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miércoles, 22 de febrero de 2017

Detrás de la máscara





¿Qué es lo que se esconde tras la máscara de los carnavales? ¿Cuáles son sus orígenes?

Como la mayoría de las tradiciones y fiestas populares, esta, no es una excepción, y con ella quedan claras las intenciones del ser humano que por naturaleza gusta de saltarse las normas convencionales y las prohibiciones que concitan a la mesura y la corrección. Festejar disfrutar y despendolarse sin vergüenza está grabado en los genes de toda la humanidad.

No en vano el carnaval es una de las celebraciones más participativas y globales de todas las conocidas. No sabe de fronteras, ni razas ni culturas, pues todas ellas han sabido adaptarla y trasformarla según sus necesidades. Con personal idiosincrasia en sus atrezzos y modos.

Nos remontamos a sus orígenes y vemos que naturalmente, como todo lo divertido, procede de lo pagano. 
De esos pueblos que a pesar de sus dioses o gracias a ellos, podían ventear al menos una vez al año su placer por el baile, el canto y la música, y los placeres carnales como eran y son, la comida, la bebida y el sexo.

Y del primero de esos pueblos de los que no queda constancia documentada es el sumerio, que hace unos 5000 años ya andaba metido en estas lides de disfrazarse y salir a las calles a desmelenarse sin inhibición
Estos, junto a egipcios, griegos y romanos fueron los organizadores de eventos multitudinarios donde se olvidaban las castas, el poder, los títulos, la riqueza o la categoría personal de los ciudadanos que participaban.

De entre ellos, los romanos fueron los más destacados cuando celebraban las lupercales y saturnales que si recordáis, fueron también el origen de las navidades, año nuevos etc.

Estando el dios Baco, o el Dionisio griego por medio ya os podéis imaginar las bacanales y las orgías que se montaban a todos los niveles. 
Y como los romanos se hicieron dueños de toda Europa y parte de Asia y África, pues extendieron el elenco cultural de sus tradiciones por todos los territorios conocidos en la antigüedad. 
Después serían los españoles y portugueses en el siglo XV los encargados de llevar a América estos festejos tan vitales y alegres.

El vocablo “Carnaval “proviene de la lengua romance neolatina. Los romanos llamaban a estas fiestas simplemente: “Festum” que en su traducción viene a significar "Festín o festejo", aunque algunos autores defienden que pueda proceder del término “Carnem levare” recuerdo de otros dioses-as como la celta “Carna” o el indio “Karna”.

Este término viene a significar algo así como “ Quitar la carne” y se debe al cristianismo; que permitía ciertas licencias y relajamiento en las costumbres de sus fieles, tiempo antes de empezar con las celebraciones cuaresmales que se iniciaban el miércoles de ceniza, donde se les recordaba que solo eran polvo y ceniza y por lo tanto tenían que evitar todo roce con lo mundano y sensitivo para alejarse de la órbita del maligno.

El vocablo italiano “Carnevale” ha sido aceptado por goleada en la mayoría de los países donde se celebra, en contra de las otras acepciones con las que se le conoce en España: “Carnal”,“Carnestolendas” o “Astruejo”, palabreja que define el periodo que comprende los tres días anteriores al miércoles de ceniza.

Tres días, donde casi todo estaba permitido bajo el anonimato de las máscaras y el salvoconducto de los disfraces que garantizaban en cierta medida, la impunidad del individuo.

En la actualidad los carnavales pueden alargarse toda una semana comenzando en un jueves denominado “Lardero” que proviene de “Lardarius” y significa “Tocinero”. En la península ibérica hay un dicho que reza: “Jueves lardero, longaniza en el puchero”.

Todo ello representaba una despedida a la carne de todo tipo, pues la cuaresma que empezaba posteriormente, suponía la abstinencia y el ayuno de estos elementos, añadiendo penitencias, ayunos y oración que constituían los únicos alimentos del alma, que no del cuerpo.

En la Edad Media entre otras cosas, el carnaval constituía una ocasión inestimable para poder realizar críticas a los gobernantes, nobleza y clero, denunciando sus abusos, excesos e hipocresía; ya que nadie, dentro de este contexto podía ser castigado por ello.
En el lado opuesto y en tiempos de Carlomagno, el no cumplimiento de la abstinencia durante las cuaresma, era castigado con la muerte. Ni más ni menos.

