Los siguientes serían los niños más pequeños. Los sacarían por la puerta de atrás sin que los celadores se dieran cuenta de su ausencia.
El grupo de voluntarios que me
seguían estaban convencidos al igual que un servidor, de que aquel lugar era muy
deprimente para los chiquillos y que la tristeza era la dueña de todo el
recinto.
No sonreían a
menudo. Solo se alegraban un poquito cuando nos veían llegar haciendo tontadas
vestidos de médicos payaso.
Estaba decidido; hoy los sacarían
al jardín para que les diera el sol en sus cabecitas peladas, y pudieran
durante un rato, jugar todos juntos.
Les darían el margen suficiente para que se liberaran de sus miedos. Luego volverían a entrar.
Ni pensar quiero cuáles son los planes que el narrador tiene para esos niños. Es bueno hablar de esos mundos de los que vivimos tan al margen, pero que son tan reales. Sólo quien se encuentra inmerso en ellos los tiene dolorosamente presentes.
ResponderEliminarUn beso.
Desde luego muy bien no suena eso que el celador quiere, pero no quiero pensar que intenciones tiene, pobres criaturas.
ResponderEliminarEs una situación muy muy dura no solo para los niños si no también para sus familas que hay siempre en esta dura enfermedad y en esos trances tan duros.
Un beso.
¡Hola, Francisco! La Vida siempre es el mejor medicamento, digan lo que digan los "expertos". Un micro muy emotivo. Un abrazo!
ResponderEliminarLes darían una horas de vidilla a esos tristes niños, para jugar y distraerse
ResponderEliminarPara que cuando terminarán de jugar, estarían exsasustos y cansados, y seria
Cuando los llevarán a todos, cogidos en brazos a la cama de gas ¿verdad?
Me recuerda cuando a los niños, y no tan niños los separaban por pequeños grupos.
Y unos iban a los crematorios y otros a las cámaras de gas.
Un relato muy impactante y terrorífico.
En cuanto tú pregunta, te diré que tengo un apartado con una etiqueta que pone "Mis cuentos de la morgue"
Todos ellos son de terror, unos más fuerte y otro no tanto.
Lo que si te digo que el terror "Gorre" no me va.
Y no encontrarás ninguno de ese tipo, besos de flor.
Sabes lo he vuelto a repeler tu relato, y puede ser
EliminarQue me haya equivocado de pensamiento a la hora de comentar.
Por qué no pensé que fueran enfermos de cáncer, de todas formas es un palo muy duro tan para
Los pequeños como para los padres, perdóname si mi primer comentario te ofendió al decir lo de las cámaras de gas y los alemanes.
Besos de flor.
Una exploración al dolor y a la valentía por la vida , más cuando se presenta al nacer el día. Un abrazo
ResponderEliminarNo hay caso, la diversión siempre tiene un final preestablecido.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Muchos son los niños necesitados de un poco de amor y de alegría. Vivimos en un mundo en el que parece que los tenemos olvidados. Esos minutos de felicidad serán, sin duda, lo mejor que les pasa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Aunque la excursión termine, la sonrisa de un niño siempre merece la pena.
ResponderEliminarUn abrazo.
Encoje el corazón tu escrito Francisco, una triste realidad.
ResponderEliminarAbrazos.
Gracias a los que habéis comentado este relato. Siento no haber podido contestar a cada uno en particular, pero me faltó tiempo.
ResponderEliminarLo aprecio en lo que vale; el tiempo y vuestro comentario.
Abrazos.