Jugó a dibujar figuras con el humo del tercer cigarrillo que se fumaba. La tarde se le hacía larga y era una buena manera de matar el tiempo.
Empezó con los aros, formas que dominaba casi a la perfección. Los enlazaba en cadena, incluso hacia pasar uno por el agujero del otro.
Después practicó con otras
siluetas geométricas, algo que le resultaba más difícil.
Cuando
llevaba media cajetilla consumida ya le salían sencillos esbozos de animales. Un
pez, un pajarito. Incluso consiguió algo parecido a un caballo galopando.
Con el
segundo paquete ya sentía un ligero mareo. Entre lágrimas, y un sobreesfuerzo
de sus pulmones, logró expulsar unas volutas con forma de cangrejo de mar. Un bicho
con trazo ovalado y pinzas, que le
recordó a un signo zodiacal llamado cáncer.
En ese momento se le quitaron las ganas de fumar junto con el aburrimiento.