El máximo esplendor de estos festejos llegará en el siglo XVI en las cortes europeas, despuntando entre todas la de la ciudad de Florencia gobernada por los Medici; cuyos carnavales eran significativos por sus elaboradas máscaras, lujosos vestidos, y el esplendor de sus largos desfiles de maravillosas puestas en escena con carros (Actuales carrozas) alegóricos sobre diversos temas. 

Eran aprovechados de igual manera para deshacerse de opositores, dirimir pendencias a lo bravo y cometer asesinatos impunemente. Las intrigas y las conjuras proliferaban durante los festejos. 

Hoy en día los carnavales más famosos son los que tienen lugar en Brasil (Río de Janeiro) donde aparte de los elementos tradicionales, se suman peculiaridades añadidas por el acerbo cultural de los antiguos colonos y esclavos, siendo uno de los más vistosos en el ámbito global, habiendo alcanzado un récord guinness en participación, duración y vistosidad.

El de Venecia siempre sorprenderá al visitante por sus elaboradas máscaras y trajes, que son objeto de culto de algunos coleccionistas y objetivo de innumerables fotógrafos.
En Colonia, Alemania, esta fiesta es uno de los acontecimientos más relevantes de los que se celebran en el país, dando especial importancia a las mujeres, que ese día se convierten en las protagonistas y portadoras de las llaves de la ciudad. 
Es denominado: “La quinta estación del año”.

Y no podemos olvidar los carnavales de Cádiz con sus comparsas burlescas, cuyas charangas y chirigotas son consideradas patrimonio regional y nacional, convirtiéndose las coplas en auténticos pasquines sonoros de denuncia contra el gobierno corrupto, los políticos y el famoseo inmerecido de algunos; comidilla de programas del corazón y deportivos.

Otros lugares donde estas celebraciones son conocidas a nivel internacional son: Santa Cruz de Tenerife, y Águilas en Murcia. Oruro en Bolivia, Barranquilla en Colombia. Niza en la rivera francesa. Nueva Orleans. Sitges en Cataluña y Notting Hill en Londres, con la peculiaridad este último, de celebrarse a finales de agosto.

Los carnavales se han visto ampliamente reflejados en obras de teatro, sainetes, poesía y novela.
Cervantes en su famosa obra de -Don Quijote de la Mancha- citó las carnestolendas cuando Sancho era manteado por los gañanes. 
De sobras conocida la lucha entre don Carnal y doña Cuaresma incluido en -El libro del Buen Amor- del Arcipreste de Hita. Valle Inclán escribió la trilogía de los llamados “Esperpentos” titulados: -Martes de carnaval-.
Entre otros destacados autores podemos citar a Rubén Darío y su poema: -Canción de carnaval-. Los artículos periodísticos de Gustavo Adolfo Bécquer y Mariano José de Larra y relatos costumbristas de Mesonero Romanos.

Y no os canso más, que también las fiestas y las letras en exceso aburren y empachan. 
De hecho ya lo decían los propios romanos:

“Post festum, pestum et post coitum, tedium”

Cuya traducción nos viene a decir que:

“Después de los festejos viene la fetidez y después del coito el tedio”.



¡Felices Carnavales a todos!



Derechos de autor: Francisco Moroz







jueves, 5 de enero de 2017

Tres reyes tres





Si yo os digo ahora mismo: “¡Ya están aquiii!”¿En quienes pensáis? ¡Claro! En los Reyes Magos. Aunque a algunos se les haya pasado por la cabeza la imagen de la niña frente al televisor diciendo la famosa frase en la película Poltergueist.

Este 6 de Enero nos levantáremos casi todos convertidos en niños expectantes ante los inesperados regalos que nos esperan, junto a esos zapatos a los que el día anterior dimos lustre hasta dejarlos como espejos. La opción de las zapatillas facilita mucho la ardua labor de hacerlo.

Veremos con sorpresa como el vinito dulce de las copas ha menguado, y los trozos de turrón han disminuido en la bandeja, proporcionalmente al número de reyes y pajes que visiten cada hogar. 
Después de las lágrimas de emoción, los agradecimientos y las caras de felicidad al recibir lo esperado o lo inesperado; pues siempre, aunque no se espere ni se reciba lo que queremos hay algo que te han dejado con mucho cariño estos personajes tan amables y encantadores con los que curiosamente, y a diferencia de Papá Noel, nunca se han hecho películas de terror ni violencia salvaje. 
Digo, que después del ritual de abrir regalos, se desayunará con el consabido y afamado roscón.

