Llegamos al final de este año para unos con
pena y para otros con gloria. De lo que no cabe duda es que la mayoría lo
haremos frente al televisor, pendientes de esas doce campanadas míticas que
marcarán la toma de las doce uvas de la suerte.
Me gustaría acabar también con esta serie
de artículos que han pretendido explicar de dónde vienen las tradiciones
navideñas.
Postales
de felicitación:
Aunque su uso esta menguando a causa de los
nuevos medios que tenemos al alcance de nuestras manos como el teléfono, los
correos electrónicos y los whasapp; las tarjetas de felicitación fueron el
medio más común y utilizado por todos, para llegar a los hogares de nuestros
seres queridos y amistades para desearles unas felices fiestas.
Su origen tuvo lugar en Inglaterra y el
nombre del precursor: Sir Henry Cole, un individuo que en 1843 se enfrentó a un serio reto, al encontrarse con que el número de compromisos a la hora de
escribir una misiva o breve carta a sus
amistades y familiares crecía de forma
considerable año tras año. Es sabido que los ingleses difícilmente renuncian a
sus formas protocolarias y sus costumbres adquiridas tan ordenadas y repetitivas; por ello, y dada la dificultad creciente
para cumplir con tan excesivo número de compromisos, decidió encargar a un reconocido
pintor amigo suyo llamado: Callcott Horsley, un diseño personalizado de una
tarjeta con motivo navideño, con un mensaje generalizado de la que poder hacer
cuantas copias necesitara en la imprenta, para con ello, cubrir sus necesidades logísticas año
tras año sin tanto esfuerzo.
El mensaje que se podía leer en dicha
tarjeta era: “Feliz Navidad y feliz Año nuevo para usted” algo nada original por cierto.
Las casas reales copiaron la idea y con
ello hicieron extensivo el uso de las postales que todavía algunos escribimos y
mandamos a los más allegados y que los más afortunados siguen recibiendo,
extendiendo con ello una bonita tradición navideña.
Villancicos:
Como intuimos de la propia palabra se trata
de “Canciones de la villa” o "villanas".
Se trataba en sus orígenes de cantos que
interpretaban las gentes sencillas de pueblos y aldeas con motivos de la
celebración de sus fiestas. Se ha de entender que en un principio no eran estos
cantos, destinados a ensalzar el espíritu navideño ni motivar su celebración.
Más bien se utilizaban como instrumento asequible para poder comunicar y recordar, los
hechos más relevantes de los acaecidos por la comarca.
Se sospecha que fueron los musulmanes los
que introdujeron en Castilla estas pequeñas composiciones con cierta métrica
poética y capacidad de ser musicalizadas que fueron evolucionando hasta
convertirse en las composiciones que actualmente conocemos. De ahí que para el
acompañamiento de dichas piezas se utilicen instrumentos sencillos, como las
gentes que los cantaron: Panderetas, chirimías, flautas y zambombas de uso
común entre pastores y labradores.
Es en el año 1458 cuando por primera vez, quedan reflejados algunos de ellos en el “Cancionero de Stuñiga”
Naturalmente se convirtió en un buen instrumento de catequización con el que la iglesia pudo adoctrinar al pueblo llano, haciendo cercanos valores
cristianos que de este modo en forma de mantras repetitivos y musicalizados,
eran asimilados por gentes que en su gran mayoría no sabían leer ni escribir.
El primer canto de este tipo es el
compuesto por un tal: Hilario de Poitiers titulado: “Jesús Refulsit Omnium” y que por cierto no se refiere a nada relacionado con peces bebiendo en el río ni campanas y tamborileros o burras de chocolatera.
Las
uvas de la suerte:
La mayoría conocemos esa especie de leyenda
urbana que corre de boca en boca cada año y que hemos asimilada como real. Me
refiero al origen de las uvas que tomamos en noche vieja para despedir el año y
recibir al que viene y que nos cuenta la genial idea que tuvieron unos agricultores murcianos y
alicantinos que en 1909, y ante una excesiva cosecha, se vieron en la tesitura
de dar salida al producto de una manera ingeniosa que consistió en inventarse
esta original tradición anual.
¡Pues no!
Más bien se refiere al espíritu satírico, irónico y burlesco que caracteriza a los españoles y más a los madrileños, que para estos menesteres de
ridiculizar se las pintan solas.
Tenemos noticias de ello en 1882, cuando
era costumbre por parte de muchos ciudadanos de la capital, salir a buscar a
los reyes magos por las calles, armando fuertes algarabías que no eran bien
vistas por las clases nobles y pudientes, que preferían quedarse en sus casas realizando
una costumbre importada de nuestros vecinos franceses consistente en tomar
champán espumoso acompañado de uvas. Algo así como el melón con jamón y sin ningún significado ritualista destinado a la buena suerte.
