien habría podido producirse entre Cervantes y Catalina (me he imaginado que era su señora esposa quien le recrimina que se ponga a escribir en lugar de ir a la mesa). No me extrañaría nada que diálogos parecidos se hubieran dado más de una noche en el hogar del ilustre alcalaíno.
ResponderEliminarGenial, Francisco. Eres un buen discípulo de Cervantes.
Cierto querida Kirke. Cervantes debió ser personaje humilde y cabal y muy accesible. la vida cotidiana de un escritor no debe de ser muy diferente de la de cualquier hijo de vecino. Y el escribir "El Don Quijote" tuvo que costarle más de un desvelo cotidiano.
EliminarMe gusta que te guste.
Un besazo.
Genial, Francisco. No sabía yo que manejabais de asaz manera el lenguaje del Siglo de Oro. Xd, si parecéis el mismísimo manco. Me ha gustado y me he divertido leyéndolo porque además, quién se iba a imaginar que tanta dialéctica tenía por objeto algo tan baladí como un retraso en acudir a la mesa antes de que se enfríen los duelos y los quebrantos de la pitanza.
ResponderEliminarMuy bueno, Francisco.
Un beso.
Cuando lees el Quijote se te quedan en el subconsciente palabras, giros y reniegos que después puedes muy bien utilizar para recrear un instante cotidiano de la vida de este genio de las letras tan humano como nosotros.
EliminarGracias por tus palabras que me regalaron los oídos y me subieron la autoestima un buen tanto por ciento.
Una alegría que te haya gustado a ti que entiendes por ser estudiosa.
Besos Rosa
Tienen razón Kirke y Rosa, Francisco: vas a acabar como Pierre Menard, el personaje de Borges, y reescribirás el Quijote. Madera no te falta: bosques y bosques de madera cervantina. Un abrazo.
ResponderEliminarNo ¡Por Dios! Carmen no quieras que me convierta en truhan plagiador de obra tan magna y redonda. No quiero eso para mi. Me conformo con tener madera que no sea de alcornoque.
EliminarMuchisimas gracias por pasarte y dejarme tus palabras.
Un abrazo
Plas plas plas... ¡Genial conversación! Abrazos.
ResponderEliminarTrivial conversación, sabes que eran muy engolados en aquella época y para decir ¡Amen! rezaban todo el padre nuestro.
EliminarGracias Marisa por esos aplausos que me obligan a hacer reverencia cortés ante tu persona.
Abrazos
Caramba Francisco que sorpresa.. eres un versado en la retórica..
ResponderEliminarUn abrazo
Eso es, retorica pura y dura y algo cansina para expresar algo tan sencillo ¿No crees?
EliminarEl caso es hacer un intento por recrear el espíritu de la época en la que bregó nuestro ilustre escritor.
Un placer tenerte por acá como siempre.
Un abrazo.
¡Qué gran trabajo! Genial, no tengo palabras. Me has dejado embobada leyéndolo. Me has vuelto a mi época de lecturas en castellano antiguo.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un abrazo.
Gracias María. Nada como meterse en el pellejo de un personaje para comprender que su día a día también debía resultar tan familiar como los nuestros.
EliminarGracias y me alegro que a una escritora como tú le haya gustado.Me llena de satisfacción.
Besos
Todos los genios tienen algo de incomprendidos y seguro que Cervantes no fue la excepción, incluso en su casa y por parte de sus allegados más cercanos.
ResponderEliminarGran trabajo, Francisco, un lenguaje que nos trae recuerdos de textos leídos en la época de estudiantes y que no desmerece en absoluto. Un auténtico viaje en el tiempo!!
Un abrazo.
Cervantes más que ninguno fue incomprendido por los suyos. sólo basta leer todos sus avatares y pesares y toda la incomprensión en torno a él y su obra. familiarmente tampoco tuvo mucha suerte el hombre. ¡Quizá por ello se vino arriba! y nos dejó este legado en el que todo lector se halla reflejado.
EliminarBesos
Qué genialidad!. Leyéndote es como si tuviera delante el mismo Quijote.
ResponderEliminar¡¡No sabes cuánto me ha gustado!!
Un beso
Cervantes, quise decir
ResponderEliminarMe alegro que te guste. Pero ya quisiera yo tener parte del relumbre en el lenguaje que tenían en aquella época dorada.
EliminarGracias amiga Marisa Un beso