¡En fin! Una tradición que personalmente a mi me convierte de nuevo en ese crio ilusionado que dejé atrás hace muchos años, y en el que me convierto cada noche de reyes de forma inesperada, con nervios y todo después de una noche inquieta.

Lo de las cabalgatas ya es otro cantar. Creo que solo he ido a tres o cuatro en toda mi vida, pero hice en una ocasión de Gaspar, y os puedo asegurar que fue toda una experiencia inolvidable ver la cara de los chiquillos mientras ingenuamente me hacían sus peticiones.

¡Pero vamos a lo que vamos! “que no es moco de pavo de día de acción de gracias” lo que encierra este tradicional festejo que pone broche de oro a la Navidad.

¿Existieron estos personajes? ¿Quiénes eran? ¿De dónde venían?

La fuente documental en la que aparecen por primera vez y en la que se nos da noticias de estos ilustres visitantes de Belén, la encontramos en el evangelio de San Mateo, en el capítulo 2 (Versículos del 1 al 12)

Jesús nació en Belén de Judea cuando gobernaba el rey Herodes. Y he aquí, unos magos vinieron del oriente a Jerusalén, preguntando: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque al ver su estrella en el oriente, hemos venido para adorarle.
Cuando el rey Herodes oyó esto, se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, en la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los gobernadores de Judá.
Porque de ti saldrá un guiador, que pastoreará a mi pueblo Israel. Entonces Herodes, llamó en secreto a los magos, e indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: vayan, y averigüen con diligencia acerca del niño; y cuando lo hallen, háganmelo saber, para que yo también vaya y le adore.
Y ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Al ver la estrella, se regocijaron con gran alegría. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

Os puse el texto para que comprobéis que no pone nombres ni número de visitantes, pero deja claro que eran magos, tampoco figura el título de reyes por ningún lado y sí que seguían una estrella y que venían del oriente.
Aparecen así mismo los tres regalos que sacaron de “sus tesoros”: Oro, Incienso y Mirra. Posiblemente y más adelante, se dedujo el número de personajes por el número de regalos.

Hay sin embargo otras fuentes llamadas: Evangelios apócrifos de los cuales se tiene constancia, pero que no fueron incluidos en el libro sagrado como lo fueron los otros cuatro conocidos.
En concreto hay uno llamado: Evangelio de Tomás, datado en el siglo II de nuestra era en el que se narra que dichos “Reyes” llegaron con tres legiones de Persia, Asia, y Babilonia. 

Los entendidos en materias histórico-teológicas-religiosas suponen que estos visitantes inesperados eran miembros de una casta de sacerdotes Medo-Persas de la época aqueménide. Otros nos dicen que vinieron de Asia, África y Europa. Y rizando el rizo con doble bucle de tirabuzón invertido, el mismísimo Papa Benedicto XVI destaca en uno de sus escritos, que los reyes procedían de Tartessos; reino que actualmente conformarían Huelva, Cádiz y Sevilla.

¡Olé! y ¡Olé!

Tampoco se nos asegura que fueran grandes astrólogos ni astrónomos. Ni matemáticos o estudiosos de lo divino y humano con lo cual ¿Provenían de una estirpe de sabios? Solo sabemos que llegaron a Judea siguiendo el rastro de un astro en movimiento, que no aparece mencionado en ningún otro evangelio ni escrito conocido.

Ya sabemos que la fecha del nacimiento de Cristo es un convencionalismo de la iglesia que oportunamente por razones evangelizadoras asignó ese día en que otros pueblos celebraban el nacimiento de sus dioses.Ver: A vueltas con la navidad primera parte. Y en cuanto a fijar el año I. Sobre el 532, como el del nacimiento de Jesucristo; fue un error de cálculo de un tal Dionisio el exiguo (adivinar el porqué del apodo) ¡Sí! su estatura.

Estudiosos actuales de la biblia, que a pesar de su carácter religioso no deja de ser un libro de historia. Han contrastado datos que dan como resultado el siglo VI aC como fecha más probable.
Pero ni en un siglo ni en el otro se tiene constancia de ningún fenómeno meteórico, estrellas fugaces, supernovas, ni conjunciones planetarias que puedan resolver el enigma que el mismo Isaac Asimov define como: uno más de los misterios que se encuentran en el libro sagrado: Milagros, resucitaciones y curaciones, o el paso del mismísimo mar rojo y las plagas de Egipto.

