El
crujir de las hojas, les recuerda los solos que están sin nadie que les escuche
y siga el proceso de sus inquietudes y pensamientos.
Pues la soledad no es el peor de los dolores, sino la continuada ausencia de
recuerdos.
Ya no pueden seguir viviendo sin la ayuda de alguien que se enamore,
que sufra y se alegre por ellos. Casi
olvidaron quienes son, que papel desempeñan; y se revuelven inquietos haciendo
crujir esas hojas del libro donde están inmersos como personajes que son.
Les
hace falta alguien que los lea.
Derechos de autor: Francisco Moroz