Empiezo esta vez, y ya termino con los mininos, haciendo referencia a un personaje carismático llamado Juan XXIII. Papa de la
iglesia católica que nos dejó una memorable frase:
“No compliques
las cosas sencillas y simplifica las cosas complicadas”
Y es que hay
personas y personajes que se empeñan en complicar la vida de los demás, y otros que
se la complican ellos solitos sin ayuda de nadie. Triste forma de ser, que demuestra
la infinitud de la estupidez humana.
¿Qué tienen que
ver los gatos esta vez?
Pues casi nada,
porque en vez de gato podría haber sido una hiena, un león, un borrico, una jirafa, o una
gacela piamontesca si es que estas existiesen ¡ Que va a ser que no! Pero todos tienen en común el tener cuatro patas y un rabo para espantar a las moscas ¡No más!
Pero vino el listo de turno y dijo: ¿Cómo expresaremos la idea de aquel que se empeña en
complicar las explicaciones, las teorías y las síntesis, con el afán de acabar llevando razón; y de paso acabar con la paciencia del sufrido interlocutor que le escucha pacientemente?
Pues digamos
simplemente:
“Buscarle cinco pies al gato”
“Buscarle cinco pies al gato”
¡Sí! cinco, y no tres, que es como estamos acostumbrados a escuchárselo a nuestras madres, tutores, profesores y
sabios del lugar.
Sumamos pies que no restamos; que los hay que, con tal de salirse con la suya y hacer que prevalezcan sus criterios añaden la cola como pata, al igual que el “espabilaó “que nombraba al pulpo como animal de compañía. ¡Claro! que iguanas, camaleones, cerdos vietnamitas y boas constrictoras ya lo son en muchos hogares.
¿De qué nos extrañamos pues?
Sumamos pies que no restamos; que los hay que, con tal de salirse con la suya y hacer que prevalezcan sus criterios añaden la cola como pata, al igual que el “espabilaó “que nombraba al pulpo como animal de compañía. ¡Claro! que iguanas, camaleones, cerdos vietnamitas y boas constrictoras ya lo son en muchos hogares.
¿De qué nos extrañamos pues?
Lo de los tres
pies fue gracias a Cervantes que con su consabido ingenio y sentido del humor la incluyó de esta manera en su magna obra, poniéndola en boca de Don Quijote para referirse a la búsqueda de pesadumbre y enojo por parte de algunos pendejos.
Por otro lado
¿Qué sentido tendría buscarle tres patas a un animal que tiene cuatro? Siempre encontraremos tres; pero entendiendo el significado que se nos quiere comunicar con la
frase, es comprensible que haya individuos que por hacer prevalecer sus
sofismas y entelequias quieran contar otros apéndices del animal como patas, sumando
cinco en este caso, o seis, según nos pongamos de quisquillosos.Traigo aquí a colación a un famoso negro "whasero". Ya me entendéis mejor ¿A que sí?
Un tal Gonzalo Correas en sus
refranes y frases proverbiales que publicó en 1627, lo dejo escrito de la manera correcta, antes que Cervantes la
liase parda, popularizando la otra. Esto viene a demostrar por otro lado, lo
mucho que se lee a Cervantes.
Termino con una pequeña curiosidad:
Los franceses buscan los cinco pies al carnero y no al gato.
Y los chinos lo que buscan es al gato al perro y a cualquier bicho que se menee sin tener en cuenta la cantidad de patas que posea. No le hacen ascos a nada.
Pero recordad esto cuando se os pasen malas ideas para con estos animalillos: Son más listos que el hambre, y cuando han sido escaldados en alguna ocasión; huyen del agua fría y del caldo caliente y saben defenderse como gatos que son, panza arriba.
Los franceses buscan los cinco pies al carnero y no al gato.
Y los chinos lo que buscan es al gato al perro y a cualquier bicho que se menee sin tener en cuenta la cantidad de patas que posea. No le hacen ascos a nada.
Pero recordad esto cuando se os pasen malas ideas para con estos animalillos: Son más listos que el hambre, y cuando han sido escaldados en alguna ocasión; huyen del agua fría y del caldo caliente y saben defenderse como gatos que son, panza arriba.
Lo dicho: hay
gente que lo complica todo. Et certains d'entre eux sont Français.
¡Hasta la próxima entrada fuera de contexto!
¡Hasta la próxima entrada fuera de contexto!
Derechos de autor: Francisco Moroz