Con lo cual esa estrella pasa a ser otro símbolo añadido que nos habla de Luz, guía y señal. No deja de ser otra figura metafórica utilizada por los cristianos del Medioevo.

Otra curiosidad son los nombres de esos Magos cuyas primeras referencias datan del siglo V dC contenidos en un documento denominado: "Excerpta latina bárbari" y en donde se les nombra como: Melichior, Gathaspa y Bithisarea.
En uno de los evangelios apócrifos, en concreto en el llamado “Armenio. Sobre la infancia de Jesús” se les conoce como: Melkon, Gaspard y Balthazar.

Con lo cual, a estas alturas podemos sacar la conclusión de que la tradición ha ido añadiendo datos, detalles y simbología para explicar lo que hasta ahora es inexplicable. 

A saber:

-Tres representantes de tres religiones diferentes. Los llamados "Gentiles" por los judíos, cuando el cristianismo todavía no estaba inventado 
-Tres razas distintas de tres continentes. 
-Personajes que representan las tres edades del hombre.
-Las cabalgaduras suelen ser en el imaginario popular tres camellos, pero por otro lado son: Un camello, un caballo y un elefante. Y añadimos los datos que ya os he aportado sobre la estrella.

El número tres es un número que aparece 467 veces en la biblia con infinidad de acepciones: La trinidad, el tres veces santo, La resurrección a los tres días de las muerte del redentor, El trino y uno.
Según Platón es la imagen del ser supremo en sus tres vertientes: material, intelectual y espiritual. 
Según Aristóteles el contenedor del principio el medio y el fin. 

Los regalos entregados al recién nacido también son tres y encierran sus propias alegorías. 

-Oro: ofrecido al niño como la riqueza apreciada por mundo, regalo digno de un “Rey de reyes”
-Incienso: Un elemento indispensable a la hora de ofrendar as los dioses. Al “Dios verdadero”
-Mirra: Una resina aromática utilizada para embalsamar a los difuntos. Ofrendada al Dios hecho hombre que morirá por el resto de los mortales, convirtiéndose Él mismo en ofrenda.

A todo ello hay que añadir leyendas curiosas que nos hablan de un cuarto “Rey mago” sin tener en cuenta que el pueblo armenio cuenta hasta 12, que tampoco son reconocidos por la iglesia.

Que la palabra “Mago” deviene a través de varias lenguas en “Magister” que significa “Maestro”.

Y por último, termino recordando, que en la catedral de Colonia en Alemania, se encuentra el afamado relicario de los Reyes Magos donde supuestamente reposan sus huesos. 
Dichas reliquias fueron trasladadas a Colonia desde Milán por el emperador Barbarroja en 1164. Convirtiéndose la localidad desde entonces en foco de miles de peregrinos.

Lo que haya de verdad o de invento, de exageración o leyenda no me preocupa en exceso. Hemos asimilado este fin de fiesta como algo familiar, como demostración de la generosidad gratuita entre los hombres y además ¿Qué sería de un nacimiento sin las figuras de esos personajes con tanto carisma?


¡Y qué carallo! 
Donde estén estos tres viajeros buenos Reyes Magos, que se quite el invento del gordo de la Cocacola que a veces, tanto miedo da a los niños.

¡Felices Reyes! ¡Que os traigan ilusión y esperanza!
y ¡muuuuchos! libros que leer.


Derechos de autor: Francisco Moroz

viernes, 30 de diciembre de 2016

A vueltas con la navidad -Cuarta parte y última-





Llegamos al final de este año para unos con pena y para otros con gloria. De lo que no cabe duda es que la mayoría lo haremos frente al televisor, pendientes de esas doce campanadas míticas que marcarán la toma de las doce uvas de la suerte.
Me gustaría acabar también con esta serie de artículos que han pretendido explicar de dónde vienen las tradiciones navideñas.