Ante las protestas de estos burgueses por
los molestos ruidos originados por los juerguistas, el alcalde de turno: José
Abascal y Carredano, decidió emitir un bando en el que prohibía salir de jarana
los días 5 y 6, frustrando con ello a las gentes más humildes del pueblo de
Madrid que no podían de este modo celebrar. Bailando, cantando y bebiendo para dar salida a su espíritu festivo.
La reacción no se hizo esperar y se decidió como contramedida ante los
selectos sibaritas que habían ocasionado el perjuicio, salir ese año en comandita hasta la puerta del sol bajo el
reloj de la antigua casa de correos a tomarse las uvas como imitación de las
tontas y refinadas costumbres de la aristocracia, para burla y escarnio.
Pero como ocurre en muchas ocasiones, el
hecho se convirtió en viral y se empezó a repetir año tras año, se extendió al
resto de la población española y traspasó fronteras de tal manera, que hasta en
algún lugar en Australia, las uvas de la suerte son tradición importada.
Otras costumbres que algunos llevan a
rajatabla en la noche vieja son por ejemplo.
Llevar ropa interior roja. Costumbre que
viene de China y Vietnam donde el rojo y amarillo son colores de la buena suerte.
Encender velas blancas, verdes y rojas y
dejarlas arder hasta que se consuman. Eso trae suerte en el amor.
Beber cava o champan con el anillo de oro
sumergido en la copa. Asegura un año de bonanza económica. Al igual que llevar
dinero en el zapato y lavarse las manos con cava y azúcar.
Y si lo que quieres es viajar mucho, puedes
dejar las maletas en la puerta de tu casa.
Si eres hombre, puedes conseguir todo ello
de golpe si le guarreas la alfombra a tu consorte con la cera de las velas, o con el champán y el azúcar,
después de quitarle el anillo y mojárselo en el mismo líquido. Si además te
encuentra en el bolsillo de la chaqueta prendas íntimas femeninas de color
rojo: Ella misma te pondrá las maletas en la calle. Aunque ni viajarás, ni obtendrás bonanza económica con ello.
Roscón
de reyes:
Otra vez esos romanos dándonos lecciones de
cómo hay que hacer las cosas.
El dulce tradicional y típico de
Reyes, también lo inventaron ellos. “Ceteribus paribus” (siendo en las otras
cosas igual)
Ese dulce que todos conocemos, circular (Igual que la corona de adviento) con
azúcar y fruta escarchada y relleno de nata, trufa, crema o cabello de ángel en
cuyo interior se esconde esa figurita ansiada por niños, y mayores coleccionistas
de tontadas de plástico, barro o cristal.
Recordamos de nuevo esas celebraciones llamadas
Saturnales que tenían lugar durante el solsticio de invierno y en donde los
romanos ínter-pares, plebeyos y esclavos se intercambiaban regalos consistentes en miel,
frutos, y golosinas, como símbolo de que el año que comenzaba se presuponía iba
a ser más dulce y menos amargo que el anterior.
Entre estos presentes se regalaban una
especie de roscos amasados con diversos frutos secos, uvas pasas dátiles e
higos.
Esta tradición como vimos anteriormente,
fue aprovechada por la iglesia para trasmitir sus propias creencias a través de
esos gestos y símbolos. A partir del siglo III y aprovechando la festividad de los Reyes magos, se reparten dulces a
los más necesitados. Uno de los que más trascendió fue precisamente este que
tratamos, rosco o roscón, al que en Francia se le conocía con el nombre de
“Gateau de la Febe” pues al mismo, se le introducía un haba en su interior de
tal manera que el que la encontraba se convertía en el rey del haba. Tradición
que por otro lado también era conocida en Roma, en ese día en que los esclavos
eran servidos por sus amos y que en el país vecino se quedó como "el día del rey loco" del que aparecen referencias en la obra: Nuestra Señora de París"
El rey Francés Luis XV fue uno de los que
se aficionó al postre gracias a su pastelero que le preparó uno, escondiendo en
su interior un regalo para el monarca; este, gustoso con la sorpresiva idea, la propagó
por su reino. A parte del haba se escondía alguna moneda de plata en las casas
de familias más pudientes.
En España fueron los mismos Borbones los que introdujeron la costumbre del
roscón de la mano de Felipe V .
Más adelante, y como todo tarde o temprano, esta costumbre repostera tan
sabrosa pasó al pueblo llano. Siendo Madrid y Sevilla las dos localidades donde
mayor relevancia adquirió tan preciado dulce.Aprovecho para desearos una buena noche de fin de año con toda la suerte que os puedan proporcionar esas doce uvas, que se convertirán en doce deseos convertidos en realidad si nos esforzamos... Después vendrán esas promesas que todos nos hacemos de dietas, mesura y aprendizaje de idiomas.
Mis abrazos para todos los que me lleguéis a leer.
Derechos de autor: Francisco Moroz