Postales de felicitación:

Aunque su uso esta menguando a causa de los nuevos medios que tenemos al alcance de nuestras manos como el teléfono, los correos electrónicos y los whasapp; las tarjetas de felicitación fueron el medio más común y utilizado por todos, para llegar a los hogares de nuestros seres queridos y amistades para desearles unas felices fiestas.
Su origen tuvo lugar en Inglaterra y el nombre del precursor: Sir Henry Cole, un individuo que en 1843 se enfrentó a un serio reto, al encontrarse con que el número de compromisos a la hora de escribir una misiva o breve carta a sus amistades y familiares crecía de forma considerable año tras año. Es sabido que los ingleses difícilmente renuncian a sus formas protocolarias y sus costumbres adquiridas tan ordenadas y repetitivas; por ello, y dada la dificultad creciente para cumplir con tan excesivo número de compromisos, decidió encargar a un reconocido pintor amigo suyo llamado: Callcott Horsley, un diseño personalizado de una tarjeta con motivo navideño, con un mensaje generalizado de la que poder hacer cuantas copias necesitara en la imprenta, para con ello, cubrir sus necesidades logísticas año tras año sin tanto esfuerzo.
El mensaje que se podía leer en dicha tarjeta era: “Feliz Navidad y feliz Año nuevo para usted” algo nada original por cierto.
Las casas reales copiaron la idea y con ello hicieron extensivo el uso de las postales que todavía algunos escribimos y mandamos a los más allegados y que los más afortunados siguen recibiendo, extendiendo con ello una bonita tradición navideña.

Villancicos:

Como intuimos de la propia palabra se trata de “Canciones de la villa” o "villanas".
Se trataba en sus orígenes de cantos que interpretaban las gentes sencillas de pueblos y aldeas con motivos de la celebración de sus fiestas. Se ha de entender que en un principio no eran estos cantos, destinados a ensalzar el espíritu navideño ni motivar su celebración. Más bien se utilizaban como instrumento asequible para poder comunicar y recordar, los hechos más relevantes de los acaecidos por la comarca.
Se sospecha que fueron los musulmanes los que introdujeron en Castilla estas pequeñas composiciones con cierta métrica poética y capacidad de ser musicalizadas que fueron evolucionando hasta convertirse en las composiciones que actualmente conocemos. De ahí que para el acompañamiento de dichas piezas se utilicen instrumentos sencillos, como las gentes que los cantaron: Panderetas, chirimías, flautas y zambombas de uso común entre pastores y labradores.
Es en el año 1458 cuando por primera vez, quedan reflejados algunos de ellos en el “Cancionero de Stuñiga”
Naturalmente se convirtió en un buen instrumento de catequización con el que la iglesia pudo adoctrinar al pueblo llano, haciendo cercanos valores cristianos que de este modo en forma de mantras repetitivos y musicalizados, eran asimilados por gentes que en su gran mayoría no sabían leer ni escribir.
El primer canto de este tipo es el compuesto por un tal: Hilario de Poitiers titulado: “Jesús Refulsit Omnium” y que por cierto no se refiere a nada relacionado con peces bebiendo en el río ni campanas y tamborileros o burras de chocolatera.

Las uvas de la suerte:

La mayoría conocemos esa especie de leyenda urbana que corre de boca en boca cada año y que hemos asimilada como real. Me refiero al origen de las uvas que tomamos en noche vieja para despedir el año y recibir al que viene y que nos cuenta la genial idea que tuvieron unos agricultores murcianos y alicantinos que en 1909, y ante una excesiva cosecha, se vieron en la tesitura de dar salida al producto de una manera ingeniosa que consistió en inventarse esta original tradición anual.
¡Pues no!
Más bien se refiere al espíritu satírico, irónico y burlesco que caracteriza a los españoles y más a los madrileños, que para estos menesteres de ridiculizar se las pintan solas.
Tenemos noticias de ello en 1882, cuando era costumbre por parte de muchos ciudadanos de la capital, salir a buscar a los reyes magos por las calles, armando fuertes algarabías que no eran bien vistas por las clases nobles y pudientes, que preferían quedarse en sus casas realizando una costumbre importada de nuestros vecinos franceses consistente en tomar champán espumoso acompañado de uvas. Algo así como el melón con jamón y sin ningún significado ritualista destinado a la buena suerte.
Ante las protestas de estos burgueses por los molestos ruidos originados por los juerguistas, el alcalde de turno: José Abascal y Carredano, decidió emitir un bando en el que prohibía salir de jarana los días 5 y 6, frustrando con ello a las gentes más humildes del pueblo de Madrid que no podían de este modo celebrar. Bailando, cantando y bebiendo para dar salida a su espíritu festivo.
La reacción no se hizo esperar y se decidió como contramedida ante los selectos sibaritas que habían ocasionado el perjuicio, salir ese año en comandita hasta la puerta del sol bajo el reloj de la antigua casa de correos a tomarse las uvas como imitación de las tontas y refinadas costumbres de la aristocracia, para burla y escarnio.
Pero como ocurre en muchas ocasiones, el hecho se convirtió en viral y se empezó a repetir año tras año, se extendió al resto de la población española y traspasó fronteras de tal manera, que hasta en algún lugar en Australia, las uvas de la suerte son tradición importada.
Otras costumbres que algunos llevan a rajatabla en la noche vieja son por ejemplo.
Llevar ropa interior roja. Costumbre que viene de China y Vietnam donde el rojo y amarillo son colores de la buena suerte.
Encender velas blancas, verdes y rojas y dejarlas arder hasta que se consuman. Eso trae suerte en el amor.
Beber cava o champan con el anillo de oro sumergido en la copa. Asegura un año de bonanza económica. Al igual que llevar dinero en el zapato y lavarse las manos con cava y azúcar.
Y si lo que quieres es viajar mucho, puedes dejar las maletas en la puerta de tu casa.
Si eres hombre, puedes conseguir todo ello de golpe si le guarreas la alfombra a tu consorte con la cera de las velas, o con el champán y el azúcar, después de quitarle el anillo y mojárselo en el mismo líquido. Si además te encuentra en el bolsillo de la chaqueta prendas íntimas femeninas de color rojo: Ella misma te pondrá las maletas en la calle. Aunque ni viajarás, ni obtendrás bonanza económica con ello.

Roscón de reyes:

Otra vez esos romanos dándonos lecciones de cómo hay que hacer las cosas.
El dulce tradicional y típico de Reyes, también lo inventaron ellos. “Ceteribus paribus” (siendo en las otras cosas igual)
Ese dulce que todos conocemos, circular (Igual que la corona de adviento) con azúcar y fruta escarchada y relleno de nata, trufa, crema o cabello de ángel en cuyo interior se esconde esa figurita ansiada por niños, y mayores coleccionistas de tontadas de plástico, barro o cristal.
Recordamos de nuevo esas celebraciones llamadas Saturnales que tenían lugar durante el solsticio de invierno y en donde los romanos ínter-pares, plebeyos y esclavos se intercambiaban regalos consistentes en miel, frutos, y golosinas, como símbolo de que el año que comenzaba se presuponía iba a ser más dulce y menos amargo que el anterior.
Entre estos presentes se regalaban una especie de roscos amasados con diversos frutos secos, uvas pasas dátiles e higos.
Esta tradición como vimos anteriormente, fue aprovechada por la iglesia para trasmitir sus propias creencias a través de esos gestos y símbolos. A partir del siglo III y aprovechando la festividad de los Reyes magos, se reparten dulces a los más necesitados. Uno de los que más trascendió fue precisamente este que tratamos, rosco o roscón, al que en Francia se le conocía con el nombre de “Gateau de la Febe” pues al mismo, se le introducía un haba en su interior de tal manera que el que la encontraba se convertía en el rey del haba. Tradición que por otro lado también era conocida en Roma, en ese día en que los esclavos eran servidos por sus amos y que en el país vecino se quedó como "el día del rey loco" del que aparecen referencias en la obra: Nuestra Señora de París"
El rey Francés Luis XV fue uno de los que se aficionó al postre gracias a su pastelero que le preparó uno, escondiendo en su interior un regalo para el monarca; este, gustoso con la sorpresiva idea, la propagó por su reino. A parte del haba se escondía alguna moneda de plata en las casas de familias más pudientes.
En España fueron los mismos Borbones los que introdujeron la costumbre del roscón de la mano de Felipe V .
Más adelante, y como todo tarde o temprano, esta costumbre repostera tan sabrosa pasó al pueblo llano. Siendo Madrid y Sevilla las dos localidades donde mayor relevancia adquirió tan preciado dulce.


Aprovecho para desearos una buena noche de fin de año con toda la suerte que os puedan proporcionar esas doce uvas, que se convertirán en doce deseos convertidos en realidad si nos esforzamos... Después vendrán esas promesas que todos nos hacemos de dietas, mesura y aprendizaje de idiomas.

Mis abrazos para todos los que me lleguéis a leer.






Derechos de autor: Francisco Moroz


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